Reestructuración de deuda y los agoreros de la catástrofe> ¿Y el Tsunami?
01/03/2005
- Opinión
El pasado viernes 25 de febrero Argentina cerró el proceso de
reestructuración de deuda más grande de la historia del mundo
capitalista, y dentro de los marcos planteados por el gobierno
nacional, entre tropezones, errores y levantadas, puede ser
catalogado de “exitoso” en su resultado: más de 40.000 millones de
dólares es lo que Argentina se evita pagar en concepto de
amortizaciones e intereses.
El ojo del debate desde que se lanzó la propuesta de quita en
Dubai, apenas asumido Kirchner, iba desde que la propuesta era
ridícula e irrisoria, por parte de los economistas neoliberales,
mientras que de los menos fundamentalistas (aunque liberales)
sostenían que era la única oferta posible.
En este escenario, Argentina sale fortalecida ante el FMI y el G-7.
En primera instancia, la negociación de los bonos en default queda
ahora fuera de la mesa en la que el FMI siempre es banca, valga la
redundancia, y Argentina punto.
Durante la semana previa, los fundamentalistas neoliberales con
sus organizaciones nucleadas en “fundaciones” (FIEL, CEMA,
Mediterránea, CIPE, Sophia, etc..) funcionaron a coro con sus
pares internacionales para que los tenedores de papeles quebrados
no ingresen en el canje propuesto por Kirchner-Lavagna. La “Ley
Cerrojo” promulgada por Congreso a cambio del la Reforma del
Código Penal en cuanto a una suerte de “Punto Final a las causas
de Corrupción”, reforzó la posición gubernamental ante el
extranjero, mientras que en el mercado interno la adhesión llegaba
al 97%.
El Parlamento y la Justicia italiana terminaron jugando a favor
del canje desnudando la operatoria de los bancos que se
desprendían de los bonos en su poder vendiéndoselos de modo
recomendado a su propia cartera de clientes, con fallos similares
aunque más aislados en Alemania y Bélgica.
Como fue visto, Estados Unidos y el modo de acumulación en que
Bush II hace eje, es decir, el complejo militar-industrial y la
expoliación de las nuevas colonias Irak y Afganistán (por ahora),
se diferenció de la revolución conservadora neoliberal iniciada
por el cowboy Ronald Reagan y dinamizada por Bill Clinton, quién
presidió el período de la disparada del endeudamiento mundial y
las crisis de los efectos Tequila, Caipirinha, Vodka y estallidos
similares en el Sudeste Asiático y Turquía, todos hijos pródigos
del FMI, manteniendo una suerte de “neutralidad” para soltarle
relativamente la mano al fundamentalismo de Wall Street.
El punto más débil, ya no de este gobierno sino de la Argentina,
no es sólo que no se termina el problema de la deuda externa sino
que en los próximos años deberá lidiar con el FMI para refinanciar
entre 7.000 a 8.000 millones de dólares que vencen anualmente.
Pero a favor tiene, como está dicho, que ya no se discute la
renegociación de la deuda en default, el superávit fiscal es
superior al pedido por los organismos multilaterales, así como las
pautas de crecimiento. La otra carta en disputa que puede ser
neutralizada es la situación de las empresas privatizadas: el G-7
y el FMI insistirán en el aumento tarifario, mientras que el
Estado puede jugar la carta de que absolutamente todos los pliegos
jamás fueron cumplidos y respetados tal cual fueron firmados a la
hora de rifar el patrimonio estatal.
Y sobre esto se basó el discurso del presidente Kirchner cuando
abrió las sesiones ordinarias del Congreso, haciendo hincapié en
que fue la “mayor quita de deuda de la historia” y que “Por
primera vez en la historia, la operación ha culminado con una
drástica reducción de la deuda del país”, en que no es el
presidente del default, el leve descenso de la desocupación, en
los conocidos términos de medición de la misma que no incluye a
los receptores de planes sociales. También remarcará que con la
salida del default se alentará la inversión extranjera, que no es
más que un formalismo porque la misma ya está en marcha desde que
el canje se perfilaba “exitoso”, aunque dispararía una batería
legislativa para la protección contra capitales golondrinas
especulativos.
Los talibanes del neoliberalismo se repliegan a cuarteles de
invierno porque perdieron la discusión, teniendo en cuenta que el
canje se hizo en el idioma que manejan por igual López Murphy,
Rodrigo de Rato o Lavagna. Unos pronosticaban la catástrofe y
perdieron. La discusión política está tan ausente como la
oposición, así como el “apoyo crítico” de los “transversales”, la
cual debería girar en un replanteo de la renegociación con el FMI,
y cuál será la política de inversión estatal con el superávit
fiscal y el crecimiento del PBI, que compuesto básicamente por el
agro y materias prima, cómo será repartido, es decir, finalizar
con la teoría del derrame en que las violentas ganancias de
Repsol-YPF o del Grupo Techint, junto a los consorcios bancarios y
empresas de servicios, terminarán desparramando gotas al resto del
pueblo. Esta teoría predominó desde el menemismo a la fecha y
habrá que ver cuál es la determinación de este gobierno para
plantear una alternativa.
Queda claro que no habrá ningún cambio radical en el modelo
económico. Kirchner jamás lo pensó ni mucho menos lo planteo. Se
limita a aplicar un modelo similar, en un contexto diferente, pero
en versión “light” a diferencia de la depredación de los ’90.
Mientras tanto, la supuesta oposición se queja de la falta de
voluntad del gobierno de buscar una hegemonía política. Un
documental de la National Geographic sobre los leones de la sabana
africana demostró que ningún león macho que domina a su clan, se
suicida para darle lugar al otro macho pretendiente, sino que por
el contrario, el instinto natural lo lleva a fortalecer su
posición dominante.
Lo mismo cabe para los puritanos progresistas del puerto de Buenos
Aires. El gobierno no crea oposición simplemente porque no es su
tarea, y si la oposición está dentro del mismo partido gobernante,
da cuenta de la chatura política de la infertilidad del salvador
Raúl Alfonsín para engendrar descendencia, así como la
impresentable derecha o la mediática Elisa Carrió, que abandonó la
cruz por una barra de cereal para mejorar su figura ante las
cámaras.
Este elenco que debería ofrecer cierta oposición, en vez de
plantear cómo debería reorientarse el modelo económico postdefault,
con la ex delarruista Elisa Carrió a la cabeza, permanecen en el
chiquitaje de las proclamas panfletarias parlamentarias, tan
risibles como pensar que los gritos de Luis Zamora a Bush padre
hubiesen tenido chance de detener el brutal carácter del
imperialismo estadounidense.
Carrió, la profeta, ahora quiere interpelar a Kirchner por las
nacrovalijas de Southern Winds a España, ya que es la cuestión más
relevante de Estado que avisora. No es para ella el rumbo del
modelo el cual se debe discutir y replantear, sino ganar segundo
en televisión ante el nuevo fracaso de sus visionarios análisis.
Que los talibanes del neoliberalismo se hayan encolumnado como lo
hicieron no debe asustar. Son lobbystas que hicieron su juego y se
prepararán para otra batalla representando a lo que siempre
defendieron y para quienes fueron funcionales de forma descarada.
Pero la meteoróloga Carrió está enroscada en un laberinto
lamentable, que sólo la tilinguería porteña es capaz de aceptar,
mientras que comparado al patético Aníbal Ibarra, este último
inútil estaría a la altura de Nasser, Castro y Mao, juntos.
Autoexiliada políticamente del Chaco, su provincia natal que la
llevó a la diputación dentro de una lista sábana, que le critica
al PJ, representando a la “nueva política” del “Arca de la
Dignidad” sacó ciudadanía porteña para lanzarse rodando a recaudar
votos por la ciudad y reingresar al Congreso del que se fue, según
ella “asqueada” y al cual no pretendía volver. La aristócrata
chaqueña y ex funcionaria de la Dictadura Militar, avisó al mundo,
que luego de darse cuenta que Fernando De la Rúa no era la
renovación progresista en la que ella había creído, tras el
escándalo de la Banelco de Flamarique y el Senado, haría volar a
este en pedazos con las “Cajas del Senado”, que hoy son una leve
apostilla en el recuerdo. El único preso es uno de los hermanos
Rohm, del Banco General de Negocios, que estaba detenido antes de
su “exhaustiva investigación” junto a sus pares estadounidenses.
Siguiendo con tal coherencia, cuando se aprestaba a ganar la
presidencia, advertía al pueblo argentino que si no la elegían,
como naturalmente iba a hacer, “allá ellos”, como anunciando la
autocondenación social. SanTarada terminó debajo de Menem,
Kirchner, López Murphy y Rodríguez Saá, que ganaba por esas horas
en la mesa 72 de Necochea.
Para Carrió, Duhalde siempre había sido la cabeza del poder
mafioso de la corporación bonaerense, pero llamativamente el día
de la asunción de Kirchner, sorprendió diciendo: “Duhalde llegó
como un puntero de Lómas de Zamora y se va como un Estadista”. Ni
una cosa ni la otra, pero es evidente que el cúmulo de liposidad
afecta el equilibrio.
Ya con Kirchner en la presidencia, pronosticó al menos tres
huracanes políticos entre Kirchner y Duhalde, el más grande era la
posición de... Scioli. Todo esto con meses de antelación.
Ya instalada desde un observatorio astrológico, tal vez buscando a
alguna divinidad que pueda compararse con ella, celebraba la
llegada de Carmen Argibay a la Corte Suprema para decir al otro
día que se estaba conformando una “Corte Adicta”, y ahí vio en
algún cuadrante al menos cinco lluvias de meteoritos que, si bien
traerían sufrimiento dentro del “parto doloroso” que describe
desde hace tres años, exfoliarían al país de los impuros y se
salvarían los castos que ella elegiría para viajar a la Tierra
Prometida.
Y a principios de enero, en el canal de Daniel Hadad y en el
programa del escriba de Onganía, se debatía la responsabilidad
política de Aníbal Ibarra y su banda en la tragedia de Cromañon, a
lo que se abstuvo de opinar porque, con gesto adusto y seño
fruncido, dijo que no era el momento “porque se vienen días muy
difíciles para la Argentina” ya que según datos que manejaba en el
amplio espacio del ARI, “el canje viene mal”. Para evitar el
ridículo, el minibloque del ARI ni se presentó a la apertura de
las Sesiones Ordinarias, aunque claro está, como el resto de los
legisladores, cobran su dieta para sentarse en las bancadas. El
espíritu democrático que le dicen.
A esto, con 55 días de anticipación, anunció que los errores de
Kirchner y Lavagna traerían un extraordinario Tsunami por las
pampas argentinas.
Ahora Carrió estará tirando las runas para lanzar su próxima
profecía, mientras que todo el arco que no está dentro del
gobierno, no plantea ni siquiera en forma de comedia, una
discusión seria para que, al menos en este modelo, se aproveche el
crecimiento para invertir en salud, educación y producción que
garantice el trabajo y el alimento que el Estado está obligado por
Ley a garantizar a cada uno de los argentinos.
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