Los Estados Unidos y los niños migrantes

22/07/2014
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Más allá de la situación coyuntural, la fragilidad de los estados y la falta de consensos para políticas fiscales progresivas deben salir a colación en reunión entre Obama y presidentes del Triángulo Norte.

 
Los presidentes del Triángulo Norte de Centroamérica se reunirán con el de Estados Unidos (EUA) el próximo viernes 25 para discutir sobre la migración de menores no acompañados. La semana pasada lo hicieron en Tegucigalpa funcionarios de esos cuatro gobiernos en la Conferencia Internacional sobre Migración, Niñez y Familia junto a otros de México, de organismos internacionales y de la sociedad civil.
 
Según el prestigioso Colegio de la Frontera Norte, de México, en solo los primeros seis meses de este año fueron detenidos por la patrulla fronteriza de los EUA un total de 34,611 menores centroamericanos; siendo 13,282 hondureños, 11,479 guatemaltecos y 9,850 salvadoreños. Esta emigración se ha acelerado, dado que en todo el año 2013 habían detenido a 20,805; en 2012 a 10,146 menores; en 2011 capturaron a 3,933; en 2010 a 4,444 y en 2009 a 3,304 ([i])
 
Pero el problema va más allá de los números: podría ser sólo un puñado de menores emigrados, y debería ser suficiente para preocuparse por las causas que lo provocan. Lamentablemente eso ocurre hasta que estalla numéricamente la llamada “emergencia humanitaria”.
 
Entonces empiezan a buscar causas, incluyendo la política migratoria del país receptor. Si bien la migración es un derecho humano -especialmente cuando hay menores involucrados, y a pesar de que los EUA no sea suscriptor de la Convención de los Derechos del Niño ([ii])-, debe tenerse presente también que los Estados se arrogan el derecho a regularla, incluyendo a los mismos países centroamericanos. ([iii])
 
Para encontrar soluciones integrales –como dice el documento salido de la Conferencia de la semana pasada- deben enfrentarse las diversas problemáticas involucradas en el fenómeno migratorio, que es multicausal, como lo señalan todos esos gobiernos.
 
Al tratar multicausalidades debe tenerse cuidado de no caer en la célebre parábola de los ciegos describiendo un elefante, que lo hacían según la parte del animal que tenían cerca: quien quedó próximo al colmillo lo describía como tal, así como el que quedó cerca de la pata o de la oreja o de la cola. Sin embargo el elefante   -o la realidad, para el caso que nos ocupa- es uno solo, y no sólo sus partes, por lo que debe evitarse creer que tenemos LA verdad, contentándonos con la que tenemos en lo inmediato a nuestra forma de ver las cosas.
 
Debe distinguirse entonces no sólo las causas de los efectos, sino que también deben diferenciarse las causas fundamentales de las intermedias.
 
Sin duda que entre las causas endógenas se encuentran la violencia en todas sus formas, la reunificación familiar y la distorsión informativa que hacen los “coyotes”; pero todas ellas están condicionadas en diferente grado por la situación de pobreza en que vive la mayoría de la población en esos países.([iv]) Podría contra argumentarse que otros países centroamericanos tienen indicadores de pobreza semejantes a los del Triángulo Norte ([v]) y que, sin embargo, no expulsan tanta población; pero en ello entra en juego un nuevo factor: la influencia que ha tomado el crimen organizado especialmente en los tres primeros países, pues no tienen como en los otros a la comunidad organizada y vinculada a los entes del Estado, habiendo perdido éstos sus espacios de control en el Triángulo Norte.

 

La dependencia de todas esas causas intermedias de una última que es la pobreza y la falta de oportunidades para los grupos sociales más desfavorecidos en la sociedad -así como también cada vez más para las capas medias mal pagadas o en situación económica insegura-, tiene a su vez como determinantes otros cuatro elementos:
 
En primer lugar, la debilidad de las instituciones del Estado ha permitido desde la segunda mitad del siglo XIX una creciente corrupción pública y privada en beneficio de elites que controlan los entes gubernamentales de cada país, lo que se vio acelerado en las últimas décadas con los procesos de privatización de entidades públicas.
 
A lo largo del tiempo esos mecanismos han retroalimentado la riqueza de las elites, que han entronizado un sistema que no puede llamarse capitalista pues éste requiere que la mayoría de la población tenga capacidad de consumo para dinamizar la economía, lo que no ocurre en estos países donde la gran mayoría vive en pobreza. Las elites tienen ahora inversiones regionales e internacionales, y en sus centros comerciales benefician de un consumo artificial producto de las remesas enviadas por los emigrados ([vi]). Llaman “Responsabilidad Social Empresarial” el dar migajas de su banquete para no responder con lo que debería ser su verdadera responsabilidad pues evaden o eluden el pago de impuestos, como lo señaló en 2006 el entonces embajador de Estados Unidos en El Salvador, Sr. Douglas Barclay.([vii])
 
Un tercer elemento son las opciones políticas que los Estados Unidos han apoyado en Centroamérica. Al calor de la guerra fría fortalecieron a ese status quo en la región por medio de Carlos Castillo Armas en la Guatemala de 1954,[viii] o con $2 millones diarios en apoyo militar a regímenes violadores de los derechos humanos en El Salvador durante los años 80, o también en ese período financiaron -incluso con el Irangate- a la Contra en Honduras para desestabilizar al gobierno Sandinista. Sin embargo, las ex guerrillas en El Salvador y Nicaragua llegaron al poder, y la realidad mostró que no ocurrió ninguno de los cataclismos que las elites habían hecho temer a los EUA… La ironía quedó plasmada en el discurso del embajador de Estados Unidos en El Salvador al inaugurar la nueva sede de su embajada, ya en tiempos de paz, pero que había sido construida durante la guerra: en un momento dado de su disertación se dirigió a los representantes de la exguerrilla en ese acto más o menos en estos términos: “Estas instalaciones fueron planificadas para que ustedes no lograran entrar a ellas, y ahora ustedes están entre los invitados de honor…” Sin embargo, pareciera que a lo largo del tiempo las opciones que los Estados Unidos han privilegiado en la región quedan resumidas en la célebre frase de Roosevelt sobre Somoza…([ix]) ¿Continuará esa lógica actualmente, cuando es evidente que las elites centroamericanas no han hecho más que crear y agravar continuamente el problema, así como exportarlo hacia los Estados Unidos?
 
Finalmente el cuarto elemento es que este fenómeno debe verse también en el marco del actual proceso de desarrollo del capitalismo, que acelera las inequidades y desigualdades en todo el mundo, como lo han estudiado tanto Acemoglu y Robinson([x]) como Piketty.([xi]) Así se tiene que en la identificación de los ultra ricos en el mundo, hecha por Wealth-X ([xii])con financiamiento de UBS ([xiii]) -entendiendo por ultra ricos a quienes tienen una fortuna neta de por lo menos $EUA 30 millones-se muestra que en 2013 la ultra elite de Honduras estaba formada por 215 personas con un capital total de $EUA 30 mil millones, en Guatemala eran 245 individuos con un monto igual y en El Salvador eran 150 personas con $EUA 20 mil millones.[xiv] Si se calcula el promedio, resultan $139.5 millones para cada miembro de la ultra elite hondureña, $122.4 millones para la guatemalteca y $133.3 millones para cada miembro de la súper minoría salvadoreña. Esas cifras contrastan al compararlas con el ingreso nacional bruto per cápita en cada uno de esos países: $E3,426, $4,235 y $5,915, respectivamente,[xv]pudiendo de esto colegirse el altísimo nivel de concentración de la riqueza en esos tres países. Por algo CEPAL los ubica entre los países de la última categoría con brechas severas de bienestar.[xvi]
 
En la reunión del viernes próximo los cuatro presidentes deberían considerar que no hay razón para que los menores emigren si no es porque sus padres lo han hecho antes, y éstos lo han hecho por falta de oportunidades, tanto en la población más pobre como también para las reducidas capas medias. El resto de causas intermedias –violencia y distorsión informativa- tienen su sustrato principalmente en la misma falta de oportunidades.
 
¿Será tema en esa reunión que en ninguno de esos tres Estados centroamericanos se han logrado consensos para aplicar políticas fiscales progresivas, ni para alcanzar un desarrollo social inclusivo y sostenible, o para fortalecer las instituciones y además establecer una división real entre los poderes del Estado -es decir el checks and balances de la constitución de los EUA-, elemento fundamental para que prevalezca una ética que intimide a la corrupción pública y privada? Esos tres Estados tampoco han cumplido con sus respectivos preceptos constitucionales ni en defensa de los derechos de los menores ([xvii]) ni del trabajo para su población([xviii]). Los programas de “empleo por horas” o el trabajo en las maquilas -donde vulneran los más elementales compromisos internacionales contraídos por esos Estados- no son respuesta ni siquiera para el plazo inmediato.
 
Tampoco son soluciones las campañas mediáticas que se están difundiendo en los tres países para que los jóvenes no emigren, intentando contrarrestar la desinformación de los “coyotes” que los incitan a emigrar. Los slogans de “¡Quédate!” traen de inmediato a la mente la pregunta: “¿A qué?”. Los programas de “reinserción” que los gobiernos planean establecer para los deportados invocan la misma pregunta: ¿Dónde se va a reinsertar un joven, cuando al salir de ese programa no encontrará un empleo decente? ¿A las pandillas, o a “la Bestia”?
 
Cuando los presidentes centroamericanos planteen el viernes próximo al de Estados Unidos la necesidad de una “responsabilidad compartida” -como es el discurso que están usando- ¿se referirán sólo al hecho que la demanda de droga en el norte alimenta la criminalidad y violencia en el sur, o también abordarán la responsabilidad que tienen los cuatro Estados al no impulsar –e incluso oponerse-a los cambios socioeconómicos y éticos que necesitan estos países?
 
Los cuatro presidentes planearán cómo evitar la emigración de menores y de sus padres desde el triángulo norte centroamericano, donde lo que abunda es población joven. ¿Discutirán también sobre los que se quedan? ¿Sobre esos que en los semáforos venden agua, maní o espectáculos tirando fuego desde su boca? ¿Hablarán sobre los campesinos con un solo tiempo de comida al día, o sobre los que arriesgan su vida en minas artesanales, y sobre los empacadores en los supermercados y los lavadores de car wash que viven sólo de las propinas? Los presidentes deberían hacerlo, pues esas personas son las que mañana buscarán emigrar o irrumpir en las campanas de cristal donde todavía viven las elites centroamericanas. ¿Discutirán también los presidentes sobre el futuro de los hijos de las capas medias, que no encuentran empleo a pesar de la inversión que hacen en educación y -quienes lo logran- son subpagados porque en estas sociedades se desconoce la meritocracia y se priorizan los “contactos”? Todos ellos ya son emigrados, aún viviendo en su propio país… ¿Qué pierden con trasladarse a otro con más oportunidades, por muy riesgosa que sea la travesía?
 
Martes, 22 de julio de 2014
 
José Arnoldo Sermeño Lima
Columnista de ContraPunto
 

 
 
 
[Iii]Ver, por ejemplo, el artículo 35 de la constitución política de la República de Honduras.
 
[Iv] Según datos del gobierno respectivo, 51% de la población guatemalteca y 60% de la hondureña vive bajo la línea de pobreza (PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 2013, p. 161). En el año 2008, 40% de hogares salvadoreños vivían en pobreza (Ministerio de Economía, Midiendo la Pobreza en El Salvador: Valoraciones Conceptuales y Desafíos Metodológicos)
 
[V] Según el gobierno nicaragüense, 46.2% de su población vive bajo la línea de pobreza. PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 2013, p. 161
 
[vi] En 2010, las remesas llegaron a significar 16.1% del PIB en Honduras y El Salvador, y 9.6% en Guatemala. Sermeño Lima, J. Los Centroamericanos en Estados Unidoshttp://www.lamjol.info/index.php/PDAC/article/view/919
 
[vii] Invitado por la fundación empresarial FUSADES, el 16 de octubre de 2006 el entonces embajador de EUA en El Salvador –Sr. Douglas Barclay- advirtió que la violencia requería de más policías en las calles, y para ello se necesitaba de recursos por medio del pago de impuestos, y que el gobierno debía rendir cuentas sobre el uso de los mismos. “No hay espacio para gorrones que le roben la posibilidad de un mejor futuro a sus conciudadanos”, indicó. http://www.elsalvador.com/noticias/2006/10/17/nacional/discurso.asp
 
[viii] Schlesinger, S., Kinzer, S., Bitter Fruit: The Story of the American Coup in Guatemala
 
 
[x]Acemoglu, D. Robinson, J.The Origins of Power, Prosperity and Poverty. Why Nations Fail, Crown Publishers, New York, Capítulos 11 al 15.
 
[xi] Piketty, T. Le capital au XXIe siècle. Les libres du nouveau monde. Seuil, capítulos 7 al 16.
 
[xii] Wealth-X es una red de inteligencia de mercado utilizada por bancos y marcas de consumo de lujo, dirigidas a los ultra ricos (http://www.wealthx.com/about/introduction/)
 
[xiii] UBS proporciona asesoría para proteger e incrementar la riqueza de personas e instituciones en más de 50 países (http://www.ubs.com/global/en.html )
 
[xiv] Wealth-XConnecting you to Wealth (Sponsored by UBS). World Ultra Wealth Report 2013, p. 61
 
[xv] PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 2013, p. 145 y 146
 
[xvi] CEPAL, La Hora de la Igualdad. Brechas por Cerrar, Caminos por Abrir. XXXIII Período de Sesiones, 2010. p 203 y 204
 
[xvii] Establecidos en las constituciones políticas de Honduras (Art 119), Guatemala (Art 51) y El Salvador (Arts. 34 y 35)
 
[xviii]Constituciones de Honduras (Art 127), Guatemala (Art 101) y El Salvador (Art 37)
 
 
https://www.alainet.org/es/active/75612
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