‘La derecha es enfermiza con la masacre del 32’

02/10/2013
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Entrevista con el historiador José Alfredo Ramírez Fuentes

 En la mañana del 2 de octubre el presidente Mauricio Funes entregaba unos 4.000 títulos de propiedad a campesinos en el CIFCO. En el tradicional discurso hubo una mención también tradicional: a ARENA. Esta vez, sin embargo, iba dedicada al lanzamiento de la campaña del principal partido de oposición que cada periodo electoral lo inicia en Izalco (Sonsonate), municipio que hace 80 años fue testigo del asesinato de cerca de 30 mil campesinos perpetrados por el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez. “Vergüenza” debería tener, dijo el gobernante.
 
Norman Quijano, al escuchar las palabras de Funes – repetidas por un reportero de televisión que trataba de esparcir la polémica entre los areneros– se carcajeó.  Y la risa contagió a su candidato a la vicepresidencia, el académico René Portillo Cuadra así como al grupo que los rodeaba en la conferencia de prensa posterior a los discursos que pronunciaron ante docenas de militantes que llenaron la calle principal de la localidad.  “No se merece respuesta, usted sabe que el partido se concita aquí cada inicio de campaña”.
 
El reportero también repetía la pregunta al ex presidente Armando Calderón Sol – nieto de Tomás Calderón, uno de los militares que dirigió la operación contra el grupo de campesinos sublevados -  quien en tono molesto respondió que Funes desconoce la historia de El Salvador, es un hombre que comete exabruptos y consideró conveniente dejar “que hable”. Ha dicho, además, que en 1932 se dijo “no al comunismo”.
 
El historiador José Alfredo Ramírez Fuentes ha explicado que el principal partido de oposición, al celebrar cada evento en Izalco, trata de rescatar la representación de la derrota del comunismo, desde “una narrativa muy simple, muy sencilla, más de propaganda que de un análisis de la historia”. Esta visión limitada parte de la división entre levantamiento y masacre de campesinos e indígenas porque “la matanza es un silencio, un recuerdo suprimido que la derecha trata de olvidar o en el peor de los casos justificar. Argumentan que hubo muchos muertos porque el Estado tuvo que defenderse cuando todos sabemos que no es cierto”.
 
El historiador Carlos Gregorio López Bernal dice, en su artículo “lectura desde la izquierda y la derecha sobre el levantamiento de 1932: implicaciones político culturales” que, pese a que la derecha no ha “producido un solo libro” sobre los acontecimiento de ese año, ha ocupado eficazmente el levantamiento “comunista” como barro para formar la leyenda negra del comunismo, como un esfuerzo para esconder las verdaderas causas del alzamiento de los campesinos agobiados por los salarios bajos, la represión militar y la crisis mundial de los años 30. El miedo también había justificado el rigor sin mesura del Ejército, los cuerpos de seguridad y las guardias cívicas.
 
En los últimos años la academia ha desmitificado la masacre del 32. Hasta hace algún tiempo se aseguraba que la rebelión había sido ideada por el naciente Partido Comunista Salvadoreño (PCS) en el cual militaba Agustín Farabundo Martí y otra docena de hombres que al paso de los años iban a convertirse en  líderes políticos. En la confusión de los hechos, sin embargo, Martí fue capturado con los estudiantes Mario Zapata y Alfonso Luna para luego ser fusilados.
 
“Nunca admitirán que la mayoría de los participantes eran indígenas, no van a admitir la capacidad de organización que tenían los habitantes de esa zona (Occidente del país), sino que lo van a ver como una infiltración comunista y siempre ocuparán ese discurso para justificarlo”, comentó el catedrático que además ha considerado inaceptable que se ocupe con fines políticos “la celebración de una matanza”. Ni el Estado ni la academia pueden controlar, sin embargo, las expresiones de la memoria sin importar el bando.
 
Ramírez Fuentes señaló que el problema es que la derecha no se da a la tarea “de leer un libro o de preguntar” sobre los hecho del 32, provocando que la mayoría de militantes areneros se limiten a repetir lo que han escuchado. “No entienden que ha habido un debate muy amplio sobre el 32. Ellos están ajenos a esto, trabajan desde una posición enfermiza de no admitir el hecho y analizarlo”.
 
 
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