¿Los brasileños descubrirán el Brasil?

27/05/1998
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Sao Paulo.- Uno de los temas ignorados por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) es la cuestión indígena. Tal vez él no sabía que, en abril, celebramos la semana de los pueblos indígenas, creada en 1941, en México, en el Primer Congreso Indigenista Latinoamericano. Además, el 20 de abril se cumplió un año del asesinato del indio Galdino Jesús dos Santos, sin que los criminales hayan sido juzgados. Las efemérides celebradas el 22 de abril se relacionan con la cuestión indígena: descubrimiento del Brasil (según la óptica del reino portugués; invasión, según los millares de indios que habitaban estas tierras desde hace más de 40.000 años) y Día Internacional de la Tierra. La posición del colonizador se introdujo en sus descendientes: genocidio indígena, invasión de sus tierras, imposición de la cultura y del modelo europeo de organización social. En el inicio de este siglo, se adoptó un etnocentrismo que apuntaba a la progresiva integración de los indios a la "civilización", en detrimento de su identidad étnica y cultural. Esa política integracionista está consolidada en el Estatuto del Indio, vigente desde 1973, cuya divisa, expresada en varios artículos, es la "progresiva y armoniosa integración del indio en la comunidad nacional". Los avances del Estatuto -demarcación de las tierras, el usufructuo exclusivo de las riquezas naturales, el monopolio indígena de la explotación de las riquezas del suelo- han sido observados en parte. Y a costa de mucha sangre. La voracidad e impunidad de los madereros y garimpeiros, grileiros* y latifundistas, así como el reciente incendio de Roraima, demuestran que, cuando se trata de indios, el gobierno sólo reacciona cuando la opinión pública internacional amenaza mancharle la imagen. La Constitución de 1988 avanzó en reconocer la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas y los valores que ellos imprimen a la tierra, al medio ambiente, a las riquezas naturales, en contraposición de la óptica mercantilista de los supuestos civilizados. Falta ahora en el Congreso aprobar un nuevo Estatuto que, a través de la legislación ordinaria, asegure los derechos de esas comunidades. Existen propuestas Como estamos en pleno año electoral y el indio no vota, solo la presión de la opinión pública es capaz de inducir al Congreso a encarar con seriedad la plataforma de intereses de los 320.000 indios que habitan en Brasil. El nuevo Estatuto deberá, entre otras exigencias, reglamentar la situación jurídica de las aldeas y de los indios como individuos, trazar directrices para la política indigenista, definir los criterios de demarcación y protección de las áreas indígenas. Existen propuestas. En 1994, una comisión especial de la Cámara aprobó la enmienda del diputado Luciano Pizzatto (PFL-PR), denominada Estatuto de las Sociedades Indígenas. Sucede que, a las vísperas de su posesión, FHC consiguió que el diputado Artur da Távola (PSDB-RJ) bloquease la tramitación del proyecto. Hasta ahora el Congreso no demuestra el menor interés para debatir y aprobar el documento. El Estatuto de las Sociedades Indígenas trata, entre otros temas, los registros de nacimientos, defunciones, identidad civil y personería jurídica de los indios; los derechos sobre la tierra; el usufructuo exclusivo sobre las riquezas naturales del suelo, de los ríos y de los lagos; los derechos de autor y las manifestaciones socio-culturales. Regula los contratos entre indios y no indios; la responsabilidad del poder público en cuanto a la protección de las comunidades; el papel de la Policía Federal, de las Fuerzas Armadas y del Poder Judicial en este ámbito. Reglamenta la protección ambiental en tierras indígenas; la asistencia a la salud, educación y actividades productivas; las normas penales aplicables a los crímenes contra los indios. En 1992, el Consejo de Articulación de los Pueblos y Organizaciones Indígenas del Brasil (CAPOIB), que congrega a 101 pueblos y 55 organizaciones indígenas, entregó a la Cámara de Diputados y al procurador general de la República sus sugerencias al nuevo Estatuto. Deben estar echadas en el lecho espléndido de alguna gaveta de Brasilia. Desprecio oficial Los pueblos indígenas quieren participar en el proceso de demarcación de sus tierras y exigir que el gobierno haga público los límites del área demarcada; impedir que los minerales encontrados en sus áreas sean explotados, excepto cuando no existan similares en otra parte del país o fueran considerados imprescindibles para su desarrollo; ver creadas la Comisión Intersectorial de Salud Indígena y la Coordinación Nacional de Educación Escolar Indígena. El gobierno no acepta que los indios participen en la demarcación de las tierras; quiere reveer las demarcaciones en las áreas consideradas excesivas; está en contra de la federalización de la educación escolar indígena y el derecho de los indios a interferir en los permisos de la actividad minera en sus aldeas. La indiferencia del Congreso y el desprecio del gobierno reflejan los prejuicios de la sociedad brasileña en relación a los pueblos indígenas. ¿Cuántos municipios imitan Petrópolis y traen indios para dialogar con sus alumnos en sus escuelas? ¿Cuántas familias cambian los personajes de mentira de Walt Disney por una visita a las áreas indígenas? ¿Cuántos estudiantes se empeñan en conocer y proteger la Amazonía y sus habitantes originales? ¿Cuántos jóvenes cambian las vacaciones en la playa por los ríos y bosques de Pantanal, de Xingu, de la frontera de Brasil con el Perú y Venezuela? Portugal descubrió el Brasil, pero los brasileños todavía no lo han hecho. Mientras eso no ocurra, seremos obligados a tragar en seco la pretensión norteamericana de -en palabras del general Patrick Hughes- de intervenir en la Amazonía, en el caso de que Brasil llegue a administrarla de manera perjudicial al medio ambiente de los Estados Unidos de América. Entonces, nuestros indios conoceran en persona como surgen las rutas del lejano oeste. Y las futuras generaciones verán, con esos mismos ojos nostálgicos con que hoy vemos a los dinosaurios, filmes sobre la historia y la vida de las naciones indígenas. * Garimpeiro: buscador de metales y piedras preciosas; grileiro: individuo que busca apoderarse de tierras mediante falsas escrituras de propiedad. Publicado en el Servicio Informativo ALAI 273
https://www.alainet.org/es/active/76
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