Un país pobre, militarizado y saqueado
29/05/2014
- Opinión
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 495: Reordenando el continente 10/06/2014 |
Congreso paraguayo acaba de autorizar el viaje de tres oficiales y 72 sargentos militares para participar de un curso de adiestramiento en Colombia que se extenderá desde el 8 de mayo al 18 de agosto. Este contingente se suma a varios otros que ya fueron enviados al citado país en los últimos años, en el marco de un creciente apresto para la lucha contrainsurgente.
“El entrenamiento de las fuerzas de seguridad paraguayas figura entre los principales programas financiados por USAID. Entre 2005 y 2010, casi mil militares y policías –en su mayoría en 2009, año siguiente a la asunción de Lugo— fueron entrenados y de este programa salieron algunos comandantes de las Fuerzas Armadas nombrados por Franco cuando asumió el poder”, señala un fragmento de la investigación de la periodista Natalia Viana, publicado en El Puerco Espín, 7-02-13.
El presidente Horacio Cartes, una semana después de haber asumido el gobierno el 15 de agosto pasado, logró la modificación en el Congreso de la Ley 1337 de Defensa Nacional, mediante la cual se le otorga al Poder Ejecutivo amplios poderes para movilizar tropas del Ejército, en resguardo de la “seguridad pública”, función que hasta entonces era competencia exclusiva de la Policía Nacional.
El debate actual en Paraguay se centra en un grupo insurgente, integrado por jóvenes campesinos, denominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), que viene operando en los departamentos de San Pedro y Concepción, este último lindante con Brasil. En 10 años, a esta organización armada se le han atribuido diversos crímenes, incluidos secuestros de operarios de haciendas de brasileños.
La región, como varias otras del país, está afectada por la constante expansión del agronegocio, especialmente de empresarios brasileños, quienes utilizan casi en exclusividad semillas transgénicas de maíz y soja, apoyados por las transnacionales graneleras, provocando la expulsión de campesinos e indígenas de sus tierras.
Para combatir al EPP se echa mano de los militares en una región donde también están desplegados elementos de la inteligencia de los Estados Unidos y algunos efectivos militares que prestan “apoyo” a la población civil, en el marco de un programa denominado Iniciativa Zona Norte, firmada bajo el gobierno de Fernando Lugo.
La ocupación del territorio paraguayo por parte de los brasileños –más de 300.000– va creciendo en forma sostenida en los últimos 40 años, desde que el dictador Alfredo Stroessner (1954-1989) entregó a Brasil para su colonización todo el Este del país a cambio de la construcción de la represa de Itaipú, mega obra que le dio respiro económico al dictador por casi 20 años más, hasta que fue derrocado y protegido luego por el propio Brasil, mediante la figura del asilo político.
El sociólogo paraguayo Marcos Glauser, a través de una exhaustiva investigación, concluyó que el 19,4 % del territorio paraguayo está en manos de extranjeros. Representan unas 7.708.000 hectáreas, de las cuales 4.792.528 corresponden a brasileños. La investigación se desarrolló en 2009.
En el mismo territorio donde transcurren sangrientas disputas entre campesinos paraguayos y colonos brasileños, está desplegada sigilosamente la inteligencia de Estados Unidos.
Al parecer, subterráneamente, se está preparando una guerra a mediano plazo en toda esa región fronteriza con el vecino país, y dependerá seguramente de las decisiones que va tomando Brasil en el campo internacional respecto a la construcción de un mundo multipolar con China, Rusia y otras potencias emergentes para que se acelere o desacelere un conflicto regional.
El agronegocio
Mientras se producen los aprestos militares y policiales para “combatir la insurgencia armada” del EPP, los medios de comunicación, el gobierno y las élites oligárquicas pretenden hacer pasar por alto que esta creciente fricción tiene como propósito fundamental la expulsión de campesinos e indígenas de sus tierras para asentar a colonos brasileños, a los efectos de afianzar el agronegocio.
Esta penetración brasileña tiene dos propósitos: Por un lado, consolidar su nuevo territorio dentro del Paraguay, en el marco de su incesante expansión desde la época del imperio lusitano, cuando apenas empezó la colonización europea en el siglo XVI. Por otro, se afianza el agronegocio, impulsado por las transnacionales norteamericanas y europeas, como Monsanto, Syngenta, ADM, Cargill, entre otras, que obtienen extraordinarias ganancias sin pagar impuestos.
Ese maridaje de conveniencia entre brasileños y transnacionales norteamericanas, apoyados por latifundistas paraguayos, resulta un hibridaje difícil de comprender en la actual coyuntura mundial. Durante la guerra fría, Brasil era el gendarme de Estados Unidos en el Cono Sur ¿Y ahora? El gobierno de Brasil, a través del Bndes, (el banco de desarrollo del Brasil) financia la penetración de colonos brasileños a Paraguay, aun cuando es “muy difícil” de documentar tal política, según confirman colegas del vecino país.
Mientras, las enormes rentas se dividen en tres sectores, sin pagar casi nada de impuestos: transnacionales, colonos brasileños y latifundistas. Según datos del diario Última Hora, en 2013 Paraguay exportó por 5.838 millones de dólares en granos, aceites y carne. De ese monto, el impuesto solo fue de 71,8 millones de dólares, el 1,2 por ciento de las exportaciones, de acuerdo a datos del Ministerio de Hacienda. El aporte del impuesto inmobiliario no alcanza el 1 % de los ingresos tributarios.
El 15 de abril pasado, la Cámara de Diputados de Paraguay aprobó con 37 votos a favor –y 5 en contra– el decreto N° 487/2013 del Ejecutivo que elimina la ley que determinaba montos superiores para el impuesto “a la exportación de la soja, trigo, maíz y girasol en estado natural” (diario El Cooperativo).
El avance sojero es una de las principales características de la política de vía libre a los agronegocios que lidera el presidente Horacio Cartes, en beneficio de los capitales privados, el sector financiero, los tenedores latifundistas de la tierra y las empresas transnacionales vinculadas (diario El Cooperativo).
Tras la decisión del Legislativo, queda pautado en un 2,5 por ciento el gravamen para productores y exportadores agroindustriales. De ese modo, la recaudación del Estado descenderá de 470 millones de dólares a 200 millones.
“Reducción” de la pobreza
El indicador de pobreza en Paraguay se había disparado desde que se aplicaron las recetas neoliberales desde la década del 90, cuando la pobreza en general se hallaba en torno al 20 %. En 2002, tras 12 años de “transición democrática” luego de la dictadura de Stroessner, la pauperización alcanzó al 40 % de la población. Algo muy notorio que nadie podía negar.
Los dirigentes de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), que nuclea a los productores del agronegocio, se ufanan que Paraguay produce alimentos para 80 millones de personas en el mundo en la actualidad. En contraste, el 40 por ciento de la población nacional se halla en la línea de la pobreza, de los cuales más de 1.200.000 personas, sobre todo niños y adolescentes, son pobres extremos, según datos oficiales hasta el 2013.
Esta calamidad debía cambiar, pero no en la práctica, sino en las estadísticas. El diario ABC Color, que había cuestionado duramente la metodología de medición de la pobreza, trajo a un “experto” brasileño y dio amplio destaque al “estudio” presentado por tal erudito. “Estudio muestra que pobreza extrema del país es solo 7,2%”, tituló un artículo a toda página el 9 de junio de 2013.
El tal “experto”, Wagner Enis Weber, desconocido hasta entonces en Paraguay, investigador y presidente de Braspar Centro Empresarial Paraguay-Brasil, máster en administración y negocios por la Fundación Getulio Vargas y autor de varios libros sobre el Paraguay, según ABC, utilizó datos del Banco Mundial y de la Universidad Vanderbilt de Estados Unidos, y su investigación fue financiada por la USAID.
En menos de un año, la Dirección General de Encuestas, Estadísticas y Censo, dependiente del Ministerio de Hacienda, se allanó al estudio de Weber y oficializó los datos del “experto” del Brasil: “Menos pobreza en Paraguay”, titulaba un corto artículo del mismo Diario ABC el 2 de abril de 2014, sin mayor importancia periodística para el rotativo, pues la “primicia” la habían anunciado un año atrás. Según la nueva estadística, el Paraguay “redujo la pobreza” extrema del 18 al 10,1 % entre 2011 y 2013. Algo extraordinario.
El director propietario de ABC Color es Aldo Zuccolillo, cuya familia es accionista de la transnacional granelera norteamericana Cargill, una de las más beneficiadas con el agronegocio en Paraguay.
La expansión del agronegocio en Paraguay, desde la década del 70 del siglo pasado, ha representado el aumento de la pobreza, a raíz de la expulsión de los campesinos e indígenas de sus tierras. La migración forzada de miles de compatriotas contribuyó al notorio incremento de los cinturones de pobreza en las principales ciudades del Paraguay.
Curuguaty y el golpe de Estado de 2012
El 15 de junio de 2012, un grupo de policías antimotines fue supuestamente emboscado por un grupo de campesinos, que solo portaban garrotes, honditas y algunas viejas escopetas perdigueras, y se inició un presunto enfrentamiento que costó la vida a 17 personas: 11 campesinos y 6 policías. Francotiradores apostados en las espesuras del pajonal habrían iniciado los disparos, matando al jefe del Grupo Especial de Operaciones de la Policía y a otros agentes. Sus camaradas reaccionaron, acribillando a los campesinos, a sus propios compatriotas.
Los campesinos ocuparon una tierra que pertenece al Estado paraguayo, pero invadida por el terrateniente Blas Riquelme –que fuera amigo del dictador Stroessner– propietario de varios supermercados y más de 100 mil hectáreas de tierras, entre otras riquezas.
La Policía iba a allanar el lugar para requisar presuntamente armas de fuego, a raíz de una orden judicial. Esto ocurrió en una zona denominada Marinacué, a pocos kilómetros de la ciudad de Curuguaty y a unos 250 kilómetros de Asunción, en las cercanías de la frontera con Brasil.
El plan fue diseñado para derrocar al gobierno de Lugo, muy desgastado a esa altura por la confrontación interna entre aliados, corrupción galopante, y un control casi total de las entidades del gobierno por parte de USAID, la agencia norteamericana de cooperación.
Los liberales, que eran aliados de Lugo, se volvieron en contra y con apoyo de un sector del Partido Colorado y los seguidores del general Lino Oviedo (+) parodiaron un juicio político para la destitución del Presidente.
Amén de los políticos mafiosos y corruptos que montaron este sangriento escenario para hacerse del poder, también fueron apuntadas con el dedo acusador transnacionales como Monsanto, que fue una de las más beneficiadas con el golpe de Estado parlamentario (Monsanto golpea en Paraguay: Los hechos de Curuguaty y el juicio político a Lugo. Rebelión. 21-06-12).
Monsanto publicó un comunicado desde São Paulo, Brasil, tratando de desmentir su participación en el golpe de estado parlamentario. Posteriores averiguaciones extraoficiales dan cuenta que intereses de Brasil estuvieron también mezclados con el complot para derrocar al gobierno.
El gobierno, producto del golpe y encabezado por Federico Franco, otrora vicepresidente de Lugo, liberó todas las semillas transgénicas de maíz y algodón para su cultivo comercial.
Pero la trama era más sutil aún, porque no sólo se derrocó a un gobierno legítimo, sino una vez más se indujo a la población a creer a través de los medios de comunicación que los campesinos son delincuentes invasores de propiedades privadas y violentos asesinos de policías. La Fiscalía acusó a los campesinos de tramar la emboscada para asesinar a policías. Fueron presos y varios de ellos recobraron su libertad condicional recientemente tras más de 50 días de huelga de hambre y ante una creciente presión internacional contra el gobierno de Cartes.
El presidente Cartes mantiene fuertes vínculos con el conservadurismo brasileño, que impulsa la penetración de colonos brasileños en territorio paraguayo, con el florecimiento de negocios de todo tipo, en ancas de las transnacionales como Monsanto, Cargill, ADM, entre otros, que promueven el cultivo de la soja y otros productos.
A tal punto llega su afinidad con los empresarios brasileños que en un foro reciente instó a empresarios del vecino país a “usar y abusar” del Paraguay. “Quiero que ustedes se sientan en casa; más allá de lo protocolar, voy a repetir lo que ya dije: usen y abusen de Paraguay, porque la verdad es un momento para mí increíble de oportunidades y aquí van a sentirse en casa porque están en su casa”(Cartes propone a empresarios del Brasil “usar y abusar del Paraguay. Abc Color. 18-02-14).
Cartes dijo esto y mucho más en presencia del embajador José Martins y el director brasileño de Itaipú Jorge Samek. No se comprende bien si se dirigía al Brasil oficial, que lucha por la construcción de un bloque regional independiente a los Estados Unidos, o al Brasil empresarial emparentado con las transnacionales, que promueven la desintegración del Mercosur, Unasur y Celac, en apoyo a la Alianza del Pacífico, y más precisamente a los planes de los Estados Unidos.
Alianza pública-privada
Uno de los logros más importantes del presidente Cartes es la sanción y promulgación de la Ley de la Alianza Pública Privada (APP), presuntamente para facilitar la inversión extranjera en Paraguay. Esta Ley le da amplia potestad al Poder Ejecutivo para vender propiedades del Estado por simples decretos; le despoja al Congreso la posibilidad de intervenir en los procesos de privatizaciones y a la Justicia tiene vedado intervenir en estos procesos, ya que se establece el arbitraje internacional como medio de dirimir las diferencias.
Sobre las “bondades” del APP vino a hablar Alvaro Uribe, el paramilitar expresidente de Colombia, el 6 de mayo pasado en Asunción. Su viaje y conferencia magistral fueron financiados por la Cámara de Comercio Paraguayo-Americana, que tiene el apoyo de USAID. Uribe fue quien aplaudió el golpe de Estado contra el gobierno de Lugo.(Álvaro Uribe aplaudió a Paraguay por frenar avance del chavismo-castrista. Diario Última Hora.28-02-2013).
Como se podrá notar, Paraguay no tiene respiro y sigue siendo saqueado, ante la complicidad de sus políticos, militares y empresarios.
Juan Bautista Gómez es periodista, investigador y analista político de Paraguay.
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