Sólo faltan cinco días

25/11/2012
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
A tan sólo cinco días de que con la manutención de Felipe Calderón y su familia a cargo de las finanzas públicas, obligue a incrementar la partida de 290 millones de pesos que se erogan anualmente e incrementar los 150 elementos del Estado Mayor Presidencial que ocupan Luis Echeverría, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, el primero sacó un as de la manga para justificar lo injustificable a ojos y oídos de mexicanos indignados con la guerra fundamentalista contra las drogas.
 
Cierto que Calderón Hinojosa terminó por dejar el uso de la altisonante palabra y se refugió en el termino lucha, no sin antes negar como buen mitómano que nunca usó la palabra guerra, pero fue un recambio semántico porque la estrategia que privilegió lo militar y lo policiaco para desplegar como nunca la confrontación armada, además de excluyente social y políticamente como toda decisión autocrática, no varió excepto en el discurso que pronunció en la Asamblea General de la ONU.
 
Mas fue el 24 de noviembre cuando en la desesperación que agobia al general de cinco estrellas por su suerte inmediata –pese a lo presuntamente pactado con Enrique Peña para hacer una transición gubernamental tersa que los llevó a reunirse con frecuencia desacostumbrada–, se sacó el conejo del sombrero ante cadetes de la Marina y el almirante secretario, en Alvarado, Veracruz, y planteó que “el Estado mexicano actuó en legítima defensa” frente al crimen organizado.
 
No es problema de incontinencia verbal lo que muestra el michoacano de Morelia, sino de incertidumbre ante su futuro a partir del 1 de diciembre, y frente a los poderosísimos enemigos que cosechó en los corporativos del crimen organizado, aunque la propaganda exhibe un subrayado debilitamiento porque cayeron la mayoría de los jefes. La realidad es que allí domina un vigoroso duopolio como en la banca, la televisión y un largo etcétera, que no existía hace seis años. Ésa es la herencia del hombre que como monaguillo (Joel Ortega Juárez dixit) enfrentó el ineludible problema que, ciertamente, es de seguridad nacional pero antes que nada de salud y educación públicas.
 
El discurso del michoacano de Morelia en materia de drogas ilícitas va de un bandazo a otro: de “la guerra” a “la lucha”, del plan proactivo al reactivo, de “un imperativo ético y moral” al “Estado mexicano actuó en legítima defensa”, de “los narcotraficantes se están matando entre ellos” (Genaro García Luna) a las “bajas (o) daños colaterales” (Guillermo Galván).
 
Aún no queda claro cómo se remontará la ruta discursiva de la tragedia al volver la Policía Federal a la secretaría desde la que se formó, cuando Francisco Labastida despachaba en Gobernación como titular. La apuesta a un súper secretario por decisión de Peña Nieto, previa reforma legislativa, es tan grande como la exigencia ciudadana de obtener resultados más consistentes, pero también proporcional al costo político que cosechará el sobrino de Arturo Montiel (“Las ratas no tienen derechos humanos”: Carlos Alazraki), si falla su diseño institucional y burocrático.
 
Suena frívolo que Manlio Fabio Beltrones reduzca las reacciones críticas de las oposiciones al proyecto concentrador de Enrique Peña y su grupo, sólo a “desaparecer esos fantasmas que todavía abruman a algunas personas de la oposición; esto se trata de modernización”.
 
Olvida el sonorense que él y su partido, el Revolucionario Institucional, fueron críticos a que “un solo hombre” (García Luna) concentrará el mando de una policía nacional única. Claro, cuando la concentración de funciones es para el compañero de partido y de grupo gobernante, entonces es modernizadora, por lo menos para el señor formado en el drenaje profundo del sistema político autoritario.
 
Utopía 1188
https://www.alainet.org/es/active/59870?language=en
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS