Convulsionado por la acusación constitucional contra Pinochet

28/04/1998
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Santiago.- Desde comienzos de marzo la opinión pública chilena giró en torno a la acusación de Augusto Pinochet como senador vitalicio y a la acusación constitucional presentada en su contra por un grupo de parlamentarios de la Concertación gobernante. El primer hecho desencadenó violentas y apasionadas manifestaciones ante el parlamento y en las principales ciudades de Chile, convocadas por un nuevo referente popular de masas: el Frente Amplio por un Chile Democrático. El senador vitalicio Al asumir Pinochet como senador vitalicio el 11 de marzo, culminó una serie de protestas masivas realizadas por las organizaciones de derechos humanos, juventudes políticas y universitarias, los partidos de la izquierda extra-parlamentaria, como el Comunista y Humanista, y también por dirigentes parlamentarios y militantes del Partido Socialista, Partido por la Democracia y Partido Radical. El repudio al ex-dictador frente al Congreso Nacional fue un episodio que dio la vuelta al mundo. Rodeado el Parlamento por fuerzas policiales, Pinochet juró junto a los demás senadores mientras su nombre era repudiado en la calle, y esa noche hubo protestas públicas en todo el país mediante acciones de diverso tipo: apagones, velatones, fogatas en la vía pública, etc. La acusación constitucional Al acercarse la fecha en que Pinochet juraría como senador vitalicio en virtud de lo establecido en la Constitución promulgada por él en 1980, varios parlamentarios de la Concertación por la Democracia, coalición gobernante, incluidos cinco de la Democracia Cristiana, presentaron al Congreso una acusación constitucional contra el ex-comandante en jefe del ejército. El libelo acusatorio planteó que el actual general en retiro violó su deber de no beligerancia y de obediencia, afectando el Estado de Derecho, transgrediendo los deberes militares, comprometiendo la imagen internacional de Chile y, por consecuencia de todo esto, comprometiendo el honor y la seguridad de la nación, por permitir diversos movimientos de los generales y otros oficiales durante el gobierno de Patricio Aylwin. La iniciativa desató las contradicciones existentes en el bloque oficialista. La directiva de la Democracia Cristiana y el propio gobierno intentaron impedir la presentación de dicho libelo acusatorio, pero fracasaron. Durante la acusación en la Cámara de Diputados, se conformó un grupo de personalidades destacadas de la Concertación que hizo lo posible por aportar a la defensa de Pinochet. En esa dirección trabajaron el ex-presidente Patricio Aylwin, el demócrata cristiano Genaro Arriagada, el ex-ministro Enrique Correa, el diputado Enrique Krauss, actual jefe de la DC, Andrés Zaldívar, presidente del Senado y otros personeros gubernamentales. A juicio de ellos, la acusación se convertiría en un juicio de transición pactada por la Concertación con Pinochet y la derecha política. La derecha, por su parte, intentó precisamente obtener ese objetivo para exculpar a Pinochet. El alegato pinochetista Punto clave en la defensa jurídica de Pinochet fue el argumento de que se le hacían cargos en su calidad de comandante jefe del ejército. Este planeamiento se sostiene en la letra de la Constitución plebicitada por la propia dictadura, en la cual se hace una diferencia nítida entre "generales" y "comandantes en jefe", y se establece que una acusación de rango constitucional sólo puede llevarse a cabo en contra de los primeros . Siguiendo esa misma lógica, la defensa sostuvo que la acusación perseguía invalidar a Pinochet como senador vitalicio, siendo que los actos u omisiones de que se le acusaba se los realizó en calidad de comandante en jefe del ejército. Además, los defensores de Augusto Pinochet optaron por volcar los cargos o responsabilidades hacia el ex-presidente Aylwin y el actual, Eduardo Frei, sosteniendo que ellos permitieron al jefe militar cometer acciones consideradas en la acusación como delitos que comprometen la dignidad de la Nación, así como el delito de traición. Los parlamentarios derechistas, Renovación Nacional y UDI, afirmaron que era la concertación, y no la derecha, la que involucraba al ejército en este proceso, ya que la admisibilidad de la acusación, de ser aprobada en la Cámara, establecería que serían solidariamente responsables los miembros del Consejo de Seguridad Nacional por no haberse autoconvocado para asesorar a Patricio Aylwin y a Eduardo Frei al producirse los hechos señalados como dañinos para el prestigio y la seguridad del país en la acusación contra Pinochet. y también en dicho caso, los generales habrían cometido actos de traición a la patria. La transición Aunque fue la derecha la que aprovechó esta oportunidad para hacer el juicio político a una transición proyectada precisamente por ella, lo cierto es que la acusación contra Pinochet, las querellas criminales entabladas contra él por el Partido Comunista y los familiares de los detenidos y desaparecidos, así como todo el proceso desencadenado por tales iniciativas, constituyeron también, aunque desde las posiciones populares, un verdadero juicio a la Concertación, y particularmente a la Democracia Cristiana, por su inconsecuencia de llevar al país a un desarrollo plenamente democrático después de la dictadura. Porque fue la mayoría popular, democrática, la que logró el triunfo del NO a la continuidad de Pinochet en el poder en el plebiscito de 1988. Y esa misma mayoría permitió el triunfo de Patricio Aylwin como presidente en 1989. Pero una vez en el poder, y, en cuanto fuerza hegemónica en la Concertación, la DC impuso una transición débil, a medias, plagada de actos conciliatorios con el pinochetismo y con la cúpula militar dirigida por el general acusado ante el Congreso. Esa responsabilidad es compartida, sin duda, por las directivas de los demás partidos de la Concertación. Crisis en la DC La votación de la acusación en la Cámara de Diputados favoreció a Pinochet aun cuando la Concertación es mayoritaria en ella. Sin embargo, fue un episodio que mostró al país y al extranjero cuán polarizada está la vida política del país en relación a quien gobernara de facto por 17 años, se mantuviera otros ocho en el cargo de comandante en jefe y ahora asumía como senador vitalicio. Además, produjo un quiebre serio en la Concertación, y en particular en el partido mayoritario de ella, la DC. Ocho diputados de ese partido respaldaron la posición del Presidente Frei y del presidente de la colectividad al votar contra la acusación. El hecho significó un repudio ostensible de quienes se jugaron por la acusación -diputados DC, PPD y PS- que tildaron de "traidor" al diputado Enrique Krauss, presidente de la DC. Y la Juventud Demócrata Cristiana inició un acto de protesta tomándose la sede del partido y exigiendo explicaciones a los culpables del bochornoso hecho. La DC entró, así, en un período de profunda crisis, y por tanto también la coalición gobernante en su conjunto, que se aprestaba hace un mes a comenzar los preparativos de la elección de un presidenciable. Muchos ven a la DC más cercana a la derecha que a sus socios llamados de "izquierda", y no dejan de tener razón si se juzga por lo acontecido con la acusación fallida a Pinochet, así como por muchos otros hechos anteriores en la misma dirección. El Frente Amplio Al calor de las movilizaciones populares contra Pinochet surgió en Chile el Frente Amplio por un Chile Democrático, un movimiento político de masas que tiene grandes perspectivas de desarrollo como instrumento de participación popular con vistas a una profunda democratización del país. En este Frente participa la Central Unitaria de Trabajadores, la Confederación de Estudiantes de Chile, convocantes del organismo, organizaciones sociales como la Agrupación de familiares de Detenidos Desaparecidos, los partidos Comunista y Humanista, así como dirigentes del Partido Demócrata Cristiano, Partido por la Democracia y Partido Socialista. El FA se propone lograr la convocatoria de una Asamblea Constituyente que cambie la constitución pinochetista, que es la principal traba jurídica para el término de la llamada transición y el término de los amarres pinochetistas aceptados en su hora por los dirigentes de la Concertación.
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