Que la justicia abarque a todos los Abarca

07/12/2014
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¿Quiénes son los autores de la ideas que contienen los discursos presidenciales y quiénes los redactores que les dan cuerpo en cuartillas de cristal o papel?
 
La pertinente pregunta es porque los tonos del discurso más que las propuestas podrían convertirse en estimuladoras del movimiento que gira alrededor del “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, cuando el propósito gubernamental es el contrario, desestimularlo para que durante el puente de Guadalupe Reyes comience el descenso.
 
Apuesta que si bien no faltarán los abundantes críticos, suena realista a pesar de las voluntariosas expresiones de combate que se escucharon durante la numerosa y ejemplarmente pacífica marcha realizada el sábado 6 del Ángel al Monumento a la Revolución, donde al darse a conocer la identificación de los restos mortales del normalista Alexander Mora Venancio, el padre de familia Felipe de la Cruz lo mismo juró que “la caída de Alexander servirá para que florezca la revolución”, que anunció “A partir de hoy desconocemos al gobierno de Enrique Peña Nieto por asesino”, que juró “Estamos dispuestos a lo que venga, incluso a dar nuestra vida” y pronosticó: “Podrán venir los días de vacaciones para aquellos que no sienten dolor, pero no habrá descanso para el gobierno peñista”.
 
La encendida retórica tiene su contraparte del lado oficial, como lo evidenció el jueves 4 el titular del Ejecutivo federal en Acapulco al poner en marcha la Estrategia emergente para la reactivación económica de Guerrero, al asegurar: “No tengo duda, son mucho más los guerrerenses que quieren la paz, que quieren tranquilidad y que quieren orden en su estado”;  a la vez que convocó a “un esfuerzo colectivo para superar el momento de dolor” por Ayotzinapa, y anunció el despliegue de la Policía Federal, a lo que el secretario de Gobernación añadió que “es para garantizar el pleno funcionamiento” de la Autopista del Sol.
 
Peña Nieto tiene la obligación no sólo el derecho de hacer convocatorias a los gobernados, pero cuando éstas son viables, caen en terreno propicio para materializarlas y no polarizan. Sobre todo cuando la investigación ministerial respaldada por 10 mil elementos de las fuerzas armadas no parece rendir los resultados para esclarecer lo ya inocultable, que Los 43 fueron asesinados y que el 27 Batallón de Infantería del Ejército y el destacamento de la PF hicieron, según diversos testimonios, un operativo que obligó a los camiones de los estudiantes a dirigirse hacia la Iguala de Guerreros Unidos y el matrimonio Abarca Velázquez-Pineda Villa que despachaba en la alcaldía y tenía su futuro político asegurado, gracias a Nueva Izquierda del Partido de la Revolución Democrática.
 
El estudiante de Ayotzinapa Omar García dijo en el mitin del día 6 que “desde los hechos (26-27-IX-14), 40 por ciento del Batallón de Iguala ha sido trasladado a otro lado, y le están dando instrucciones de guerra sucia”. Y Alonso Solís denunció en la FIL de Guadalajara: “Me tocó hablar con mis familiares que están en el Ejército de Iguala para decirles que nos estaban balaceando (…) mi primo me habló muy triste y me dijo: ‘desgraciadamente no puedo hacer nada. El general dijo que es cosa que nos vale madre, que le incumbe a la policía’. El procurador (Jesús Murillo) se niega a que hagamos una investigación y revisar todos los cuarteles militares. Tienen miedo a que los revisemos”.
 
Y el comandante supremo no está dispuesto a tocar ni al Ejército ni a la Marina que son sus más fieles soportes en esta crisis de seguridad, derechos humanos y legitimidad. Mientras tanto emerge, gracias a Omar, la exigencia que encabeza a este texto.
 
Twitter: @IbarraAguirreEd
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