La deuda y el jubileo en el nuevo milenio
27/04/1999
- Opinión
Cotidianamente, escuchamos el clamor de millones de personas que soportan los
costos sociales, políticos y medio ambientales, del férreo peso de la deuda
externa. No podemos permanecer indiferentes a esta realidad cruel e injusta,
debemos buscar, a través de un proceso de discernimiento y respuesta, nuevos
medios de romper ese yugo, remediar sus consecuencias y velar porque la crisis
de la deuda no se repitan. Esto sólo puede lograrse mediante un nuevo y más
justo orden mundial.
Para ninguno, o casi ninguno, de los/las ciudadanos/as de los países del Sur
resulta novedoso que se le diga que nuestros países están en crisis, porque se
ha convertido en un hecho cotidiano, ya que vivimos con ella.
La vemos deambular por las calles en el abandono y miseria de los seres humanos,
la sentimos en la dificultad general para generar las condiciones básicas para
nuestra sobrevivencia, en el temor que experimentamos cuando pensamos en la
incertidumbre del futuro para los nuestros y para nosotros, en la falta de
oportunidades de empleo, en la violencia de todo tipo que cotidianamente nos
golpea, en las políticas internas o externas que tenemos que sufrir los/las
ciudadanos/as, en la rapacidad de unas clases, grupos clanes o sectores, que
desean mantener, a cualquier costo, ventajas beneficios, prebendas, etc., en el
desenfrenado consumismo, en la indiferencia y el egoísmo.
Lo que resulta realmente importante es preguntarnos cuales son las causas y
efectos de la crisis. Si estudiamos y conocemos sus causas, estaremos
construyendo los argumentos y las condiciones para ser escuchados/as, pero no en
términos del lamento sino de las propuestas.
La Iglesia católica, a través de la carta apostólica Tertio Milenio Adveniente,
con la que el Papa Juan Pablo II invocó al mundo para encontrar una solución a
la deuda externa de los países más pobres, al acercarse el Jubileo 2000, desea
se eximen todas las deudas, sobre todo si son impagables. En sus propias
palabras, invitó a vivir hasta el fin del milenio, "como un tiempo oportuno para
pensar, entre otras cosas, en una notable reducción, si no en una total
condonación", de este lacerante agravio en contra de los más pobres. En
Ecuador, país que actualmente sufre una de las peores crisis desde su existencia
republicana, se estima que 38 niños y niñas mueren cada día y por lo menos 25
son fácilmente prevenibles con un poco más de inversión social. No obstante,
los desembolsos gubernamentales destinados al servicio de la deuda van desde el
12% del presupuesto nacional hasta llegar al 41%, mientras que el porcentaje
destinado para el sector de la salud desde 9% hasta menos que el 4%.
Si damos una somera mirada a lo que ha acontecido en las últimas décadas en el
mundo, podemos constatar, como lo señala Jerónimo Brindé, analista
internacional, director de "Oficio de análisis y previsión" de la UNESCO en
París, desde 1980 hasta la crisis de 1997-1998, se observa un notable
crecimiento económico en una quincena de países y un incremento de los ingresos
de una gran parte de los 1500 millones de personas que los habitan, es decir más
de la cuarta parte de la población mundial. Al mismo tiempo, se ha deteriorado
o estancado la economía de 100 países, con la consiguiente disminución de los
ingresos de 1600 millones de individuos, es decir, también en este caso, más de
la cuarta parte de la humanidad.
Según el PNUD "el 20% de los individuos más pobres del planeta deben hoy día
compartir la miserable fracción del 1,1% del ingreso mundial, frente al 1,4% en
1991 y 2,3% en 1960. En la actualidad, el patrimonio neto de las 10 fortunas
más grandes asciende a 133 mil millones de dólares, suma equivalente a más de
una vez y media el ingreso nacional total del conjunto de los países menos
adelantados".
En estos momentos más de 800 millones de individuos padecen de hambre o de
desnutrición; más de 1000 millones no tienen acceso a los servicios de salud y
de educación básicos ni el agua potable; 2000 millones no están conectados a la
red de entrega de energía eléctrica, y el 80% de la población mundial, o sea más
de 4500 millones, no disponen de los medios de comunicación que constituirán las
claves de la educación a distancia en el próximo milenio.
Desde que estalló la crisis de la deuda externa en 1982, hasta 1990, los países
en vías de desarrollo giraron solamente en concepto de servicio de la deuda 1345
billones de dólares (intereses y principal) a los países acreedores. En
términos comparativos, el Plan Marshall de los EE.UU. transfirió 14000 millones
de dólares en 1948 a una Europa devastada por la guerra, el equivalente a unos
70000 millones de dólares en 1991. Por tanto, en los ocho años transcurridos
entre 1982 y 1990, los pobres han financiado seis Planes Marshall para los ricos
solamente a través del servicio de la deuda.
El Bumerang de la Deuda
Susan George, en su libro ¿El Bumerang de la Deuda? examina seis importantes
conexiones de la deuda, seis formas en las que el Bumerang de la deuda externa
del Tercer Mundo golpea al Norte en su trayectoria de retorno desde el Sur: a)
la destrucción del Medio ambiente; b) la droga; c) los costos para los/as
contribuyentes; d) la pérdida de puestos de trabajo y de mercados; e) las
presiones sobre la migración; y, f) la intensificación de los conflictos y de
las guerras.
Expresa la autora, que en su opinión, el Bumerang de la deuda es una forma de
llenar un vacío de información, para demostrar que los/as ciudadanos/as
corrientes, tanto en países deudores como de los acreedores, les interesa unir
sus fuerzas para exigir un tratamiento radicalmente nuevo de la deuda externa
del Tercer Mundo. Aunque los habitantes del Sur están mucho más penosamente
afectados por la deuda externa que los del Norte, en ambos casos es una pequeña
mayoría la que se beneficia mientras la abrumadora mayoría paga los costos.
No se afirma que la deuda externa sea la única causa de, por ejemplo, el aumento
de las exportaciones de drogas legales a los EE.UU. y Europa, o de la
deforestación acelerada que aumenta el efecto invernadero. Sin embargo, se ha
demostrado que la deuda externa es, como mínimo, un agravante de estas
tendencias negativas. Se subrayan más las consecuencias que las conexiones
lineales. Por ejemplo, los gobiernos latinoamericanos abrumados por la deuda
externa dependen en gran medida de los dólares que generan sus regiones
productoras de coca, lo que reduce los incentivos para fomentar los cultivos
legales. El aumento de las exportaciones de droga, a su vez, hace que se
disparen los costos de la aplicación de la Ley y contribuye a la descomposición
social del Norte.
Razones éticas y humanitarias
Estos datos e información me parece que demuestran que, así como cualquier norma
de decencia humana o imperativo ético, que exige un cambio en la gestión de la
deuda externa, así mismo lo exige el interés propio bien informado. Todos y
todas los/as que se encuentren fuera de los estrechos círculos de la élite están
interesados en que se produzca un cambio positivo.
Hoy, el no pago de la deuda externa, no solo es una urgente necesidad, sino una
de las causas universales con más apoyo y respaldo del mundo, que digna y
solidariamente une a millones de personas, y a las más diversas instituciones y
organismos de toda índole y naturaleza: movimientos de derechos humanos,
ecuménicos, de mujeres, ecológicos, sindicales, indígenas-campesinos,
organizaciones no gubernamentales, etc. Así, por ejemplo, el Consejo Mundial de
Iglesias, en su octava Asamblea (diciembre de 1998), en su documento final, en
apoyo a esta iniciativa, afirmó que: a) Urge condonar la deuda de los países
empobrecidos y encarar el devastador ciclo de la acumulación de la deuda; b) Las
necesidades básicas y los derechos humanos fundamentales de las personas y las
comunidades, y la protección del medio ambiente deben anteponerse al reembolso
de la deuda; c) se necesitan con urgencia nuevas estructuras y mecanismos, que
entrañen la participación y el diálogo entre acreedores y deudores; y, d) las
iglesias pueden hacer una contribución importante y necesaria en la búsqueda de
soluciones para poner fin a la crisis de la deuda, particularmente la creación
de relaciones de asociación.
La Campaña del Jubileo 2000
La campaña está inspirada en el libro de Levíticos, en el cual se describe el
año del Jubileo o año de gracia, cada 50 años y es cuando las desigualdades
sociales son ajustadas, los esclavos son puestos en libertad, la tierra es
regresada a sus dueños originales y las deudas son canceladas.
La campaña fue lanzada en 1996 por las tres mayores agencias cristianas de ayuda
de Gran Bretaña y por el Movimiento de Desarrollo Mundial. En octubre de 1997
fue creada una coalición en apoyo de Jubileo 2000 y que en la actualidad agrupa
a más de 70 miembros. La iniciativa de Jubileo 2000 viene siendo apoyada y
desarrollada en más de 50 países. En abril de 1998 ha sido lanzada la campaña
en África y en enero del presente año en América Latina.
En 1996 el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional tomaron un histórico
acuerdo de reducción de la deuda para más de 40 Países Pobres Altamente
Endeudados (PPAE), lo que le permite al país deudor devolver sus préstamos sin
comprometer su crecimiento económico y sin aumentar los atrasos hipotecando de
nuevo su futuro. Pero la iniciativa se ha estancado, debido a la intransigencia
y a los propios intereses de los acreedores.
En América Latina sólo han sido calificados como PPAE: Honduras, Nicaragua,
Bolivia y Guayana. Según esta iniciativa a Bolivia se le ofreció reducir sólo el
13% del total de su deuda y a Guayana el 25%.
Condonación y Corrupción
Jubileo 2000 insiste en que tanto acreedores como deudores son responsables de
la influencia corrupta que han hecho los altos niveles de endeudamiento.
Dictaduras como las de Brasil, Marcos, Mobuto, Pinochet y Videla, fueron
provistas de billones de dólares en préstamos por parte de los gobiernos del
Norte, quienes observaron como los préstamos fueron corruptamente desviados.
Jubileo 2000 apela a la transparencia de los préstamos y de los procesos de
negociación en materia de deuda externa. Los ciudadanos de los endeudados
países están siendo más consecuentes de si sus recursos están siendo dispuestos
por las élites.
La cancelación de la deuda solo tiene un costo si el servicio de la deuda fuese
pagado, y la meta de jubileo 2000 es la cancelación de la deuda impagable. Si
esto se realizara no habrían costos adicionales para los acreedores más allá de
lo que ellos mismos han creado a través de las sobreprestaciones.
Si las deudas se cancelan, los costos probablemente serían mínimos para los
ciudadanos, tanto de los países acreedores como de los deudores. La mayor parte
de lo que fue cancelado permanece sólo como instrumento para exhortar a seguir
ejerciendo influencia y presión en los endeudados países. Si hay una voluntad
política, los fondos se pueden encontrar para cancelar las deudas, como fue
demostrado por el FMI y el gobierno estadounidense en la crisis mexicana de
1994 ($40 billones).
Recuadro:
La injusticia de la deuda
* Los préstamos internacionales son negociados en secreto entre la élites
locales y los poderosos acreedores del FMI, Banco Mundial y agencias
gubernamentales de crédito para la exportación.
* Los gestores internacionales de la deuda nunca han de someterse al juicio de
sus víctimas. Sólo responden ante sus superiores -que tampoco rinden cuentas a
nadie- y, en el vértice del organigrama burocrático, ante la Junta de
Gobernadores, que refleja la fuerza de los votos mayoritarios de los países
acreedores más ricos.
* Los más afectados por la deuda son la gran mayoría de los países en
desarrollo, en donde los presupuestos básicos son desviados para el pago de la
deuda.
* Los préstamos con frecuencia se hacen por razones políticas y para promover la
venta de armas, como por ejemplo Mobuto en Zaire.
* No existen leyes de bancarrota, y no se puede diseñar un lineamiento bajo las
deudas impagables.
* No hay una instancia receptora internacional independiente; las negociaciones
para la deuda son siempre dirigidas por los acreedores, quienes, naturalmente,
no tienen voluntad para cancelarlas.
* Cuando los países empiezan a endeudarse están obligados con el FMI, que ofrece
nuevos préstamos, bajo duras condiciones y determinados por los Programas de
Ajuste Estructural. De esta manera, el FMI interviene en el manejo de las
economías, violando la soberanía de los Estados endeudados.
* Por cada $1 (dólar) que la Organización de Cooperación para el desarrollo
(OCDE) de en ayuda a los países, $10 son devueltos en el pago de la deuda.
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