Caso Ayotzinapa
El silencio de los gobiernos latinoamericanos
11/11/2014
- Opinión
La diplomacia de los gobiernos y la solidaridad entre los pueblos.
Desde que se dio a conocer la noticia de la desaparición de los 43 estudiantes en Ayotzinapa-México, la indignación ha ido creciendo, así como la movilización en apoyo a la exigencia de justicia. Uno de los comentarios frecuentes, refiere a la ausencia de apoyo por parte de aquellos artistas que de manera continua hicieron lobby contra el gobierno venezolano entre los meses de marzo y julio de este año. Pero sorprende que muy poco se ha dicho del silencio guardado por los países de América Latina, hasta ahora ningún gobierno de la región se ha pronunciado al respecto.
Al mismo tiempo que el procurador general de México, Jesús Murillo Karam, anunciaba que los estudiantes fueron asesinados e incinerados, veíamos fotos por Internet de una reunión llevada a cabo entre la cancillería venezolana y la cancillería mexicana. En ellas se aprecian las sonrisas de nuestro canciller y su homólogo mexicano. Es significativo que la reunión tenía como finalidad fortalecer los lazos económicos entre ambos países.
Nos hemos preocupado por señalar lo obvio, que los medios internacionales, pertenecientes a los grandes monopolios de la comunicación, no prestan, ni van a prestar, ninguna atención a este cruel crimen, que los artistas internacionales sólo defienden las causas que les indican las corporaciones del entretenimiento y que las organizaciones internacionales encargadas de la defensa de los derechos humanos, consideran menos humanos algunos derechos dependiendo de la tendencia de los gobiernos.
Mientras nos concentramos en denunciar el silencio y la manipulación de los medios transnacionales, el silencio de los gobiernos de América Latina resulta ya imposible de ignorar. Ningún gobierno de la región ha hecho referencia a ese horrendo crimen contra la humanidad, que ha develado los niveles de corrupción política en México, salvo la honrosa excepción de Evo Morales quien hiciera referencia al caso el día de ayer. Al menos era de esperarse que se pronunciaran los líderes que han gestado un eje antiimperialista y revolucionario, agrupado en el Alba. Al parecer seguiremos esperando algún gesto de UNASUR y más que palabras alguna acción concreta.
Es muy lamentable la imagen del canciller venezolano en México coincidiendo con el mismo día del anuncio por parte del procurador respecto al fusilamiento de los jóvenes compañeros. La agenda del ministro se desarrolló con normalidad, sosteniendo varias reuniones con miembros del ejecutivo de Peña Nieto, al mismo tiempo que el clamor popular avanza en las calles mexicanas. A todo esto se suma el silencio de algunos partidos políticos, que se asumen como revolucionarios, pero que sobre esto no han dicho nada, caso ejemplar del PSUV, que sin ser la postura oficial del gobierno venezolano, podía haber expresado su solidaridad con el pueblo mexicano.
Este silencio responde a una posible contradicción entre dos lógicas; por un lado, la diplomacia de los gobiernos, que cumple ciertos parámetros y se maneja bajo criterios globales difíciles de combatir, en la cual se reconoce el gran éxito de Venezuela, especialmente en la construcción y consolidación de espacios destinados a la avanzar hacia la unión latinoamericana, el fortalecimiento del eje energético-petrolero y el mundo multipolar en general. Por otro, la solidaridad entre los pueblos, que se activa ahí donde se comete cualquier acto de injusticia, está preparada para movilizarse exigiendo cambios y enfrentando cualquier acto de dominación.
En el caso de los procesos políticos donde los gobiernos se asumen revolucionarios, buscando responder a las exigencias y mandatos del pueblo, esas dos lógicas entran en tensión, de la cual puede derivar una contradicción negativa o resolverse positivamente. Los gobiernos por más de izquierda que se asuman tienen ciertas limitaciones propias del ejercicio del poder en el mundo globalizado, pero los pueblos, la base y la militancia libres de esa limitación deben trabajar en pro de exigir a los gobiernos que avancen más allá de esos límites. Esto pasa no por hacer una crítica negativa sino una exigencia constructiva que indique el camino así como fortalezca el respaldo, así se resuelve positivamente la tensión.
No es la primera vez que sucede una situación diplomática como la que señalamos, muchos han considerado que la respuesta ante crisis como las de Honduras y Paraguay ha sido insuficiente. Mientras que los pueblos de esos países viven una hora oscura de persecución, desapariciones y muerte, los procesos revolucionarios de la región han trabajado más en consolidar las relaciones diplomáticas con los gobiernos, que apoyar a los pueblos. Lo mismo sucede con otros procesos de movilización popular en el continente.
Hacemos hincapié especialmente en el caso venezolano porque consideramos un mal síntoma la no reciprocidad de parte de la dirección de la Revolución Bolivariana hacia los pueblos latinoamericanos. Cada vez que ocurren agresiones contra el proceso político que se vive en el país, o se agudizan los ataques constantes del imperialismo y la burguesía local, ha sido la solidaridad inmediata de los pueblos de la región la que se ha encargado de fortalecer la moral revolucionaria, así como develar los cercos informativos. La respuesta no debe ser abandonar a las organizaciones que luchan y son atacadas por gobiernos neoliberales, es imprescindible dar paso a una diplomacia de los pueblos, solidaria y revolucionaria.
Manuel Azuaje Reverón
Red de intelectuales, artistas y movimientos sociales en defensa de la humanidad. Cap. Venezuela
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