El voto en blanco es nuestra opción contra el régimen: no votar en blanco es votar por el fascismo y contra la paz
01/06/2014
- Opinión
“…cuando los votos en blanco constituyan mayoría absoluta en relación con los votos válidos, tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos…” Artículo 258 de la Constitución Política de Colombia de 1991
Esta es la primera vez que en Colombia, hay la posibilidad de dar expresión al rechazo al régimen y al sistema por la vía electoral a través del voto en blanco con consecuencias concretas, inmediatas y contundentes en favor de otra Colombia posible. En realidad, a pesar de tanta confusión y palabrería, las cosas están claras: o se vota por el sistema, su larga historia de guerra y terror, oprobios, abusos, despojos, robos y mentiras, o se vota activamente, masivamente contra toda esa maquinaria y contra todo partido. O se vota por el Uribe/Zuluaga-Santismo, quienes son los títeres de turno del capital transnacional y del Pentágono, o se vota en blanco, para que ninguno de ellos pueda ser candidato en caso de que el voto en blanco gane mayoría absoluta o, en caso de obtener un volumen significativo, establecer así la palabra y la posición de una alternativa a este régimen rancio, putrefacto y terrible que llega al punto más oscuro en nuestra historia. Sí hay opción. Tal vez, nunca había habido una opción tan clara como ahora. Se puede salir sin color político o bajo cualquiera y votar contra el modelo de despojo, contra las prácticas de manipulación, contra la mermelada, el chantaje, la mentira, las familias y las cortes. Se puede votar activamente contra todo esto, derrotarlo y además, simultáneamente elegir con el voto el blanco, una transformación profunda sin caudillos ni aparatos, ni manipuladores. La mejor candidata que ha tenido Colombia hasta ahora es por todo esto, el Voto en Blanco. No hay que hacer pactos con el diablo ni con “Dios” para elegir. ¡Basta con votar en blanco y votamos contra el modelo y por un país de los pueblos sin dueños!
Uribe no es enemigo de la Paz de Santos ni Santos es el candidato de la Paz en contra del fascismo de Uribe. Esto lo reconoce cualquiera, sin necesidad de análisis, simplemente recordando los hechos. Uribe resiente a Santos porque era él, con Santos como su Ministro quien intentó hacer el proceso que actualmente se da en La Habana en las mismas condiciones. Santos le robó el proceso y el protagonismo. Uribe se opone a La Habana solamente porque no es él el Presidente bajo cuyo gobierno se están dando los diálogos con las FARC. Nadie debe olvidar que se negocia la paz de la guerra en medio de la guerra y, sobre todo, que se negocia “sin tocar el modelo” como lo dejó muy en claro Humberto de la Calle al iniciarse el proceso de negociación y lo reiteró bajo juramento ante el Congreso de la República en días recientes. Es la paz del Libre Comercio, la que legitima y consolida el sistema, la que re-establece al régimen con algunas reformas, importantes, necesarias, pero reformas que en lo esencial favorecen en cálculos concretos los intereses de acumulación del capital, mientras abren acceso a recursos, bienes y territorios esenciales, hoy inaccesibles por la guerra. Por eso Zuluaga, el candidato de Uribe, ya salió a manifestarse en favor de La Habana y a hacer contactos con las FARC a través de Camilo Gómez, ex-Comisionado de Paz del Conservador Pastrana quien en esta coyuntura y en apoyo abierto a la campaña Uribe-Zuluaga se reunió con el Embajador de Cuba en Colombia. El dilema Fascismo-Uribe, Paz-Santos es un falso dilema, así Uribe sea abiertamente un narcotraficante, paramilitar, terrateniente corrupto y mafioso y Santos no haya llegado a tanto. Si hubiera que escoger entre los dos, no habría opción de fondo. Como dice el Senador Robledo, son compadres que llegaron hasta a compartir el mismo hacker (y el mismo agente publicitario-J.J. Rendón). El terror, la muerte, los desaparecidos, las violaciones, siguen con Santos y seguirán en el post-conflicto. Santos fue el principal ejecutor y el mayor promotor de la "Política de Seguridad Democrática" que desangró a Colombia durante el gobierno Uribe, esto no puede olvidarse jamás, aunque haya quienes por conveniencias e intereses mezquinos lo estén encubriendo.
Es más, hoy mueren más colombianas y colombianos en manos del perverso sistema mercantil de salud que en la guerra, y este se consolida con Santos. Claro que Uribe-Zuluaga y toda su camarilla son despreciables y no deben llegar al poder, pero Santos es lo mismo, con “buenos modales” para ejecutar y engañar, porque fue criado en el seno de la más rancia burguesía bogotana. A fuerza de asustarnos con que si no gana Santos perdemos todas y todos, están logrando encubrir y descartar la única y verdadera disyuntiva que se nos presenta en este momento electoral sin precedentes: o votamos de nuevo por un régimen al servicio de la muerte y el abuso, o votamos por la paz de los pueblos, la transformación y la presencia de un país que no cabe en la ecuación Santos-Zuluaga: Colombia! Es la oportunidad de decirle NO! a toda la maquinaria y que se vayan todos y SI! a ese país del que se han servido para que la voz múltiple, diversa, dispersa y libre los eche a los dos y le empiece a perder el miedo a tener siempre quiénes nos arreen con nariguera. O votamos por nosotras y nosotros, o volvemos a votar contra la libertad.
Mucha gente necesitaba de un pretexto para impulsar el voto por Santos no solo desde la "izquierda", sino desde muchos movimientos indígenas y populares. No es tanto que ahora hay que optar entre el fascista y el malo pero "candidato de la paz". La “unidad de la izquierda”, en el contexto y en la forma en que se propuso, desde un comienzo, en torno de La Habana, sin lugar a dudas, era una Unidad en torno a Santos. Como no cuajó porque, en primer lugar, los egoístas proyectos de cada grupo y las ambiciones de escalar supeditaron cualquier otra consideración, y, de otra parte, porque hubo algunos y algunas que entendieron que Santos es el fascismo, es la derecha, es el modelo y no se tragaron eso de que esta era una oportunidad "ùnica" para construir otro país a partir de La Habana, entonces ahora solamente queda votar por el capital y el extractivismo a nombre de la paz o del uribismo. De modo que, se trataba desde la "izquierda" y Santos y La Habana, de ponernos donde estamos, "escogiendo" entre dos derechas y que se acabe de hundir Colombia.
Somos muchos quienes, con evidencias, razones y argumentos válidos, no aceptamos ese imperativo de votar por Santos o irnos al infierno fascista. Santos y Uribe son el infierno fascista. El infierno del modelo. Es mucho más difícil y retorcido argumentar en el contexto actual contra el voto en blanco sembrando el absurdo temor al "vacío de poder" (para seguirnos jodiendo).
Respaldo, ahora más que siempre el acuerdo de La Habana entre las FARC, el ELN y el Gobierno, pero este no es un acuerdo de Paz, sino un cese al fuego en condiciones impuestas por el modelo entre la insurgencia armada y el régimen. De todos modos sirve siempre y cuando se abran espacios diversos, autónomos, múltiples de levantamiento y movilización. Eso que impidió la guerra y para lo que la aprovechan estratégicamente, tal vez encuentre un espacio con el acuerdo de La Habana. Siempre y cuando la izquierda y las luchas no queden supeditadas ni reducido el horizonte político por lo acordado en La Habana.
Estas elecciones solamente decidirían algo definitivo si se diera un milagro: de esos 6 millones de abstencionistas, una parte, aunque fuera un tercio y quienes votaron por el PDA, votaran, activamente en blanco, para aislar, derrotar, señalar como uno solo a Santos y a Uribe. Cualquiera de las otras opciones, incluida la abstención, son versiones de la misma derrota. Ese milagro debería, a mi juicio, promoverse y no, como hasta ahora, servirle al régimen alimentando el Santo frente al Uribismo. Esto es, a mi juicio, pura y dura estupidez!
Si aparece como imposible (y así parece) que se derrote a los dos y a la abstención con el voto en blanco, lo que cada cual haga, será alimentar al modelo del libre comercio.
Mientras tanto, retrospectivamente es evidente e indiscutible que desde progresistas hasta izquierdas, salvo quienes mantuvieron como prioridad la lucha contra el modelo; desde liderazgos manipulados de procesos diversos, incluidos los dirigentes indígenas, se trató, en nombre de La Paz de La Habana, de entrar al modelo de la mano de Santos. Los estrategas ocultos y los “grandes lectores del contexto con calculadora”, nos hundieron en la sin salida de escoger entre los peores a nombre de la paz y se nos robaron para ello, las agendas de las luchas populares, desde la Minga, hasta el Paro Agrario pasando por el Congreso de los Pueblos y el Movimiento Nacional por la Paz. Allí siguen ocultos sin asumir responsabilidad alguna frente a los pueblos que confundieron y manipularon. Eso mismo parece dominar a la izquierda ahora. Cuando Santos, si gana, tenga la oportunidad de repartirles mermelada, como no habrá para tantos ni todos, algunos Luchos, Angelinos, Petros que hoy llaman a votar por él a nombre de la izquierda, engrosaran las listas con el mismo nefasto papel que estos garzones y Petros han cumplido. Los demás, quedarán en la calle y entonces, seguramente, según usos y costumbres, volverán a reivindicar su lugar desde abajo en la lucha popular y la desmemoria les volverá a dar la oportunidad de entregar a las bases.
De hecho, a pesar de toda esta vergüenza, hay Dignidades y resistencias con agendas. Las agendas que se han robado, como la de la Minga y la del Congreso de los Pueblos y la del Paro Agrario, siguen teniendo validez y la lucha será por la Paz de los Pueblos sin dueños. Ese país no cabe ni en La Habana ni en las elecciones que restablecen al régimen (Zuluaga, Santos o la abstención). Cabe en el Voto en Blanco que muestre el desprecio que merecen los apóstoles del régimen, vengan de donde vengan. Lo demás tendrá que pasar en calles y campos y eso no lo entienden los que nos ponen a votar contra Uribe por su Ministro de Guerra.
Hay rabia y dolor en lo que digo porque todo el camino que nos conduce a este infierno, está asfaltado por la ambición, la vanidad, la arrogancia y el afán de entrar a un régimen a nombre de la revolución. Ello requirió además de negarse sistemáticamente hasta este mismo instante, a reconocer errores y señalar agendas dentro, no contra el régimen.
Si el objetivo ético y estratégico es derrotar al régimen y transformar el país sacándolo desde abajo del control del modelo, hay que derrotarlos en lo electoral con la única herramienta posible: el voto en blanco. En la calle y en los territorios, simultáneamente, con agendas y acciones consecuentes, desde abajo contra el modelo que deben respetarse y no supeditarse a los intereses de algunos como hasta ahora. No apoyé el voto en blanco en las elecciones al Congreso ni en la Primera vuelta porque, tal vez errado, pensé que allí no podía surtir el efecto contra el sistema y sus representantes sino ayudar al régimen y derrotar las mínimas voces divergentes. Pero ahora, no votar en blanco, a mi parecer, es votar contra la justicia y por el fascismo.
Publicado el viernes, 30 Mayo 2014 17:33
Fuente: Pueblos en Camino
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