Brasil de Fato: Una década resistiendo

20/02/2013
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 Lança mento do Brasil de Fato Francisco Rojas
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Hace poco más de 10 años, un grupo de intelectuales, referentes políticos y periodistas empezaban a dar forma a una de las principales demandas de la izquierda: un medio de comunicación gráfico que tuviera como objetivo interpelar al conjunto de la sociedad, produciendo contra información, mostrando lo que los grandes medios ocultan y revelando otros puntos de vista acerca de acontecimientos de la coyuntura brasileña e internacional. Así fue concebido el semanario Brasil de Fato (BF) que este mes cumple su 10º aniversario.
 
En entrevista con Marcha, el editor Nilton Viana -integrante del proyecto desde el principio - comenta las principales dificultades de mantener un medio de comunicación alternativo en un país donde, según estudios del Instituto de Estudios e Investigaciones en Comunicación, seis familias controlan los diarios y emisoras de TV y radio.
 
-¿Cómo surgió la idea de  crear el semanario? ¿En qué contexto surge y para cumplir qué demandas?
 
-Surge fundamentalmente de la necesidad de la izquierda brasileña, en especial de los movimientos sociales, de poseer un medio de comunicación para dialogar con la sociedad. Era un antiguo sueño y una antigua necesidad de la izquierda y de los movimientos tener un medio de expresión nacional, de largo alcance, para divulgar los hechos de acuerdo con una mirada democrática y popular. Surgimos en un contexto de crecientes ataques a los movimientos sociales, durante la década del 90, con el neoliberalismo. Ese modelo fue respaldado por los medios empresariales de comunicación que impusieron un cerco mediático, difamando, omitiendo, descontextualizando y criminalizando las luchas sociales. Eso como parte del modelo neoliberal de Fernando Henrique Cardoso [del Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB] que profundizó el desmonte del Estado, atacó los derechos de los trabajadores, devaluó los sueldos y criminalizó las luchas sociales.
 
-¿Cuáles serían los ejemplos de esa criminalización?
 
-En 1995, los trabajadores de la Petrobras hicieron una huelga de 32 días, la más larga de la historia de ese sector. Fue la acción más grande de resistencia a las políticas neoliberales que frenó el proceso de privatización de la Petrobras e impidió que Fernando Henrique Cardoso pudiera profundizar más aun el neoliberalismo, como pasó en Argentina. Durante la huelga, los petroleros resistieron a las manipulaciones y represiones del gobierno y a la campaña descarada de los medios para poner a la población en contra de ellos. Centenares de trabajadores fueron castigados, echados arbitrariamente, y enfrentaron al Ejército que, al mando de FHC ocupó con tanques y ametralladoras instalaciones de la Petrobras. La Federación Única de los Petroleros (FUP) y sus sindicatos sufrieron multas millonarias, ya que la Justicia condenó a la huelga.
 
-¿Cuál es la participación del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra en la creación de BF? 
 
-En el campo el neoliberalismo también generó daños. En agosto de 1995, familias campesinas fueron atacadas en Corumbiara, municipio de la provincia de Rondônia [norte] por la Policía Militar y guardias privados. Varios hombres fueron ejecutados, mujeres usadas como escudos humanos, muchos fueron torturados y el campamento incendiado y destruido. El resultado fueron 16 muertos, entre ellos una nena de 7 años.
 
Otro acontecimiento de esa época fue la Masacre de Eldorado dos Carajás. El 17 de abril de 1996, policías militares, al mando del gobernador  Almir Gabriel -también del PSDB- asesinaron brutalmente a 19 trabajadores rurales. Centenares quedaron heridos, 69 de ellos discapacitados de por vida. El hecho tuvo mucha repercusión internacional y dejó su marca en la historia reciente del país al lado de las masacres del Carandiru (1992) y de la Candelaria (1993). Esos son algunos de los elementos que anteceden a la creación de Brasil de Fato y que, en mi opinión, reflejan la coyuntura política que vivíamos.
 
Efectivamente, fue a partir de 2002 que iniciamos el proyecto de construcción del periódico. El MST fue el propulsor de la idea y reunió intelectuales, artistas, estudiantes, profesionales del área de comunicación y distintos sectores de la clase trabajadora para debatir cómo debería ser esa herramienta. El lanzamiento fue durante el Foro Social Mundial en enero de 2003. Ese fue el escenario en el cual creamos BF. Entendemos que en la lucha por una sociedad más justa e igualitaria, la democratización de los medios de comunicación es fundamental. Es con esa concepción que el MST, en conjunto con otras organizaciones como las de la Vía Campesina, la Consulta Popular y pastorales sociales creó en BF, un semanario político, de circulación nacional que quiere fomentar el debate de ideas y analizar los hechos desde el punto de vista de aquellos que quieren cambiar la sociedad.
 
-¿Cuál es la importancia de la participación de los movimientos sociales en el proyecto?
 
-El semanario está intrínsecamente vinculado a los movimientos sociales y a las luchas de la clase trabajadora. No solo el MST, sino todos los pueblos que luchan. Es fundamental esa relación. Incluso, BF solo existe hasta hoy porque es financiera y políticamente mantenido por los movimientos. Quizás ese sea nuestro diferencial. Somos el único medio de la izquierda brasileña que tiene ese “privilegio” de ser mantenido por un conjunto de organizaciones. Incluso porque somos parte de un proyecto político. Nuestra línea editorial tiene como referencia al Proyecto Popular para Brasil, que viene siendo discutido por fuerzas populares como el MST, sindicatos combativos, la Consulta Popular, el Levante Popular de la Juventud, además de otros movimientos de la Vía Campesina en Brasil. No pertenecemos a ninguno de esos movimientos, pero somos el reflejo, en el campo de la comunicación, de un proyecto de país defendido por un sector de la clase trabajadora.
 
-¿Cómo describiría el escenario comunicacional brasileño? ¿Qué función cumple BF en ese contexto?
 
-Las clases dominantes, en toda Latinoamérica y en el mundo transformaron el monopolio que tienen de los medios de comunicación en una de sus principales herramientas, realizando una batalla ideológica todos los días en contra de la clase trabajadora y sus intereses. Los avances tecnológicos, el intenso proceso de concentración y monopolización del sector, asociada a una total falta de control público, hacen que los medios empresariales en Brasil sean una amenaza a la democracia. Primero porque actúa como un partido de las elites. Como decía Gramsci, ya en el siglo pasado, los medios funcionan como el Partido del Capital. Eso quiere decir que en Brasil los medios hegemónicos asumen el rol que por general son de los partidos políticos, como la construcción de la agenda pública, bajada de línea política, fiscalización de las acciones del gobierno -al cual se oponen-, crítica a las políticas públicas, etc.
 
Lo que buscamos es cubrir los hechos desde una mirada comprometida con la clase trabajadora. Sin embargo, estamos lejos de nuestro sueño de tener un rol incisivo en la disputa de sentidos y de hegemonía en la sociedad brasileña. Soñábamos con tirajes masivos semanales y llegar a ser un diario. Hasta ahora no lo logramos. Sentimos la lucha de clases al ser boicoteados de todas las formas, tanto en la distribución, como en la publicidad y en la difusión. Y sufrimos, sobre todo, con el reflujo de las movilizaciones populares. Buscamos también hacer ediciones especiales masivas sobre determinados temas de la coyuntura, como las elecciones, la explotación del Pre-Sal y otros. En esas ediciones -menores que una edición común- llegamos a imprimir un millón de ejemplares, lo que es algo sorprendente para cualquier medio gráfico. Pero todavía no somos un medio capaz de influenciar la opinión pública y ayudar a elevar el nivel de consciencia de la clase trabajadora para que luche por cambios estructurales tan necesarios en nuestro país.
 
Pero seguimos en la lucha, intentando cumplir nuestro rol de expresar la visión de la izquierda sobre la coyuntura nacional e internacional, promover el debate, expresar la solidaridad internacional entre los pueblos, permitir la pluralidad de ideas dentro de la izquierda sin vincularse a corrientes partidarias, y comprometerse con los intereses del pueblo brasileño, subsidiar, con información y reflexión, la militancia social y la gente que anhela por cambios, estimulando las luchas sociales. Por fin, promover valores humanistas y socialistas, teniendo como referencia la necesidad de un Proyecto Popular para Brasil.
 
BF nace en 2003, cuando el Partido de los Trabajadores llega al gobierno federal, por lo que este año, también cumplen 10 años en ese lugar. ¿Cómo evaluas la política de comunicación del PT en estos 10 años?
 
Cuando hicimos el lanzamiento de BF en Porto Alegre, Luiz Inácio Lula da Silva había asumido hacia 25 días. Es innegable que la llegada de un obrero el poder es un hecho histórico y de por sí ya representó un cambio. También no se puede negar que desde la llegada del PT al gobierno hubo avances sociales. Infelizmente, en la comunicación, no. Prácticamente nada se cambió. La Conferencia Nacional de Comunicación (Confecom), realizada al fin del gobierno Lula colaboró para que el tema entrara en el debate, estimulando la formación de los Consejos Estaduales de Comunicación. Sin embargo, poco se avanzó en relación a los puntos definidos en la Confecom, como la creación de mecanismos de control social de los medios. Infelizmente eso está paralizado. Y si comparamos con lo que otros países de América Latina están haciendo en el área de comunicación, el gobierno brasileño está muy a la defensiva.
 
Otro aspecto es el presupuesto público destinado a la publicidad, o sea, el dinero que las empresas públicas y estatales dan a los medios para hacer un anuncio. Es necesario cambiar las reglas para que haya una desconcentración, la distribución de ese dinero es muy antidemocrática, ya que va para los grandes medios y fortalece la voz de los grandes conglomerados, los mismos que todos los días atentan contra la pluralidad, la democracia y la diversidad. Entonces, los gobiernos del PT, Lula y Dilma, no tuvieron hasta ahora el coraje de enfrentar el tema de la concentración de los medios de comunicación.
 
A lo largo de estos 10 años, ¿cuáles son los principales desafíos? En otras palabras, ¿cuál es la principal dificultad de hacer periodismo de izquierda en Brasil?
 
La principal dificultad, sin duda, es financiera. Es muy difícil hacer periodismo alternativo, popular e independiente del capital financiero y las grandes transnacionales, es decir, es difícil hacer periodismo sin la injerencia del poder económico del gran capital. Durante esos 10 años nos mantuvieron las contribuciones militantes de movimientos sociales, las suscripciones, y las pocas publicidades de empresas públicas y estatales. Nosotros consideramos que es un deber del Estado distribuir el presupuesto publicitario. Ningún diario se sostiene con la venta en el quiosco o con las suscripciones, sino con la publicidad. Así que exigimos que hagan anuncios en los medios alternativos, sin que eso represente algún compromiso de la línea editorial. En BF ya recibimos publicidad de la Petrobras sin que eso no nos dejara defender su estatización. Pero no tengo duda de que una prensa popular y alternativa, independiente, solo puede sobrevivir si esa independencia es mantenida por las organizaciones populares, es decir, por la clase trabajadora, sus organizaciones y su militancia. Resistir 10 años como vehículo de comunicación alternativo y de izquierda es una victoria, un hecho fantástico en cualquier país del mundo, más aún en el contexto actual de reflujo de los movimientos de masa, hegemonía del capital financiero y la derrota ideológica de diversas corrientes de la izquierda en la década de 1990. Sobrevivir en Brasil, todavía más difícil. La sociedad brasileña está fundada en desigualdades e injusticias históricas que generan violencia, pobreza material y cultural y otros problemas, entre ellos, la concentración de los medios de comunicación en las manos de pocas familias.
 
¿Cómo funciona Brasil de Fato, cual la dinámica de redacción?
 
BF tiene su redacción en San Pablo. Tenemos un equipo de periodistas que mezcla trabajo y militancia. El equipo fijo si no es militante, no podría funcionar, incluso porque cobran un sueldo debajo de lo que ofrece hoy el mercado y los grandes medios. Así que hay que tener consciencia de que es un proyecto político. Hay una parcela de sacrificio. Tenemos una red de colaboradores que producen contenido, sugieren temas. Una vez por semana hacemos reunión  y decidimos los temas y notas que deberán estar en el semanario, en la página o en la Radioagencia. Desde el comienzo tenemos un Consejo Político que es bien amplio, alrededor de 90 personas, personalidades de la izquierda que respaldan nuestro proyecto. Una vez por año hacemos un encuentro para prestar cuentas en relación a nuestro trabajo y trazar líneas generales para el año siguiente. Hay también un Consejo Editorial de más o menos 25 personas, formado por sindicalistas, referentes de movimientos sociales. Nos reunimos una vez por mes para evaluar la coyuntura nacional e internacional, hacer un balance de las ediciones del mes, definir temas para cubrir. Es un momento importante para traer la materialidad de las luchas dentro del periódico. Es también un momento esencial para convencer a las organizaciones acerca de la necesidad de que tengamos una comunicación propia y fuerte, capaz de llegar a la sociedad. Siempre digo: o la izquierda construye y mantiene sus herramientas de comunicación o será siempre rehén de los monopolios.
 
¿Cuáles son las proyecciones del semanario?
 
Tenemos nuevos desafíos por adelante. En diciembre pasado realizamos una reunión de balance con las fuerzas populares que sostienen el diario. Vamos a hacer algunos ajustes, entre ellos articular mejor el semanario, la página de internet y la Radioagencia Noticias del Planalto, que se llamará ahora Radioagencia Brasil de Fato. Vamos a poner esfuerzo en nuestro boletín semanal que es enviado a alrededor de 100 mil personas. También queremos más corresponsales en las provincias que estén atentos a las agendas de los movimientos sociales. En el diseño, planificamos dar un salto de calidad con un nuevo proyecto a partir de marzo, en un nuevo formato tabloide [hoy es estándar, como la mayoría de los diarios en Brasil]. También vamos a seguir construyendo las ediciones especiales y temáticas masivas para que sean distribuidas gratuitamente en las calles. La idea es que todo eso se concretice este semestre.
 
 
https://www.alainet.org/es/active/61760

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