Elecciones 2014
09/02/2014
- Opinión
El 23 de febrero se elegirá en Ecuador 5.651 autoridades para los gobiernos provinciales, municipales y parroquiales, es decir: prefectos, viceprefectos, alcaldes, concejales y juntas parroquiales.
Si se examina el cuadro de partidos y movimientos políticos que intervienen, se advierte la debilidad de su organización a nivel nacional. Junto a partidos tradicionales, otrora con alguna significación (PSC-MdeG; PRE, PRIAN, PSP, PS-FA, PK), pero que han perdido espacio histórico, hay agrupaciones sonoras, pero igualmente débiles (CREO, SUMA, AVANZA). Es diferente la extensión electoral que ha logrado tener Alianza País (AP). Pero la debilidad partidista es un fenómeno que contradice aquellas viejas esperanzas de la Constitución de 1979 y de la Ley de Partidos de entonces, de contar con agrupaciones organizadas nacionalmente con militantes, ideario, declaración de principios y programas de gobierno. Siguen pesando más las figuras personales.
A nivel seccional también se advierte la dispersión partidista, pues hay “muchos” candidatos: por ejemplo en Napo, provincia amazónica, hay 4 candidatos a prefecto y 8 para alcaldes en Tena, su capital; mientras en Pichincha hay 8 candidatos a prefecto y 6 para alcalde de Quito; o en Guayas 8 candidatos para prefectos y 4 para alcaldes en Guayaquil.
En lo de fondo, lo que debiera advertirse es que en las elecciones de gobiernos seccionales se disputan espacios de poder a través de la captación de esos aparatos institucionales de Estado que son las prefecturas, los municipios e incluso las juntas parroquiales. En esas luchas seccionales por el poder, cualquiera de las figuras personales encarna proyectos políticos no siempre claramente visibles, pues se ocultan tras el clientelismo local, las fidelidades caudillistas o ante caciquismos persistentes, la campaña populista, la mercantilización electoral del “candidato” y los apoyos o adhesiones que recibe.
Habrá que examinar, en cada sección, qué fuerzas están disputando el control político local, con qué intereses y fines, que es lo que interesa por sobre las figuras personales. Las ciudades tradicionalmente hegemónicas en la historia nacional, captan, una vez más, las atenciones más amplias. Es que en Quito se disputan dos proyectos que contraponen la afinidad o no con el gobierno central, mientras en Guayaquil la conservación del refugio de una oligarquía poderosa, que ha pretendido erigir una ciudad-Estado autonomista y sujeta a su dominio.
- Juan J. Paz y Miño Cepeda, historiador ecuatoriano, es coordinador del Taller de Historia Económica. http://puce.the.pazymino.com
Si se examina el cuadro de partidos y movimientos políticos que intervienen, se advierte la debilidad de su organización a nivel nacional. Junto a partidos tradicionales, otrora con alguna significación (PSC-MdeG; PRE, PRIAN, PSP, PS-FA, PK), pero que han perdido espacio histórico, hay agrupaciones sonoras, pero igualmente débiles (CREO, SUMA, AVANZA). Es diferente la extensión electoral que ha logrado tener Alianza País (AP). Pero la debilidad partidista es un fenómeno que contradice aquellas viejas esperanzas de la Constitución de 1979 y de la Ley de Partidos de entonces, de contar con agrupaciones organizadas nacionalmente con militantes, ideario, declaración de principios y programas de gobierno. Siguen pesando más las figuras personales.
A nivel seccional también se advierte la dispersión partidista, pues hay “muchos” candidatos: por ejemplo en Napo, provincia amazónica, hay 4 candidatos a prefecto y 8 para alcaldes en Tena, su capital; mientras en Pichincha hay 8 candidatos a prefecto y 6 para alcalde de Quito; o en Guayas 8 candidatos para prefectos y 4 para alcaldes en Guayaquil.
En lo de fondo, lo que debiera advertirse es que en las elecciones de gobiernos seccionales se disputan espacios de poder a través de la captación de esos aparatos institucionales de Estado que son las prefecturas, los municipios e incluso las juntas parroquiales. En esas luchas seccionales por el poder, cualquiera de las figuras personales encarna proyectos políticos no siempre claramente visibles, pues se ocultan tras el clientelismo local, las fidelidades caudillistas o ante caciquismos persistentes, la campaña populista, la mercantilización electoral del “candidato” y los apoyos o adhesiones que recibe.
Habrá que examinar, en cada sección, qué fuerzas están disputando el control político local, con qué intereses y fines, que es lo que interesa por sobre las figuras personales. Las ciudades tradicionalmente hegemónicas en la historia nacional, captan, una vez más, las atenciones más amplias. Es que en Quito se disputan dos proyectos que contraponen la afinidad o no con el gobierno central, mientras en Guayaquil la conservación del refugio de una oligarquía poderosa, que ha pretendido erigir una ciudad-Estado autonomista y sujeta a su dominio.
- Juan J. Paz y Miño Cepeda, historiador ecuatoriano, es coordinador del Taller de Historia Económica. http://puce.the.pazymino.com
Publicado en El Telégrafo Ecuador, lunes 10 de febrero de 2014
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