México contra Cuba: los peligros continentales

16/05/2004
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Estamos en un momento muy grave, con el peligro real de una agresión militar contra Cuba. La reelección del presidente Bush está cuestionada por la heroica resistencia del pueblo irakí, por la revelación de las mentiras para invadir Irak y ahora con las fotos de los presos irakíes torturados. Bush tiene grandes compromisos con las organizaciones cubanas contrarrevolucionarias de Miami, que financiaron su campaña, en el Estado donde se fraguó el fraude electoral de noviembre de 2000 que lo llevó a la presidencia, y necesita una acción espectacular. En un lapso de 6 meses Estados Unidos invadió Afganistán e Irak, parecía imposible que ocurriera, pero ocurrió. Y la escalada militar de Estados Unidos en América Latina es alarmante. Estas no son circunstancias anecdóticas, no podemos ver el cambio de postura de México hacia Cuba como un simple talkshow de "conflictos conyugales", como afirmó el Canciller Derbez. Por el contrario, debemos situar la discusión teniendo claras las estrategias de Estados Unidos para imponer sus intereses imperialistas neocoloniales en América Latina, para eliminar todo obstáculo al saqueo de los enérgeticos, del agua, la biodiversidad; para legalizar ese saqueo con el ALCA, para derrotar a quienes, como Cuba y Venezuela, hoy encabezan las resistencias antimperialistas en nuestro continente. Hoy está llegando al climax la estrategia hegemónica que desde hace 20 años desarrolla Estados Unidos en América Latina, cuando la potencia reconoció que había perdido influencia política e ideológica sobre nuestra región. Había un fuerte rechazo a las políticas de contención contrarrevolucionaria impulsadas durante los años sesenta y setenta por Henry Kissinger. Las dictaduras militares promovidas y apoyadas por Estados Unidos enfrentaban el ascenso de las resistencias populares. Existía el riesgo de un "efecto dominó" del triunfo sandinista y de las guerrillas en El Salvador y Guatemala. Habían gobiernos más o menos nacionalistas en Panamá, Ecuador, Costa Rica, Venezuela y México. Y como una constante, Cuba resistiendo las más brutales agresiones de Estados Unidos y avanzando en su proyecto socialista. El síndrome Cuba. No olvidemos que la primera derrota militar que sufrió Estados Unidos fue en Cuba, en 1961 en Playa Girón. La segunda sería después en Viet Nam. En 1962 Estados Unidos impuso a la OEA la expulsión de Cuba y la ruptura de relaciones. Sólo México desoyó la orden del imperio, esto ha cambiado. Desde mediados de los ochenta, con los nuevos regímenes representativos, las presiones populares impusieron el reestablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, alterando el mandato de Estados Unidos. Pero la mayoría de esos gobiernos, que Estados Unidos contribuyó a instaurar como gobiernos confiables para sus intereses, le permiten mantener sobre ellos un mezquino y eficaz sistema de chantajes y presiones. En un continente surcado por el hambre y las luchas populares, con avances electorales de la izquierda y con varios gobiernos neoliberales que se tambalean, Estados Unidos logra reconstruir un interamericanismo funcional a sus objetivos, intercambiando favores por subordinación. Hoy está a la vista el éxito en el objetivo que se trazó de crear un nuevo liderazgo político e intelectual dócil a sus intereses. Lo que refuerza con la acelerada militarización de América Latina. Ayer como hoy, la militante oposición a Cuba sigue siendo la prueba de lealtad hacia Estados Unidos. Estados Unidos llevó a cabo la reconstrucción de su hegemonía con magnicidios, como los de 1981 contra Omar Torrijos de Panamá y Jaime Roldós de Ecuador; con invasiones a Granada en 1983 y a Panamá en 1989; con la intervención militar en Centroamérica. E interviniendo en la orientación de las transiciones a la democracia para hacerlas gobernables y confiables. La vía de la guerra y la vía política han sido una constante desde Reagan, sin estar en real contradicción con las posiciones de muchos demócratas vinculados a James Carter. Estados Unidos promovió genocidios y masivas violaciones a los derechos humanos, y usa después el tema de los derechos humanos como instrumento de injerencia y subordinación política. La crisis de la deuda desde 1982 le permitió chantajear a todos nuestros países, los obligó a negociar individualmente y condicionó la negociación a que se hicieran las transformaciones estructurales neoliberales y la apertura de los mercados latinoamericanos a las transnacionales. Fue Cuba quien en 1983 convocó a una reunión continental contra la deuda, donde se planteó que era ilegítima e impagable y que había que actuar en bloque. Pero el chantaje de Estados Unidos funcionó: el neoliberalismo se impuso y la deuda, que por intereses se pagó cuatro veces su monto original, hoy es el doble de la de 1982. Y sigue obligando a constantes genuflexiones. La contrarrevolución en Centroamérica contra el gobierno sandinista y las guerrillas populares en El Salvador y Guatemala es el antecedente de las posturas actuales de los gobiernos centroamericanos contra Cuba. Honduras y Costa Rica fueron territorios de entrenamiento de la "contra", desde los cuales invadió Nicaragua. Estados Unidos llegó a entregar, en 1986, dos millones de dólares diarios al gobierno de El Salvador para derrotar al FMLN. Y a finales de los ochenta, cuando a pesar de los casi 200 mil muertos y dos millones de desplazados por la guerra no lograba derrotar al gobierno sandinista ni al FMLN, Estados Unidos contempló la posibilidad de someterlos a través de negociaciones políticas. Condicionó la disminución de su intervención militar a que la negociación se hiciera sobre la cabeza de Cuba, y presionó sobre el Grupo de Contadora (México, Colombia, Panamá y Costa Rica) para que actuara en esa dirección. Ni el FSLN, ni el FMLN, ni la URNG se sometieron a ello. En la sangrante Nicaragua, Estados Unidos impuso, a cambio de la paz, los gobiernos de la derecha que hoy siguen agradeciéndole el sostén oponiéndose a Cuba. No pudo doblegar la independencia política del FMLN, su relación fraternal con Cuba y su constante avance político y electoral, y por eso Estados Unidos sostiene desde entonces al gobierno de la derechista ARENA, que sistemáticamente se opone a Cuba. Estados Unidos organizó y financió la guerra sucia electoral del pasado mes de marzo para impedir el triunfo presidencial del FMLN. El cubanoamericano Otto Reich y Roger Noriega son personajes centrales en estas historias y en las agresiones contra Cuba. Colin Powell prometió incluir a Honduras en el programa Desafío del Milenio y, como El Salvador, ambos países están bajo la amenaza de expulsión de los migrantes, cuyas remesas son la primera fuente de ingresos. El sometimiento ha llegado al grado de mandar tropas a Irak; igual que lo ha hecho República Dominicana, en la que hoy Estados Unidos tiene una de las bases principales de la Operación Nuevos Horizontes, con cerca de 10 mil soldados que no están siquiera sometidos a la legislación dominicana en su propio territorio. En todas las transiciones a las democracias, la intervención de Estados Unidos ha incluído, como dije, el tema de los derechos humanos. En 1983, Reagan creó la National Endowment for Democracy, la NED (Fundación Nacional para la Democracia), que manipuló la adhesión a Estados Unidos de organizaciones sociales y políticas a través de la "defensa" de los derechos humanos, financiando sólo a aquellas organizaciones que fueran "confiables", y que también debían ratificar su confiabilidad con una militante oposición a Cuba. En la página electrónica de la NED pueden comprobarlo, también para el caso de México. En esa misma década de los ochenta, con la ley Helms-Burton Estados Unidos intensificó el bloqueo a Cuba y los atentados terroristas contra la isla: volando unidades productivas, haciendo estallar un avión de Cubana de Aviación en el aire, poniendo bombas en hoteles; suman ya más de 600 intentos de asesinato de Fidel Castro. Y provocando migraciones irregulares masivas para justificar una invasión a Cuba por amenaza contra la seguridad nacional de Estados Unidos. En los años noventa, del llamado triunfo de la democracia en América Latina, algunos creían que esos métodos contrarrevolucionarios serían erradicados para dejar paso a una política más civilizada. Incluso varios creían y esperaban que con la hecatombe económica producida por la implosión de la URSS la revolución cubana no sobreviviría. Pero el pueblo cubano junto a su gobierno realizaron una hazaña inimaginable. Y Cuba demostró que no se somete a chantajes, que no puede doblegársele por necesidad. Y entonces, como en Venezuela, cuando las agresiones o los golpes de Estado no son suficientes, sin dejar de apelar a ellos, Estados Unidos intensifica la llamada "vía política", que tiene dos canales: uno externo, que es usar el multilateralismo como instrumento injerencista para que los países de América Latina sean los arietes intervencionistas y Estados Unidos aparezca en un segundo plano. Y un canal interno para promover movimientos políticos opositores contra los gobiernos que enfrentan a Estados Unidos. La Carta Democrática de la OEA ¡vaya casualidad! aprobada en septiembre de 2001, permite que ese intervencionismo injerencista sea legal, y aplican la Carta como mejor les conviene. La OEA tardó mucho tiempo en condenar el golpe de Estado contra Chávez de abril de 2002. Tampoco se pronunció en la crisis de Haití, el pasado febrero, permitiendo el golpe de Estado norteamericano y la ocupación militar de Estados Unidos, con tropas de Chile también. Hace unas semanas, el senado colombiano aprobó por una mayoría derechista un llamado a activar la Carta Democrática de la OEA para intervenir abiertamente contra el gobierno de Chávez. Estados Unidos ha intentado, junto a la España de Aznar, y a través del llamado Grupo de Amigos de Venezuela -que integran también Portugal, México, Colombia, Chile y Brasil-, intervenir políticamente en Venezuela. La NED y otras agencias de Estados Unidos, como ha documentado el canciller venezolano ante la OEA misma, financiaron a varias organizaciones sindicales, de periodistas y de derechos humanos promotoras del paro golpista, que tras dos meses también fracasó por la resistencia popular; y ahora financian la fraudulenta campaña revocatoria de la oposición contra Chávez. La "vía política" también es planteada para Cuba. En su canal externo, la OEA no puede actuar formalmente contra Cuba pues no forma parte de ella, pero Estados Unidos traslada el multilateralismo injerencista anticubano a un organismo de la ONU, a la que vuelve a someter, como ocurrió con Irak. Le faltaba solamente un voto y ése se lo dio México, lo que fue anunciado por Estados Unidos antes que lo hiciera México. Desde 1987 Estados Unidos promueve en la comisión de DDHH la condena a Cuba, y a través de Aznar comprometió a la Unión Europea en el mismo sentido. Aparte de las mentiras en las acusaciones, y de que ninguno de esos países tiene autoridad moral para juzgar a Cuba, también es falso que Cuba no haya permitido entrar a relatores en la materia. En 1988 recibió una delegación de esa Comisión; en 1994 al Alto Comisionado para los Derechos Humanos; en 1995 a una delegación de ONG de derechos humanos organizada por Danielle Mitterrand; en 1999 a dos relatores de la Comisión de la ONU. Pero Cuba no acepta que sea por imposiciones de un organismo que habla por Estados Unidos. Y en el canal interno de la llamada "vía política", Estados Unidos lleva a cabo lo que denomina acciones para "incidir en el proceso de transición política en Cuba tras la muerte de Fidel Castro." Pero "incidir" quiere decir organizar y financiar de manera constante la contrarrevolución interna. La etapa reciente comenzó con el apadrinamiento al Proyecto Varela, creado desde España por el contrarrevolucionario cubano Carlos Alberto Montaner, y que es promovido en Cuba por Osvaldo Payá. Payá, quien se presenta como un hombre moderado, opuesto a la violencia y contrario al bloqueo contra Cuba, es financiado y promovido internacionalmente por la NED y la Fundación Nacional Cubanoamericana, fue candidateado a Premio Nobel de la Paz y es recibido como diplomacia paralela cubana por presidentes como Vicente Fox, Jorge Batlle y otros. Lo que la "vía político- diplomática" significa, quedó al descubierto con la llegada de James Cason, en octubre de 2002, como Jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba, con la que se dio el escalamiento de la organización y financiamiento de la "oposición política e intelectual" combinado con acciones violentas: en pocas semanas 3 secuestros de aviones, de una barcaza de transporte público, 4 secuestros a personas, etc, buscando también provocar una crisis migratoria para justificar la respuesta militar de Estados Unidos. En solo un año, el financiamiento a la llamada "oposición política e intelectual" fue de 50 millones de dólares en dinero y mercancías, distribuídos a través de la USAID, el Instituto Republicano Internacional, Radio Martí y como "remesas familiares". Cason organizó reuniones en su oficina diplomática y en su residencia particular para formar partidos políticos, les montó una oficina de comunicación por internet en la representación oficial de Estados Unidos, y allí mismo se imprimieron cientos de miles de folletos; y recorrió todo el país haciendo reuniones. Esto se conoció con la detención de 75 personas en abril de 2003, en los juicios en los que se descubrió que varios de los captados por Estados Unidos como opositores resultaron ser revolucionarios que desnudaron las acciones con todo detalle. La detención de quienes eran financiados por un Estado en guerra contra Cuba fue transformada en una "violación de derechos humanos", y el pretexto para ejecutar el multilateralismo anticubano. No hay atrás de ello ningún valor superior por la defensa de derechos humanos o por la libertad. Igual que con los gobiernos centroamericanos, Cuba es la moneda de cambio para que Estados Unidos le conceda a Chile la secretaría general de la OEA; para que sostenga al tambaleante gobierno de Alejandro Toledo en Perú, quien anunció la firma de un TLC al día siguiente de retirar embajador en Cuba, lo que ocurrió simultáneamente a la expulsión del embajador cubano en México; moneda de cambio para que Estados Unidos oxigenara al gobierno de Jorge Batlle en Uruguay, en medio de la crisis económica más grave de su historia, con un crédito de 3 mil millones de dólares y comprándole carne. ¿Qué es lo que intercambia el gobierno de Fox con Estados Unidos, además de los asuntos ya conocidos? Cuando seguimos las estrategias hegemónicas de Estados Unidos en América Latina comprobamos la continuidad que tienen en su confluencia contra Cuba. Es contrarrevolución pura y dura con sostenes multilaterales, tal como se observó en las declaraciones de Roger Noriega el pasado 6 de mayo, coautor de la Ley Helms-Burton y vocero de la Comisión para la Ayuda a una Cuba Libre, con el plan para intensificar todas las formas de agresión que ya están en curso. Pero Bush no dejó lugar a dudas sobre sus intenciones cuando dijo en ese acto oficial que "el día de la libertad no puede esperar". Y hoy el escenario es mucho más grave que hace algunos años. Cuba tiene hoy un cerco militar de Estados Unidos. Por el Norte en Miami. Por el Oriente, además de la base de Guantánamo, con tropas en Haití y en República Dominicana. Por el Sur, en el Caribe están las tropas regulares y paramilitares del Plan Colombia; que desde hace varios meses participan junto con la CIA y la derecha venezolana en la gestación de un movimiento político separatista en el fronterizo Estado de Zulia, donde está el Lago Maracaibo, gran reservorio de agua dulce y máxima concentración petrolera, con salida al Caribe, pretendiendo crear un Kuwait latinoamericano bajo control de Estados Unidos. Lo que abre un nuevo frente de agresión armada contra Venezuela. El Plan Colombia se prolonga a Ecuador, donde el anticubano presidente Lucio Gutiérrez asume el papel de "yunque" del ahora llamado Plan Patriota. Ya esto es un cambio cualitativo. Pero el mayor, sin duda, es que las fronteras acuáticas de Cuba tienen ahora al Oeste la hostilidad de México, la fuerza histórica de contención de los planes de agresión de Estados Unidos contra Cuba, incluso desde Centroamérica. Estamos hablando de que una invasión a Cuba, que tendría elevados costos militares para Estados Unidos porque hay allí un pueblo entrenado y armado dispuesto a morir en la defensa de su soberanía y de su revolución, desencadenaría un escenario de guerra regional que sin duda incluiría a Venezuela, intensificaría la guerra en Colombia y quizás abarcaría también a Ecuador. Una agresión armada contra Cuba, el mayor ejemplo de resistencia y dignidad para todos nuestros pueblos, aceleraría la militarización de un continente atravesado por luchas sociales. En esos contextos previsibles, representaría también un cerco contra Brasil y Argentina, que junto a Venezuela son hoy prácticamente los únicos países que guardan respeto y amistad con Cuba. Países que quedarían solos para defender la Amazonia (Estados Unidos dice en sus libros escolares que la administra desde mediados de los ochenta), y para defender el Acuífero Guaraní, el más grande del continente. Y si queda alguna duda de lo aquí comentado, ahora el canciller Derbez propone enviar tropas mexicanas a donde se lo pida Estados Unidos y crear un "Grupo de Países Amigos de Cuba", siguiendo al pie de la letra las estrategias imperialistas en América Latina. No es posible pensar que el affair Ahumada sea una simple coincidencia, además cuando en México es factible un cambio político inconveniente para las clases dominantes y para Estados Unidos. Creo no exagerar al considerar que México tiene hoy una gran responsabilidad en lo que pueda ocurrir en toda América Latina. Tenemos que poner a prueba la democracia en México. Nuestra solidaridad con Cuba es hoy, por encima de todo, un acto de responsabilidad continental. * Beatriz Stolowicz. Profesora-Investigadora Titular, Departamento de Política y Cultura, Área Problemas de América Latina. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México. Intervención en mesa redonda sobre la crisis México-Cuba, realizada en la UAM Xochimilco, el 13 de mayo de 2004.
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