Crítica a la estrategia nacional contra el sobrepeso
08/11/2013
- Opinión
La obesidad y la diabetes
Realmente es muy difícil no estar de acuerdo con las medidas que el gobierno federal ha puesto en marcha para hacer frente a los problemas del sobrepeso, la obesidad y la diabetes que aquejan a la población mexicana. Las cifras son contundentes y dan fe de la gravedad del problema: siete de cada 10 adultos en México tienen sobrepeso u obesidad. La diabetes es la primera causa de mortalidad en el país. Hay, a nivel nacional, 10. 6 millones de diabéticos, lo que coloca a México en el 6° lugar mundial por la prevalencia de esta terrible enfermedad. Para el 2030, de seguir la situación como hasta hoy, México tendrá 16. 4 millones de personas afectadas por la diabetes, lo que se traducirá en un mayor gasto para atender a los enfermos y discapacitados, amén de la muerte prematura –la mitad de quienes son diabéticos mueren antes de los 60 años de edad.
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La carga económica para el país es enorme. Tan sólo en 2011, la diabetes mellitus implicó un gasto de 100 mil millones de pesos tanto por concepto de atención médica como por pérdidas provocadas por incapacidad y muerte prematura. Lo que es más: el monto de los recursos que se canalizan al tratamiento de la diabetes mellitus en México corresponde al doble del gasto que se destinó al programa Oportunidades, que, dicho sea de paso, fue el principal programa social del gobierno federal, lo que significa que dicha enfermedad le resta posibilidades a otros programas sociales.
Diariamente mueren 227 personas en el país por las complicaciones asociadas con la diabetes y a lo largo del gobierno de Felipe Calderón, el número de decesos fue de casi 500 mil personas, esto es, siete veces más que las víctimas fatales de la lucha contra el crimen organizado enarbolada por dicha administración. De no atender este grave problema, el sexenio de Enrique Peña Nieto podría culminar con más de 700 mil muertes a causa de la diabetes.
El presidente Enrique Peña Nieto dijo hace exactamente una semana, en la presentación de la Estrategia nacional contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes, que el país vive una verdadera emergencia e identificó como pilares de esta nueva política: la promoción de estilos de vida saludables; la reforma educativa para estimular en los jóvenes el consumo de alimentos sanos y nutritivos; la promoción del deporte y la creación de un “observatorio” para monitorear el estado que guardan estos padecimientos en la población. También contempla una atención médica oportuna, al igual que la regulación sanitaria y una política fiscal que favorezca la salud. En este tenor, por ejemplo, se prohibirá la publicidad de alimentos “chatarra” y refrescos en los horarios en que los niños y los jóvenes ven televisión. Asimismo, el poder legislativo apoyó sendos impuestos a estos productos, los que, presumiblemente se emplearán para mejorar la infraestructura de agua potable, trabajar en la prevención de las enfermedades referidas, y atender a las personas que ya las padecen.
Sin embargo, la Estrategia nacional contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes no es, en modo alguno, equivalente a una Estrategia nacional de salud. Es verdad que la gravedad del sobrepeso, la obesidad y la diabetes, justifican, por supuesto, acciones decisivas para su combate. Sin embargo, la estrategia pasó de largo respecto a otros graves padecimientos que aquejan a la población y que también constituyen enfermedades no transmisibles (ENT) como la hipertensión y el cáncer. Ni qué decir de la importancia de contar con una Estrategia nacional de salud que igualmente contemple la atención a las personas que padecen enfermedades transmisibles como el dengue, el paludismo, la oncocercosis, la tuberculosis, el mal de chagas, el VIH/SIDA, etcétera (http://www.cenavece.salud.gob.mx/descargas/pdf/etv.pdf). El riesgo de no contar con una genuina Estrategia nacional de salud es que los padecimientos anteriormente referidos, sean hechos a un lado, a favor de las personas con sobrepeso, obesidad y diabetes. El peor escenario sería aquel en que, al arribar a un hospital, la atención se le brinde, preferentemente al diabético, en detrimento de la persona aquejada por el mal de chagas.
A propósito de otras ENT de gran importancia en México, hay que hablar de la hipertensión arterial. El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) explica que la hipertensión arterial es una enfermedad crónica, silenciosa, que puede ser controlada y se caracteriza por la elevación sostenida de la presión sanguínea en más de una medición. Los daños que la hipertensión arterial puede ocasionar son principalmente en el corazón, cerebro y riñones, las cuales pueden manifestarse como infarto cardiaco, embolia cerebral y el daño permanente del riñón (insuficiencia renal crónica). La mortalidad por estas complicaciones ha mostrado un incremento sostenido durante las últimas décadas. Las enfermedades del corazón, la enfermedad cerebrovascular y las nefropatías se encuentran entre las primeras causas de muerte en el país, además de ser una de las enfermedades que generan grandes costos en su atención. Cuando una persona tiene una presión arterial superior a 140/90 milímetros de mercurio, existen graves riesgos de sufrir alguna complicación y de morir. Por supuesto que entre más altos sean los valores de la presión arterial, el riesgo será mayor (http://www.prevenissste.gob.mx/Default.aspx?tabid=5407).
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (Ensanut) reportó que en México hay 22. 4 millones de adultos de 20 años o más que padecen hipertensión arterial, de los cuales únicamente 11. 2 millones han sido diagnosticados por un médico y sólo 5. 7 millones tienen el padecimiento controlado de forma adecuada. Lo que es más: según la Secretaría de Salud, mientras que en el año 2000 se registraron 9 747 defunciones por hipertensión, en el 2006 la cifra se había elevado en un 150 por ciento con 24 819 decesos (http://www.cenavece.salud.gob.mx/descargas/pdf/cardiovascular.pdf).
La hipertensión arterial es una de las más importantes enfermedades cardiovasculares, debido a su prolongado tiempo de evolución y a las complicaciones que puede generar. Este padecimiento tuvo una prevalencia de 23. 8 por ciento en 1963 y de 30. 05 por ciento en 2004, lo que denota que, al paso del tiempo, la enfermedad es más recurrente afectando a más y más personas.
Las 10 principales causas de muerte en México en 2011 fueron (se presentan en orden descendente):
- Diabetes mellitus (80 788 personas, que correspondieron al 24. 7 de los decesos totales);
- Enfermedades isquémicas del corazón (71 072 personas, equivalentes al 21. 73 por ciento);
- Accidentes cerebrovasculares (31 235 personas, equivalentes al 9. 55 por ciento);
- Cirrosis y otros padecimientos hepáticos (28 392 personas, equivalentes al 8. 68 por ciento);
- Homicidios (27 13 personas, equivalentes al 8. 32 por ciento);
- Enfermedad pulmonar (22 595 personas, equivalentes al 6. 91 por ciento);
- Hipertensión (18 942 personas, equivalentes al 5. 79 por ciento);}
- Accidentes de tránsito (16 615 personas, equivalentes al 5. 08 por ciento);
- Enfermedades respiratorias (16 401 personas, equivalentes al 5. 01 por ciento); y
- Nefritis y nefrosis (13 858 personas, equivalentes al 4. 24 por ciento).
En este sentido, si se suman las muertes provocadas por ENT como la diabetes, las enfermedades isquémicas del corazón, los accidentes cerebrovasculares y la hipertensión, éstas son responsables del 61. 77 por ciento del total de los decesos registrados en ese año entre la población Sin embargo, la Estrategia nacional contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes sólo atiende específicamente a la diabetes y tangencialmente a los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades isquémicas del corazón, por lo que es imperioso contar con una Estrategia nacional de saluda la brevedad, en la que la hipertensión y otros padecimientos que aquejan a los mexicanos, sean incorporados.
De cara a la Estrategia nacional contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes, queda la sensación de que las ET no son importantes. Esto no es verdad. Las ET o bien, enfermedades transmitidas por vector (ETV), son, según el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE) de la Secretaría de Salud, un importante problema de salud pública en México. Se estima que cerca de 60 por ciento del territorio nacional presenta condiciones que favorecen la transmisión de las ET, en donde residen más de 50 millones de personas y se localiza la mayor parte de los centros agrícolas, ganaderos, industriales, pesqueros, petroleros y turísticos, de importancia para el país.
No hay que olvidar que México es un país tropical y que en él residen grandes cantidades de insectos y artrópodos. Desde hace millones de años se ha producido una intensa interacción entre humanos y artrópodos. Los artrópodos son, justamente, los vectores (mosco, chinche, alacrán), esto es, los que portan la enfermedad que transmiten a los humanos. Una ETV muy importante en el país es el mal de chagas.
El mal o enfermedad de chagas es considerado un padecimiento estrechamente vinculado con la pobreza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluye en la lista de enfermedades “largamente desatendidas.” La infección se transmite principalmente por triatóminos, que son hemípteros (chinches), de la subfamilia triatominae. Otros modos de transmisión son: transfusional, congénito, transplantes de órganos y por vía oral. Se estima que en el continente americano se presenta en 21 países, afecta a unos 7 u 8 millones de personas, y se encuentran en riesgo de adquirir la infección aproximadamente 25 millones de personas más, con 56 000 nuevos casos anuales y 12 000 muertes al año. La enfermedad de chagas se considera, de manera histórica, un severo problema de salud en áreas rurales de México, América Central y Sudamérica, con manifestaciones clínicas y características epidemiológicas variables (http://www.facmed.unam.mx/deptos/microbiologia/parasitologia/trypanosomosis.html).
En el país, México y Jalisco son zonas endémicas. Se registran unos siete mil casos de personas aquejadas por este mal cada año (http://www.jornada.unam.mx/2013/04/11/ciencias/a03n1cie). Como se explicaba, el padecimiento es transmitido por una chinche. Cuando ésta pica –la picadura es sumamente dolorosa, conocida como “chagoma”-, libera excremento que una vez en el cuerpo se ubica en los músculos estriados y que gracias a la irrigación de los vasos sanguíneos ayuda a que el bicho se alimente y reproduzca. A medida que progresa la enfermedad, se producen dolores de cabeza, fiebre, fatiga y pérdida de apetito. En fases más avanzadas, ya crónicas, daña y destruye los músculos del corazón, del esófago y/o del intestino grueso especialmente. Causa grandes pérdidas económicas por incapacidad laboral y muerte repentina en personas aparentemente sanas. La enfermedad, sin embargo, en etapas tempranas, al no haber atacado órganos como los descritos, es controlable. Argentina, por ejemplo, ha desarrollado una cura para esta enfermedad. Sin embargo, el tratamiento es costoso y demanda inversiones importantes en el sector salud para producirlo en las cantidades requeridas.
La Estrategia nacional contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes pareciera despreciar a otros padecimientos. Claro que es entendible que al no ser el mal o enfermedad de chagas la principal causa de muerte en México, la atención se centre en aquellos padecimientos que cobran más vidas año con año. Con todo, México, pese a la transición demográfica y epidemiológica que ha vivido desde hace varias décadas, sigue siendo una nación que presenta tanto ET como ENT, por lo que no se puede dar el lujo de atender solamente a una enfermedad en particular.
Ciertamente, la Estrategia nacional contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes es un programa importante para hacer frente a padecimientos que aquejan a una parte importante de la población, y que tienen serias implicaciones económicas, productivas y sociales para el país. Es un paso correcto e impostergable. Empero, es insuficiente en el universo del resto de los padecimientos que aquejan a la población y no sustituye a una Estrategia nacional de salud. Tanto en el caso de la hipertensión, enfermedad no transmisible, como en el de la enfermedad de chagas, enfermedad transmisible, queda de manifiesto que falta mucho por hacer.
Así, el gobierno federal deberá esmerarse para concretar una Estrategia nacional de salud a la brevedad, y de establecer las bases para que las directrices ahí establecidas se conviertan en políticas de Estado, de manera que los gobiernos sucesores las mantengan como parte de un proyecto de nación. Dicha estrategia debe ser integral, y perfectamente coordinada con las diversas dependencias federales, estatales y municipales a cargo de carteras como la educación, la agricultura, el desarrollo social, etcétera. Esto es porque a final de cuentas, la población es el recurso más importante y valioso del país. Una población enferma le resta viabilidad a México en este atribulado siglo XXI. Ojalá no haya que esperar otro año más para que las autoridades desarrollen y pongan en marcha una Estrategia nacional de salud.
María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
etcétera, 7 de noviembre, 2013
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