El cronograma de la ruina
28/06/2004
- Opinión
Como uno de los resultados relevantes de la reunión de
Atlanta, en la ronda de negociaciones del TLC de los
países andinos con Estados Unidos, está el
establecimiento por parte de cada país de las
"canastas" de productos que se someterán a las
distintas fases de desgravación arancelaria. Allí se
acordó que todos los bienes se incluirán o en la
eliminación inmediata del arancel para ingresar
libremente al respectivo país o en los distintos plazos
que se han fijado para que, al final, todos lleguen a
un nivel de cero arancel. Así, se consagra un hecho que
el gobierno y sus ministros siempre habían negado: que,
tarde o temprano, toda nuestra producción tendría la de
la competencia gringa sin protección alguna. No importa
que sea ya, a cinco, a diez o a más de diez años; como
no hay plazo que no se cumpla, puede decirse sin
ambages que "todo está consumado".
Las cuentas para el sector agropecuario ya se han
hecho. Se sabe, por ejemplo, que para la rama avícola
el margen de ganancia, según estudio de FENAVI y el
DANE, para el grupo de empresas más tecnificadas, es
inferior al 20%. No se requerirá entonces, en el caso
de los trozos de pollo, que el arancel llegue a cero.
Los derechos aduaneros para estos artículos que hoy
casi superan 100%, sólo requieren ubicarse por debajo
del 80% para que "comience Cristo a padecer".
Para la industria automotriz disminuir el 35%, que es
el impuesto que la salvaguarda, hará realidad la famosa
frase de JHB (léase Jorge Humberto Botero): "en
Colombia será una insensatez producir automóviles".
Para la industria petroquímica, rebajar el 15%, que
tiene como defensa frente a los productos de afuera de
la zona andina, al decir de los empresarios de esa rama
industrial, la "haría inviable". Lo anterior cobijará
también la fabricación nacional de plásticos y
elementos afines.
Las catilinarias neoliberales sobre "la comida barata",
la variedad de bienes de gran calidad que podrán
importarse y demás bagatelas teóricas con las cuales se
justifica repetir el despropósito aperturista, volverán
a generar una nueva oleada de ruina, pobreza y miseria,
tan dantescas como la que ha llevado a regiones como la
Costa Atlántica a vivir escalas de pobreza, miseria y
ruina, combinada con encontradas contradicciones
sociales y políticas que hacen preguntar hasta dónde
será posible sostener tal statu quo.
Un estudio del profesor de la Universidad Javeriana,
Jaime Forero, sobre la economía campesina de Colombia
afirma que el 63% de la producción agrícola nacional y
el 67% de superficie cosechada es predominantemente
campesina, de lo cual se deduce que no serán los
terratenientes, convertidos en los "molinos de viento"
de quijotes como mister Hommes en su cruzada
neoliberal, sino los campesinos productores de arroz,
maíz y panela sobre los que caerá todo el peso de la
invasión de productos subsidiados en beneficio del
oligopolio comercializador internacional.
Recorrer zonas como Ovejas en Sucre, San Juan
Nepomuceno en Bolívar y regiones aledañas, con sus
miles de ranchos, con pisos de tierra, sin energía
eléctrica y "cambuches" que sirven de hospedaje a los
desplazados es un ejercicio que permite advertir lo que
la nación padecerá cuando se consuma por completo la
obra destructora del TLC.
* La Tarde, junio 29 de 2004
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