El Canal de Panamá y América Central en la geopolítica de EE.UU.
21/07/2013
- Opinión
Para el Dr. Carlos Pérez Morales, en Puerto Rico
Un reportaje emitido recientemente en el Telediario de RTVE (18/07/13), la cadena de televisión española, ha calificado los trabajos de ampliación del Canal de Panamá como los más importantes del mundo en el ámbito de la ingeniería. Cuatro de las 16 compuertas (de 30 metros de altura y 3500 toneladas de peso cada una) que conformarán las esclusas del nuevo canal, zarparán de Italia rumbo al istmo la próxima semana. De acuerdo con la información presentada, nunca antes se había empleado tanto volumen de hormigón en una construcción: en un solo día, aseguró una de las expertas en materiales que participa del proyecto, se han colocado 100 mil metros cúbicos del material. Todo un récord y una evidencia de la magnitud de los intereses que están en juego en Panamá.
Con inversiones extranjeras estimadas en $8 mil millones de dólares para el financiamiento de la nueva infraestructura del Canal, unas 53 grúas y más de 7000 obreros involucradas en las tareas de construcción, se comprende la magnitud de las obras y el deslumbramiento que esto provoca entre figuras de la política y las finanzas de todo el mundo, como es el caso del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, quien hace unos meses escribió:“Cuando se inauguren las nuevas instalaciones en el 2015, se habrán consumido más de cuatro millones de metros cúbicos de hormigón y una cantidad de acero equivalente a 19 Torres de Eiffel”.
En el siglo XXI, la ruta interoceánica del istmo y la posición estratégica de Panamá en la geopolítica internacional recobran visibilidad para la opinión pública mundial. Pero su protagonismo y su interés como punta de lanza para el control y el dominio hegemónico de América Central y el Caribe no ha disminuido un ápice para los EE.UU., desde que en 1846 los representantes del gobierno estadounidense y de la Nueva Granada firmaran el tratado Mallarino-Bidlack, que garantizaba al primero el derecho de tránsito por el istmo de Panamá disponible en ese momento o en el futuro. Es decir, la pretensión de gozar un derecho a perpetuidad, que gravita permanentemente -más de siglo y medio después- en el diseño de la política imperial de las élites de los EE.UU.
En efecto, la construcción del Canal de Panamá –finalizada en 1913- también marca uno de los hitos fundacionales de la incorporación de América Central a la era del imperialismo permanente (forma específica de la expansión del sistema capitalista mediante la incorporación de regiones dependientes y periféricas), como define el historiador costarricense Rodrigo Quesada[1] al período histórico, político, económico y cultural que se abre con el triunfo estadounidense en la guerra hispano-antillano-norteamericano, y cuyas consecuencias para América Latina se expresan, en lo inmediato, en la sujeción neocolonial de Puerto Rico y Cuba y en el inicio de las intervenciones militares, como ocurrió en Nicaragua entre 1897 y 1912.
Valgan estas reflexiones, que intentan articular pasado y presente, para destacar el aporte de un texto de lectura necesaria para la comprensión del valor estratégico de la ruta ístmica para los EE.UU; y al mismo tiempo, su importancia política y cultural en las luchas por la liberación nacional y la democratización de Panamá en el último medio siglo. Nos referimos al libro El Canal de Panamá: Geopolítica y hegemonía de Estados Unidos hacia Panamá a partir de los Tratados Torrijos-Carter, del Dr. Carlos Pérez Morales, geógrafo e historiador puertorriqueño, y publicado en el año 2011 por la Editorial Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro en Ciudad Panamá.
La obra constituye un estudio serio, fundamentado, exhaustivo y contextualizado del proceso de recuperación de la soberanía panameña sobre el Canal, en el que destacan, por un lado, la titánica lucha diplomática librada por el general Omar Torrijos y sus colaboradores en la década de 1970, su legado a la construcción de un movimiento político y a un proyecto de nación; y por otro, las tensiones y transformaciones que este hecho activó en las relaciones entre Panamá y EE.UU, así como en las modalidades del desarrollo panameño y las vicisitudes de su consolidación republicana y democrática, especialmente después de la invasión militar estadounidense de 1989 y el posterior ascenso de gobiernos afines al ideario neoliberal y a los planes geoestratégicos de Washington para Panamá y América Central.
En ese sentido, el libro entreteje una serie de acontecimientos que ofrecen una visión de conjunto de la historia reciente de Panamá, pero también, de los perfiles que va adoptando la diplomacia y la inteligencia militar de los EE.UU para proyectarse y consolidarse en la región. Panamá parece convertirse, entonces, en un laboratorio de prueba del imperialismo, tras la caída del socialismo real y la pretendida muerte de las ideologías.
Pérez Morales lo expone con claridad: a partir de la invasión militar, “la hegemonía de EE.UU en Panamá se complementó con una serie de tratados bilaterales que otorgan a este país funciones y privilegios reservados para los estados soberanos”. Y agrega: “El control geopolítico de la región por parte de EE.UU se fortaleció con el establecimiento de bases militares en otros países de Centroamérica, caribeños y suramericanos. Las nuevas políticas de seguridad implantadas por el gobierno de Bush Jr., también contribuyeron a este respecto. Como resultado del Plan Mérida, EE.UU continuó ayudando fiscalmente a Panamá y requirió una nueva organización de sus Fuerzas Públicas”[2].
Precisamente, estas fuerzas de seguridad son las que han estado implicadas en la represión –con asesinatos incluidos- de los movimientos sociales y los pueblos indígenas, quienes resisten y luchan contra la arremetida neoliberal del gobierno de Ricardo Martinelli y del capital extranjero que está detrás de los proyectos extractivistas en materia de minería y generación de energía hidroeléctrica.e
Así pues, la ampliación del Canal, que culminará en un par de años, no solo revitaliza la ubicación geográfica de Panamá en el escenario de las disputas comerciales globales por el acceso a mercados, sino que además crea las condiciones para que EE.UU avance un proceso de reconquista estratégica de ese país (la sumisión de Martinelli es una prueba más de ello), de América Central y el Caribe, con repercusiones para toda la región latinoamericana y los espacios de autonomía alcanzados en la última década en el sistema internacional y, en particular, en las relaciones con el imperialismo estadounidense.
NOTAS:
[1] Véase: Quesada, R. (2012). América Latina 1810-2010. El legado de los imperios. San José, C.R.: EUNED.
[2] Pérez Morales, C. (2011). El Canal de Panamá: Geopolítica y hegemonía de Estados Unidos hacia Panamá a partir de los Tratados Torrijos-Carter. Panamá: Editorial Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro. P. 253.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
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