Por formar un sindicato

Trabajadores del Hotel Las Veraneras denuncian despedidos

04/12/2013
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A principios de septiembre del presente año 15 trabajadores del Hotel Las Veraneras, de capital salvadoreño, ubicado en la zona costera de Los Cóbanos, fueron despedidos por haber participado en la formación de un sindicato.

  
Foto CEAL / Rel-UITA
 Junto con trabajadores del Hotel Decameron también emplazado en Los Cóbanos, perteneciente a un grupo empresarial colombiano, y el Hotel Siesta en la ciudad de San Salvador, los trabajadores de Las Veraneras fundaron un sindicato de rama del sector hotelero, el Sindicato de Trabajadores de Industria Gastronómica, Restaurantes, Hoteles, y Afines al Turismo (SITIGHRA), asociado a la Rel-UITA.
 
Recientementeacompañados de Gilberto García y Andrea García, miembros del Centro de Estudios y Apoyo Laboral (CEAL), quienes han estado apoyando este proceso de organización sindical, visitamos a los trabajadores despedidos para conocer su situación. Los trabajadores relataron para Sirel la realidad que estaban viviendo en el hotel, que según relatan se había deteriorado especialmente desde mediados de 2012, cuando cambió la administración de la empresa y la asumió Larry Alberto Zedán, uno de los hijos del propietario y fundador, Jorge Zedán. Fueron estos cambios lo que les llevó a organizarse.
 
Amedrentamientos, inseguridad, superexplotación
 
Miguel Antonio Monroy trabajó 14 años en la empresa: “Primero 6 años en jardinería. Después me pasaron al restaurante como supervisor de meseros 2 años. Y luego me trasladaron a la piscina, también como supervisor. Ahí estaba cuando me despidieron”. En aquel momento se volvió común que los trabajadores tuvieran que hacer múltiples tareas, tal como describe Miguel Antonio: “Estábamos haciendo un trabajo y al mismo tiempo querían que hiciéramos otro. Por ejemplo, limpiar piscinas, lavar el mobiliario,… cualquier cosa nos mandaban hacer. Y además no nos pagaban los días dobles. Por eso nosotros decidimos organizarnos, por tanto maltrato”.
 
José Agustín Sosa, que trabajó por 7 años en el área de mantenimiento como albañil, describe un entorno similar: “Me contrataron para trabajar como albañil, pero también me ponían a pintar, a limpiar canales, a barrer, a botar basura,… a hacer un montón de gestiones que no estaban en mi contrato de trabajo”. Recuerda que cuando falleció el antiguo dueño, que les daba bonificaciones personalmente, para felicitarles por su trabajo, las cosas cambiaron: “Nos amenazaron con bajarnos el sueldo, querían pagarnos aún menos que el salario mínimo. Y también nos obligaban a hacer un turno de noche como mantenimiento. A velar por las instalaciones de la energía eléctrica (donde está el Internet, la telefonía,…). Pero esas no eran mis funciones, y cuando algo no lo hacía bien, porque ese no era mi trabajo, me quería dar un castigo, y amenazaban con mandarme unos días a descansar sin goce de sueldo. No lo hicieron nunca pero nos asustaban con ello”.
 
Además su trabajo cada vez se volvía más inseguro y cansado: “Por ejemplo, yo trabajaba en el techo limpiando canales y me tocaba subirme con unas escaleras quebradas, añadidas, corriendo peligro, y ni tan siquiera tenía otra persona para que me tuviera la escalera. A mi solito me enviaban. Y si era la albañilería no me ponían quien me alcanzara ladrillos o quien hiciera la mezcla, tenía que hacerlo yo todo: hacía de auxiliar de albañil y de albañil. Y luego si el trabajo no avanzaba me amenazaban con despedirme porque no me abundaba el trabajo”.
 
Con 30 años de edad, William Arnoldo Pérez, trabajaba desde hacía 17 meses en Las Veraneras como guardavidas, aunque también tenía que ocuparse del mantenimiento de la piscina, repartir toallas o limpiar los árboles de coco. Explica que le decían “que era fijo eventual, o sea que no tenía derecho a nada, nomás a mi salario. Día trabajado, día pagado. De ahí nada más. Trabaja igual que mis compañeros pero mi trabajo era casi la mitad. Y no tenía derecho a seguro, al fondo de pensiones,… y los horarios que teníamos también eran exagerados. Además recibíamos maltratos de parte del gerente, el señor Luis Castillo. Nosotros haciendo las cosas bien y él quería más rendimiento, que nos apuráramos, y entonces nos gritaba. Por eso fue que tomé la decisión de organizarme en el sindicato”.
 
A causa del deterioro de sus condiciones laborales, maltratos diversos y una importante de deuda en horas extras, días feriados, etc., los trabajadores de ese hotel decidieron organizarse y reclamar sus derechos. La gente estuviera “cansada y asqueada, y eso les llevó a organizarse y fundar el sindicato”, explica Gilberto García.
 
Inspección del Ministerio del Trabajo
 
A primeros del mes de abril los trabajadores de Las Veraneras, con una plantilla de unas 60 personas, se quejaron por medio del teléfono de contacto del programa de radio semanal del gobierno. En respuestaMauricio Funes mandó al Ministerio del Trabajo que hiciera una inspección en el hotel. Según Gilberto García de CEAL, tras esa visita “el Ministerio señaló que se estaban cometiendo una cantidad impresionante de infracciones laborales, como 154: no tenían reglamento interno de trabajo, laboraban más de la jornada laboral y en algunos casos hasta 60 horas semanales, no pagaba el salario mínimo, ni siquiera tenían contratos escritos, operaban en la total informalidad y desprecio a las normas laborales”. También determinó que la empresa debía 17 mil dólares a sus trabajadores por falta del pago de horas extras, feriados, nocturnidad, vacaciones, etc.
 
Sin embargo, el empresario no quiso reconocer las infracciones señaladas por el Ministerio del Trabajo, según cuenta el mismo Gilberto García: “El propietario del hotel, Larry Alberto Zedán, se comporta de manera soberbia y prepotente. No ha querido mejorar lo que le señaló el Ministerio de Trabajo. Dice que a él nadie lo puede obligar a hacer lo que no quiere”. Y apostilla que “muestra un desprecio total por las leyes laborales del país”.
 
Formación del sindicato
 
En este contexto, un grupo de trabajadores de Las Veraneras, junto con otros trabajadores del Hotel Decameron, también en Los Cóbanos, y el Hotel Siesta en San Salvador, decidieron crear elSindicato de Trabajadores de Industria Gastronómica, Restaurantes, Hoteles, y Afines al Turismo (SITIGHRA). Pero el empresariado no quiso reconocer al sindicato. Tal como continúa narrando Gilberto García: “la junta directiva provisional del sindicato, al día siguiente que introdujeron la documentación al Ministerio del Trabajo, mandaron cartas a los tres propietarios, presentándose y solicitándoles iniciar un proceso de relación laboral normal entre un sindicato y una empresa, es decir presentarse, sentarse a platicar y buscar cómo resolver los problemas. Lejos de eso, las patronales de Decameron y de Las Veraneras reaccionaron de forma agresiva despidiendo en el caso de Las Veraneras a 15 fundadores y en Decameron a 1 fundadora”.
 
“La única explicación que nos dio el propietario del hotel fue que él no quería ningún sindicalista en su empresa”, explica William Arnoldo Pérez, que trabajaba como guardavidas. La alternativa que les dio el empresario fue que salieran del sindicato si querían continuar trabajando ahí: “Nos dijeron que si no renunciábamos al sindicato no teníamos entrada. Y como no quisimos renunciar nos dijeron que las puertas estaban cerradas. Nosotros nos presentamos al trabajo pero ya nos dijeron que no”, cuenta José Agustín Sosa, albañil del área de mantenimiento.
 
José Magaña, que trabajaba desde hacía 7 años en la seguridad del hotel, manifiesta que la respuesta de los trabajadores no podía ser otra que demandar al empresario: “Como no se hizo cargo de ningún pago, ni de las horas extras ni de los días feriados, nosotros le pusimos una demanda, para que en el juicio pudiéramos ganar ese dinero”.
 
Un conflicto en los tribunales
 
Así estaban las cosas que, cuando la Inspección del Ministerio del Trabajo quiso entrar nuevamente al hotel para hacer las comprobaciones pertinentes, el propietario no les dejó ingresar a sus instalaciones. Esto conllevó que el Ministerio les impusieran nuevas multas por no dejar entrar a los inspectores.
 
En estos momentos ya se han interpuesto todas las demandas por los despidos y están a la espera de las audiencias iniciales, explica Gilberto García: “Somos muy optimistas porque los trabajadores tienen la razón. Estaban protegidos por ser fundadores del sindicato y fueron arbitrariamente despedidos. No dudamos que los juzgados van a fallar en su favor. Según el Código del Trabajo, por ser fundadores del sindicato no pueden ser despedidos en los 60 días posteriores a la interposición de los documentos para formar el sindicato. Posteriormente esa protección se extiende por dos años. Y ellos fueron despedidos como 10 días después de que hubieran introducidos los documentos”.
 
Mientras esperan la evolución del proceso judicial los trabajadores siguen fortaleciendo el sindicato. Inicialmente se fundó con 42 trabajadores y ahora ya son más de 60, y se han ido afiliando trabajadores de otros hoteles. A pesar de las dificultades el espíritu de lucha sigue en alto, tal como expresa José Magaña: “Digo yo que si esto llega a algún lugar donde hayan personas que estén siendo obligadas a trabajar más de la cuenta y sin incremento de salario, pues que no lo hagan, mejor que denuncien los atropellos y las injusticias. Más vale enfrentar uno los problemas, aunque sea con un monstruo. Que demanden, que no tengan miedo y busquen apoyo en los sindicatos, pero un buen sindicato, no uno cualquiera”.
 
 Artículo publicado originalmente en dos partes en la Web de la Rel-UITA el 29 de noviembre y el 3 de diciembre de 2013.
 
 
 
 
 
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