Elecciones en Brasil
07/10/2004
- Opinión
Las elecciones municipales que acaban de realizarse en Brasil
revelan un avance poco espectacular del Partido de los
Trabajadores de Lula. Esto se explica por la ausencia de una
línea política coherente con la percepción popular de su
programa y de su comportamiento político. Brasil desperdicia así
una oportunidad excepcional para avanzar hacia un nuevo modelo
político en América Latina.
Las elecciones municipales no reflejan necesariamente las
tendencias nacionales. Pero cuando un partido de origen popular
asume el gobierno, las elecciones locales tienden a reflejar la
tendencia al cambio manifestada en esta oportunidad. En el Chile
de Allende, por ejemplo, las elecciones municipales de 1971,
elevaron del 33% al 51% la votación de la Unidad Popular. El
pueblo chileno expresaba así su voluntad de cambio.
En el caso de Brasil postelectoral de Lula podríamos esperar un
avance similar si el gobierno Lula demostrara la misma
coherencia que Allende. Su política económica y la adopción de
principios neoliberales en su plan social dieron señales
negativas a la población, contrastando solamente con su política
internacional, de carácter claramente progresista.
Al mismo tiempo, el comportamiento político del gobierno, al
buscar alianzas demasiado amplias con fuerzas conservadoras
reconocidas como corruptas, enajenaron importantes sectores del
Partido de los Trabajadores y provocaron confusión en su base
política de izquierda y de centro. De cualquier forma, provocó
una enorme frustración en amplios sectores que apoyaron su
propuesta de cambio social.
De esta forma, las elecciones municipales en curso están muy por
detrás de lo que esperaba la dirección nacional del PT que llegó
a anunciar la victoria del Partido en cerca de 800 a 1000
municipios del país que cuenta con cerca de 5700 municipios
dispersos en 8,5 millones de kilómetros cuadrados. Para alcanzar
este objetivo, el PT creó directorios locales o direcciones
provisionales en casi todos los municipios del país. Sin
embargo, según los datos de las elecciones realizadas el domingo
3 de octubre e inmediatamente computadas por sistema
electrónico, el PT difícilmente alcanzará la victoria en 500
municipios en todo el país. Esto representa un gran avance en
relación a cerca de 200 municipios que detentaba hasta antes de
esta elección. Pero muy poco en relación a las aspiraciones del
PT de convertirse en el mayor partido nacional.
Es necesario señalar, sin embargo, que los resultados de la
primera vuelta realizada el 3 de octubre dan al PT cerca de 10
millones de votos, lo que le da la condición de partido más bien
votado en el país. Empero su principal rival, el PSDB del
derrotado Fernando Henrique Cardoso tiene cerca de 9 millones de
votos y el PMDB obtuvo cerca de 8 millones de votos. El PT no
tiene, por lo tanto, una mayoría suficiente para gobernar solo.
No puede renunciar a la alianza con varios partidos para formar
una mayoría parlamentaria razonable.
Asimismo, no queda claro para el pueblo brasileño el contenido
de estas alianzas en la medida en que las fuerzas de apoyo al
gobierno se presentaron divididas y hasta opuestas en las
elecciones municipales causando una gran confusión sobre los
objetivos programáticos que unen los varios partidos que
componen el gobierno y la oposición.
En realidad, el PT ganó pocas elecciones en los centros
metropolitanos principales del país. Él ha vencido en la primera
vuelta en 6 capitales de estados brasileños, que no están entre
las mayores (excepto Belo Horizonte y Recife, dos capitales muy
significativas). Pero sobretodo ha tenido un mal resultado en
São Paulo, donde no ha logrado el primer lugar en el intento de
reelección de su alcalde actual, que además de pertenecer al PT
fue claramente apoyada por el presidente Lula.
Todo indica que Marta Suplicy, del PT, perderá en la segunda
vuelta ante José Serra, candidato derrotado del PSDB a la
presidencia de la república en contra de Lula. El PT perderá la
elección en la capital de su estado de origen, así como salió
derrotado en la cuna misma del partido, la ciudad de San
Bernardo.
Es grave también constatar la derrota del candidato del Ministro
de la Hacienda en su ciudad de origen que no alcanzó ni el
segundo lugar para poder pasar a la segunda vuelta. Y esto
cuando el gobierno insiste en considerar a su ministro de
Hacienda como una verdadera opción electoral.
Es necesario considerar también situaciones como la ciudad de
Río de Janeiro donde Lula obtuvo cerca de 80% de los votos en la
segunda vuelta de 2002. En la presente elección, el candidato
del PT que intentó presentarse como el candidato de Lula solo
alcanzó cerca del 6% de los votos de la ciudad, quedando en el
quinto lugar. Esta fue una clara respuesta de la población de la
ciudad a las restricciones de Lula en apoyar el gobierno del
Estado de Río por ser gobernado por la mujer de un posible
candidato presidencial importante en 2006, Anthony Garotinho.
Es verdad que varios partidos de izquierda están obteniendo
importantes victorias en varias partes del país, pero muchos de
estos partidos han roto con el gobierno del Partido de los
Trabajadores y otros se muestran muy reticentes. No existen
condiciones, por lo tanto, para que haya un significativo avance
político como consecuencia de la presente elección.
El país entra en un período de agua tibia y su pueblo sufre una
amarga decepción en gran parte paralizante. El pueblo brasileño
desea avanzar en la dirección del crecimiento económico y de la
distribución de la renta. Pero el cálculo político de los
dirigentes principales del Partido los conduce a caminos
extremamente conservadores para evitar la confrontación. El
sueño de un poder partidista imbatible choca contra la política
económica que entrega los recursos externos generados por el
superávit cambiario a los bancos internacionales, y los recursos
internos captados por un aumento increíble de los impuestos a
los bancos nacionales bajo la forma del pago de altísimos
intereses por la deuda pública, en detrimento de las grandes
mayorías de la población que se enfrentan a un colosal recorte
de los gastos públicos para pagar estos intereses mientras la
recesión, el desempleo y la recesión aumentan drásticamente
dentro de esta política dirigida por los burócratas del FMI y
del Banco Mundial.
* Theotonio dos Santos es profesor titular de la UFF.
Coordinador de la Cátedra y Red de la UNESCO y de la UNU sobre
"Economía Global y Desarrollo Sostenible".
https://www.alainet.org/es/active/6915
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