Indulto VIP
31/10/2012
- Opinión
Fugado del Perú con maletas llenas de dinero del Estado, el presidente se refugia en Japón y dice desde lejos que es japonés y no peruano. Se casa con una novia japonesa, llega a postular a una banca parlamentaria en el país oriental, no le sale la jugada y un día decide regresar.
Atrapado en Chile luego de una aventura en avión particular, Fujimori es extraditado al Perú y sometido a un juicio público e imparcial limitado por las indicaciones de la Corte chilena. Es condenado por una pequeña parte de sus delitos, apenas aquello a que la Corte del Sur señala. Se le hace una cómoda casa con un régimen especial. Puede escribir, pintar, salir de su albergue dentro del ámbito de la Diroes, recibir a partidarios y familiares, hacer fiestas y celebraciones. Dirige la campaña presidencial de su hija desde su jaula de oro. Tiene atentos médicos durante las 24 horas del día. Todo con dinero del Estado. No paga alojamiento mientras millones viven en casuchas en los cerros.
Traicionó el programa con el que engañó a sus electores para llegar a la Presidencia en 1990. Vendió las empresas estatales a precios de regalo a espaldas del país. Despidió a más de 200 mil trabajadores del Estado. Hizo quebrar a las cooperativas de crédito para que la gran banca no tuviera competidores. Permitió que se formen destacamentos de la muerte para asesinar trabajadores y estudiantes inocentes durante su mandato. Traficó con los pertrechos de guerra durante el conflicto con el Ecuador. Robó desde el mismo instante en que asumió la presidencia. Llegó hasta a hacer torturar a su propia esposa.
No ha devuelto el dinero robado.
No ha pedido perdón.
Sus partidarios siguen en una actitud cínica, prepotente y negacionista.
No puede soportar ni siquiera un encierro a medias y de lujo. Se deprime y ve desesperadamente que los años pasan y no puede gozar del dinero mal habido. Debe lamentarse un millón de veces por haber prestado oídos a quienes le aconsejaron dejar el Japón, refugio donde todavía podría estar fuera del alcance de la justicia peruana como otros piratas de la globalización y ladrones de tesoros públicos.
Un día le aparece una úlcera infecciosa en la lengua. A la depresión se suma la tortura de una enfermedad de difícil tratamiento. Y ahora pretende el indulto diciendo que es una enfermedad terminal. No tiene cáncer: el cáncer es él.
Fujimori fue apenas la cabeza de una organización compuesta por miles de personas. Empresarios, banqueros, técnicos, altos burócratas de los organismos internacionales, jefes militares, dueños de periódicos y televisoras, políticos, congresistas, plumíferos, confidentes, líderes clientelistas de los barrios populares, cantantes, vedettes, asesinos encubiertos y descubiertos, jueces corruptos, geishas de la prensa: todos colaboraron y robaron bajo la protección del jefe.
Esa organización está intacta. En realidad, precedió a Fujimori. Él la potenció pero no la creó. Pero fue Fujimori el que convirtió al Perú en mafialandia. Y ahora la serpiente pulpo sigue enroscándose en el sector público y expandiendo sus tentáculos a la sociedad.
El fujimorismo no es un partido, es un tumor nacido de la mugre, de la miseria moral de las clases altas y la pobreza material y moral de las clases bajas. Es el resumen de todo lo que no deberíamos ser, pero somos en parte.
Súbitamente, sin que medie motivo alguno, el Presidente actual sugiere que le presenten un pedido de indulto. Él ha hecho su camino hacia el poder. Primero antisistema, luego nacionalista, después chavista, en seguida instrumento de cierto desteñido socialismo español, luego asesorado y financiado por extraños personajes procedentes de Brasil ligados al trosquismo y ahora rodeado por el pulpo.
Se le hace una cómoda casa con un régimen especial. Puede escribir, pintar, salir de su albergue dentro del ámbito de la Diroes, recibir a partidarios y familiares, hacer fiestas y celebraciones. Dirige la campaña presidencial de su hija desde su jaula de oro. Tiene atentos médicos durante las 24 horas del día. Todo con dinero del Estado. No paga alojamiento mientras millones viven en casuchas en los cerros.
La sugerencia abre una campaña mediática basada en el negacionismo del terror de Estado y la conmiseración por el supuesto enfermo terminal. El Presidente se ve en un callejón sin salida, entre la espada y la pared. ¿Fue un desliz de inexperto? ¿O es algún juego premeditado por los expertos en psicosociales que ahora lo rodean?
En el momento de escribir estas líneas se habla de un arresto domiciliario o de su internamiento en una clínica de lujo. Será un perdón encubierto, un indulto VIP.
Se dice que habría un arreglo tras bambalinas para que los votos fujimoristas en el Congreso favorezcan la modificación de la ley que permita la candidatura de la esposa del Presidente el 2016.
El actual Gobierno es una coalición de ministros puestos por el Fondo Monetario Internacional (economía), el Banco Mundial (ministerios sociales), los grandes empresarios (ministerios de la producción) y gente próxima o asalariada de la agencia estadounidense AID. La tercera etapa de un fujimorismo económico que viene desde los 90 y se mantuvo con Toledo y García. Las relaciones del Ejército peruano con el colombiano son preferentes. Oficiales de los Estados Unidos entran y salen del país con o sin autorización del Congreso, como en su casa.
El “milagro” peruano está en el candelero continental. Sumergido en un espacio geográfico cuyos gobiernos han girado a la izquierda, el Perú tiene ahora importancia estratégica para los Estados Unidos. Es el puente entre Brasil y China. El tercer productor de oro y el primer productor de cocaína en el mundo. Huérfana la potencia norteamericana de apoyo en Sudamérica porque hasta el colombiano Santos tiene un juego propio, temiendo la influencia del “demonio” Chávez, bien vale que el Secretario de Defensa, el mismo que dirige la estrategia militar mundial contra China, haga cordiales visitas a Lima; o también que Hillary Clinton, la misma socia del corrupto Sarkozy en la invasión de Libia y la que trata ahora de marcarle el libreto a Irán y auspicia la sangrienta intervención mercenaria en Siria, le haga unos guiños a Nadine.
No estaría mal una Nadine joven, linda, ingenua pero ansiosa de poder y adulación, en manos de los demonios de la CIA. Cuarto fujimorismo hasta el 2020. Qué mejor un Segundo Centenario de la Independencia celebrado por la Confiep y la oligarquía minera, los nuevos (y antiguos) dueños del país.
Pero los estrategas de este desarrollo subestiman las fuerzas morales que todavía quedan latentes, esa sensibilidad de algunos sectores ciudadanos contra el cinismo y la corrupción. Es una ciudadanía naciente. Es imprevisible lo que puede suceder en caso de un indulto, sobre todo si es concedido por alguien que, como Fujimori en 1990, traicionó a su programa y sus partidarios dejándolos en la estacada.
Y a eso se añade la suma de volcanes sociales que es el Perú. Cada avance minero, cada agujero abierto, cada río envenenado, cada laguna desaparecida, es una protesta conducida por gente que ya le perdió el miedo al poder millonario de Lima. Las provincias se sublevan contra los burócratas de la capital; los médicos, los maestros, las enfermeras, no están dispuestos a seguir ganando sueldos de hambre mientras ministros, embajadores, directores generales de cualquier cosa disfrutan sueldos del primer mundo. Las comunidades se sublevan contra las minas, la gente ya no cree. Y aunque acepte, detesta la corrupción. ¿Qué van a hacer? ¿Meterle bala a todo el mundo, como ordenaba Valdés? ¿O disparar primero y pensar después, como quería García?
- Héctor Béjar es sociólogo
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