En un ambiente incierto y de sospechas, los resultados globales van dando el triunfo al candidato oficialista. Sin embargo, estos resultados en nada cambiaron el golpe frontal a la columna vertebral que ha sufrido el tradicional modelo del bipartidismo político a través del cual las élites políticas y empresariales gobernaron el país por más de tres décadas en esta llamada democracia representativa.
Sea quien fuera el ganador, nada anticipa que la vida política de Honduras vuelva a ser la misma conducida por el co-gobierno liberal-nacionalista. De igual manera, cualquiera que hubiesen sido los resultados electorales, la coyuntura política que se abrió a partir del lunes 25 de noviembre, deberá sostenerse sobre un pacto político de gobernabilidad entre las principales fuerzas beligerantes que participaron en el proceso electoral.
Es impensable que el nacionalismo con Juan Orlando Hernández en la presidencia impulse una administración pública por la propia cuenta de las élites políticas y empresariales hondureñas. En la inestable Honduras de nuestros tiempos, nadie tiene capacidad de llevar por su sola cuenta un proyecto político sin contar con alianzas y negociaciones firmes con otros sectores políticos del país.
En las elecciones del 24 de noviembre lo que se eligió no fue tanto un triunfador para gobernar el Estado de Honduras, sino que salió electa la persona y el grupo político que deberá liderar el nuevo pacto político de gobernabilidad en corresponsabilidad con las otras fuerzas políticas que superan y sustituyen el tradicional co-gobierno liberal/nacionalista.
Con el triunfo de Juan Orlando Hernández, y en medio de sus turbiedades y triquiñuelas, se inicio una nueva coyuntura con un nuevo pacto político de gobernabilidad que seguirá siendo liderado por las elites políticas y empresariales que condujeron la coyuntura anterior que procede del golpe de Estado.
Dicho todavía con mayor acento: es cierto que se resquebrajó el tradicional modelo bipartidista hondureño, pero quienes lo condujeron por más de tres décadas están vivitos y coleando, y seguirán siendo los principales conductores del nuevo pacto político de gobernabilidad en el cual al partido LIBRE le tocará jugar el papel de contrabalance, y confiamos que sus líderes no reduzcan sus negociaciones en las alturas de dicho pacto político, sino que se conviertan en un factor político importante para canalizar hacia el Estado las demandas y angustias de los deprimentes sectores sociales hondureños.