Parlacen: Integración, Afrodescendientes e Indígenas

05/07/2013
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Acercar sociedades multiculturales en el contexto de las diversidades ético-raciales y de derechos en las Américas, se hace imprescindible instituir un clima de confianza y de transparencia para identificar posibles agendas políticas, ajustadas a realidades por transformar. La integración como objetivo regional implica construir espacios de encuentro y crear sinergias para compartir futuro común. Eso conlleva a interpelar el presente de pobreza de nuestros pueblos, y construir modelos de desarrollo que impacten en la calidad de vida de nuestras poblaciones.
 
El Parlamento Centroamericano (Parlacen) acaba de realizar un Foro Regional para la creación de lo que han denominado; Mecanismo de Consulta y Diálogo con Pueblos Indígenas y Afrodescendientes del Istmo Centroamericano y República Dominicana, el cual sesionó en ciudad de Guatemala el pasado 25 de junio. Pese a que no hay mucha claridad para con su funcionamiento y articulación, hay que admitir que el hecho en sí mismo constituye un hito histórico dando pasos concretos para construir vías de participación de nuestras comunidades hacia integración regional. Pero falta la implicación de los gobiernos, los cuales no dan visos de querer convivir en la diversidad ni importantizar la participación de la sociedad civil.
 
Esta iniciativa, si nos dejan, puede ser un modelo de integración desde la perspectiva étnica. Pero para poder caminar se amerita de apoyo político y económico de los Estados nacionales y, en especial, de los Congresos; se deberían impulsar acciones muy concretas como por ejemplo, habilitar una oficina de trabajo de carácter político operativo en cada país para que los indígenas y afros se reúnan y puedan difundir sus actividades, y además, asignar un presupuesto para garantizar la participación en el espacio regional. Esto es fundamental y debe ser destacado, pues el fracaso siempre está al acecho por falta de plata.
 
Los gobiernos de la región deberían cambiar sus prácticas y conductas racistas, o por lo menos, admitirlas para hacer más fácil la definición de estrategias políticas para iniciar los procesos de remediar estos males. Deberían reconocer con sentido de respeto la diversidad étnico-racial que caracteriza nuestros países. El colonialismo y el régimen de la esclavitud aun tienen manifestaciones en las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas en el continente, y eso obstaculiza el vivir ciudadanías plenas. Esta realidad azarosa entra en una relación inequívoca con la situación de vulnerabilidad de los sectores populares y comunidades étnicas originarias.
 
La integración real es una de las arquitecturas más hermosas de la presente mundialización y hay que apostar a no quedarnos en los márgenes ni afuera. Aquí se centra un gran desafío para los indígenas y afrodescendientes. En este contexto, los pueblos y naciones indígenas y los afrodescendientes debemos expandir las miradas y abrir nuevos horizontes para entender que compartimos realidades de vida, y por lo tanto, se hace urgente ampliar y fortalecer los espacios de alianzas estratégicas para hacer posible nuestras reivindicaciones.
 
El tema en la agenda del Parlacen deja entrever una nebulosa que no trasciende todavía a un compromiso político real. Porque una genuina integración debería partir del reconocimiento de la diversidad y, realizar por fin, un desagravio histórico desde la perspectiva de los ámbitos étnicos de la exclusión de herencia colonial. Un elemento de justicia a valorar, es la identificación, por parte de los organizadores, de las convenciones internacionales, leyes Constitucionales que deberían guiar el transitar de la impronta política y el complimiento por parte de los Estados.
 
El Parlacen, la mano parlamentaria del SICA, ha tenido un gran valor al juntar a pueblos indígenas y afrodescendientes de Guatemala, El Salvador, Panamá, Nicaragua, Honduras, República Dominicana, pero faltan acciones de nuestros gobiernos que deje entrever actitudes de cambio político y abrir puertas a nuestras diversidades en los espacios de poder. Se trata de asignar cuotas de participación política en los espacios donde se deciden las políticas. La rotura con el racismo debe de ser una acción radical. Es ahí donde se escuda la realidad de pobreza de nuestros pueblos.
 
Los afrodescendientes y los indígenas, que estamos convocados debemos llenar de más contenidos a esta iniciativa para su puesta en marcha. Hacer que el Parlacen se haga eco de nuestras propuestas y reivindicaciones centenarias. Pero hay que hacer conciencia, la tarea en cuestión, no puede ser tarea exclusiva de una comisión temática como es evidente. Y ojala no sea la escritura de una novela de caballería el pretender consultarnos y después ignorarnos como es práctica que se ha hecho una costumbre.
 
Este momento exige de empezar a cambiar el lenguaje y las formas de proyectar el futuro político al hablar de los pueblos originarios y de las comunidades afrodescendientes. Con discriminación y racismo no hay sociedad democrática ni integración regional verdadera, sino simples enunciados de tiranías encubiertas en órganos de participación ciudadana con tiente democrático, pero su identidad subyace en lo neocolonial.
 
- Darío SOLANO, Presidente de la Plataforma Dominicana de Afrodescendientes
dasolanogmail.com
 
 
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