Elecciones: Disputa entre ex-militares

10/04/2000
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El próximo 28 de mayo se realizarán en Venezuela las llamadas "mega elecciones" para relegitimar todos los poderes ejecutivos y legislativos. En un mismo día se elegirá un presidente, 23 gobernadores, más de 300 alcaldes, los 166 miembros de la Asamblea Nacional y más de 10.000 legisladores regionales, municipales y parroquiales. Estas elecciones serán un episodio clave del intenso proceso de la "revolución democrática" que vive el país desde que Hugo Chávez asumió el poder en febrero de 1999. Desde ese momento hasta la fecha, el proyecto político del presidente ha logrado cumplir exitosamente las distintas etapas del proceso constituyente: convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente con más del 90% de aprobación; elecciones de los asambleístas con más del 80% de representación del Polo patriótico, plataforma política y electoral del presidente; y aprobación de la Constitución Bolivariana mediante referéndum el pasado 15 de diciembre con más del 70% de los votantes a favor del SI. Las elecciones de relegitimación estaban previstas para principios de año, luego de un proceso atropellado para aprobar la nueva constitución. Pero la tragedia ocasionada por las lluvias que produjo decenas de miles de muertos, a los días siguientes del referéndum aprobatorio de la constitución, causó una profunda herida en el corazón y el avance del cronograma de la "revolución democrática". En cualquier caso, se daba por descontado el nuevo triunfo electoral del presidente Chávez. Toda vez que sus niveles de popularidad nunca han bajado del 70% de las preferencias de la población. Sin embargo, a dos meses de realizarse el acto de votación, surgió casi inesperadamente la candidatura del comandante Francisco Arias Cárdenas, su "hermano del alma" y compañero en el golpe del 4 de febrero de 1992. Lejanos están ya los tiempos del bipartidismo que dominó a Venezuela en los últimos cuarenta años de vida democrática. Aquellas elecciones en que los partidos del estatus Acción Democrática (socialdemócrata) y COPEI (socialcristiano) se alternaban en el poder acaparando más del 90% de la votación, con índices insignificantes de abstención. Estamos ante una nueva era de la historia política, con la estructura partidista y el tejido social en ruinas, el escenario está copado por dos ex-militares que pensaron y ejecutaron el intento de golpe y ahora se disputan la posibilidad de liderizar el proceso de reconstrucción nacional. ¿Se repite la historia? La historia de Venezuela ha estado signada por el denominado "caudillismo" tanto militar como civil. Luego de la guerra de independencia, la conformación de la república siempre dependió de las fortalezas y debilidades de hombres que acumularon poder muy por encima de la sociedad para imponer su proyecto político particular. Es así como desde la separación de la Gran Colombia, la figura del "caudillo" ha dominado el liderazgo político durante el siglo pasado y el que está concluyendo. Primero con los sobrevivientes de la gesta libertadora, luego con los nuevos ilustrados, los restauradores, una cadena de dictadores militares y finalmente con los nuevos caudillos de partidos políticos muy fuertes. En este siglo apenas hubo cuarenta y dos años de gobiernos democráticos. Para algunos historiadores la lucha electoral de hoy reedita situaciones anteriores de principios de siglo, donde una pareja de compañeros de armas que asumieron un proyecto colectivo, posteriormente terminaron sucediendo el uno al otro. Es el caso de Castro y Gómez a finales del siglo pasado y comienzos de éste. Y luego, el caso de López Contreras y Medina Angarita en los años 30 y 40. Al mismo tiempo para el imaginario latinoamericano y caribeño, el presidente Hugo Chávez ha descrito la disputa del año 2000 como la tradicional lucha que se produce entre revolución y contrarevolución. Más allá de estas interpretaciones, lo cierto es que en efecto no se trata del mismo país cuyas transformaciones políticas han sido muy importantes en apenas quince meses. El peso de la gestión de gobierno. En un país que ya se acostumbra al sobresalto y a una dinámica acelerada en el plano político, el proceso electoral es esperado con mucha expectativa para estabilizar el entorno y dar paso a las soluciones que aminoren la profunda crisis económica y social que lejos de detenerse se ha profundizado. Paradójicamente, éste será el capital político del presidente Chávez para la megaelección. En efecto, el presidente finalizó su primer año de gestión con el reconocimiento general de haber logrado sus objetivos políticos mediante el proceso constituyente. De algún modo, y gracias a este proceso, pudo completar con el respaldo de la mayoría de la población, el arrase del liderazgo político tradicional de AD y COPEI, y le permitió acumular un inmenso poder a la espera de la nueva república, la Quinta República. Sin embargo, el proceso preelectoral conocido como ?planchitis? para definir los candidatos a la megaelección produjo la ruptura parcial del Polo Patriótico, donde también participan el Movimiento al Socialismo (MAS), Patria para Todos (PPT) y un gran número de pequeñas agrupaciones de izquierda. La ruptura fue parcial debido a que todos apoyan la reelección de Chávez, pero no coinciden en el resto de las postulaciones para los distintos cargos en disputa. El impacto de esta ruptura virtual se comprobará con el resultado de las megaelecciones. Pero el "plomo en el ala" del presidente serán sus pocos éxitos en materia económica y social. La paradoja de Venezuela en 1999 fue contar con el período de altos precios petroleros más alto de los últimos ocho años, y sin embargo, cerrar 1999 con una recesión cercana al 8% del PIB, el desempleo avanzó a más del 20%, y la consolidación del fenómeno de la "huelga de inversiones". El equipo de gobierno está a mucha distancia del dinamismo y la capacidad propositiva del presidente, de tal manera que luego de sucesivos anuncios para recuperar la economía y la calidad de vida de las mayorías, son pocos los resultados que se pueden ofrecer. Pocas variaciones hubo al funcionamiento del modelo económico que ha predominado en la última década. La candidatura de Arias Cárdenas. Mucho se ha dicho de las viejas diferencias entre los dos comandantes del 4F. Pero una posible perspectiva de la situación actual es como la candidatura de Arias surge cómo una respuesta personal a un estilo personalista del presidente Chávez. El comandante Arias Cárdenas siempre fue calificado como el ?cerebro? del golpe de 1992. Hombre andino, pausado, tranquilo y racional, exitoso en el cumplimiento de los objetivos militares del golpe, cuanto tomó la región petrolera al occidente del país; una vez que salió de la cárcel tomó un rumbo distinto al de Hugo Chávez. Mientras este último se puso a trabajar para forjar su proyecto y movimiento político, recorriendo todo el país y parte del mundo, con posiciones abstencionistas. Arias aceptó un cargo en el gobierno de Caldera como coordinador del programa alimentario materno infantil (PAMI) y luego compitió y ganó la gobernación del Estado Zulia con apoyo multipartidista. Pero tanto en la cárcel como al salir, ambos comandantes mantuvieron el contacto, junto a los otros dos: Urdaneta, quien antes de la toma de posesión de Chávez asumió el cargo de director de la policía política DISIP y Acosta Chirinos, quien acompañó a Chávez en la conformación del MVR. Con el triunfo electoral de Hugo Chávez, se produjo una especie de reunificación en la práctica de los viejos compañeros. Y en el caso de los dos contrincantes de hoy se visualizaba una alianza muy fuerte. Hasta el punto que Chávez le ofreció sucesivamente a Arias la Vicepresidencia y el Ministerio de la Defensa, conscientes ambos de su ascendencia en gran parte de las fuerzas armadas. Sin embargo, la armonía duró muy poco. Diversas investigaciones sobre corrupción en el gobierno endosadas a dos civiles que acompañaron al presidente Chávez en el movimiento y luego en el gobierno fueron la excusa de la ruptura que se avisoraba entre los comandantes de la "revolución". En el aniversario del 4F de este año, por primera vez las celebraciones se hicieron por separado. Y también se separaron definitivamente dos enfoques contrastantes de cómo conducir el mismo proceso. Antes del lanzamiento de la candidatura presidencial de Arias la intención de voto entre Chávez y Arias era 71% a 19%. Sin embargo, contra la opinión de la mayoría de sus asesores se puso en la calle la única opción electoral capaz de enfrentar y poner en peligro la continuación del presidente en el poder. Los resultados hasta ahora dan cuenta de una disminución de la popularidad del presidente y un ascenso que, aunque moderado, luce espectacular en las predicciones que se tenían a principios de año. Las encuestas indican que la diferencia entre ambos comandantes va desde los 12 a los 24 puntos. La lucha electoral, una lucha de clases. La composición de las preferencias indica que el presidente Chávez se mantiene dominando los estratos de la población más pobre, mientras que Arias Cárdenas y Claudio Fermín, un sobreviviente de la vieja clase política con apenas entre 2% y 6% de la intención de voto, dominan a los sectores pudientes y parte de la clase media. El liderazgo tradicional y la dispersa oposición que sólo tuvo cuatro represantes en la ANC, estaban apostando a una candidatura civil a través de Claudio Fermín, pero ante el surgimiento de la opción Arias, con posibilidades más reales de disputar la presidencia se han volcado a esta posibilidad. Y paradójicamente, éste será el handicap negativo de este candidato que explotará a su ex-compañero. El presidente Chávez, apelará a la fórmula de los extremos que le ha dado resultado. Ya ha posicionado a sus ex-compañeros como un traidores. La revolución vs. La contrarevolución. La descalificación del adversario como una reedición de las elecciones de 1998, cuando el otro candidato agrupó a todas las fuerzas del "puntofijismo" (pacto democrático de los partidos del status). Chávez cuenta con el capital de su ascendencia en los sectores populares (más del 80% de la población) aunque con pocos resultados frente a la recesión económica, el desempleo, la delincuencia y la pobreza que avanza cada vez más, y la herramienta de la confrontación que parece superada. Arias representa una nueva esperanza para aquellos que respaldando el cambio no están conformes con los resultados concretos y abogan por la estabilidad para la reconstrucción económica y social, pero tendrá el abrazo de la muerte de la vieja clase política y económica que le restará posibilidades en un país polarizado por el incumplimiento de sus expectativas aún cuando está estrenando una nueva República. Al parecer no están en juego proyectos políticos ni ideologías distintas. Ni siquiera programas de gobierno. Los próximos días serán decisivos para poner a prueba y que se produzca el desenlace entre los liderazgos personales de estos ex-militares.
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