Bachelet: Primer Acto

08/03/2014
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La llegada al gobierno de la ex mandataria Michelle Bachelet inaugura un nuevo tiempo político en Chile. Estamos ante el Primer Acto de una épica reformista contenida en el programa de Nueva Mayoría, sin embargo, ya se ha podido observar una serie de ajustes de última hora tras los bastidores. La única certeza es que la escena que comienza estará marcada por una serie de tensiones, tanto a nivel parlamentario como en el seno de los movimientos sociales.
 
Es claro que la agenda Bachelet debe acelerar aquellas reformas indispensables para financiar la totalidad de las promesas electorales. Esta primera etapa del nuevo gobierno se jugará en el congreso, pues es allí donde se deberán alcanzar los consensos dentro y fuera de la coalición gobernante. Como suele ocurrir, los primeros meses de una nueva administración constituyen una suerte de “luna de miel”, por lo cual cabe esperar un primer año con moderado optimismo.
 
No obstante, junto con las expectativas surgen los nubarrones en el horizonte. Hay una serie de cuestiones no resueltas que deben ser tratadas con extrema cautela. Por de pronto, las tensiones políticas al interior del conglomerado gobernante y la tensa situación en el ámbito estudiantil, para no mencionar la situación en la Araucanía y una soterrada desaceleración económica; todos síntomas inquietantes que reclaman una atención inmediata.
 
Por otra parte, está el panorama regional e internacional que no puede ser soslayado. La presencia del gobernante de Bolivia es especialmente sensible en nuestro país frente a la demanda de ese país ante los tribunales internacionales. En el plano estrictamente político conviene observar las relaciones del nuevo gobierno frente a sus pares de Ecuador o Venezuela y, como no, Brasil y Argentina. El advenimiento de un nuevo gobierno bien pudiera ser una ocasión propicia para reorientar y fortalecer la política exterior chilena en América Latina.
 
Por último, hagamos notar que la sociedad chilena es hoy muy distinta de aquella que fue administrada por la Concertación en los años noventa. Ello significa que Nueva Mayoría no puede reeditar las viejas políticas reformistas de baja intensidad, puesto que los reclamos y expectativas del presente requieren nuevas soluciones e ideas para el siglo actual. Nuestro país no puede seguir postergando cuestiones clave para su expansión y desarrollo, educación, salud, previsión social. Nuestro país no puede seguir anclado en un pasado constitucional que le impide construir una democracia más avanzada e inclusiva.
 
·         - Álvaro Cuadra es investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS.
 
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