Fin de la transición y compromiso democrático
20/07/2005
- Opinión
1.La Transición es un periodo histórico excepcional. Vino después del largo
tiempo de estabilidad entre 1982 y el 2000 y surgió de la crisis económica y
social expresada políticamente en movilizaciones y conflictos sociales. Se fue
gestando gradualmente desde este último año, estableció un periodo de
precariedad y fragilidad política al afectar la legalidad y legitimidad de las
reglas de juego de la política en Bolivia y la Transición buscó resolver la
inestabilidad supuesta o real en la relación de las fuerzas políticas
fundamentales de nuestro país. Por la gravedad de la crisis (temas históricos
y aspectos coyunturales en cuestión) el periodo duró largos 3 años (2003-2005).
Por la fortaleza o debilidad de los actores políticos (cultura política de los
lideres y núcleos políticos, capital político acumulado) el periodo se alargó
y tuvo rasgos de violencia inusitada que aún permanecen en nuestra memoria. El
contexto de polarización ideológica regional sudamericana le puso
adicionalmente frente a riesgos mayores. Pero, como la Transición es un
periodo histórico que a julio del 2005 va cerrándose, el riesgo de que el
conflicto y la inestabilidad se vuelvan crónicos es cada vez menor. La salida,
hasta hoy, está siendo democrática y concertada en combinaciones a veces muy
creativas.
2. Los sucesos de junio del 2005 ratificaron el reequilibrio de las fuerzas
políticas polarizadas en el escenario nacional. La no sucesión de Vaca Diez y
Cossío parece una escaramuza política perdida con posible victoria en la
batalla electoral. Con las elecciones próximas de diciembre 2005 irá
terminando el tiempo de juego de la izquierda y la derecha radicales. La
sensación de fracaso de la dirigencia social izquierdizada que impuso
consignas como la “nacionalización” y otras, ahora busca mimetizarse en la
inesperada consulta electoral; el duro contraste final que tuvo esta
dirigencia, por ejemplo en El Alto, cuando intentó la permanencia del paro
cívico y el bloqueo, podría afectar futuras expectativas (¿realistas?) de
apoyo social electoral. En este julio, algunos partidos y movimientos
descubrieron en el forzado “corralito de Sucre” que el Eje de Agenda acordado
(Elecciones Generales) desnudaría numéricamente a todos y que los radicales de
uno y otro extremo polarizado podrían estar cuasi liquidados.
3. Si llegamos a diciembre 2005, este mes marcará el fin de la Transición
iniciada en octubre del 2003. Ciertamente nada quedará igual y nada volverá a
ser como antes. Pero la Transición habrá concluido porque se transparentará la
verdad o falsedad del “empate hegemónico” (en el sentido de elementos
profundos o superficiales, vastos o circunscritos, de la conciencia colectiva)
y se develarán los elementos ciertos de la amplia hegemonía económica,
política, filosófica de la realidad y la verdad-mentira parcial de la muerte-
renovación política de partidos y líderes, pues algunos de éstos gritarán –y
se mirará en números de votos- que no estaban muertos y otros mostrarán que se
fueron de parranda definitivamente.
4. Desde el 2000 vivimos varios años de incertidumbres alargadas. Algunos
grupos políticos intentaron imponer por la fuerza sus visiones. La democracia
hasta ahora mostró ser más fuerte que los sueños de revueltas de alguna
izquierda y que los sueños de segregación de alguna derecha. La unidad
nacional mostró ser férrea frente al certísimo riesgo de división del país.
Hoy, las salidas de fuerza constitucional-militar o militar/constitucional
fueron conjuradas. La guerra civil, el caos y el olimpismo bloqueador cedieron
como alternativas frente a la concertación política en democracia y se puso la
decisión política final donde corresponde en democracia: en la consulta
popular.
5. De a poco, va cerrándose la Transición y al finalizar este periodo –en
diciembre 2005- nuevamente hará oír su voz ese masivo pueblo que al depositar
su voto en las ánforas señalará el horizonte futuro de evolución histórica
nacional y abrirá un nuevo periodo histórico post-transicional. El esperado
masivo apoyo electoral lo disputarán quienes sepan recoger las profundas
certezas hegemónicas del proceso histórico de los 30 años previos de
democracia y las combinen “adecuadamente” con las agendas nacidas de los
espasmos políticos de octubre 2003 (en el occidente) y enero 2005 (en el
oriente).
Si el acto electoral de diciembre del 2005 es verazmente democrático, nada
será igual que en la Transición de octubre 2003-noviembre 2005. Todo lo nuevo
que salga de las elecciones generales, el nuevo Gobierno, su visión de
desarrollo, sus medidas, etc., recibirán el color de las nuevas “cantidades” y
“cualidades” de los resultados electorales. Y así debería ser, salvo que ya
aparezcan las pulsiones antidemocráticas de querer imponer todo por la fuerza.
Es decir que por donde vaya el voto masivo de la ciudadanía, deberían ir
también las visiones e interpretaciones de la Constituyente, las Autonomías y
el modelo económico de desarrollo.
Y todo esto no implicará nuevos desafíos, sino asumir los ya existentes desde
una mirada y un compromiso democráticos, para que la libertad y la justicia
sigan avanzando.
- Carlos Hugo Laruta es sociólogo alteño, Director de CIPCA La Paz
CipcaNotas, Boletín Virtual No 113 , Año. 4, Julio del 2005.
cipcanotas@cipca.org.bo
https://www.alainet.org/es/active/8731?language=en
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