Entusiasman de nuevo las elecciones?
06/05/2004
- Opinión
Se produjo el triunfo anunciado de Martín Torrijos y habrá un
gobierno socialdemócrata en Panamá, pero lo novedoso es el volumen
de participación electoral que se dio, cuestionando previsiones de
analistas que pronosticaban una alta abstención; similar
circunstancia se presentó en el triunfo del PSOE en España con
Rodríguez Zapatero, un alto nivel de participación, sobretodo de
nuevos votantes españoles, que fueron definitivos para el triunfo;
igualmente recordemos el 80% de votantes en la primera vuelta
presidencial argentina el año anterior. Estos casos, si bien no
son representativos de una tendencia general, si llaman a una
reflexión interesante y necesaria para los colombianos: ¿ la
competencia democrática puede estimular la participación electoral
de los votantes, o por el contrario el llamado 'desencanto' con la
democracia hace que cada vez éstos no se interesen por participar
?
En Colombia la Constitución Política de 1991 formuló un amplio
abanico de mecanismos de participación ciudadana y comunitaria,
pero el resultado ha sido una tendencia precaria a la
participación. No sólo en el ámbito exclusivamente político de las
elecciones, en las cuales la no-participación, la abstención,
sigue los comportamientos históricos. Igual comportamiento se
encuentra en otros espacios más cotidianos de participación.
Las respuestas a lo anterior generalmente se quedan en la
apariencia: la gente no participa por falta de información sobre
sus posibilidades, se afirma, y aunque sea verdad en algunos
sectores sociales -tienen 'déficits de información'-, la
explicación es más compleja.
Hay razones de mayor profundidad que podrían darnos explicaciones
más sólidas:
1) existe un problema cultural asociado a la no-participación:
nuestras prácticas son no participativas y esto tiene una
tradición en nuestra historia política. Tenemos una cultura
autoritaria y excluyente que ha socializado en la no-participación
y esto no se modifica en el corto plazo, exclusivamente, con
actividades de capacitación acerca de cómo participar. Hay que
iniciar un cambio en las prácticas sociales que permitan en el
mediano plazo modificarlas hacia unas estimulantes de la
participación;
2) la persistencia del conflicto interno armado, con su correlato
de tipo coercitivo, ha llevado a que participar sea una actividad
de alto riesgo, sobretodo en las zonas en que el conflicto armado
tiene mayor intensidad. La confrontación armada progresivamente
llevó a que todos los actores armados proscriban la participación
de los que consideran sus reales o supuestos adversarios sociales
y el resultado neto global ha sido una restricción de la
participación y una especie de clandestinización de las
expresiones sociales y políticas;
3) existe también un problema de eficacia de la participación.
Participar implica realizar un esfuerzo, conlleva privarse de
otras actividades sociales; pero esto sería entendible si hubiere
un resultado que compensara el esfuerzo realizado. Hay allí un
comportamiento racional expresado en la relación 'esfuerzo-
resultado'. Paradójicamente, la mayoría de las convocatorias a la
participación ciudadana y comunitaria, no deciden mucho y esto se
transforma en un elemento desestimulante de la participación. Si
las elecciones definen poco porque los candidatos proponen
programas similares; si las reuniones de vecinos no tienen
resultado práctico, todo ello puede volverse en un bumerang contra
los esfuerzos de estimular la participación.
La experiencia de los certámenes electorales mencionados es que
hay estímulo cuando las elecciones plantean proyecto políticos
diversos (el 'arnulfismo' contra el 'torrijismo' en Panamá; la
alineación con USA o el fortalecimiento europeo en España; la
salida a la crisis argentina). La enseñanza para las opciones
políticas es que deben plantear definiciones alternativas a los
electores –no hay que temer la llamada polarización- dentro de un
marco de respeto por las opiniones del adversario. Esto puede
entusiasmar a los votantes y fortalecer el interés por la
democracia.
* Alejo Vargas Velásquez. Profesor Universidad Nacional
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