El periodismo tiene sentido?

12/12/2013
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Nuestros empresarios del periodismo son extraños.  No les gusta el periodismo, no creen en el periodismo, trabajan contra el periodismo y, para no dejar dudas, odian con todas sus fuerzas a los periodistas.  Es una extraña manera de ganar dinero, socavar su propio negocio.  Lo que prueba, en definitiva, que, al final de cuentas, no es con la venta de periódicos que aumentan sus fortunas personales por la forma en que invariablemente conducen sus negocios a la bancarrota.

Ah, otra cosa que indudablemente causa urticaria en la comunicación empresarial en Brasil son las leyes.  No admiten someterse a ninguna regulación.  La "lógica " que guía a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) - la organización del empresariado de la comunicación de las Américas - es que "la mejor ley es la que no existe". 

Son ellos los que realimentan la tesis del fin del periodismo.  Son los mismos que abdican del periodismo en nombre del entretenimiento y el espectáculo.  Son los que califican a la noticia como hardnews (dura e indeseable) y elevan el entretenimiento a la condición de softnews (blando y bueno).  Son los mismos que, a diferencia de los EE.UU., por ejemplo, crearon un divorcio oscurantista y mediocre entre las empresas y las universidades y los cursos que enseñan e investigan sobre el periodismo.  Sí, adivinaron, son ellos quienes redujeron el periodismo contemporáneo a un remedo del que se practicaba en el siglo XVIII, un festival de opinión conducido por cientos de " columnistas " que sustituyeron a los reporteros y editores en número e importancia. 

Hoguera del capital


Ciertamente, tienen aliados y cómplices, pero fueron ellos los que transformaron sus negocios en partidos políticos.  Por eso es difícil creer en sus diagnósticos y predicciones sobre el futuro de esta actividad.  Ni siquiera se puede confiar en la experiencia, la capacidad de gestión o el análisis sobre el futuro.  Es patético ver el segmento empresarial moverse como moscas tontas alrededor de una luz que los ciega, aturde, y casi siempre los lleva al desastre.  En los últimos tiempos las palabras usadas para explicar, justificar o casi siempre anunciar medidas drásticas son: crisis del periodismo.

Asustados con las tecnologías que los colocan en la necesidad de decidir si están, en última instancia, en el negocio del periodismo o en el showbizz, recurren, como los antiguos griegos, a la inexorabilidad del destino.  Los dioses, finalmente, están conspirando contra ellos, pidiendo sacrificios.  Y ellos fácilmente atienden a estos seres vengativos y hacen rápidamente sus ofrendas favoritas: los periodistas.  Después de todo, es para esto que sirven estos tipos desechables que insisten en hacer periodismo.

De tanto en tanto, los periodistas son arrojados a la hoguera del capital en nombre de la crisis.  El ritual tiene variadas y creativas formas.  Algunos se limitan a cerrar sus negocios y se van a Miami.  Otros, más escrupulosos, "digitalizan" sus redacciones, o sea sustituyen la verificación prosaica y la investigación por lo más barato: "copiar y pegar".  Hay quienes, finalmente, asumen el mundo del circo.  Pero el resultado siempre es el mismo: periodistas desempleados y población sin información.

Función social

La llegada a Brasil del principal diario español, El País, sin embargo, parece demostrar que todavía existen empresarios que entendieron que el periodismo es una necesidad social y que no fueron ellos, empresarios de la comunicación, ni incluso nosotros, los periodistas, quienes inventaron esta forma peculiar y singular de relato.  Los españoles creen que, vean eso, aún existen lectores en Brasil.  Más que eso, creen que todavía existen anunciantes y apuestan a los lectores, y, en contra del pesimismo nacional, quieren instalarse aquí.  ¿Pero pueden hacerlo? La Asociación Nacional de Periódicos (ANJ) cree que no.  El representante nacional de los que odian el periodismo no quiere que El País venga.  Y emplea un argumento inusual: la ley.  Sí, esa misma que ellos odian porque ¡"regula”! Para evitar la competencia internacional, los empresarios hacen uso de los restos de la Constitución que ellos mismos parcharon en 2001 para permitir que entre el 30% de capital extranjero.

Y la JNA tiene razón, ellos necesitan el 70% del capital nacional para poder instalarse aquí.  Es la ley que dice eso.  Para esto sirve la ley.  Garantizar a los más débiles la protección contra los más fuertes.  El estado de la ley es la superación del estado natural de la barbarie.  La misma ley que la sociedad necesita para protegerse de los desmanes, de los errores y los intereses creados que puede acometer el "negocio" del periodismo y la comunicación.

Pero el interés del diario español es revelador.  Trae aliento para quien cree en el periodismo y puede servir de estímulo para las empresas brasileñas que consideran que este pesimismo nacional es más fruto de un escenario concentrado y vertical que permitía empresas sin el hábito de la competencia - y la función social del periodismo – que de la decisión de un dios rabiosamente antiperiodístico.  (Traducción ALAI)

- Celso Schröder es el presidente de la Federación Nacional de Periodistas (Fenaj), de la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (FEPALC) y vicepresidente de la Federación Internacional de Periodistas.
 
Fuente: Observatório da Imprensa, edição 776, 11/12/2013
 
 
https://www.alainet.org/es/active/69791

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