Qué está en disputa con la crisis del gabinete Jara?
25/08/2014
- Opinión
Con la actual crisis de un gabinete que ni siquiera ha nacido cabe preguntarnos ¿qué está en disputa? En teoría a los gabinetes los pone en crisis discusiones programáticas por objetivos de gobierno distintos o a lo sumo políticas públicas diferentes sobre asuntos calientes de interés público. Sin embargo, luego del viraje de Ollanta Humala hace dos años y medio ¿alguien puede pensar en su sano juicio que hay alguna disputa sobre asuntos de fondo en las alturas del poder? Ciertamente que no, con cada episodio dramático de los últimos tiempos el dominio ideológico y político de la derecha neoliberal y en algunos casos la extrema derecha se ha hecho más fuerte y el sometimiento del gobierno mayor. Esto revela, lo sabemos todos, la aguda crisis de esta precariedad democrática, pero esto no termina de explicarnos los fuegos artificiales de todos los días. Otras son las hipótesis que se deben barajar.
En primer lugar el manido recurso de la política criolla, agudamente desinstitucionalizada, que ya hemos señalado varias veces: “quítate tú pa’ponerme yo”. No les molestan las políticas sino los que manejan estas políticas ya sea porque quieren asegurarse que los que están al mando no repitan el plato (caso Nadine) o porque los titulares de hoy pueden desprestigiar el modelo (caso Castilla o Mayorga) o, por último, si somos malpensados, porque tienen envidia y quieren reemplazar a los que hoy gozan del poder y sus importantes dádivas.
En segundo lugar la tentación autoritaria. Ollanta Humala podría estar apostando a poner al actual Congreso contra la pared. Recordemos que la Constitución señala que si el Congreso no le da la confianza a dos gabinetes seguidos el Presidente puede disolverlo y llamar a elecciones, en la esperanza de echarle la culpa de los problemas al parlamento y conseguir una mejor correlación de fuerzas. Claro que esto es jugar con la vocación suicida de ambos lados y difícilmente se concretaría, pero no deja de usarse como advertencia cada vez más explícita. Por otra parte, los poderes fácticos, sobre todo económicos, que tanto han hecho por capturar a Humala y Nadine, difícilmente se arriesgarían a un escenario de este tipo por las múltiples interrogantes que abre.
En tercer lugar, el tema de la confianza en el Presidente. Ollanta Humala por más viraje que haya dado no es todavía alguien “de ellos”, de los poderes fácticos que son los que mandan, de la manera que sí lo han sido Fujimori, Toledo o García. Su retórica anterior todavía los asusta, por eso es que siempre lo tratan de someter más, todo les parece poco y cualquier advertencia o amenaza va en la dirección correcta. De allí que sus medios de comunicación siempre se las arreglan para que el obediente comandante termine teniendo la culpa de casi todo lo que pasa. Un buen jalón de orejas entonces nunca esta demás.
Si algo podemos sacar de esta crisis no es enfrascarnos en un debate sin fondo, sino precisamente empujar a que se toquen los temas que importan.
1. Las AFPs. Que renuncie Castilla y terminen los lobbies a favor de las AFPs, pero que se reforme de a verdad el sistema de pensiones, como tantas veces lo hemos propuesto desde acá, con un sistema público fortalecido para cubrir la responsabilidad jubilatoria con la mayoría de los peruanos y un seguro privado para el que pueda comprarlo.
2. Salario mínimo. Que renuncie Castilla también para que se aumente el salario mínimo, por lo menos a 900 soles, de manera tal que empiece a alcanzar la canasta básica. Que se respete al Consejo Nacional de Trabajo como la instancia que debe proponer el aumento respectivo cada dos años.
3. El Medio Ambiente. Que renuncie Mayorga y terminen los lobbies a favor de mineros y petroleros, pero que tengamos una adecuada protección del medio ambiente para todos los peruanos y no solo para la ganancia de las grandes empresas.
4. La Salud. Que renuncie De Habich, pero se termine con el intento privatizador descarado del sector salud, que apunta a quitarle el derecho a la gratuidad de este servicio público esencial a nuestro pueblo y se solucione la más larga huelga médica que la historia recuerda.
5. Reforma Política. Que se apruebe de una vez por todas las reformas de las leyes electorales y de partidos políticos, de manera tal que no sigamos sufriendo la pobreza de la representación actual, que se debate entre la incapacidad y la corrupción.
Algo habremos avanzado si se ponen temas y no solo personas en el debate actual y se logran algunas reivindicaciones que nos permitan hablar en serio.
Para terminar, una invocación, a la unidad de la oposición democrática y progresista, cuya falta es la principal falencia de la que usufructúa esta clase política que sigue queriendo administrar un modelo agotado.
Editorial Nº 86
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