A toda vela hacia los arrecifes del Caribe

28/12/2012
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Mientras la creencia generalizada es que no ocurrirá cosa alguna digna de mención sobre la condición política de Puerto Rico, las gestiones de los que buscan poner fin a la colonia se desarrollan sin que se les preste mucha atención en los medios noticiosos, lo que les permite impulsar movidas diplomáticas desde San Juan, Washington y hasta la lejana Dubái.
 
Entretanto, el deterioro de Puerto Rico –donde la economía subterránea ya ha conseguido más de siete mil millones de dólares de inversión de dinero público desviado del impuesto al consumo- se ha convertido en un factor silente que agrava problemas regionales de seguridad como la corrupción y el tráfico de armas en tanto siguen las señales de inestabilidad política en territorios dependientes del Caribe occidental.
 
Ante ese panorama, también se ha complicado la perspectiva de que se produzca, como por magia, una solución que devuelva la prosperidad colonial a esta nación isleña y permita restaurar la estabilidad que tuvo el gobierno autonómico.
 
La nueva complicación surge de una discusión que comienza en Estados Unidos sobre cuáles deben ser sus prioridades estratégicas. En particular, el profesor de estrategia Michael Mazarr, del Colegio de Guerra Nacional, propone dejar en el pasado el paradigma de la hegemonía omnipresente en el mundo para sustituirlo por una estrategia post primacía que frene la aventura imperial a fin de atender la debilidad de la economía y el agotamiento por la prolongada guerra global.
 
Precisamente desde las inmediaciones del centro de la guerra, a más de 12.000 kilómetros de San Juan, fue enviada una carta pidiendo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos que abra el caso colonial de Puerto Rico. En la misiva, fechada el 9 de diciembre en la oficina de Dubái, Emiratos Árabes, de la firma internacional de abogados SNR DENTON, se alega violación masiva de derechos humanos por parte de EEUU.
 
La carta, en nombre del Harlan Group for Civil Rights y el ex gobernador anexionista Pedro Rosselló, está firmada por el socio del bufete Orlando Vidal, quien en el pasado trabajó en la fiscalía federal de EEUU en Puerto Rico.
 
Esa presencia de figuras de Puerto Rico en puntos de importancia estratégica de la guerra es uno de los aspectos que hace difícil seguir el rastro al potencial de influencia que puedan tener en un momento dado los intereses que operan desde esta pequeña nación del noreste del Caribe, equidistante de Guantánamo y de Caracas.
 
Así por ejemplo, el empresario Rafael O’Farrell, que ha sido directivo de asociaciones de industriales e importadores, como general de brigada fue el segundo en mando en el campo de concentración de Guantánamo con responsabilidad sobre el trato humano y la obtención de inteligencia de los prisioneros. Hace algunos años, el entonces teniente coronel O’Farrell formó parte de un grupo selecto auspiciado por la Universidad de Harvard que preparó para el Colegio de Guerra del Ejército un abarcador estudio para adecuar las estructuras de los cuerpos de reserva de las fuerzas armadas a las necesidades de la guerra global.
 
Otro aspecto en el que se ha complicado medir la influencia puertorriqueña es en el crecimiento inusitado de los sectores que buscan una soberanía separada de EEUU, que en el plebiscito efectuado en noviembre pasado llegaron a poco menos del 30 por ciento de los votantes que participaron, con sobre medio millón de sufragios, mientras el anexionismo sigue estancado en el 45 por ciento desde hace décadas. La mayoría de ese sector expresó preferir la libre asociación con EEUU mientras el núcleo independentista creció de apenas 39.000 en 1998 a más de 75.000 en la pasada consulta, 62 por ciento de los cuales son del pequeño aunque influyente Partido Independentista Puertorriqueño.
 
El crecimiento del PIP, bajo la dirección de un grupo de líderes jóvenes encabezados por Juan Dalmau, es tal que se han ampliado por buena parte del país sus bases geográficas y sobrepasó la barrera de los 6.000 votos en cinco de los ocho distritos senatoriales, algo no visto en más de veinte años excepto cuando en el punto culminante de la lucha contra la Armada de EEUU en la isla de Vieques Rubén Berríos logró pasar de los 100,000 votos.
 
Berríos y el resto de la jefatura del PIP han estado activos en gestiones no especificadas con Washington, la Habana, México y Caracas, entre otros puntos. Los informes disponibles indican que en el seno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), ha tenido mucha receptividad el dato de que Puerto Rico retiró, por mayoría absoluta, su consentimiento a la actual relación subordinada con EEUU.
 
También ha tenido impacto en Washington, donde luego de la visita de la jefatura del PIP, la Casa Blanca anunció que era evidente que Puerto Rico no quería continuar con su condición política y que se trabajaría con el Congreso para impulsar un proceso de autodeterminación.
 
El tema de la autodeterminación también ha estado vigente en los últimos años en las Islas Vírgenes de EEUU e Inglaterra, en islas holandesas como Curacao y en las francesas, del este y el sur del Caribe. Pero ha surgido también en el Caribe occidental, con los casos de las islas Turcos y Caicos y las islas Caimán, ambas posesiones británicas , así como en la dependencia colombiana del archipiélago de San Andrés, cercano a Nicaragua.
 
Como si no faltasen complicaciones, la Policía nacional, ahora dirigida por un ex agente del Buró Federal de Investigaciones con historial de inteligencia y contratado mediante un acuerdo con Miami, ha iniciado una campaña sobre el problema del crimen en la que se usa fuera de contexto un fragmento de un poema del desaparecido dirigente nacionalista Juan Antonio Corretjer y la bandera de Puerto Rico. Los anuncios de la campaña promueven la noción de que el rojo de las franjas de la bandera puertorriqueña representa la sangre de las víctimas del crimen callejero.
 
Fuente: NCM-SJ
https://www.alainet.org/es/active/60606
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