El ejército de EE.UU. ya está aquí
El largo brazo de Bush
21/08/2005
- Opinión
Las especulaciones que se venían haciendo acerca de la instalación de
una base militar de Estados Unidos en territorio de Paraguay ya
tomaron forma concreta, luego del reciente desembarco en el país
vecino de más de 400 soldados, aviones, armas y equipo variado del
ejército norteamericano. Y no son pocas las otras concesiones
obtenidas por esas tropas, que cuentan a partir de ahora con el mismo
status de un diplomático y que les permitirán, por ejemplo, no tener
que responder ante la Justicia del país anfitrión por cualquier delito
ni daños que causen a la salud, al medio ambiente o a los recursos de
la población. Estos privilegios, que tienen vigencia hasta diciembre
del 2006 y son prorrogables automáticamente, incluyen la liberación
aduanera, la exención de inspecciones e impuestos, y el reconocimiento
de sus matrículas médicas y las licencias de conducir de los vehículos
que traigan desde su país.
El lugar elegido para el asentamiento de esta base es un
aeropuerto semiclandestino ya existente desde hace algunos años en el
Chaco paraguayo, concretamente en Mariscal Estigarribia, a unos 200
kilómetros de la frontera con Bolivia. La pista cuenta con 3.800
metros de largo, lo que permite el aterrizaje de aviones B-52 y Galaxy
y el desembarco de material bélico pesado, y el lugar tiene espacio
para alojar hasta 16.000 militares. Según menciona el sitio digital
Argenpress, se espera que llegarán hasta 13 los contingentes que irán
a parar allí.
Con este “éxito” avalado por la permisividad del Congreso
paraguayo, el gobierno de George Bush logra colocar un importante
peón adelantado mirando a la Triple Frontera, zona que desvela a los
norteamericanos por contener, según sus esforzados analistas de
Inteligencia, todo tipo de bandas de fundamentalistas islámicos que
amenazan a Estados Unidos y a todos sus aliados. Los adelantados del
Gran Padre del Norte estarán así también muy cerca de gobiernos que
les molestan –en primera fila el de Venezuela- y de conflictos que les
resultan incómodos, como la ascendente radicalización de los
movimientos indigenistas de Bolivia y Ecuador y de sus demandas
sociales.
Pero los militares norteamericanos podrán controlar además -¿y tal
vez un día saquear?- las cuantiosas reservas petroleras y gasíferas
bolivianas y el área en la que se encuentra la mayor reserva de agua
potable del mundo, otro objetivo a mediano plazo a la par del
petróleo, que es el Manto Acuífero Guaraní. De hecho, ya han sido
vistos soldados de Estados Unidos deambulando por distintos puntos de
la zona fronteriza, entre ellos Concepción y Encarnación, limítrofe
con Argentina. También cabe recordar, quizás como un antecedente
inmediato, que hace poco más de dos años se asentaron por un tiempo
tropas norteamericanas en el norte de la provincia de Misiones, en el
supuesto marco de “ejercicios militares” conjuntos con elementos
argentinos, para lo cual fueron autorizados por el entonces presidente
Eduardo Duhalde en uno de sus últimos actos en ese cargo.
Lo cierto es que hasta ahora el gobierno de Paraguay no ha hecho
ninguna desmentida respecto del asentamiento de la base estadounidense
en su territorio. Máxime cuando el presidente de la Comisión de
Defensa del Senado paraguayo, Alejandro Velázquez, señaló
recientemente, muy suelto de lengua, que “entre aliados tenemos que
defendernos”. Algo equivalente, puede pensarse, a vender su soberanía
al mejor postor, además de hacer peligrar la de los países vecinos.
https://www.alainet.org/es/active/9017
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