Elecciones en Nicaragua y Venezuela: Lo único en común es que el enemigo es el mismo

10/08/2004
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Tuve la oportunidad de participar en la elección del 25 de febrero de 1990, cuando la Unión Nacional Opositora (UNO) con Violeta Barrios de Chamorro derrotó al favorito en las encuestas, Daniel Ortega, candidato por el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). El fenómeno, en aquellos días, llamado efecto güegüense, personaje mítico de la literatura colonial que simbolizaba la ironía, la farsa y al final una forma de vengarse del encomendador colonialista falseándole la verdad. Hace 14 años, creímos en la victoria y no descodificamos los mensajes de la población votante, ese sentimiento de indecisión que algunos denomina voto oculto o, a lo Nica, efecto güegüense, y que se puede traducir de varias formas: una fue , pongamos, el fin a esta guerra. Haciendo una comparación con las elecciones de Venezuela existe otra connotación, en el Referéndum Revocatorio del 15 de agosto, la "Coordinadora Democrática" espera que la mayoría de la población vote si al referéndum y en especial esperan una decisión favorable de los indecisos. Un efecto güegüense que de vuelta al reservado pronóstico favorable a los círculos de las mediana burguesía, los medios de comunicación de la derecha, el capital transnacional y el gobierno de los Estados Unidos. Cuando la mayoría de los nicaragüenses acudieron a votar el 25 de febrero de 1990 , no votaron contra el FSLN y su candidato Daniel Ortega, el llamado efecto güegüense se manifestó contra la guerra que promovió el gobierno de los Estados Unidos y que conllevó a una aguda crisis económica, esa expresión oculta era para obtener la paz y la reunificación de la familia. Al final quienes estábamos en guerra éramos siempre los obreros campesinos, estudiantes, la clase media baja y en general la población pobre. Así, el plan de gobierno del FSLN quedó inconcluso porque las circunstancias que vivió el país no permitieron seguir desarrollando el ideario político y de progreso y desarrollo social. No obstante en medio de la gravedad del conflicto militar, existió la gratuidad de la educación y la salud. Se impulso al deporte, una Reforma Agraria Integral, créditos y asistencia técnica, vivienda, servicios infantiles rurales, transporte, empleo, capacidad organizacional de las familias y seguridad social. Hoy, el pueblo carece de estos beneficios. Realmente para un proyecto social, que destina recursos para las comunidades y le otorga poder al pueblo para construir un proyecto con justicia social y bienestar para todas y todos, el "sufragio universal", sea para elegir gobiernos o referéndum, será siempre una trampa de la burguesía, un mecanismo que mejor manejan, porque a estos sistemas le son inherentes el populismo, el clientelismo, la mentira, el uso de la población para legitimar el sistema, que la iglesia católica ha llamado el capitalismo salvaje. La oposición llevó a Hugo Chávez, a su terreno, al que mejor maneja la burguesía, un sistema que le sirve para recuperar su hegemonía, abortar una Revolución real y verdadera, a través de los mecanismos viciados del sistema capitalista, desde que se manipulan los principios de la Revolución Francesa a favor de los intereses de las oligarquías, de las empresas transnacional y sus referentes nacionales. En esas circunstancias el reto es mayor y las posibilidades de contar con el voto oculto e indeciso son menores que en Nicaragua, la población no rechaza al Gobierno Bolivariano y en consecuencia dirá, sin titubeos, NO a las pretensiones de los grupos que quieren volver al pasado y excluir al pueblo. Las circunstancias de ambos procesos no son iguales, no hay porque mantener el voto oculto ante el ejemplo de la Revolución Bolivariana. Hace 14 años, los nicaragüenses salieron a votar contra la guerra y hoy los venezolanos votarán por NO regresar al pasado de miseria. Ambos procesos electorales sólo tienen un denominador común... el enemigo es el mismo. * Fausto Tórrez pertenece a la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC) de Nicaragua. Nicaragua, 11 de agosto del 2004
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