Decisión soberana por el agua. Más del 60% dijo SÍ
01/11/2004
- Opinión
En un acontecimiento histórico, más del 60% de los uruguayos respaldó la
Reforma Constitucional en Defensa del agua, agregando a la carta magna la
consideración del agua como un derecho humano, sentando las bases para que
su gestión se realice exclusivamente en forma pública, participativa y
sustentable.
De acuerdo con informaciones difundidas por las diferentes empresas
encuestadoras en las últimas horas, la Reforma Constitucional en defensa
del Agua fue aprobada con más del 60% del apoyo de la ciudadanía. A pesar
de que se trata de datos no oficiales, tanto las organizaciones promotoras
de la Reforma como las autoridades partidarias y los medios de
comunicación han aceptado el resultado como válido.
El mecanismo de democracia directa fue puesto en marcha por la Comisión
Nacional en Defensa del Agua y de la Vida (CNDAV). Esta comisión se
conformó en el año 2002 como respuesta a la firma de la Carta de Intención
entre el gobierno uruguayo y el Fondo Monetario Internacional en la que se
comprometía la extensión de la privatización de los servicios de agua
potable y saneamiento a todo el país.
Esta privatización comenzó en el departamento de Maldonado, con la
presencia de la multinacional francesa Suez Lyonnese Des Aux en primer
lugar, y luego continuó con la española Aguas de Bilbao.
Al igual que en la mayoría de los casos de privatización de agua
registrados en el último año a lo largo del planeta, estas privatizaciones
tuvieron consecuencias negativas.
Desde el punto de vista social, se excluyó a amplios sectores del acceso
al agua potable por no poder cubrir el costo de la conexión al servicio.
Servicio que por otra parte se degradó considerablemente en su calidad,
con respecto al que prestaba la empresa estatal. Tanto, que los organismos
de contralor recomendaron que el agua no se consumiera directamente ya que
no presentaba condiciones de potabilidad.
Desde el punto de vista económico, el "negocio" fue pésimo para el estado
uruguayo. No sólo las empresas no cumplieron con los cronogramas de obras
previstos en los contratos, sino que no hicieron efectivo el pago de los
cánones previstos, acudiendo a una serie de reconsideraciones
contractuales con el Estado, que asumió las pérdidas ocasionadas en cada
caso.
Desde el punto de vista ambiental, la empresa Aguas de la Costa
(subsidiaria de Suez) fue responsable de la desecación de la Laguna
Blanca, la que utilizaba como fuente para la potabilización. Precisamente
por esta causa, los vecinos del departamento de Maldonado han iniciado un
juicio por daño ambiental a la empresa.
El agua contra todo
La victoria del plebiscito del agua fue una verdadera victoria social. La
CNDAV constituye un amplio abanico de organizaciones sociales y políticas
enfrentadas a la concepción mercantilista del agua.
Entre sus fundadores se cuentan organizaciones de vecinos, el sindicato de
trabajadores de la empresa estatal (FFOSE) y Amigos de la Tierra Uruguay
(REDES-AT). Luego de conformada se amplió, incluyendo al partido político
mayoritario (el Frente Amplio, ganador de las elecciones realizadas el
mismo 31 de octubre) y a uno de los sectores del partido nacionalista.
Sin embargo, a pesar de este respaldo político, el tema del plebiscito por
el agua fue secundario en la agenda política y mediática. A esto se agregó
que tanto las empresas privatizadoras, tanto como las empresas de agua de
otros sectores (por ejemplo, las embotelladoras) así como sectores
empresariales conservadores (latifundistas, forestales, arroceros)
realizaron un fuerte lobby político y mediático contra la reforma.
En los meses previos a la campaña, el Fondo Monetario Internacional (FMI)
polemizó públicamente con la CNDAV, negando que "impusiera" condiciones al
gobierno uruguayo y rechazando la responsabilidad atribuída por la CNDAV
al contenido de la Carta Intención de 2002.
El trabajo que permitió el triunfo de la propuesta de Reforma
Constitucional estuvo basado en un trabajo social de base, que logro
transmitir el espíritu y el contenido del articulado.
El auspicioso resultado del plebiscito abre las puertas para la
elaboración de una política de aguas que parta de una visión de este
recurso como bien común, y lo gestione públicamente, en base a criterios
de participación social y sustentabilidad.
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