Zapatismos (1915-2015): Finales de 1914... 2014
22/12/2014
- Opinión
Los que no tengan miedo, que pasen a firmar
Emiliano Zapata, general en jefe del Ejército Libertador.
A finales de 1914 –nos cuenta Francisco Pineda Gómez en su libro Ejército Libertador, 1915 (2013) –, el Ejército Libertador (del Sur… solemos agregar) entró en una nueva etapa de su historia. Fue una lucha más larga y agotadora que las anteriores, frente a otros adversarios: el carrancismo y la intervención militar abierta y encubierta de Estados Unidos. Con el Ejército Federal, la guerra llevó diez semanas durante el porfirismo, diecisiete meses con el maderismo y otro tanto significó la guerra bajo la dictadura de Huerta. Esta vez la lucha se prolongará por cinco años y medios. No será contra el antiguo régimen, sino contra la nueva fuerza dominante, aquella que dará origen al “régimen emanado de la Revolución”. Será también una guerra más compleja y sangrienta.
En el inicio de esta contienda, el 24 de noviembre de 1914, los zapatistas tomaron la ciudad de México y poco después, el 16 de diciembre, arrebataron Puebla al ejército carrancista. En tres semanas, el Ejército Libertador tomó en combate las dos principales ciudades del país.
(…) La defensa carrancista comprendía los estados de Puebla, Tlaxcala y Veracruz, bajo el mando del general Salvador Alvarado. El centro del dispositivo, la ciudad de Puebla, estaba a cargo del general Francisco Coss; el frente, San Martín Texmelucan, del general Fortunato Maycotte; el norte, Tlaxcala, del general Cesáreo Castro; mientras que la retaguardia, desde Orizaba hasta la estación de Esperanza, estaba al mando del general Heriberto Jara. Por un momento se consideró, además, la posibilidad de reforzar la defensa con tropas del general Pablo González.
Tras la derrota de Maycotte a manos de los generales surianos Herminio Chavarría y Agustín Cázares, golpe que “desestabilizó el sistema defensivo carrancista”, Salvador Alvarado –nos dice siempre Pineda Gómez– telegrafió a Carranza para informar los acontecimientos (…) Por extranjeros (…) tuvo conocimiento de que Pancho Villa había salido de México rumbo a Guadalajara y que sólo iba Emiliano Zapata a reforzar el ataque de Puebla. Alvarado decía también que trasladaba toda su fuerza a Puebla para “escarmentar a los zapatistas” y que la plaza no sería evacuada.
(…) Emiliano Zapata llegó al combate, en efecto. Se puso al mando de las operaciones rebeldes. El ataque se generalizó con fuerza inusitada por el centro, el sur y el norte. El 14 de diciembre, los zapatistas tomaron Cholula.
(…) Con urgencia, Salvador Alvarado pidió refuerzos a Veracruz. Ese día le telegrafió a Carranza: “Abandonar Puebla sería un desastre moral y para conservarla es preciso que mande seis batallones de Sonora”, yaquis esclavizados en las plantaciones henequeneras de la península de Yucatán. Por la noche, Obregón ordenó pasar a la ofensiva y salió de Veracruz para tomar el mando directo de las operaciones en Puebla. Sus tropas llegaron hasta la estación de Esperanza, a 50 kilómetros de distancia, aproximadamente. Ya no hubo tiempo.
El ataque zapatista era fulminante. A las diez de la mañana, del día 15, el general Aurelio Bonilla –originario de Xalapa- atacó Puebla por el lado del cerro Tepozúchitl, en el nororiente de la ciudad. A las tres de la tarde recibió el refuerzo de Higinio Aguilar y, al anochecer, conjuntamente ocuparon el cerro. Luego, a las cinco de la mañana del día siguiente, las tropas de Aurelio Bonilla atacaron al enemigo que huía por el lado de Amozoc. Poco después, a las seis y media, las fuerzas surianas entraron a la ciudad de Puebla.
Obregón regresó al puerto de Veracruz. Había cometido una imprudencia la noche del 15 de diciembre, al decirle a Salvador Alvarado que el general villista Felipe Ángeles avanzaba por Apizaco, a 55 kilómetros de Puebla. Alvarado, en lugar de acatar las órdenes de asumir la ofensiva y cumplir su deseo de “escarmentar a los zapatistas”, salió huyendo por la madrugada. Pero la información era incorrecta, en realidad Felipe Ángeles alistaba sus tropas en la ciudad de México, para salir rumbo a Saltillo, el 17 de diciembre.
(…) El embuste historiográfico prefirió borrar el acontecimiento.
* * *
Cartón de El Fisgón. Tomado del libro EZLN. Documentos y comunicados / 3.
A finales de 2014, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y lo que Carlos A. Aguirre Rojas llama el neozapatismo parecen entrar, también, a una nueva etapa de su historia: si la lucha de liberación del Ejército Libertador hace cien años tenía enfrente a la fuerza que daría origen, como dice Pineda Gómez, al “régimen emanado de la Revolución”, el neozapatismo está plantándose cara a cara con quienes protagonizan los últimos estertores de ése mismo régimen en una regresión que lleva al país a una especie de neoporfirismo en medio de un estado de guerra generalizado mucho más complejo y sangriento que el existente hace un siglo; incluyendo, eso no ha cambiado, el intervencionismo estadounidense.
Mientras escribo estas líneas son, exactamente, las 4 de la tarde del 20 de diciembre de 2014; según el programa general del Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo “Donde l@s de arriba destruyen, l@s de abajo reconstruimos” (las arrobas que faltan a los cánones de la ortografía aprobada por la realeza académica son una necedad mía), se está iniciando en San Francisco Xochicuautla, Lerma, Estado de México, el registro y la recepción de delegadas y delegados que darán su palabra en las tres... o cuatro (según como se mire)... comparticiones que se celebrarán en el marco del mismo.
¿Qué palabra será esta palabra? ¿Qué es el Festival? L@s compas de espejo30.org nos lo recuerdan: “la propuesta surge tras una compartición (Compartición de Pueblos Zapatistas y el Congreso Nacional Indígena “David Ruiz García”) que tuvo lugar en La Realidad, Chiapas, en agosto de 2014” y citan:
Venimos para compartir nuestros sentimientos y dolores que nos han hecho este sistema neoliberal. Pero no solo. También es seguro que venimos a compartir los valiosos conocimientos, experiencias de lucha, de organización. Retos y desafíos frente a los capitalistas invasores y neoliberales que tanto daño nos han causado.
(EZLN, agosto de 2014).
Para mí, que no soy ni politólogo, ni historiador, ni antropólogo social, ni ninguna de esas carreras que cada vez son más incómodas al modelo de producción capitalista en esta que algun@s dicen es su etapa más salvaje; para mí, que soy hijo de un trabajador y una trabajadora manuales que ahora son, él, un obrero telefonista jubilado y, ella, una ama de casa; para mí que soy un trabajador también, pero de las artes escénicas: algo así como una especie de cómico cuya palabra desprecian l@s academicistas por la tosquedad con que me atrevo a sentarme en sus mesas de análisis y coloquios de investigación; para mí, zapatista de clóset y, como si con eso no bastara, disxélico, el Festival será algo así como un ritual de paso, un umbral en el que el neozapatismo terminará de afianzar (aunque, bueno, si algo se puede decir del neozapatismo es que en eso que el neozapatismo es nada termina por afianzarse nunca, pues, siempre se está en construcción, en movimiento y en búsqueda permanentes) los cambios que nos ha venido presentando en la etapa más reciente de su praxis política.
Como puede verse, los tiempos en el neozapatismo son mucho más largos que lo que lo fueron los tiempos para el zapatismo. Pineda Gómez registra: “con el Ejército Federal, la guerra llevó diez semanas durante el porfirismo, diecisiete meses con el maderismo y otro tanto significó la guerra bajo la dictadura de Huerta. Esta vez la lucha se prolongará por cinco años y medios”, casi nueve años, en total, de zapatismo (podemos suponer que para Pineda Gómez la capitulación de Gildardo Magaña ante Obregón en su carácter de jefe del Ejército Libertador tras el asesinato de Zapata ya no tuvo nada de zapatista): cuatro, entre noviembre de 1910 y diciembre de 1914. El próximo 1 de enero el neozapatismo cumplirá 21 años de vida pública, más 10 que ya llevaba en la clandestinidad, en medio de una guerra que los primeros doce días fueron de enfrentamientos frontales y el resto han sido de resistencia y rebeldía frente a eso que los think tanks castrenses en Estados Unidos bautizaron tras su derrota en Vietnam como Low-Intensity Conflict: Guerra de Baja Intensidad.
Si miramos estos 20 años a través de las seis declaraciones de la Selva Lacandona emitidas por el EZLN (ejercicio que hicimos como wikipedistas en el artículo del EZLN dentro de la así llamada “enciclopedia libre”, hasta que una especie de consejo censor nos modificó toda la plana con el argumento de que no éramos objetivos cuando escribíamos que Zedillo era responsable de la masacre de Acteal y cosas así), podemos pasar revista a una parte de la praxis zapatista, la que responde a la pregunta: ¿con quienes caminamos? En La Primera, el EZLN llama a los poderes Legislativo y Judicial de la Unión a deponer al dictador que detentaba el poder Ejecutivo federal: Carlos Salinas de Gortari, para la restauración de la legalidad y la estabilidad de la Nación (la mayúscula es de los compas votanes): los poderes federales no respondieron, después de todo se trataba de una declaración de guerra que daba en la diana del Estado mexicano: “el ejército federal mexicano, pilar básico de la dictadura que padecemos, monopolizada por el partido en el poder y encabezada por el ejecutivo federal”... qué osadía, ¿no?; qué despropósito.
En La Segunda, el EZLN llama a la Sociedad Civil, integrada, a decir de los compas votanes, por “los mexicanos honestos y de buena fe”, a un diálogo nacional por la democracia, la libertad y la justicia al que bautizaron como Convención Nacional Democrática, en memoria de la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes celebrada entre el 10 de octubre y el 9 de noviembre de 1914. Luego, unos años más tarde, López Obrador, en un despliegue inusitado de imaginación y creatividad llamaría a la realización de una su Convención Nacional Democrática... bueno, no fue tan inusitado... que le serviría de puesta en escena para su performance: “La Presidencia Legítima”... pero, esa es otra historia: en la CND zapatista estaba Elena Poniatowska con toda su cursilería y en la CND lopezobradorista... también; bueno, en la CND zapatista estaba doña Rosario y en la CND lopezobradorista... también... esteee... ¡ya!: en la CND zapatista, doña Rosario recibió de manos de quienes convocaban, las y los zapatistas, una bandera mexicana cuya representación era la del poder: al entregársela a ella, que presidía la CND, quienes convocaban, las y los zapatistas, decían: “ustedes mandan”; en la CND lopezobradorista, doña Rosario no recibió de manos de quien convocaba, AMLO, una bandera mexicana que también representaba el poder, al menos no la recibió en público, sino que ella, doña Rosario, con toda su calidad moral, se la entregó a quien convocaba, AMLO, y le cruzó el pecho con ella, la bandera, y al hacerlo dijo: “usted manda”... definitivamente es otra historia.
La Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes fue convocada por Carranza para someter a los jefes militares de las demás fuerzas armadas de la Revolución y le cruzaran el pecho con una bandera que representara al poder (unos años más tarde le cruzarían el pecho que un titipuchal de balas); no invitó a los zapatistas: los trataba de “provocadores”, quizás porque son compañeros de lucha de los anarquistas. Sin embargo, por presión del magonismo (los anarquistas) y el villismo, los zapatistas fueron invitados finalmente a la Convención y Carranza agarró sus barbas de gobernador porfirista disfrazado de revolucionario (algo así como priistas disfrazándose de perredistas... y luego de morenistas... y luego de...) y se fue a Veracruz, mientras los zapatistas y los villistas entraban a la ciudad de México para simbolizar la instauración del gobierno convencionista. Más tarde, la Convención se volvió carrancista (quizás nunca de serlo) y se volteó contra el zapatismo... como la CND lopezobradorista, en cuyo seno se encontraba buena parte de “los mexicanos honestos y de buena fe” que asistieron a la CND zapatista: habían cambiado de rockstar.
En La Tercera, el EZLN llamó a todas las fuerzas sociales y políticas del país, insistió en aquello de “los mexicanos honestos” (ya no en “los de buena fe”) e incluyó a la CND (la zapatista, of course), cuyo protagonismo e infantilismo la tenían prácticamente desarticulada, para que junto con Cuauhtémoc Cárdenas encabezara un Movimiento para la Liberación Nacional que por todos los medios y en todos los niveles luchara por la instauración de un gobierno de transición, un nuevo constituyente, una nueva carta magna y la destrucción del sistema de partido de Estado para separar realmente al gobierno del PRI. El sistema de partido de Estado respondió escalando la guerra contra el zapatismo, por un lado (se liberaron órdenes de aprehensión, valga el oxímoron, contra la dirigencia y supuestamente se desenmascaraba a su otrora vocero y jefe militar en red nacional), y contra el pueblo, por otro lado (al mismo tiempo que se entraba a una fase en la que la crisis económica se descorrería en toda su crudeza, se afinaba el proceso de militarización que legalizaría la presencia de las fuerzas armadas fuera de sus cuarteles en tareas que no les correspondían bajo entrenamiento y posterior conducción estadunidense); la CND terminó convirtiéndose en una broma de mal gusto que sólo sería superada como tal por su homónima lopezobradorista y Cuauhtémoc Cárdenas declinaría la invitación. Lo convocatoria del EZLN recordaba al Movimiento de Liberación Nacional (MLN) que se constituyó en 1961 reuniendo a casi toda la izquierda mexicana “para enfrentar al problema más grave y menos artificial de nuestro tiempo, como es el imperialismo”; lo impulsó Lázaro Cárdenas, padre de Cuauhtémoc, y nació, en parte, motivada por el triunfo de la Revolución Cubana y, en parte, como respuesta a la represión del gobierno de Adolfo López Mateos a las agrupaciones campesinas y sindicatos obreros independientes... el mismo Cuauhtémoc participó en el MLN, siendo miembro de las juventudes priistas; se desmoronó porque muchas de las fuerzas del MLN hicieron a un lado eso de enfrentar al imperialismo por entrarle al juego electoral y, supongo, porque el imperialismo tenía y tiene como uno de sus empleados estrella al partido de Estado en el que los Cárdenas, entre otros, siguieron militando... cosas que pasan.
Había una vez, un Cuauhtémoc Cárdenas y un Andrés Manuel López Obrador que parecían luchar por lo mismo que el neozapatismo: libertad, democracia y justicia; pero lo hicieron a un lado, entre otras cosas, por ser parte del juego electoral... cosas que pasan.
En La Cuarta, el EZLN daba un salto cualitativo que resultaba de distintas cosas: por un lado, ante la persecución contra el zapatismo, la sociedad civil salió de nuevo a las calles y sentó al gobierno mexicano y al zapatismo a protagonizar uno de los ejercicios más enriquecedores de gobernanza que hayan existido en la historia reciente del país mediante un diálogo que desembocaría en los llamados Acuerdos de San Andrés; por otro lado, el zapatismo no sólo dialogó con el gobierno sino, sobre todo, sirvió de puente para que los pueblos indios dialogaran con el gobierno (por lo que los Acuerdos de San Andrés son acuerdos del gobierno con los pueblos indios y no nada más con el EZLN) y, a su vez, mientras el mismo zapatismo dialogaba con otros pueblos indios también, dialogó con la sociedad civil por la vía de una consulta ciudadana que no sólo reconoció la justeza y la vigencia de la lucha y las demandas zapatistas, sino que además sentó las bases de lo que sería la siguiente iniciativa del zapatismo: la construcción del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN).
Así, el año de 1996 se comenzaba con un diálogo cuyos acuerdos serían firmados seis semanas más tarde, la creación de cinco Aguascalientes (centros de encuentro entre el zapatismo y la sociedad civil nacional e internacional), la celebración de un Foro Nacional Indígena y las convocatorias a un Foro Especial para la Reforma del Estado y al Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (el primer Intergaláctico). En agosto de 1996, tras una serie de prácticas dilatorias por parte de la delegación gubernamental para no continuar el diálogo con el zapatismo (la primera mesa, sobre derechos y cultura indígena, había resultado en los Acuerdos de San Andrés que el gobierno no pensaba cumplir; la segunda mesa, sobre democracia y justicia, el gobierno hizo todo para reventarla), el EZLN se levanta de la mesa de diálogo con el gobierno y estrecha el diálogo con la sociedad civil nacional (mediante el Foro para la Reforma del Estado) e internacional (con el Encuentro Intergaláctico) y, de manera especial, con los pueblos indios (que daría paso a la creación del Congreso Nacional Indígena, en cuya fundación participaría la Comandanta Ramona); este sería el escenario en el que surgiría el FZLN y, tres meses después, la respuesta del Estado: la masacre de Acteal.
La Quinta sería, en consecuencia, la convocatoria del EZLN a luchar por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios a través de la aprobación de la propuesta de Ley de Derechos y Cultura de los Pueblos Indígenas elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) del Congreso de la Unión y por el fin de la guerra de exterminio; dos momentos, en medio de muchos más, podríamos decir que fueron los más emblemáticos: la Consulta por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y contra la Guerra de Exterminio, en marzo de 1999, y la Marcha del Color de la Tierra, en marzo del 2001. En abril, los tres niveles de gobierno, las tres principales fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD) y los tres Poderes de la Unión, tres veces tres, respondieron al zapatismo con un no rotundo al cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés al impedir la aprobación de la Ley Cocopa; la resistencia y la rebeldía zapatistas se permutarían entonces en la consolidación de los Municipios Autónomos en Rebeldía Zapatistas (MAREZ) por medio de la creación de Juntas de Buen Gobierno (JBG), cuyas sedes serían los otrora Aguascalientes convertidos en Caracoles: era tiempo de ser y hacer otra forma de gobierno, otra forma de política.
No sería extraño que tres años después de la creación de las JBG, el EZLN convocará en La Sexta a lo que inicialmente se llamó la Otra Campaña:
1.- Vamos a seguir luchando por los pueblos indios de México, pero ya no sólo por ellos ni sólo con ellos, sino que por todos los explotados y desposeídos de México, con todos ellos y en todo el país. Y cuando decimos que todos los explotados de México también estamos hablando de los hermanos y hermanas que se han tenido que ir a Estados Unidos a buscar trabajo para poder sobrevivir.
2.- Vamos a ir a escuchar y hablar directamente, sin intermediarios ni mediaciones, con la gente sencilla y humilde del pueblo mexicano y, según lo que vamos escuchando y aprendiendo, vamos a ir construyendo, junto con esa gente que es como nosotros, humilde y sencilla, un programa nacional de lucha, pero un programa que sea claramente de izquierda o sea anticapitalista o sea antineoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo mexicano.
3.- Vamos a tratar de construir o reconstruir otra forma de hacer política, una que otra vuelta tenga el espíritu de servir a los demás, sin intereses materiales, con sacrificio, con dedicación, con honestidad, que cumpla la palabra, que la única paga sea la satisfacción del deber cumplido, o sea como antes hacían los militantes de izquierda que no paraban ni con golpes, cárcel o muerte, mucho menos con billetes de dólar.
4.- También vamos a ir viendo de levantar; una lucha para demandar que hacemos una nueva Constitución o sea nuevas leyes que tomen en cuenta las demandas del pueblo mexicano como son: techo, tierra, trabajo, alimento, salud, educación, información, cultura, independencia, democracia, justicia, libertad y paz. Una nueva Constitución que reconozca los derechos y libertades del pueblo, y defienda al débil frente al poderoso.
Vendría... dejemos que l@s compas nos digan qué vendría:
En julio, agosto y septiembre del 2005 se realizan las llamadas “reuniones preparatorias”. En ellas cumplimos nuestra palabra, escuchamos con atención y respeto TODO lo que se dijo, incluidos reproches, críticas, amenazas… y mentiras (aunque entonces no sabíamos que eran mentiras).
(...) El 16 de septiembre del 2005, con la presencia de la hoy finada Comandanta Ramona, la dirección del EZLN hizo entrega formal de la autodenominada “Otra Campaña” al conjunto de l@s adherentes; informó que participaría en el movimiento, además de con las comunidades zapatistas, con una delegación (llamada “Comisión Sexta”) de su dirección; y anunció la “salida” del primer explorador, el delegado número zero (para indicar que seguirían otr@s delegad@s después), con la misión de conocer y escuchar, en todo el país, a tod@s l@s ya compañer@s que no habían podido asistir a las reuniones preparatorias, y para explorar las condiciones en las que realizaría su trabajo constante la Comisión Sexta.
En esa primera plenaria, el EZLN propone que se cumpla con el propósito de la Sexta de construir otra forma de hacer política y se tome en cuenta la palabra de tod@s, sin importar si han asistido o no a las reuniones.
(...) Según nuestra idea, iniciar la Otra y “salir” al primer recorrido en tiempo electoral tenía varias ventajas. Una era que, dada nuestra posición anti clase política, no seríamos “atractiv@s”, en los templetes y reuniones, para quienes estaban, y están, en la pista electoral. El ir a contrapelo de los “bien pensados” exhibiría a quienes se acercaron antes al EZLN sólo para tomarse la foto, y l@s llevaría a evitarnos y a deslindarse del neozapatismo (con libros, declaraciones… y candidaturas).
Otra no menos importante era que, como íbamos a escuchar a l@s de abajo, la palabra de las otras luchas se haría visible, y así se haría palpable también su historia y su trayectoria. Entonces, el “mostrarse” en la Otra sería también “mostrarse” para la represión de caciques, gobierno, empresarios y partidos. Según nosotros, el que fuera en época electoral elevaría el “costo” de una acción represiva y disminuiría la vulnerabilidad de las luchas y organizaciones pequeñas. Una ventaja más era que, absorbidos como estaban allá arriba en lo electoral, nos dejarían en paz para nuestro proyecto y el neozapatismo dejaría de ser una moda a modo.
(...) Inició entonces la gira… y pasó lo que pasó. El dolor que habíamos intuido no se comparaba ni de lejos con el que íbamos encontrando, escuchando y conociendo a nuestro paso. Gobiernos de todos los partidos políticos (incluyendo a los de supuesta “izquierda” –PRD, PT y Convergencia-) aliados con caciques, terratenientes y empresarios para despojar, explotar, despreciar y reprimir a ejidatarios, comunidades indígenas, pequeños comerciantes y ambulantes, trabajador@s sexuales, obreros, empleados, maestros, estudiantes, jóven@s, mujeres, niños, ancianos; para destruir la naturaleza, para vender la historia y la cultura; para fortificar un pensamiento y actuar intolerantes, excluyentes, machistas, homofóbicos y racistas.
Y nada de eso aparecía en los grandes medios de comunicación.
Pero si el México de abajo que íbamos encontrando destilaba un dolor indignante, las rebeldías organizadas que iban apareciendo, y uniéndose, develaban y (desvelaban) “otro” país, uno en ebullición, en lucha, en construcción de alternativas propias.
Si en sus primeros pasos, el recorrido de la Comisión Sexta fue visto, con la torpeza del que sólo mira hacia arriba, como “un buzón ambulante de quejas”, pronto se transformó y la palabra del otro, de la otra, fue adquiriendo el tamaño que el silencio de los de arriba había disimulado hasta entonces. Historias asombrosas de heroísmo, dedicación y sacrificio para resistir la destrucción que viene de arriba, tuvieron oído y eco en l@s demás adherentes honestos.
Llegamos así al Estado de México y al DF con un cargamento que incluía a lo mejor de todos los colores que abajo luchan. El calendario marcó el 3 y 4 de mayo del 2006, y el dolor y la sangre pintaron al pueblo de Atenco y a l@s compas de la Otra Campaña.
Dando una verdadera lección de lo que es ser compañer@s en La Otra, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de Atenco, se movilizó para apoyar a compas de Texcoco. El gobierno municipal (PRD) fingió dialogar y negociar, mientras llamaba a la policía estatal (PRI) y a la federal (PAN) para reprimir. Los partidos más representativos de la clase política, PRD-PRI-PAN, conjuntaron fuerzas para golpear a La Otra. Alrededor de 200 compas fueron agredid@s, golpead@s, torturad@s, violad@s y encarcelad@s. Un menor de edad, Javier Cortés Santiago, fue asesinado por la policía. Nuestro joven compañero Alexis Benhumea Hernández, adherente a La Otra y estudiante de la UNAM, después de una larga agonía, murió también asesinado.
La mayoría reaccionamos y emprendimos acciones de solidaridad y apoyo, de denuncia y presión. Con un mínimo de decencia y compañerismo, detuvimos la gira de la Comisión Sexta del EZLN y nos dedicamos, primero, a contrarrestar la campaña de desprestigio y mentiras que, en los medios masivos de comunicación, se hacía en contra del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (lo que ofendió a algun@s compas de medios alternativos); después a actividades que recaudaran fondos para l@s pres@s, y a actos para exponer la verdad sobre lo ocurrido.
En septiembre de 2006, la Comisión Sexta del EZLN publicó en cinco entregas de un comunicado intitulado L@s zapatistas y la Otra (de donde se han tomado las citas inmediatas anteriores) su diagnóstico de lo que hasta entonces había sido la Otra Campaña, entre otros asuntos, y propuso la realización de una consulta universal interna para definir las características de La Otra, su estructura organizativa, su política de alianzas, los lugares de cada quien, quiénes están y quiénes no y las tareas comunes; ello, con miras a ir levantando el Programa Nacional de Lucha de La Otra. En siete años, La Otra tuvo, como dicen l@s compas, una serie de vaivenes; así que para enero de 2013 en la quinta entrega de la serie de comunicados Ellos y nosotros.V.- La Sexta, dijeron:
Compañeroas, compañeros, compañeras:
Por parte del EZLN les decimos:
1.- Para el EZLN ya no habrá una Otra Campaña nacional y una Zezta Internazional. A partir de ahora caminaremos junto a quienes invitemos y nos acepten como compas, lo mismo en la costa de Chiapas que en la de Nueva Zelanda.
Así que el territorio de nuestro accionar está ahora claramente delimitado: el planeta llamado “Tierra”, ubicado en el llamado Sistema Solar. Seremos ahora lo que somos de por sí: “La Sexta”.
En noviembre de 2005, en un comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena - Comandancia General del EZLN, se anunciaba la disolución del FZLN como parte de una serie de cambios de cara a la nueva etapa de lucha zapatista que se abría con la Otra Campaña, ahora La Sexta; en el punto Tercero, se lee:
Una delegación del CCRI-CG del EZLN se reunió con algunos miembros del FZLN y les pidió que consultaran a todos los compañeros y compañeras frentistas la posibilidad de disolver la estructura orgánica del FZLN y devolver al EZLN el nombre de esa organización política civil zapatista, convocada en su origen y fines por el EZLN.
Esto con el objetivo de dejar en libertad al EZLN para refundar una organización zapatista, civil y pacífica, que, ratificando los principios enunciados en la IV Declaración, incorporara los avanzados en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (anticapitalista y de izquierda), con los méritos logrados por el FZLN en 10 años de vida, tratando de evitar los errores y vicios que se estuvieron presentando en su trabajo, y, ahora sí, con la participación directa de zapatistas del EZLN.
Líneas arriba, digo que me parece que el Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo será algo así como un ritual de paso, un umbral en el que el neozapatismo, en eso de ser lo que el neozapatismo es, pues, siempre se está en construcción, en movimiento y en búsqueda permanentes, pasará a ser, sin dejar de ser lo que de por sí es, otra cosa... ¿acaso el FZLN donde, ahora sí, sea parte el mismo EZLN que lo convoca?
* * *
En diciembre de 1914, el Cuartel General del Sur dispuso contingentes para extender la Revolución del oriente al poniente de la República. Los preparativos se iniciaron de inmediato.
La práctica zapatista de promover la lucha de liberación en nuevos territorios (…) resurgió en la ciudad de México. El general Rafael Cal y Mayor debía operar en Chiapas, Tabasco y Yucatán; el general Ángel Barrios en Oaxaca; el general Ladislao González marchó hacia el Nayar. Según la Ruta del Sol, la revolución debía ser diseminada en tierra de jaguares mayas, zapotecos, mixtecos, naayeri y wixaritari.
(…) La tarea que se dieron los zapatistas de irradiar la Revolución tuvo enemigos dentro de las filas convencionistas que debían ser aliadas. En aquel tiempo, el estado de Zacatecas era gobernado por el grupo de Pánfilo Natera, Trinidad Cervantes y Martín Triana, quienes pronto se pasaron al carrancismo, abiertamente.
(…) El objetivo de propagar la lucha de liberación en otros territorios por medio de columnas guerrilleras expedicionarias fue persistente. Nació con la revolución del sur, desde que los zapatistas promulgaron el Plan de Ayala. En 1913, por ejemplo, el coronel Salatiel Alarcón marchó a Colima y Jalisco; el profesor Cándido Navarro a San Luis Potosí; los generales Felipe Neri y Fortino Ayaquica, así como el coronel Juan Sánchez, hacia Hidalgo. Los problemas fueron muy graves en todos los casos; incluso habría que tomar en cuenta los obstáculos para la comunicación, por la diversidad lingüística y cultural. Pero, en conjunto, tal proyección de las fuerzas permite apreciar no el “localismo”, que la historiografía dominante ha postulado siempre, sino el horizonte mesoamericano de la revolución zapatista. Esta proyección libertaria es un hito en la historia de larga duración de los pueblos contra la colonialidad del poder.
Retaguardia
El Ejército Libertador, con la toma de Puebla, quedó colocado en posición avanzada, solo frente a la principal fuerza militar del carrancismo al mando de Álvaro Obregón. Para resolver la delicada situación, los zapatistas necesitaban forzosamente una buena retarguardia y línea de abastecimiento.
El frente oriental del zapatismo estaba tomando forma. Su vanguardia, las columnas guerrilleras en territorio veracruzano; su centro, la ciudad de Puebla, y como retaguardia la ciudad de México.
Pero si formalmente la retaguardia de este frente era la ciudad de México, en la práctica no lo fue. La capital, sus transportes ferroviarios, la fábrica de municiones y el gobierno de la Convención estaban en poder del gutierrismo, que hacía tratos secretos con Carranza para producir la derrota militar de la Revolución.
(...) En diciembre, asimismo, Eulalio Gutiérrez emitió un decreto y dirigió circulares a las aduanas para prohibir la importación de armas, municiones, explosivos y materiales para la fabricación de los mismos. Los gutierristas hicieron lo imposible para evitar el apertrechamiento zapatista. Negaron todo, armamento, parque, haberes para la tropa, transportes y vestimenta, a la vez que obtenían información sobre los planes y movimientos de las fuerzas del sur y del norte para enseguida publicarlos.
(...) En el momento decisivo para la defensa de Puebla –los primeros días de enero– el gobierno designado en la Convención de Aguascalientes arguyó que se había agotado todo el parque y que no existía combustible para enviar refuerzos por ferrocarril. Aún así, el Cuartel General del Sur envió tropas que debieron marchar a pie desde la ciudad de México. En pleno invierno, los combatientes surianos tuvieron que cruzar entre los volcanes. Jamás los zapatistas abandonaron su compromiso militar con ese gobierno de la Convención. Por el contrario, fueron víctimas del mismo.
(...) Las municiones gutierristas con carga alterada eran fatales. El general Fortino Ayaquica informó desde Puebla a Emiliano Zapata, el 1 de enero, “la pérdida de una pieza de artillería a causa de haber explotado al disparar un torpedo, quedando el cañón hecho pedazos, matando al mayor Gabino Carrasco y heridos el capitán artillero Evaristo Escobedo y tres soldados artilleros”.
Pocos meses después, la División del Norte también sufrió las consecuencias de esa artimaña durante las batallas del Bajío, con municiones enviadas de Estados Unidos. El efecto de esa artillería contra los revolucionarios fue múltiple. La munición no hacía daño a la tropa carrancista; hería o mataba al zapatista o villista; inutilizaba el armamento y además engañaba al miliciano en combate, haciéndole creer que peleaba con elementos de guerra. La desventaja global de esa munición era superior que la simple escasez. Para los villistas, que compraban cartuchos en el mercado de Estados Unidos, además, representó una pérdida económica de millones de pesos. Eran balas contra el cuerpo, la mente, el arma y el bolsillo de la Revolución.
Por: Sebastián Liera.
Los que no tengan miedo, que pasen a firmar.
Emiliano Zapata,
general en jefe del Ejército Libertador.
A finales de 1914 –nos cuenta Francisco Pineda Gómez en su libro Ejército Libertador, 1915 (2013) –, el Ejército Libertador (del Sur… solemos agregar) entró en una nueva etapa de su historia. Fue una lucha más larga y agotadora que las anteriores, frente a otros adversarios: el carrancismo y la intervención militar abierta y encubierta de Estados Unidos. Con el Ejército Federal, la guerra llevó diez semanas durante el porfirismo, diecisiete meses con el maderismo y otro tanto significó la guerra bajo la dictadura de Huerta. Esta vez la lucha se prolongará por cinco años y medios. No será contra el antiguo régimen, sino contra la nueva fuerza dominante, aquella que dará origen al “régimen emanado de la Revolución”. Será también una guerra más compleja y sangrienta.
En el inicio de esta contienda, el 24 de noviembre de 1914, los zapatistas tomaron la ciudad de México y poco después, el 16 de diciembre, arrebataron Puebla al ejército carrancista. En tres semanas, el Ejército Libertador tomó en combate las dos principales ciudades del país.
(…) La defensa carrancista comprendía los estados de Puebla, Tlaxcala y Veracruz, bajo el mando del general Salvador Alvarado. El centro del dispositivo, la ciudad de Puebla, estaba a cargo del general Francisco Coss; el frente, San Martín Texmelucan, del general Fortunato Maycotte; el norte, Tlaxcala, del general Cesáreo Castro; mientras que la retaguardia, desde Orizaba hasta la estación de Esperanza, estaba al mando del general Heriberto Jara. Por un momento se consideró, además, la posibilidad de reforzar la defensa con tropas del general Pablo González.
Tras la derrota de Maycotte a manos de los generales surianos Herminio Chavarría y Agustín Cázares, golpe que “desestabilizó el sistema defensivo carrancista”, Salvador Alvarado –nos dice siempre Pineda Gómez– telegrafió a Carranza para informar los acontecimientos (…) Por extranjeros (…) tuvo conocimiento de que Pancho Villa había salido de México rumbo a Guadalajara y que sólo iba Emiliano Zapata a reforzar el ataque de Puebla. Alvarado decía también que trasladaba toda su fuerza a Puebla para “escarmentar a los zapatistas” y que la plaza no sería evacuada.
(…) Emiliano Zapata llegó al combate, en efecto. Se puso al mando de las operaciones rebeldes. El ataque se generalizó con fuerza inusitada por el centro, el sur y el norte. El 14 de diciembre, los zapatistas tomaron Cholula.
(…) Con urgencia, Salvador Alvarado pidió refuerzos a Veracruz. Ese día le telegrafió a Carranza: “Abandonar Puebla sería un desastre moral y para conservarla es preciso que mande seis batallones de Sonora”, yaquis esclavizados en las plantaciones henequeneras de la península de Yucatán. Por la noche, Obregón ordenó pasar a la ofensiva y salió de Veracruz para tomar el mando directo de las operaciones en Puebla. Sus tropas llegaron hasta la estación de Esperanza, a 50 kilómetros de distancia, aproximadamente. Ya no hubo tiempo.
El ataque zapatista era fulminante. A las diez de la mañana, del día 15, el general Aurelio Bonilla –originario de Xalapa- atacó Puebla por el lado del cerro Tepozúchitl, en el nororiente de la ciudad. A las tres de la tarde recibió el refuerzo de Higinio Aguilar y, al anochecer, conjuntamente ocuparon el cerro. Luego, a las cinco de la mañana del día siguiente, las tropas de Aurelio Bonilla atacaron al enemigo que huía por el lado de Amozoc. Poco después, a las seis y media, las fuerzas surianas entraron a la ciudad de Puebla.
Obregón regresó al puerto de Veracruz. Había cometido una imprudencia la noche del 15 de diciembre, al decirle a Salvador Alvarado que el general villista Felipe Ángeles avanzaba por Apizaco, a 55 kilómetros de Puebla. Alvarado, en lugar de acatar las órdenes de asumir la ofensiva y cumplir su deseo de “escarmentar a los zapatistas”, salió huyendo por la madrugada. Pero la información era incorrecta, en realidad Felipe Ángeles alistaba sus tropas en la ciudad de México, para salir rumbo a Saltillo, el 17 de diciembre.
(…) El embuste historiográfico prefirió borrar el acontecimiento.
* * *
A finales de 2014, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y lo que Carlos A. Aguirre Rojas llama el neozapatismo parecen entrar, también, a una nueva etapa de su historia: si la lucha de liberación del Ejército Libertador hace cien años tenía enfrente a la fuerza que daría origen, como dice Pineda Gómez, al “régimen emanado de la Revolución”, el neozapatismo está plantándose cara a cara con quienes protagonizan los últimos estertores de ése mismo régimen en una regresión que lleva al país a una especie de neoporfirismo en medio de un estado de guerra generalizado mucho más complejo y sangriento que el existente hace un siglo; incluyendo, eso no ha cambiado, el intervencionismo estadounidense.
Mientras escribo estas líneas son, exactamente, las 4 de la tarde del 20 de diciembre de 2014; según el programa general del Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo “Donde l@s de arriba destruyen, l@s de abajo reconstruimos” (las arrobas que faltan a los cánones de la ortografía aprobada por la realeza académica son una necedad mía), se está iniciando en San Francisco Xochicuautla, Lerma, Estado de México, el registro y la recepción de delegadas y delegados que darán su palabra en las tres... o cuatro (según como se mire)... comparticiones que se celebrarán en el marco del mismo.
¿Qué palabra será esta palabra? ¿Qué es el Festival? L@s compas de espejo30.org nos lo recuerdan: “la propuesta surge tras una compartición (Compartición de Pueblos Zapatistas y el Congreso Nacional Indígena “David Ruiz García”) que tuvo lugar en La Realidad, Chiapas, en agosto de 2014” y citan:
Venimos para compartir nuestros sentimientos y dolores que nos han hecho este sistema neoliberal. Pero no solo. También es seguro que venimos a compartir los valiosos conocimientos, experiencias de lucha, de organización. Retos y desafíos frente a los capitalistas invasores y neoliberales que tanto daño nos han causado.
Para mí, que no soy ni politólogo, ni historiador, ni antropólogo social, ni ninguna de esas carreras que cada vez son más incómodas al modelo de producción capitalista en esta que algun@s dicen es su etapa más salvaje; para mí, que soy hijo de un trabajador y una trabajadora manuales que ahora son, él, un obrero telefonista jubilado y, ella, una ama de casa; para mí que soy un trabajador también, pero de las artes escénicas: algo así como una especie de cómico cuya palabra desprecian l@s academicistas por la tosquedad con que me atrevo a sentarme en sus mesas de análisis y coloquios de investigación; para mí, zapatista de clóset y, como si con eso no bastara, disxélico, el Festival será algo así como un ritual de paso, un umbral en el que el neozapatismo terminará de afianzar (aunque, bueno, si algo se puede decir del neozapatismo es que en eso que el neozapatismo es nada termina por afianzarse nunca, pues, siempre se está en construcción, en movimiento y en búsqueda permanentes) los cambios que nos ha venido presentando en la etapa más reciente de su praxis política.
Como puede verse, los tiempos en el neozapatismo son mucho más largos que lo que lo fueron los tiempos para el zapatismo. Pineda Gómez registra: “con el Ejército Federal, la guerra llevó diez semanas durante el porfirismo, diecisiete meses con el maderismo y otro tanto significó la guerra bajo la dictadura de Huerta. Esta vez la lucha se prolongará por cinco años y medios”, casi nueve años, en total, de zapatismo (podemos suponer que para Pineda Gómez la capitulación de Gildardo Magaña ante Obregón en su carácter de jefe del Ejército Libertador tras el asesinato de Zapata ya no tuvo nada de zapatista): cuatro, entre noviembre de 1910 y diciembre de 1914. El próximo 1 de enero el neozapatismo cumplirá 21 años de vida pública, más 10 que ya llevaba en la clandestinidad, en medio de una guerra que los primeros doce días fueron de enfrentamientos frontales y el resto han sido de resistencia y rebeldía frente a eso que los think tanks castrenses en Estados Unidos bautizaron tras su derrota en Vietnam como Low-Intensity Conflict: Guerra de Baja Intensidad.
Si miramos estos 20 años a través de las seis declaraciones de la Selva Lacandona emitidas por el EZLN (ejercicio que hicimos como wikipedistas en el artículo del EZLN dentro de la así llamada “enciclopedia libre”, hasta que una especie de consejo censor nos modificó toda la plana con el argumento de que no éramos objetivos cuando escribíamos que Zedillo era responsable de la masacre de Acteal y cosas así), podemos pasar revista a una parte de la praxis zapatista, la que responde a la pregunta: ¿con quienes caminamos? En La Primera, el EZLN llama a los poderes Legislativo y Judicial de la Unión a deponer al dictador que detentaba el poder Ejecutivo federal: Carlos Salinas de Gortari, para la restauración de la legalidad y la estabilidad de la Nación (la mayúscula es de los compas votanes): los poderes federales no respondieron, después de todo se trataba de una declaración de guerra que daba en la diana del Estado mexicano: “el ejército federal mexicano, pilar básico de la dictadura que padecemos, monopolizada por el partido en el poder y encabezada por el ejecutivo federal”... qué osadía, ¿no?; qué despropósito.
En La Segunda, el EZLN llama a la Sociedad Civil, integrada, a decir de los compas votanes, por “los mexicanos honestos y de buena fe”, a un diálogo nacional por la democracia, la libertad y la justicia al que bautizaron como Convención Nacional Democrática, en memoria de la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes celebrada entre el 10 de octubre y el 9 de noviembre de 1914. Luego, unos años más tarde, López Obrador, en un despliegue inusitado de imaginación y creatividad llamaría a la realización de una su Convención Nacional Democrática... bueno, no fue tan inusitado... que le serviría de puesta en escena para su performance: “La Presidencia Legítima”... pero, esa es otra historia: en la CND zapatista estaba Elena Poniatowska con toda su cursilería y en la CND lopezobradorista... también; bueno, en la CND zapatista estaba doña Rosario y en la CND lopezobradorista... también... esteee... ¡ya!: en la CND zapatista, doña Rosario recibió de manos de quienes convocaban, las y los zapatistas, una bandera mexicana cuya representación era la del poder: al entregársela a ella, que presidía la CND, quienes convocaban, las y los zapatistas, decían: “ustedes mandan”; en la CND lopezobradorista, doña Rosario no recibió de manos de quien convocaba, AMLO, una bandera mexicana que también representaba el poder, al menos no la recibió en público, sino que ella, doña Rosario, con toda su calidad moral, se la entregó a quien convocaba, AMLO, y le cruzó el pecho con ella, la bandera, y al hacerlo dijo: “usted manda”... definitivamente es otra historia.
La Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes fue convocada por Carranza para someter a los jefes militares de las demás fuerzas armadas de la Revolución y le cruzaran el pecho con una bandera que representara al poder (unos años más tarde le cruzarían el pecho que un titipuchal de balas); no invitó a los zapatistas: los trataba de “provocadores”, quizás porque son compañeros de lucha de los anarquistas. Sin embargo, por presión del magonismo (los anarquistas) y el villismo, los zapatistas fueron invitados finalmente a la Convención y Carranza agarró sus barbas de gobernador porfirista disfrazado de revolucionario (algo así como priistas disfrazándose de perredistas... y luego de morenistas... y luego de...) y se fue a Veracruz, mientras los zapatistas y los villistas entraban a la ciudad de México para simbolizar la instauración del gobierno convencionista. Más tarde, la Convención se volvió carrancista (quizás nunca de serlo) y se volteó contra el zapatismo... como la CND lopezobradorista, en cuyo seno se encontraba buena parte de “los mexicanos honestos y de buena fe” que asistieron a la CND zapatista: habían cambiado de rockstar.
En La Tercera, el EZLN llamó a todas las fuerzas sociales y políticas del país, insistió en aquello de “los mexicanos honestos” (ya no en “los de buena fe”) e incluyó a la CND (la zapatista, of course), cuyo protagonismo e infantilismo la tenían prácticamente desarticulada, para que junto con Cuauhtémoc Cárdenas encabezara un Movimiento para la Liberación Nacional que por todos los medios y en todos los niveles luchara por la instauración de un gobierno de transición, un nuevo constituyente, una nueva carta magna y la destrucción del sistema de partido de Estado para separar realmente al gobierno del PRI. El sistema de partido de Estado respondió escalando la guerra contra el zapatismo, por un lado (se liberaron órdenes de aprehensión, valga el oxímoron, contra la dirigencia y supuestamente se desenmascaraba a su otrora vocero y jefe militar en red nacional), y contra el pueblo, por otro lado (al mismo tiempo que se entraba a una fase en la que la crisis económica se descorrería en toda su crudeza, se afinaba el proceso de militarización que legalizaría la presencia de las fuerzas armadas fuera de sus cuarteles en tareas que no les correspondían bajo entrenamiento y posterior conducción estadunidense); la CND terminó convirtiéndose en una broma de mal gusto que sólo sería superada como tal por su homónima lopezobradorista y Cuauhtémoc Cárdenas declinaría la invitación. Lo convocatoria del EZLN recordaba al Movimiento de Liberación Nacional (MLN) que se constituyó en 1961 reuniendo a casi toda la izquierda mexicana “para enfrentar al problema más grave y menos artificial de nuestro tiempo, como es el imperialismo”; lo impulsó Lázaro Cárdenas, padre de Cuauhtémoc, y nació, en parte, motivada por el triunfo de la Revolución Cubana y, en parte, como respuesta a la represión del gobierno de Adolfo López Mateos a las agrupaciones campesinas y sindicatos obreros independientes... el mismo Cuauhtémoc participó en el MLN, siendo miembro de las juventudes priistas; se desmoronó porque muchas de las fuerzas del MLN hicieron a un lado eso de enfrentar al imperialismo por entrarle al juego electoral y, supongo, porque el imperialismo tenía y tiene como uno de sus empleados estrella al partido de Estado en el que los Cárdenas, entre otros, siguieron militando... cosas que pasan.
Había una vez, un Cuauhtémoc Cárdenas y un Andrés Manuel López Obrador que parecían luchar por lo mismo que el neozapatismo: libertad, democracia y justicia; pero lo hicieron a un lado, entre otras cosas, por ser parte del juego electoral... cosas que pasan.
Había una vez, un Cuauhtémoc Cárdenas y un Andrés Manuel López Obrador que parecían luchar por lo mismo que el neozapatismo: libertad, democracia y justicia; pero lo hicieron a un lado, entre otras cosas, por ser parte del juego electoral... cosas que pasan.
En La Cuarta, el EZLN daba un salto cualitativo que resultaba de distintas cosas: por un lado, ante la persecución contra el zapatismo, la sociedad civil salió de nuevo a las calles y sentó al gobierno mexicano y al zapatismo a protagonizar uno de los ejercicios más enriquecedores de gobernanza que hayan existido en la historia reciente del país mediante un diálogo que desembocaría en los llamados Acuerdos de San Andrés; por otro lado, el zapatismo no sólo dialogó con el gobierno sino, sobre todo, sirvió de puente para que los pueblos indios dialogaran con el gobierno (por lo que los Acuerdos de San Andrés son acuerdos del gobierno con los pueblos indios y no nada más con el EZLN) y, a su vez, mientras el mismo zapatismo dialogaba con otros pueblos indios también, dialogó con la sociedad civil por la vía de una consulta ciudadana que no sólo reconoció la justeza y la vigencia de la lucha y las demandas zapatistas, sino que además sentó las bases de lo que sería la siguiente iniciativa del zapatismo: la construcción del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN).
Así, el año de 1996 se comenzaba con un diálogo cuyos acuerdos serían firmados seis semanas más tarde, la creación de cinco Aguascalientes (centros de encuentro entre el zapatismo y la sociedad civil nacional e internacional), la celebración de un Foro Nacional Indígena y las convocatorias a un Foro Especial para la Reforma del Estado y al Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (el primer Intergaláctico). En agosto de 1996, tras una serie de prácticas dilatorias por parte de la delegación gubernamental para no continuar el diálogo con el zapatismo (la primera mesa, sobre derechos y cultura indígena, había resultado en los Acuerdos de San Andrés que el gobierno no pensaba cumplir; la segunda mesa, sobre democracia y justicia, el gobierno hizo todo para reventarla), el EZLN se levanta de la mesa de diálogo con el gobierno y estrecha el diálogo con la sociedad civil nacional (mediante el Foro para la Reforma del Estado) e internacional (con el Encuentro Intergaláctico) y, de manera especial, con los pueblos indios (que daría paso a la creación del Congreso Nacional Indígena, en cuya fundación participaría la Comandanta Ramona); este sería el escenario en el que surgiría el FZLN y, tres meses después, la respuesta del Estado: la masacre de Acteal.
Así, el año de 1996 se comenzaba con un diálogo cuyos acuerdos serían firmados seis semanas más tarde, la creación de cinco Aguascalientes (centros de encuentro entre el zapatismo y la sociedad civil nacional e internacional), la celebración de un Foro Nacional Indígena y las convocatorias a un Foro Especial para la Reforma del Estado y al Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (el primer Intergaláctico). En agosto de 1996, tras una serie de prácticas dilatorias por parte de la delegación gubernamental para no continuar el diálogo con el zapatismo (la primera mesa, sobre derechos y cultura indígena, había resultado en los Acuerdos de San Andrés que el gobierno no pensaba cumplir; la segunda mesa, sobre democracia y justicia, el gobierno hizo todo para reventarla), el EZLN se levanta de la mesa de diálogo con el gobierno y estrecha el diálogo con la sociedad civil nacional (mediante el Foro para la Reforma del Estado) e internacional (con el Encuentro Intergaláctico) y, de manera especial, con los pueblos indios (que daría paso a la creación del Congreso Nacional Indígena, en cuya fundación participaría la Comandanta Ramona); este sería el escenario en el que surgiría el FZLN y, tres meses después, la respuesta del Estado: la masacre de Acteal.
La Quinta sería, en consecuencia, la convocatoria del EZLN a luchar por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios a través de la aprobación de la propuesta de Ley de Derechos y Cultura de los Pueblos Indígenas elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) del Congreso de la Unión y por el fin de la guerra de exterminio; dos momentos, en medio de muchos más, podríamos decir que fueron los más emblemáticos: la Consulta por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y contra la Guerra de Exterminio, en marzo de 1999, y la Marcha del Color de la Tierra, en marzo del 2001. En abril, los tres niveles de gobierno, las tres principales fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD) y los tres Poderes de la Unión, tres veces tres, respondieron al zapatismo con un no rotundo al cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés al impedir la aprobación de la Ley Cocopa; la resistencia y la rebeldía zapatistas se permutarían entonces en la consolidación de los Municipios Autónomos en Rebeldía Zapatistas (MAREZ) por medio de la creación de Juntas de Buen Gobierno (JBG), cuyas sedes serían los otrora Aguascalientes convertidos en Caracoles: era tiempo de ser y hacer otra forma de gobierno, otra forma de política.
No sería extraño que tres años después de la creación de las JBG, el EZLN convocará en La Sexta a lo que inicialmente se llamó la Otra Campaña:
1.- Vamos a seguir luchando por los pueblos indios de México, pero ya no sólo por ellos ni sólo con ellos, sino que por todos los explotados y desposeídos de México, con todos ellos y en todo el país. Y cuando decimos que todos los explotados de México también estamos hablando de los hermanos y hermanas que se han tenido que ir a Estados Unidos a buscar trabajo para poder sobrevivir.
2.- Vamos a ir a escuchar y hablar directamente, sin intermediarios ni mediaciones, con la gente sencilla y humilde del pueblo mexicano y, según lo que vamos escuchando y aprendiendo, vamos a ir construyendo, junto con esa gente que es como nosotros, humilde y sencilla, un programa nacional de lucha, pero un programa que sea claramente de izquierda o sea anticapitalista o sea antineoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo mexicano.
3.- Vamos a tratar de construir o reconstruir otra forma de hacer política, una que otra vuelta tenga el espíritu de servir a los demás, sin intereses materiales, con sacrificio, con dedicación, con honestidad, que cumpla la palabra, que la única paga sea la satisfacción del deber cumplido, o sea como antes hacían los militantes de izquierda que no paraban ni con golpes, cárcel o muerte, mucho menos con billetes de dólar.
4.- También vamos a ir viendo de levantar; una lucha para demandar que hacemos una nueva Constitución o sea nuevas leyes que tomen en cuenta las demandas del pueblo mexicano como son: techo, tierra, trabajo, alimento, salud, educación, información, cultura, independencia, democracia, justicia, libertad y paz. Una nueva Constitución que reconozca los derechos y libertades del pueblo, y defienda al débil frente al poderoso.
Vendría... dejemos que l@s compas nos digan qué vendría:
En julio, agosto y septiembre del 2005 se realizan las llamadas “reuniones preparatorias”. En ellas cumplimos nuestra palabra, escuchamos con atención y respeto TODO lo que se dijo, incluidos reproches, críticas, amenazas… y mentiras (aunque entonces no sabíamos que eran mentiras).
(...) El 16 de septiembre del 2005, con la presencia de la hoy finada Comandanta Ramona, la dirección del EZLN hizo entrega formal de la autodenominada “Otra Campaña” al conjunto de l@s adherentes; informó que participaría en el movimiento, además de con las comunidades zapatistas, con una delegación (llamada “Comisión Sexta”) de su dirección; y anunció la “salida” del primer explorador, el delegado número zero (para indicar que seguirían otr@s delegad@s después), con la misión de conocer y escuchar, en todo el país, a tod@s l@s ya compañer@s que no habían podido asistir a las reuniones preparatorias, y para explorar las condiciones en las que realizaría su trabajo constante la Comisión Sexta.
En esa primera plenaria, el EZLN propone que se cumpla con el propósito de la Sexta de construir otra forma de hacer política y se tome en cuenta la palabra de tod@s, sin importar si han asistido o no a las reuniones.
(...) Según nuestra idea, iniciar la Otra y “salir” al primer recorrido en tiempo electoral tenía varias ventajas. Una era que, dada nuestra posición anti clase política, no seríamos “atractiv@s”, en los templetes y reuniones, para quienes estaban, y están, en la pista electoral. El ir a contrapelo de los “bien pensados” exhibiría a quienes se acercaron antes al EZLN sólo para tomarse la foto, y l@s llevaría a evitarnos y a deslindarse del neozapatismo (con libros, declaraciones… y candidaturas).
Otra no menos importante era que, como íbamos a escuchar a l@s de abajo, la palabra de las otras luchas se haría visible, y así se haría palpable también su historia y su trayectoria. Entonces, el “mostrarse” en la Otra sería también “mostrarse” para la represión de caciques, gobierno, empresarios y partidos. Según nosotros, el que fuera en época electoral elevaría el “costo” de una acción represiva y disminuiría la vulnerabilidad de las luchas y organizaciones pequeñas. Una ventaja más era que, absorbidos como estaban allá arriba en lo electoral, nos dejarían en paz para nuestro proyecto y el neozapatismo dejaría de ser una moda a modo.
(...) Inició entonces la gira… y pasó lo que pasó. El dolor que habíamos intuido no se comparaba ni de lejos con el que íbamos encontrando, escuchando y conociendo a nuestro paso. Gobiernos de todos los partidos políticos (incluyendo a los de supuesta “izquierda” –PRD, PT y Convergencia-) aliados con caciques, terratenientes y empresarios para despojar, explotar, despreciar y reprimir a ejidatarios, comunidades indígenas, pequeños comerciantes y ambulantes, trabajador@s sexuales, obreros, empleados, maestros, estudiantes, jóven@s, mujeres, niños, ancianos; para destruir la naturaleza, para vender la historia y la cultura; para fortificar un pensamiento y actuar intolerantes, excluyentes, machistas, homofóbicos y racistas.
Y nada de eso aparecía en los grandes medios de comunicación.
Pero si el México de abajo que íbamos encontrando destilaba un dolor indignante, las rebeldías organizadas que iban apareciendo, y uniéndose, develaban y (desvelaban) “otro” país, uno en ebullición, en lucha, en construcción de alternativas propias.
Si en sus primeros pasos, el recorrido de la Comisión Sexta fue visto, con la torpeza del que sólo mira hacia arriba, como “un buzón ambulante de quejas”, pronto se transformó y la palabra del otro, de la otra, fue adquiriendo el tamaño que el silencio de los de arriba había disimulado hasta entonces. Historias asombrosas de heroísmo, dedicación y sacrificio para resistir la destrucción que viene de arriba, tuvieron oído y eco en l@s demás adherentes honestos.
Llegamos así al Estado de México y al DF con un cargamento que incluía a lo mejor de todos los colores que abajo luchan. El calendario marcó el 3 y 4 de mayo del 2006, y el dolor y la sangre pintaron al pueblo de Atenco y a l@s compas de la Otra Campaña.
Dando una verdadera lección de lo que es ser compañer@s en La Otra, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de Atenco, se movilizó para apoyar a compas de Texcoco. El gobierno municipal (PRD) fingió dialogar y negociar, mientras llamaba a la policía estatal (PRI) y a la federal (PAN) para reprimir. Los partidos más representativos de la clase política, PRD-PRI-PAN, conjuntaron fuerzas para golpear a La Otra. Alrededor de 200 compas fueron agredid@s, golpead@s, torturad@s, violad@s y encarcelad@s. Un menor de edad, Javier Cortés Santiago, fue asesinado por la policía. Nuestro joven compañero Alexis Benhumea Hernández, adherente a La Otra y estudiante de la UNAM, después de una larga agonía, murió también asesinado.
La mayoría reaccionamos y emprendimos acciones de solidaridad y apoyo, de denuncia y presión. Con un mínimo de decencia y compañerismo, detuvimos la gira de la Comisión Sexta del EZLN y nos dedicamos, primero, a contrarrestar la campaña de desprestigio y mentiras que, en los medios masivos de comunicación, se hacía en contra del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (lo que ofendió a algun@s compas de medios alternativos); después a actividades que recaudaran fondos para l@s pres@s, y a actos para exponer la verdad sobre lo ocurrido.
En septiembre de 2006, la Comisión Sexta del EZLN publicó en cinco entregas de un comunicado intitulado L@s zapatistas y la Otra (de donde se han tomado las citas inmediatas anteriores) su diagnóstico de lo que hasta entonces había sido la Otra Campaña, entre otros asuntos, y propuso la realización de una consulta universal interna para definir las características de La Otra, su estructura organizativa, su política de alianzas, los lugares de cada quien, quiénes están y quiénes no y las tareas comunes; ello, con miras a ir levantando el Programa Nacional de Lucha de La Otra. En siete años, La Otra tuvo, como dicen l@s compas, una serie de vaivenes; así que para enero de 2013 en la quinta entrega de la serie de comunicados Ellos y nosotros.V.- La Sexta, dijeron:
Compañeroas, compañeros, compañeras:
Por parte del EZLN les decimos:
1.- Para el EZLN ya no habrá una Otra Campaña nacional y una Zezta Internazional. A partir de ahora caminaremos junto a quienes invitemos y nos acepten como compas, lo mismo en la costa de Chiapas que en la de Nueva Zelanda.
Así que el territorio de nuestro accionar está ahora claramente delimitado: el planeta llamado “Tierra”, ubicado en el llamado Sistema Solar. Seremos ahora lo que somos de por sí: “La Sexta”.
En noviembre de 2005, en un comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena - Comandancia General del EZLN, se anunciaba la disolución del FZLN como parte de una serie de cambios de cara a la nueva etapa de lucha zapatista que se abría con la Otra Campaña, ahora La Sexta; en el punto Tercero, se lee:
Una delegación del CCRI-CG del EZLN se reunió con algunos miembros del FZLN y les pidió que consultaran a todos los compañeros y compañeras frentistas la posibilidad de disolver la estructura orgánica del FZLN y devolver al EZLN el nombre de esa organización política civil zapatista, convocada en su origen y fines por el EZLN.
Esto con el objetivo de dejar en libertad al EZLN para refundar una organización zapatista, civil y pacífica, que, ratificando los principios enunciados en la IV Declaración, incorporara los avanzados en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (anticapitalista y de izquierda), con los méritos logrados por el FZLN en 10 años de vida, tratando de evitar los errores y vicios que se estuvieron presentando en su trabajo, y, ahora sí, con la participación directa de zapatistas del EZLN.
Líneas arriba, digo que me parece que el Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo será algo así como un ritual de paso, un umbral en el que el neozapatismo, en eso de ser lo que el neozapatismo es, pues, siempre se está en construcción, en movimiento y en búsqueda permanentes, pasará a ser, sin dejar de ser lo que de por sí es, otra cosa... ¿acaso el FZLN donde, ahora sí, sea parte el mismo EZLN que lo convoca?
* * *
En diciembre de 1914, el Cuartel General del Sur dispuso contingentes para extender la Revolución del oriente al poniente de la República. Los preparativos se iniciaron de inmediato.
La práctica zapatista de promover la lucha de liberación en nuevos territorios (…) resurgió en la ciudad de México. El general Rafael Cal y Mayor debía operar en Chiapas, Tabasco y Yucatán; el general Ángel Barrios en Oaxaca; el general Ladislao González marchó hacia el Nayar. Según la Ruta del Sol, la revolución debía ser diseminada en tierra de jaguares mayas, zapotecos, mixtecos, naayeri y wixaritari.
(…) La tarea que se dieron los zapatistas de irradiar la Revolución tuvo enemigos dentro de las filas convencionistas que debían ser aliadas. En aquel tiempo, el estado de Zacatecas era gobernado por el grupo de Pánfilo Natera, Trinidad Cervantes y Martín Triana, quienes pronto se pasaron al carrancismo, abiertamente.
(…) El objetivo de propagar la lucha de liberación en otros territorios por medio de columnas guerrilleras expedicionarias fue persistente. Nació con la revolución del sur, desde que los zapatistas promulgaron el Plan de Ayala. En 1913, por ejemplo, el coronel Salatiel Alarcón marchó a Colima y Jalisco; el profesor Cándido Navarro a San Luis Potosí; los generales Felipe Neri y Fortino Ayaquica, así como el coronel Juan Sánchez, hacia Hidalgo. Los problemas fueron muy graves en todos los casos; incluso habría que tomar en cuenta los obstáculos para la comunicación, por la diversidad lingüística y cultural. Pero, en conjunto, tal proyección de las fuerzas permite apreciar no el “localismo”, que la historiografía dominante ha postulado siempre, sino el horizonte mesoamericano de la revolución zapatista. Esta proyección libertaria es un hito en la historia de larga duración de los pueblos contra la colonialidad del poder.
Retaguardia
El Ejército Libertador, con la toma de Puebla, quedó colocado en posición avanzada, solo frente a la principal fuerza militar del carrancismo al mando de Álvaro Obregón. Para resolver la delicada situación, los zapatistas necesitaban forzosamente una buena retarguardia y línea de abastecimiento.
El frente oriental del zapatismo estaba tomando forma. Su vanguardia, las columnas guerrilleras en territorio veracruzano; su centro, la ciudad de Puebla, y como retaguardia la ciudad de México.
Pero si formalmente la retaguardia de este frente era la ciudad de México, en la práctica no lo fue. La capital, sus transportes ferroviarios, la fábrica de municiones y el gobierno de la Convención estaban en poder del gutierrismo, que hacía tratos secretos con Carranza para producir la derrota militar de la Revolución.
(...) En diciembre, asimismo, Eulalio Gutiérrez emitió un decreto y dirigió circulares a las aduanas para prohibir la importación de armas, municiones, explosivos y materiales para la fabricación de los mismos. Los gutierristas hicieron lo imposible para evitar el apertrechamiento zapatista. Negaron todo, armamento, parque, haberes para la tropa, transportes y vestimenta, a la vez que obtenían información sobre los planes y movimientos de las fuerzas del sur y del norte para enseguida publicarlos.
(...) En el momento decisivo para la defensa de Puebla –los primeros días de enero– el gobierno designado en la Convención de Aguascalientes arguyó que se había agotado todo el parque y que no existía combustible para enviar refuerzos por ferrocarril. Aún así, el Cuartel General del Sur envió tropas que debieron marchar a pie desde la ciudad de México. En pleno invierno, los combatientes surianos tuvieron que cruzar entre los volcanes. Jamás los zapatistas abandonaron su compromiso militar con ese gobierno de la Convención. Por el contrario, fueron víctimas del mismo.
(...) Las municiones gutierristas con carga alterada eran fatales. El general Fortino Ayaquica informó desde Puebla a Emiliano Zapata, el 1 de enero, “la pérdida de una pieza de artillería a causa de haber explotado al disparar un torpedo, quedando el cañón hecho pedazos, matando al mayor Gabino Carrasco y heridos el capitán artillero Evaristo Escobedo y tres soldados artilleros”.
Pocos meses después, la División del Norte también sufrió las consecuencias de esa artimaña durante las batallas del Bajío, con municiones enviadas de Estados Unidos. El efecto de esa artillería contra los revolucionarios fue múltiple. La munición no hacía daño a la tropa carrancista; hería o mataba al zapatista o villista; inutilizaba el armamento y además engañaba al miliciano en combate, haciéndole creer que peleaba con elementos de guerra. La desventaja global de esa munición era superior que la simple escasez. Para los villistas, que compraban cartuchos en el mercado de Estados Unidos, además, representó una pérdida económica de millones de pesos. Eran balas contra el cuerpo, la mente, el arma y el bolsillo de la Revolución.
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