Un falso debate
20/10/2004
- Opinión
A tenor de las próximas elecciones en Estados Unidos ha vuelto
el debate entre los políticamente bien portados sobre si la
potencia se ha "olvidado" de o no presta "atención" a América
Latina. Abundan las especulaciones acerca de cuál de los dos
candidatos sería más conveniente para la región. Algunos
afirman que Bush sería el idóneo ya que aboga por el "libre
comercio", como si este fuera una panacea. No hay que ser muy
ducho en economía para darse cuenta que el "libre comercio" es
otro slogan con el que se encubre la libertad imperialista para
apoderarse sin cortapisa de los recursos de nuestros pueblos y
destrozar sus Estados y constituciones nacionales, que muy poco
tiene que ver con comercio y menos con comercio en libertad.
En verdad se trata de un debate falso porque el coloso del
norte nunca ha abdicado de su supuesta misión democrática y
civilizadora hacia sus vecinos del sur y, por lo tanto, nunca ha
dejado de tener una política para el área. Ha habido, sí,
cambios de táctica en la persecución de sus fines imperialistas.
Una muestra está en el New Deal de Franklin Roosevelt durante la
segunda guerra mundial. Otro es la negociación por James Carter
de los tratados que devolvieron a Panamá el canal o su esfuerzo
por distender las relaciones con Cuba. Se trata de momentos en
que Washington necesitaba, en virtud de coyunturas
internacionales, mejorar su imagen, limar asperezas y adoptar
políticas menos agresivas en el vecindario. Pero sería ingenuo
calificar por eso a estos dos presidentes como "menos"
imperialistas o "más" preocupados por América Latina que otros.
De hecho, ambos respaldaron gobiernos de fuerza en la región
cuando lo consideraron necesario, incluida la dinastía Somoza.
Volviendo a la actualidad, es frecuente escuchar que Bush no
tiene una política para América Latina. Omiten la escalada
desestabilizadora contra Venezuela, el golpe de Estado y
destrucción del Estado haitiano, la política de acoso sin
precedentes contra Cuba, las groseras presiones para forzar al
gobierno argentino a aceptar condiciones leoninas de sus
acreedores. Pasan por alto el Plan Colombia, el Plan Puebla
Panamá, la Iniciativa Andina y el ALCA, es decir proyectos muy
concretos para militarizar el continente, controlar sus áreas
más conflictivas mediante la contrainsurgencia y facilitar su
recolonización. Si estos proyectos no han avanzado más se debe
en primer término a la resistencia popular que han encontrado, a
la última depresión de la economía mundial y, no menos
importante, al inesperado empantanamiento militar y político en
Irak, que mantiene en vilo a Washington.
Esta discusión sobre si son galgos o podencos no toma en cuenta
el carácter estructuralmente imperialista de la superpotencia y
su consiguiente lógica explotadora y de rapiña, a la cual es
imposible que escape cualquiera que ocupe el cetro de la Casa
Blanca. Tampoco atiende al carácter mundial de su sistema de
dominación y sus prioridades geopolíticas, que lo llevan a
ejercer perfiles de injerencia más o menos bajos en áreas
distintas según las necesidades geoestratégicas del momento. En
la actualidad el control del petróleo y del gas que queda en el
mundo es una prioridad para Estados Unidos, como ha explicado
Michael Klare en un riguroso análisis publicado en estas
páginas. En esa línea de pensamiento, era urgente "atender" a
Irak dada su importancia estratégica para disponer de los
hidrocarburos de la península Arábiga y de Asia Central, una vez
que se había incursionado en Afganistán, dejando bases militares
allí y en los países de la llamada "barriga" de Rusia.
Igualmente, era de suma importancia recortar los derechos
políticos en casa aplicando la represión y el miedo para impedir
protestas contra la guerra y contra las políticas de
multiplicación de la pobreza y eliminación de esos derechos.
Es aquí donde hay que centrar la discusión para percatarse de
que no hay peor opción para el género humano que cuatro años más
de gobierno de George W. Bush. Hasta figuras de primera línea
del conservadurismo así lo expresan y no dudan en calificar de
"catástrofe" un nuevo periodo presidencial de W. El sujeto no
escucha más que a la minúscula cábala neoconservadora y sionista
que lo rodea cuando sus consejos se acercan a lo que ya tiene
decidido de antemano en una de sus pláticas con el Altísimo.
Dios nos coja confesados si este sicópata continúa en la Casa
Blanca.
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