El Presidente y el "tren de la historia"

14/07/2004
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En sus tiempos de campaña, Lucio Gutiérrez –candidato de "los de abajo"- visualizó a la adhesión del Ecuador al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) como a una decisión peligrosa. "Un suicidio", según su recordada expresión. Luego de una efímera afiliación del país al tercermundista G-21 de Cancún a fines del 2003, el gobierno ha venido exhibiendo un febril entusiasmo por el ALCA, al punto de convertir a la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE. UU. –eslabón del ALCA- en un "objetivo nacional", conforme el coronel-presidente, sin molestarse en convocar previamente a un plebiscito, le reportara a George W. Bush en la Cumbre de Monterrey. Desde entonces, personeros oficiales se han dedicado a promover al TLC de marras publicitándolo como el "puente al Primer Mundo" (Joyce de Ginatta). Del verbo a la acción, el gobierno ha obrado con fe de carbonero, cumpliendo a rajatabla los prerrequisitos para la firma del TLC establecidos por el zar yanqui de los TLCs, Robert Zoellick, relativos a que el país introduzca reformas a sus leyes y prácticas laborales y resuelva litigios con empresas norteamericanas (IVA petrolero, BellSouth, IBM, etc.). A ese mismo fin, y a insinuación de la embajadora Kristie Kenney, designó como plenipotenciario a Mauricio Yépez, ulteriormente sustituido por Christian Espinosa; mendigó fondos a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo internacional (AID) para el adiestramiento del elenco de negociadores criollos y contrató asesores chilenos y centroamericanos… Y a partir del 18 de mayo último le incorporó al dividido Ecuador a las negociaciones formales del TLC andino-estadounidense. ¿Cómo explicar la metamorfosis de Carondelet? A más del progresivo alineamiento con la estrategia hemisférica de la potencia mundial -recordar que el Plan Puebla Panamá y el Plan Colombia/Iniciativa Regional/Plan Patriota se encuentran en avanzada fase de instrumentación-, el viraje se explica por su subordinación a sectores primario exportadores, importadores y comisionistas con asiento principal en Guayaquil, representados en el Congreso por el Partido Social Cristiano (PSC), Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) en el gabinete por la ministra "pop" de Comercio, Ivonne Baki. A lo que demuestran los hechos, la administración Gutiérrez desconoce –o busca soslayar- que el ALCA y los TLCs se inscriben en la vieja-nueva geopolítica estadounidense, orientada al control absolutista del subcontinente en las esferas productiva, comercial, financiera, tecnológica, política, ideológica, cultural e institucional. Todo en la perspectiva de favorecer a Wall Street en su disputa hegemónica con los europeos y asiáticos. A la luz de las tendencias tecnológicas, económicas y políticas predominantes, el ALCA y los TLCs son inequívocas propuestas para acelerar la cristalización del inveterado sueño estadounidense de la Gran Área (Grand Area), con sus correlatos de desinstitucionalización y redoblamiento de la expoliación de la mano de obra y de los recursos naturales, energéticos y medioambientales de los "territorios" sureños. ¿Es este el "tren" que teme perder el otrora adalid de la Revolución del Arco Iris? * René Báez es profesor de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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