¿Autonomía para la mayoría de la población?
01/02/1998
- Opinión
Guatemala, junto con Bolivia, es uno de los dos países latinoamericanos en
donde la mayoría de la población es indígena. En efecto, un 70% de los 10
millones de guatemaltecos (1993) es descendiente de la milenaria cultura maya.
Como un indicativo de la diversidad étnica y lingüística, en el país se
hablan, a más del castellano, 22 idiomas indígenas, de los cuales los más
difundidos son el quiché, el mame, el kekchí y el cakchiquel.
Pese a la importancia numérica, cultural y política que tienen los pueblos
indígenas, el tema de la autonomía no figura entre las prioridades de la
agenda pública de los últimos años. Y eso tiene una explicación: "en los
países donde la mayoría es indígena, valdría más hablar de la autonomía de los
no indígenas porque siempre la autonomía se concede a un sector minoritario,
que a través de esa autonomía quiere asumir el control de sus propios
asuntos", señala el Dr. Augusto Willemsem Díaz, ex-subprocurador de derechos
humanos de Guatemala y asesor de las organizaciones indígenas.
Luego del Acuerdo de Paz Firme y Duradera firmado el 28 de diciembre de 1996
entre la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URGN) y el gobierno, que
puso fin al conflicto armado de 36 años de duración, que dejó 100.000 muertos,
40.000 desaparecidos y decenas de miles de refugiados, los pueblos indígenas,
agrupados en la Coordinadora de Organizaciones del Pueblo Maya, COMPMAGUA,
están empeñados en profundizar la participación social y alcanzar reformas
constitucionales que reconozcan el carácter multiétnico, pluricultural y
multilingue de la nación guatemalteca. A continuación el diálogo mantenido
con Augusto Willemsem.
¿Cómo ve el problema de la autonomía en Guatemala?
Se prevé una cuota muy limitada de autonomía. No una autonomía verdadera como
la que se discute en Nicaragua y que felizmente está ya reconocida a nivel
constitucional desde hace diez años. En Guatemala se habla de que las
comunidades tendrán autonomía para sus asuntos internos. Esta es una versión
mínima de autonomía y ojalá se la conciba como autonomía, porque generalmente
se habla mucho de la autonomía de los municipios, pero los municipios nunca
han sido verdaderamente autónomos, han tenido una autarquía administrativa,
pero siempre están sometidos a controles e injerencia de parte del ejecutivo
nacional.
Pienso yo que éste va a ser un tema que vamos a tener que discutir mucho para
darle contenido efectivo, porque la autonomía plena, como lo dicen en inglés,
más que todo es el autogobierno.
Yo escribí un documento, para un seminario de Naciones Unidas que se celebró
en Gronland, la capital de Groenlandia que es la isla más grande del mundo y
que es una región autónoma dentro del Reino de Dinamarca, en el cual
caracterizo a la autonomía como un fenómeno que radicalmente tiene que ver con
una autonomía política para que signifique eso, si no, es desconcentración,
descentralización, regionalización administrativa, que es muy importante pero
es otra cosa.
¿La autonomía está o no en el campo de las preocupaciones del movimiento
indígena?
En el presente no forma una reivindicación predominante. Empieza a haber
bastante discusión de la autonomía, pero ni en el Acuerdo sobre Identidad y
Derechos de los Pueblos Indígenas se conforma un proyecto de autonomía
indígena ni en las reivindicaciones indígenas figura con preeminencia ese
tema. Lo que pasa es que en países donde la mayoría es indígena valdría más
hablar de autonomía de los no indígenas porque siempre la autonomía se concede
a un sector minoritario, que a través de esa autonomía quiere asumir el
control de sus propios asuntos, cuando este sector es mayoritario como que se
deshace un poco el núcleo ideológico de la autonomía y por eso creo que hasta
tenemos ciertas dificultades sobre ese tema. Si se habla de todas las formas
participativas en la conducción de los asuntos de Estado así que esta podría
ser una fórmula.
Luego de la firma de los acuerdos de paz entre la URGN y el gobierno, ¿en qué
han quedado las reformas constitucionales en lo relativo a los pueblos
indígenas?
La firma de los acuerdos de paz es un evento sumamente importante, porque
indica una voluntad política mínima, por lo menos en llevar adelante estas muy
necesarias reformas. En Guatemala y fuera de ella se le ha dado mucha
relevancia a la firma, que la tiene, pero se exagera sobre la importancia de
la misma, porque la firma es tinta negra sobre el papel blanco.
Lo que hay es necesidad de encontrar voluntad política de cumplir con todos
los compromisos, porque hay muchísimos compromisos que se han mencionado en el
texto de esos acuerdos. Nosotros tenemos en Guatemala, infortunadamente, una
cultura de la violencia, de la imposición, por lo menos a partir de 1524
cuando irrumpió Pedro de Alvarado y su gente en Guatemala. No sabemos si
antes las relaciones en los Estados Mayas, previos a esa llegada, hayan sido
siempre muy pacíficas y respetuosas, pero si sabemos que a partir del momento
de la invasión de Alvarado ha habido una práctica continuada de violencia, de
imposición y de irrespeto a la gente.
Entonces estos acuerdos se ubican en una especie de encrucijada, en la cual se
debe cambiar la cultura de la violencia por una cultura de respeto recíproco
entre los diversos pueblos que constituyen la población de Guatemala, para
poder cimentar sobre ello una convivencia pacífica, sobre todo luego de la
represión terrible que hubo en los años 80, sobre todo a principio de esa
década. Yo creo que debemos partir de que una cosa es firmar y otra es
cumplir y que hay que construir ahora esa paz.
Actualmente ¿cuales son los planteamientos fundamentales que están haciendo
los pueblos indígenas en relación a las reformas al texto constitucional?
Todos los acuerdos de paz tienen que ver con el tema indígena porque Guatemala
es uno de los dos países iberoamericanos en los cuales los pueblos indígenas
son mayoría, pero hay tres que son en particular relevantes: el Acuerdo Marco
sobre los Derechos Humanos, un Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los
Pueblos Indígenas y un Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y situación
agraria.
En estos tres acuerdos se han previsto una serie de reformas a la legislación
y a la Constitución en relación con temas muy concretos que tienen que ver con
los derechos de los pueblos indígenas. El Acuerdo sobre Identidad y Derecho
de los Pueblos Indígenas prevé cinco comisiones que se refieren a reforma
educativa, a las tierras de los pueblos indígenas y a reformas y participación
en general, ya que se supone que la democracia en Guatemala, debe tener el
carácter de participativa de ahora en adelante. Las tres comisiones que se
van a ocupar de estos asuntos están formadas por representantes del gobierno y
de las organizaciones indígenas.
Hay otras dos comisiones especiales que no son paritarias. La una se refiere
al régimen de los lugares sagrados que no están en sitios arqueológicos, está
integrada también por los guías espirituales y la otra es la de
cooficialización de las lenguas indígenas que además de los sectores
gubernamental e indígena, tiene técnicos en materia de oficialización de los
idiomas.
¿Qué tanto se ha avanzado en esas reformas?
En cuanto a reformas constitucionales hay una propuesta presentada por el
sector indígena que ya ha sido presentada en el Congreso de la República, en
la cual se prevé una concepción distinta del Estado, ya que se pone como
integrantes de la población del país no sólo a los individuos, sino también a
los pueblos indígenas. Esto es un cambio fundamental en la concepción del
Estado y la población global ya que no es una concepción de estado-nación
proveniente de la Revolución Francesa, sino una concepción un poco
modificada.
Es decir, ¿se reconoce el derecho colectivo?
Así es, y particularmente a los derechos colectivos de los pueblos indígenas
hay el aspecto de la oficialización de las lenguas. Hay más de veinte lenguas
indígenas en Guatemala, y en el Acuerdo sobre Identidad y Derechos los Pueblos
Indígenas hay 2 disposiciones sobre la lenguas indígenas: una que se enumere
en el texto de la Constitución todas las lenguas indígenas existentes en
Guatemala y luego que se cooficialicen estas lenguas con el español.
Allí se prevé dos grandes propuestas: una que es bien firme, de que cada
idioma indígena sea cooficial con el español, en su territorio
correspondiente. Y otra que postula también la conveniencia de enumerar a
todas las lenguas y escoger a cuatro o cinco lenguas indígenas como oficiales
al lado del español para todo el Estado y para todos los asuntos oficiales.
Esto ha encontrado algunas dificultades y está discutiéndose con mucho menos
posibilidades.
Hay también cosas muy fundamentales, es la incidencia de los derechos de los
pueblos indígenas, el así llamado derecho consuetudinario que es el derecho y
sistema jurídico de los pueblos indígenas, que han practicado milenariamente y
que se sigue aplicando en las comunidades.
Los organismos legislativos y judiciales en Guatemala, según el texto
actualmente vigente de la Constitución, ejercen exclusivamente esas funciones,
es decir el legislativo es el único que puede emitir leyes y el judicial es el
único que puede emitir fallos jurisdiccionales. Esto es lo que la propuesta
indígena rompe. Cuando se habla de que el Congreso de la República tiene como
potestad exclusiva el de legislar, las comunidades señalan que también podrán
darse una normativa jurídica para su vida comunitaria.
Y en el aspecto del ejercicio de la jurisdicción, las comunidades indígenas de
Guatemala han venido ejerciendo jurisdicciones, resolviendo conflictos al
interior de las comunidades. Y esto es lo que se busca introducir también en
la Constitución, cuando se habla de que el poder judicial es el único que
ejerce la potestad jurisdiccional, se dice también que las autoridades
tradicionales de las comunidades indígenas seguirán resolviendo conflictos al
interior de esas comunidades.
¿Cómo están siendo aceptados los planteamientos indígenas por la sociedad
guatemalteca?
Hay un caleidoscopio de reacciones, desde las decididamente opuestas a
cualquiera de las reformas que proponga el sector indígena, hasta aquellos
sectores que ya tienen una comprensión de la necesidad que hay, para que se
pueda vivir en paz en Guatemala y en armonía respetuosa uno de otros, de hacer
esas reformas. Entonces, hay oposición pero también hay solidaridad y deseo de
adelantar.
En concreto, ¿qué sectores de poder son los que se oponen?
El poder económico, el poder social, el poder político. Lo que pasa es que
Guatemala tiene una característica que hace difícil estas cosas, y es que los
pueblos indígenas son la mayoría de la población del país. Cuando se excede
el 50%, cualquier propuesta es profundamente peligrosa a la vista de los
sectores que han ejercido el poder económico, social, cultural y político toda
la vida, porque si se aplican las normas democráticas no hay otra salida: los
indígenas son los que van a dominar la situación de Guatemala.
Entonces, los sectores que sienten que van a perder los privilegios son los
que más se oponen. Yo pienso que si en Guatemala los pueblos indígenas
representaran un cinco o un seis por ciento de la población, tal vez habría
acuerdo en grandes sectores de la población de conceder esos derechos, pero
como es un sector mayoritario que se acerca a un sesenta por ciento, allí se
sienten amenazados.
Usted que ha sido ex-suprocurador de los Derechos Humanos Díganos ¿cómo se
violan los derechos humanos de los indígenas en Guatemala?
Se los viola como en todas partes. Primero al tener una resistencia al
reconocer derechos colectivos, derechos históricos, derechos específicos.
Todo ésto, en la mentalidad general de la gente, es un intento de privilegiar
sobre el resto de la población. Y no es fácil que se comprenda que los
pueblos indígenas estaban en esas tierras que eran suyas y habían logrado un
nivel próspero civilizatorio y un nivel de desarrollo integral. La cultura
maya ha sido admirada y reconocida como una de las culturas más brillantes de
la Tierra en todas partes del mundo, ellos tenían, entre otras cosas, sus
logros de organización social y esto, al principio, se intentó descalificar
totalmente.
En cierta forma, la gente sigue hablando de que hay que incorporar a los
indígenas a la cultura, como si ellos no tuvieran ninguna cultura, entonces
cuando se habla de que hay que respetar la cultura de los indígenas, hay una
contradicción: primero hay una negación y luego una afirmación.
Esto es característico en todas partes del mundo, porque tuve el privilegio
abrir el trabajo sobre pueblos indígenas en Naciones Unidas. Entonces, en el
curso de ese trabajo, tuve que tratar con muchos de los representantes de más
de trescientos millones de indígenas que hay en el mundo que llegaban a
Naciones Unidas a presentar sus reivindicaciones y en todas partes se produce
el fenómeno de la dificultad para aceptar los derechos colectivos que les
asisten.
También sectores, incluso académicos, tienen dificultades con los derechos
colectivos como derechos humanos, a pesar de que existe el sector de derechos
colectivos, derechos de grupos, derechos de la humanidad que surgieron después
de la Segunda Guerra Mundial y que comprenden: el derecho al desarrollo, el
derecho a un ambiente sano, el derecho a la paz, el derecho a la libre
determinación de los pueblos. Son derechos que sólo pueden ejercerse
colectivamente, uno no va a tener un ambiente sano sólo para mi nariz, tiene
que ser para todos. Esto ya es innegable y algunos autores y académicos
hablan de tres generaciones de derechos humanos y esta es la tercera
generación.
Yo no comparto la visión de generaciones, porque me parece muy difícil
concebir que los derechos sociales, económicos, culturales, hayan sido
engendrados por los derechos civiles y políticos de las revoluciones francesa
y americana, simplemente la gente se dio cuenta de que vale muy poco poder
expresar libremente su pensamiento si se está muriendo de hambre. Yo pienso
más bien que, en vez de hablar de generaciones de derechos humanos, debemos
hablar de dimensiones que se ha ido reconociendo a esos derechos. Primero se
concibió solo los derechos civiles y políticos de la persona en su función
política dentro del Estado, y es la visión de las revoluciones americana y
francesa. Luego la Constitución de Crétaro, de México, fue la primera que
incorporó derechos sociales y económicos a nivel constitucional en 1917,
seguida muy de cerca por las constituciones soviéticas de 1917 y 1918, por la
constitución de la República alemana de Weimar y por la Constitución de la
República Española, que ya le dieron carta de naturaleza a los derechos
económicos, sociales y culturales a nivel de derechos humanos fundamentales.
Y después de la Segunda Guerra Mundial se vino a reconocer el derecho a la
paz, al medio ambiente sano, y todos los que ya enumeré, como derechos
colectivos.
* Este documento es parte de "Autonomías Indígenas - Diversidad de Culturas, Igualdad de
Derechos". Serie Aportes para el Debate No. 6.
https://www.alainet.org/es/active/976?language=es
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