Venezuela, 10 de enero
09/01/2013
- Opinión
La derecha venezolana no se cansa de buscar la forma de destruir la revolución bolivariana que lidera Hugo Chávez Frías. Han tratado con el golpe de estado, con el paro petrolero, con la enfermedad del presidente, con el boicot, con las conspiraciones, con las especulaciones, las campañas mediáticas y más de una decena de veces en los colegios electorales. No pueden con el Comandante Chávez y su revolución y se llenan de frustraciones, de odios y de sed de venganza.
Afirman que en Venezuela no hay democracia, pero acuden a todas las elecciones con la esperanza de ganar el poder político; que hay una dictadura y sin embargo no se cansan de convocar a sus partidarios a protestar en las calles; que no existe la libertad de prensa y se pasan la vida en campañas difamatorias en contra del gobierno, sin que nada les pase.
Cuando el famoso golpe de estado, en donde impusieron al no menos famoso "Pedro el breve", en menos de 24 horas echaron abajo todas las leyes populares que hasta ese momento existían, para ahora, en la campaña electoral que recientemente se llevó a cabo, el candidato de esa derecha casi proclamarse revolucionario en su intento fallido de atraer las masas. Hablaba de mantener las Misiones que la revolución ha llevado a cabo, como si los venezolanos hubiesen padecido de inmensa y terrible amnesia. Ese mismo candidato derechista fue uno de los que salió a la calle el día del golpe para perseguir despiadadamente a los seguidores de Chávez, asaltando embajadas de países extranjeros amigos de la revolución bolivariana.
Cuando el paro petrolero, no tuvieron ningún reparo en llevar al país a un abismo económico, les importó tres bledos poner en peligro a la primera industria de la nación, demostrando, hasta la saciedad, que el odio al pueblo venezolano era más intenso que el amor a la patria.
Como no han podido ganarle al comandante Chávez y su revolución, ahora apuestan a la penosa enfermedad que desde hace más de un año padece el presidente. Desde el día que se anunció que Hugo Chávez padecía de cáncer, la derecha se empezó a afilar los dientes. Inmediatamente, empezaron una campaña nacional e internacional diciendo que el presidente no iba a durar ni tres meses, que estaba en su fase terminal, que había muerto y que estaban ocultando la noticia, etc., etc. Buscaron expertos en inteligencia y médicos de tercera categoría para propagar sus mentiras.
Estaban convencidos que, estando Chávez fuera de la ecuación, ellos ganarían la presidencia fácilmente, pero eran tan idiotas, que se creyeron su propia propaganda y se tuvieron que enfrentar con la realidad de que el Comandante estaba lo suficientemente bien como para llevar adelante una campaña electoral, la cual culminó a principio de octubre, con una contundente victoria para los seguidores del presidente. Volvieron a perder en las urnas y volvieron con la campañita de que había habido trampa.
Es una derecha que no se resigna a aceptar la idea de que hace años perdieron el poder, no aceptan la idea de que, por fin, llegó a Venezuela un gobierno que se ocupa de los pobres, de los desposeídos, un gobierno que ha mandado a todos los rincones del país a miles de médicos a curar enfermos, miles de maestros a enseñar a los olvidados de siempre, a cientos de entrenadores deportivos para que esos, los que no tenían acceso al deporte, lo puedan practicar.
Es una derecha que tuvo el poder por décadas y que solo se preocupó por arrasar con el erario público, que llenó de villas miseria a todas las ciudades del país, que importaba agua de Escocia para ligarla con el whiskey que bebían, que mandaba a sus hijos a estudiar en las mejores universidades del mundo sin importarle enseñar a leer a la mitad de la población.
Esa derecha es la que ahora quiere acusar al gobierno de violar la constitución por no aceptar que el presidente tiene que jurar en una fecha determinada, como si esa fecha estuviera escrita en piedra, y vale recordar que es la constitución contra la cual ellos votaron. Chávez no tiene que entregar la banda presidencial a otro candidato, él ganó la presidencia siendo presidente.
Se han aferrado ahora a una fecha y mi pregunta es la siguiente. ¿Qué hubiera pasado si el día antes de la fecha determinada para su toma de posesión el presidente no hubiera estado enfermo, y estando completamente sano hubiera tenido que ser operado de urgencia de apendicitis?
Pobre derecha venezolana, lo mejor que hace es seguir comiendo arepa en el Arepazo de Miami, ese es su mejor hábitat.
Lázaro Fariñas periodista cubano residente en EE.UU.
Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación
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