Pasto seco

24/03/2013
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De acuerdo a los antecedentes disponibles, es muy probable que la ex mandataria Michelle Bachelet sea elegida como presidente de Chile. Su perfil de señora amable y hasta maternal, políticamente moderada y dispuesta a sonreír durante cuatro años atrae a un electorado nada despreciable. Es claro que, de acuerdo a sus voceros autorizados, su gobierno seguirá la misma tregua binominal, alejada de cualquier exabrupto extra institucional.

 
Un nuevo gobierno concertacionista representa una derrota mayor para una derecha que se había hecho ilusiones. Si bien Bachelet no representa riesgo alguno para empresarios y uniformados, los sectores de derechas preferirían ver a uno de los suyos en la Moneda. Después de todo, la Concertación tiene ese tufillo sinvergüenza muy de clase media arribista tan proclive a la corruptela como a la demagogia. Pero bien pensado, acaso sea lo menos malo para una derecha usurera y torpe que no termina de encontrarse con un ideal democrático que merezca tal nombre.
 
El panorama político chileno durante el próximo lustro se anticipa más que complejo, hay un despertar ciudadano que se expresa en las calles de todo el país. La actual institucionalidad pierde rápidamente su legitimidad ante la ciudadanía y muestra su fatiga. Pareciera que no se puede seguir girando con cargo a la herencia de Augusto Pinochet y su constitución, todo indica que habría que reinventar una derecha democrática para el siglo XXI, capaz de sobrevivir con cierto decoro a los nubarrones históricos que se presagian.
 
Un futuro gobierno concertacionista encabezado por Bachelet tampoco la tendrá fácil, el clima político en el Chile de esta segunda década del siglo ha cambiado mucho. Hay síntomas preocupantes, movilizaciones masivas, alta tasa de abstención electoral y un malestar profundo, aunque todavía disperso. Para decirlo figurativamente, el pasto está lo suficientemente seco como para que una chispa cualquiera inicie un incendio de proporciones. El tiempo en que bastaba un dirigente como Bustos o el despliegue de “operadores políticos” en cada organización para tener todo bajo control, va quedando atrás. Los partidos mismos y sus personeros han caído en un desprestigio severo.
 
No es necesario consultar una carta astral ni nada parecido para advertir el nuevo clima que se vive por doquier. Solo una obtusa clase política es incapaz de ver lo obvio, hay un hastío generalizado en la ciudadanía que anhela cambios sustanciales en el país. Para decirlo con claridad y con sobriedad, todos esperamos una democracia de nuevo cuño, mucho más inclusiva y participativa, donde la suerte de los “rotosos” sea un problema de estado y una prioridad política nacional. El desafío histórico y político no se soluciona ni con silencios programados ni con eslóganes bonitos, el país parece plantear una urgencia que no ha sido entendida en toda su radicalidad.
 
 
- Álvaro Cuadraes investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. ARENA PÚBLICA. Plataforma de Opinión. Universidad de Arte y Ciencias Sociales. ARCIS. Autor de La deserción de las masas (http://alainet.org/active/59339&lang=es)
 
 
https://www.alainet.org/es/active/62725
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