Una trágica etapa en al región

Auge y caída de los gobiernos made in USA

11/05/2005
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Durante décadas las democracias regionales siguieron las recetas de Washington con resultados fatales. Estados Unidos continúa atacando a los gobiernos democráticos que no siguen sus mandamientos. Durante los últimos meses, pero más recientemente con los hechos desarrollados en Ecuador donde el presidente Lucio Gutiérrez, después de varias protestas sociales que pedían su renuncia, fue destituido por el Congreso y tuvo que dimitir, se han desatado distintas voces provenientes del país del norte cuestionando la estabilidad democrática en la región. A principios del mes de mayo, la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, analizó con el canciller argentino, Rafael Bielsa, cómo "contener a Chávez" o "sostener la democracia venezolana". También, según distintas fuentes, lo hizo en su pequeña gira con sus pares de Brasil y Chile, pero no recibió el apoyo que buscaba. "Hemos mantenido varias conversaciones acerca de la estabilidad regional, acerca de los desafíos de la democracia en la región, y espero que tengamos más. Tenemos nuestras dudas sobre el comportamiento del régimen venezolano en cuanto a su desarrollo doméstico, a su adhesión a la Carta Democrática de la OEA y en cuanto a sus relaciones con sus vecinos", expresó Rice en su gira sudamericana. Sin embargo, las preocupaciones de Washington parecen tener otra connotación. A la administración de George W. Bush le preocupa en gran medida los proyectos de integración latinoamericana y por consecuente el cuestionamiento popular a las recetas dictadas desde la Casa Blanca que tan malos resultados dieron en las economías de la región durante las décadas pasadas. Víctor Ego Ducrot y Stella Callóni sostienen en el libro “Recolonización o independencia” (Editorial Norma, 2004) que “durante los noventa, los pueblos de América Latina experimentaron una escenificación democrática hasta descubrir, poco después, que sus actores no tenían respuestas para sus necesidades cotidianas. La irrupción del huracán neoliberal descarnó a las democracias en su esencia, y los cambios esperados, la posibilidad de la independencia definitiva y el fin de los siglos de soledad, quedaron relegados y, en algunos países, hasta sepultados. Cabe recordar que para llevar a cabo su propuesta en el marco de la debacle de los años 80, Estados Unidos había logrado instalar líderes políticos y suficientes tecnócratas en distintos gobiernos de América Latina, la mayoría surgido de sus universidades, los popularmente conocidos como “Chicago boys”. Esos mismos gobiernos se reunieron en Miami en 1994, para comenzar a diseñar el mayor proyecto de recolonización regional, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que posibilitó que el Consenso de Washington fuese tomado como una solución. Sin embargo, en 2002 quedó develado el fracaso de los objetivos del Consenso de Washington, la solución para revertir el retroceso económico en América Latina después de la década perdida de los ochenta: “La mayoría de los países de América Latina ahora está peor que hace unos cuantos años. Su economía cayó un 40 por ciento entre la primera y la segunda mitad de la década de 1990, el desempleo aumentó y el avance social de la región está estancado”, decía Peter Hakim, presidente del Diálogo Interamericano (nota publicada en El Financiero, citada por René Villaruel). Haciendo un breve repaso histórico, se puede apreciar que las crisis económicas de la región comenzaron en México en 1995, con la llamada “crisis del tequila”, siguiendo por la devaluación del Real brasileño en 1999, la crisis financiera en Argentina que en 2002 produjo la devaluación de su moneda terminando así con el método de convertibilidad, tan aplaudido por el Fondo Monetario Internacional (FMI). En consecuencia, a finales de los años noventa, en América Latina se reprodujeron movimientos que lograron masivamente alejar a presidentes que llegaron tardíamente para imponer, el fracasado Consenso de Washington. Fue el caso de los ex presidentes de Ecuador, Abdalá Bucaran y Jamil Maullad, de Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia y de Fernando de la Rua en Argentina, derrocados por la acción de movimientos sociales, indigenistas, campesinos y, en el último caso, de trabajadores urbanos. Bajo el gobierno de Carlos Menem (1989 – 1999), Argentina se convirtió en uno de los países mas disciplinados en la implementación de los mandamientos de Washington. La Argentina “Menemista”, que fue designada aliada extra OTAN de Estados Unidos, estuvo a punto de hacer naufragar el Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Sin embargo, cuando Eduardo Duhalde, fue nombrado por el congreso en el año 2002 presidente de la nación, se fueron mejorando las relaciones con Brasil y el MERCOSUR tan desgastadas en la década anterior. En la actualidad, Estados Unidos, que se jacta de tener la mayor democracia, pero al no contar con gobiernos dóciles que sigan al pie de la letra sus recetas, busca crear nuevos fantasmas en la región que logren imponer nuevamente sus políticas hegemónicas, y ataca o cuestiona a gobiernos elegidos democráticamente que son desafiantes a su poder. En marzo de 2005, una de las editoriales del diario estadounidense The Wall Street Journal decía: “el emergente eje de subversión formado por Cuba y Venezuela debe ser enfrentado antes de que socave la democracia en Colombia, Nicaragua y Bolivia u otro país vecino vulnerable”. En un artículo de la revista derechista Nacional Review, en el mismo mes, el ex Secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, señaló que “hay una alianza izquierdista y populista en la mayor parte de América del Sur. Esta es una realidad que los políticos de Estados Unidos deben enfrentar, y nuestro mayor desafío es neutralizar el eje Cuba-Venezuela”. Asimismo, el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, realizaron una gira por varios países de América Latina con el fin de promover su agenda en la región y lograr que Venezuela sea aislada de la comunidad interamericana. Sin embargo, ambas giras no lograron los resultados esperados por la administración Bush. Los halcones de Washington no obtuvieron el apoyo que esperaban para la militarización del continente y tampoco cuestionar el gobierno democrático de Hugo Chávez en Venezuela. Cabe recordar, que en Abril de 2002, Chávez sufrió un golpe de Estado cívico-militar apoyado por Washington y coordinado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). Sin embargo, este país no pudo hacer que la Organización de Estados Americanos (OEA) reconociera al régimen golpista, y posteriormente en diciembre de ese año esta organización, por vez primera en 54 años, confrontó directamente con Washington votando en defensa del gobierno de Chávez como una república democráticamente elegida ante una resolución estadounidense para condenarlo. Pese a esto, las campañas que impulsa la Casa Blanca en desprestigio del gobierno de Chávez son constantes, el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Roger Noriega, pedía ante el comité de relaciones internacionales del congreso estadounidense el pasado 9 de marzo, “`apoyar elementos democráticos en Venezuela”, lo cual significa mas recursos para financiar las actividades desestabilizadoras de la oposición golpista venezolana. La dama de los halcones, Condoleezza Rice, también destacó que las recientes crisis en Bolivia y Ecuador son "ciertamente preocupantes" y que en parte derivan de sus "democracias frágiles". Pero quizá sea importante tener en cuenta que el destituido Lucio Gutiérrez era un gran impulsor del Tratado de Libre Comercio y que en Ecuador se encuentra la base de Manta, ocupada por el Comando Sur desde 1999, siendo una de las mayores bases militares estadounidenses en la región e importante para el Pentágono en su intención de implantar en Plan Colombia en Sudamérica. En resumen, se puede observar que para Estados Unidos, los gobiernos adeptos a sus mandamientos no representaron preocupación para su dominio en el continente. Sin embargo, cuando en al actualidad los gobiernos surgidos de esas crisis apuntan a otras modalidades contrarias a sus intenciones y plantean modelos de integración autónomos son cuestionados e incluso son propensos a sufrir intentos de golpes de Estado. Para el país del norte, gobiernos democráticos son los que responden a sus intereses y nada más. - Desde La Plata, Argentina, Agencia Periodística del MERCOSUR jcalfaro@perio.unlp.edu.ar
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