La reelección de Bush y sus incongruencias
07/09/2004
- Opinión
La posibilidad de una victoria electoral de Bush aumenta la
distancia entre la opinión pública del resto del mundo y la
norteamericana. Esta misma incongruencia se repite en el plano
económico en el cual los Estados Unidos re recupera a través de
relaciones cada vez más dependientes del apoyo irrestricto de las
demás economías del mundo.
La convención del Partido Republicano, a pesar de provocar la
reacción intensa de las fuerzas militantes de la población de
Nueva York, logró reforzar el imagen de Bush como conductor de la
guerra en contra del terrorismo. Al mismo tiempo, la situación
económica, a pesar de las restricciones impuestas por el aumento
de la tasa de interés, continúa en un cuadro general de
recuperación que favorece el imagen de Bush como administrador.
Por otro lado, la convención demócrata no logró convencer a los
electores indecisos sobre las calidades de conductor militar del
candidato demócrata, ni demostró que los demócratas tienen
políticas económicas más claras para terminar con el desempleo. En
realidad, la oposición demócrata se muestra tibia y vacilante,
como los republicanos caracterizan su candidato Kerry. Las
manifestaciones más duras en contra de Bush parecen cada vez más
expresar una corriente radical de la cual el aparato político
electoral de los demócratas quiere separarse.
En este clima, la candidatura Bush se afirma a cada día y se
refuerza la idea de una posible victoria republicana. Esta
perspectiva genera desesperación y desilusión en el resto del
mundo. ¿Sería el pueblo norteamericano completamente insensible a
la reacción mundial a su política unilateral y agresiva? ¿Ellos
no perciben que su opción por una política tan odiosa tendrá
efectos negativos en su contra? ¿O ellos creen simplemente que los
Estados Unidos son tan poderosos que no tienen por que tomar en
cuenta al resto del mundo?
Se puede percibir la parálisis en todas las fuerzas conservadoras
aliadas a los Estados Unidos. Solamente los fascistas aventureros
a la Berlusconni se sienten libres para apoyar esta situación. En
América Latina hay una enorme confusión. Pero sobretodo en el
Oriente Medio se siente el peso de la continuidad de la guerra
bajo la hegemonía del radicalismo cada vez más insano.
Lo grave de todo esto no es solamente la incongruencia entre las
expectativas de la gente y la evolución de los hechos. Lo más
grave es la perspectiva de un choque creciente entre la realidad y
los cuadros mentales en que opera la política. Esto es
particularmente claro en el plano económico. Este poder
norteamericano de chantajear al resto del mundo sin temer su
reacción es una consecuencia de la creciente articulación de su
economía con la economía mundial. Articulación que asume la forma
de un déficit fiscal colosal a ser financiado por el resto del
mundo repleto de dólares y en búsqueda de posibles fuentes de
inversión. Al mismo tiempo y fundamentando esta plétora de dólares
está el déficit comercial cada vez más colosal de Estados Unidos
que llena a las economías exportadoras de estos dólares de dudosa
validez.
Los gastos norteamericanos en el exterior se refuerzan aún más con
la ampliación de sus actividades militares en todo el mundo. Ya no
pueden contar con el financiamiento ajeno como en la guerra del
Irak en 1990. Ahora tienen que pagar el desplazamiento de sus
bases militares por todo el mundo a costos crecientes. ¿Por cuánto
tiempo podrá persistir una política tan aventurera? ¿Por cuánto
tiempo los demás gobiernos y pueblos aceptarán el riesgo de
llenarse de títulos de deuda pública y de las monedas de un país
cuyo endeudamiento y cuyos déficits comerciales y de servicios
tienden hacia la estratosfera? ¿Por cuánto tiempo podrá el resto
del mundo financiar estas aventuras militares y estos desvaríos
hegemónicos del grupo de ideólogos que asumió el poder en los
Estados Unidos?
Nuestro cálculo está basado en el desequilibrio de estoques
generado por esta situación. Creemos que no podrá ultrapasar los
quince a veinte años la acumulación de estos desequilibrios
colosales. Creemos también que el reajuste de la economía mundial
al final de este proceso será simplemente colosal. Así como
ocurrió entre la primera y la segunda guerra mundiales. Para
prepararse para esta situación, varias regiones del mundo deberán
encerrarse en sus mercados y economías regionales. Estas deberán
reforzarse en una fase de transición, como mecanismo principal de
autodefensa.
Las incongruencias deberán profundizarse. La retórica podrá hablar
de libre comercio pero la práctica estará marcada por fuertes
políticas proteccionistas y regionalistas. Todos estarán buscando
una forma de salvar el dólar, pero las políticas concretas lo
estarán ahogando a largo o incluso a mediano plazo. Estados
Unidos continuará blandiendo su espada hegemónica mientras se
debilita a cada día como liderazgo mundial y depende cada vez más
del resto del mundo.
Y lo más duro: Estados Unidos choca con el resto del mundo al
apoyar a un grupo de irresponsables para gobernarlo en detrimento
de la opinión pública mundial. Esperemos que la luz de la
experiencia histórica ilumine a los pueblos para evitar este
camino tan violento.
*Profesor titular de la UFF. Coordinador de la Cátedra y Red de la
UNESCO y la UNU sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible.
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