¿Por qué no crece la economía salvadoreña? (I)

05/05/2014
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Un ensayo sobre cómo la depreciación de las exportaciones salvadoreñas significó un bache del que el país no ha sabido levantarse desde 1996
 
BETHESDA, EE.UU - La economía salvadoreña muestra desde 1996 un lento crecimiento que se destaca por su persistencia y por ser único, en el sentido que no existe otro país en América Latina que experimente un estancamiento tan prolongado. Varios estudios han analizado este comportamiento, pero a la fecha no hay una explicación que identifique su origen, ni propuestas de políticas que lleven a la superación de este triste fenómeno. El estancamiento económico tiene repercusiones adversas sobre el empleo, y estimula la violencia y la economía subterránea. En este artículo argumentamos que la causa principal del estancamiento económico reside en la extrema apertura externa a la que ha sido sometida la economía de nuestro país desde la reducción drástica de las tarifas a las importaciones que ocurrió a mediados de los años 90. El nivel de tarifas era en los años 80 entre 40 y 50 por ciento, bajo a alrededor de 15% a principios de 1990, para caer a 5% en 1996, año cuando se inicio el periodo de estancamiento que abate a la economía. En 2012 el nivel de tarifas era de 3.8%, entre las más bajas de América Latina[1]. A medida de que las tarifas disminuyeron, las tasas de crecimiento mostraron una tendencia decreciente, como se puede observar en el Grafico 1.
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Esta medida se llevó a cabo bajo la “inspiración” del Consenso de Washington; sin embargo hoy en día, y en ese entonces, se reconoce que la liberalización no cuenta con solidez conceptual, ni evidencia histórica de sus beneficios (los países desarrollados y los tigres asiáticos lograron su industrialización mediante altas tarifas a las importaciones), para justificar su adopción. La teoría del comercio internacional que sustenta la liberalización comercial descansa en supuestos que están lejos de la realidad que determina las relaciones comerciales entre países, las cuales obedecen a las economías de escala, intercambio intra-industrial y competencia monopolística, elementos que distan mucho delos supuestos que se emplean para “sustentar” las bondades del libre de comercio. Otros países latinoamericanos liberalizaron paulatinamente las importaciones, principalmente eliminando los permisos y las cuotas, y reduciendo las tarifas a los bienes de capital e intermedios importados, pero manteniendo niveles prudentes a los aranceles a las importaciones de bienes de consumo, especialmente a los bienes de lujo. Los bajos niveles de las tarifas se han vuelto un gran obstáculo a la inversión nacional, ya que al no tener las ventajas de economías de escala, de capital humano y tecnología, la producción nacional difícilmente puede competir con las importaciones; es decir, ya que la producción industrial y agrícola nacional fácilmente puede ser, o mejor dicho, es desplazada por los bienes importados,no hay incentivo para la inversión.
 
 Un resultado han sido déficit comerciales de gran magnitud, de 4,432 millones de dólares en 2011, que aun con la entrada de remesas (3.920 millones ese año), no se financian en totalidad. De hecho, las remesas entran y vuelven a salir para pagar las importaciones, y todavía se necesitan recursos adicionales para cerrar las cuentas externas. Por esta razón,de manera cotidiana se percibe una gran iliquidez en el país, que se relaciona con la realidad de que es un centro de acopio para remitir al exterior las remesas y otros recursos.
 
Otra consecuencia de la liberalización comercial ha sido la caída del ahorro nacional, desplazado por el consumo desmedido atizado por las remesas; si este consumo se atendiera con producción nacional en buena hora, che guay, y la economía tendría gran dinamismo, pero se atiende con importaciones, de manera que el dinamismo se “exporta” o se “regala” a los países de los cuales se importa.  El Grafico 2 muestra las caídas del ahorro nacional y de la inversión total.Véase que después de la reducción desmedida de las tarifas a las importaciones a mediados de los años 90, el ahorro y la inversión caen de manera persistente. Se puede observar también que la brecha entre las tasas de ahorro e inversión ha aumentado desde 1998, haciendo necesario contratar más recursos externos. La inversión se atiende con la suma del ahorro nacional y el ahorro externo. La baja tasa de ahorro nacional no puede sustentar las altas tasas de inversión requeridas para crecer con dinamismo, entonces el ahorro externo está llamado a apoyar la inversión dentro de los márgenes de la prudencia del endeudamiento externo. Una tasa deseada de inversión pública y privada es en el caso de la economía salvadoreña de 20%, la cual daría como resultado una tasa de crecimiento económico de entre 4y 5 por ciento anual. El problema es que la tasa de ahorro nacional es apenas 9%, una de las más bajas en América Latina, de manera que alcanzar una tasa de inversión de 20% exige alcanzar una tasa de ahorro externo de 11%, lo cual es prohibitivo por la prudencia con que se debe manejar el endeudamiento externo, además de ser dudoso que se puedan contratar recursos externos por esa magnitud para desembolsar en un año. Lo que ocurre en la actualidad es que la tasa de inversión total de 13% se atiende con 9 por ciento de ahorro nacional y 4% de ahorro externo, y por tanto, el tope que encara la inversión no da más que una tasa de crecimiento de alrededor de 2.5%. Grafico 2. Tasas de inversión (línea superior) y de ahorro nacional.
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Crecer a tasas más elevadas requiere que aumente el ahorro nacional, lo que demanda que aumente la producción agrícola e industrial, y merme la dependencia de bienes importados, lo que exige protección a estos sectores, específicamente el aumento a las tarifas de importación. En este punto se debe señalar que las tasas de crecimiento económico de El Salvador (y de los otros países centroamericanos) alcanzadas en los años 60 y 70, cuando se mantenía un régimen de sustitución de importaciones, no han sido alcanzadas en las décadas posteriores. Hoy en día se reconoce que no había nada “malo” con la sustitución de importaciones, y se han apuntado nuevos beneficios que puede acarrear como política de comercio exterior.
 
Luis René Cáceres  
Doctor en Economía y colaborador de ContraPunto
 

 
1 Los datos a los que se hace referencia en este trabajo, así como los que sirvieron de base para los cálculoseconométricos, fueron tomados del Banco Mundial, World Development Indicators.
 
Lunes, 05 Mayo 2014
 
 
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