Migraciones e ilegalizaciones
31/08/2014
- Opinión
Usted sabe que si estuvo casada con un peruano (a), y se divorcia para volverse a casar, es probable que se encuentre con un funcionario de Migraciones que le diga que no hay problema con actualizar sus documentos y que puede seguir con los permisos otorgados y así por los siguientes seis años, hasta que un acucioso revisor de la era Urresti descubra que debió haber abierto un nuevo trámite para consignar los datos de su nueva situación y debido a que la (o) orientaron mal se queda sin documentos, en situación ilegal, y que mejor fuera que saliera del país e intentara volver a entrar para comenzar un nuevo trámite.
¿Y la hija peruana?, ¿y el esposo (a)? , ¿la vida armada en el país?, ¿el reconocimiento al trabajo profesional y artístico?, etc. A esa mezcla de burócrata y policía que hay en Migraciones parece que no le conmueven en lo mínimo. Tampoco lo hacen los convenios internacionales y lo que se supone es la inscripción del Perú en las corrientes pro-regularización de la situación de migrantes que tienen familia, trabajan y forman parte honesta de la vida nacional. Mientras el gobierno insiste en su preocupación por el trato que los peruanos en el exterior pueden recibir en Estados Unidos, Europa y otros países de América Latina, aquí perseguimos al extranjero por serlo y lo ilegalizamos como en el ejemplo con el que inicio esta nota.
Explica Lucía Alvites que por cada extranjero residente en el Perú, hay 33 peruanos en el exterior. En Migraciones parece que no están enterados de eso ni del significado del concepto de reciprocidad, ni de los procesos de integración que desarrollan en el Subcontinente. Hace varias semanas que el parlamentario andino Alberto Andrianzén, firmemente comprometido con los derechos de la población peruana en el extranjero, viene reclamando que se tome atención sobre esta brutal incongruencia de la política del Estado peruano. Pero el ministro al que solo le interesan los temas que hacen noticia de primera plana, no reacciona.
Varios casos de parejas que han sido separadas, niños que tienen a su madre al borde de la expulsión, personas que de un momento a otro se han quedado sin derechos civiles en el país en el que viven, han sido resaltados en la televisión y los diarios, y el ministro ha contestado con una redada de prostitutas en el Callao para demostrar que la mayoría de estas pobres mujeres son extranjeras en situación irregular. No víctimas probables de tráfico de personas y condenadas a una vil explotación, sino extranjeras, así en tono directamente peyorativo.
Escribo esta nota después de varios días de pensarlo, porque estoy cerca familiarmente de una de las víctimas de este trato discriminatorio, cercano a la xenofobia, que se está apoderando de las autoridades migratorias de este gobierno. Una mancha más al falso nacionalismo, que iba a buscar la hermandad con nuestros países vecinos, de acuerdo al sueño de Bolívar.
- Diario UNO el agosto 30, 2014
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