El Dr. Kirchner decide
16/11/2005
- Opinión
Pasó la Cumbre de las Américas. El ALCA, ni murió, ni nació. Aún sigue en el limbo, o en el vientre de su madre anglosajona que seguirá pujando para parirlo, porque este parto no ha terminado.
Y pasaron también el bochorno y los papelones que debimos sufrir los argentinos en esos tres días, a manos de un grupo gobernante que aún no superó el acné juvenil del los años '70, y está muy lejos de comprender que lo cortés no quita lo valiente, y que entre la inteligencia y la picardía hay un abismo, así como lo hay entre una Cumbre donde uno es el anfitrión, y una cancha de fútbol o una tribuna callejera. La Cumbre, la cancha y la tribuna son legítimas por igual, siempre que cada una se quede en su lugar y no se mezcle la Biblia de nuestros intereses estratégicos, con el calefón de un par de gritones e impresentables aliados... financiados por el propio anfitrión.
El equipo gobernante tampoco se ha percatado de que el secreto de la conducción política (la verdadera, la patriótica), y de toda negociación sensata, es otorgar con una sonrisa diplomática en los labios ese 50% de hojarasca que suele estar constituido por los gustos y las fobias personales (de la adolescencia o de la adultez, da lo mismo), y que por lo tanto no hace a la suerte de la Nación, y no ceder ni un tranco de pollo del 50% restante, ése que interesa a nuestro país.
Estábamos todavía sacudiéndonos el polvo del vendaval de Mar del Plata, cuando llegó el alud de errores y horrores cometidos por el gobierno en la última semana:
• la incorregible y prejuiciosa animosidad oficial ante un documento de la Iglesia que no tiene desperdicio,
• el inexplicable (o demasiado explicable...) y escandaloso pase de bando de Borocotó,
• el grotesco de mercaderes de la Legislatura porteña que culminó con la suspensión de Ibarra,
• y la firme y pública sensación de que en estos dos últimos y vergonzosos hechos estuvo la muñeca poco escrupulosa de Alberto Fernández y la obesa chequera de su jefe (cuya gordura no sabemos si proviene de los fondos reservados de la SIDE, o de los fondos fugados de Santa Cruz y nunca repatriados, a pesar de las múltiples promesas y las desafiantes "manos limpias").
Entre tanta escoria política y humana surgen algunas reflexiones que debemos profundizar, si de construir algo mejor (no menos malo, sino mejor) para 2007 se trata.
El modelo y los modales
En primer lugar, es necesario distinguir dos posturas diametralmente distintas, y aun contrapuestas, entre quienes critican al presidente y su tan "original" conducta.
Por un lado están quienes aprovechan dichas lacras presidenciales para torpedear cualquier atisbo de cambio del modelo neoliberal y dependiente, inaugurado en 1976, profundizado en 1989 y mantenido sin variante significativas hasta hoy. A Menem, mientras les fue útil, le perdonaron muchas más "travesuras" y bastante más graves (aunque entre el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, y los fondos santacruceños evaporados, quizás gane el concurso el actual presidente). Pero Menem fue el mejor alumno del FMI y se le perdonaba todo, mientras que Kirchner, sin dejar de ser alumno, es un adolescente revoltoso y protestón. Además, tiene tal confusión conceptual (o aparenta tenerla) que sus críticos neoliberal-dependientes temen que en un descuido "se vaya" con Fidel y Chávez...
Del otro lado nos encontramos quienes criticamos al presidente porque no ha encarado nada serio para cambiar ese modelo neoliberal-dependiente de marras, al margen de las protestas e iracundias de adolescente setentista (o soixante huitard, algo así como sesentayochista, como lo definió, nada diplomáticamente, el embajador francés en referencia a la chirinada del mayo francés de 1968).
Está muy claro: los nacionales y populares lo criticamos porque no cambia el modelo, mientras que los de la vereda de enfrente lo zarandean porque temen que lo cambie.
Por otro lado, los neoliberales-dependientes gozan en su interior cada vez que Kirchner hace de las suyas, porque con ello está destruyendo al Movimiento Nacional y Popular. Más disfrutan aún cuando el santacruceño, por resentimientos arcaicos o por lo que fuere, apunta sus adolescentes cañones directamente contra el Movimiento. Por idéntica razón y ante las mismas "picardías" presidenciales, nosotros sufrimos, a veces en silencio y en otras como para que nos escuchen en Balcarce 50 (aunque ahí habitan los sordos de toda sordera).
De cualquier manera, debo reconocer, nobleza obliga, que además a todos nos preocupan los papelones de Kirchner porque es el presidente de los 38 millones de argentinos y representa a nuestra Nación ante el mundo. Sentimos vergüenza por el hecho ajeno, por los "deslices" del primer mandatario, al margen de nuestras particulares posiciones ideológicas o políticas.
Ellos no son adolescentes setentistas
En segundo lugar, Kirchner, como todo presidente argentino o latinoamericano que ame a su gente y a su tierra, debe comprender cabalmente que, para lograr la liberación nacional, deberá enfrentar a un enemigo que no es niño de pecho. Al contrario, debemos convencernos de que estamos frente a un enemigo que:
- no es inexperto ni lelo,
- traza con mucho tiempo y cuidado sus estrategias de dominio regional y mundial,
- y por ello no las abandona fácilmente,
- ha construido un aparato de dominación que no nos deja resquicio fácil de atravesar,
- atesora una larga experiencia y una firme voluntad de quedarse con lo ajeno (las elites anglo-norteamericana las tienen desde que fundaron esa nación; no por casualidad la bautizaron como Estados Unidos de "América", y México supo pronto el motivo de tan sugestivo nombre),
- no somos más pícaros que ellos,
- y, sobre todo, son muy poderosos y no tienen estómago ni escrúpulos.
De modo que un presidente que se cree vivo porque, mientras cumple formalmente el papel de anfitrión de una Cumbre hemisférica, se pelea con varios de sus colegas y, simultáneamente, manda a sus propios barra brava a insultar a los invitados, no es un pícaro (menos un estratega o estadista inteligente) sino un... eso que usted piensa ahora.
Frente a tan formidables enemigos, y si realmente se desea liberar a la patria y a su pueblo, hay que actuar con mucha solvencia moral, intelectual y política, y con no menos seriedad y sensatez, dejando los gustos personales bajo la almohada. Un particular puede "sacarse el gusto" de mojarle la oreja a un mandatario extranjero invitado, pero un presidente, en aras de lograr lo fundamental, tiene la obligación de tragarse ése y todos los sapos que le quedaron atravesados desde la época estudiantil (si es que los tuvo en aquel momento..., que lo dudo).
No es asunto de pretender arriarlos como ganado
En tercer lugar, y en íntima relación con lo anterior, para liberarnos no deberemos enfrentar a un hombre, por poderoso que fuere, sino a todo un sistema integral de dominio, armado con inteligencia diabólica como para no dejar escapatoria fácil a nadie. Por ser ellos, justamente, los acaparadores históricos de las riquezas del mundo, han logrado un poderío que les permite cooptar (eufemismo por comprar) las mejores mentes del planeta. Buena parte de los principales estrategas norteamericanos son extranjeros cooptados. Kissinger y Brzezinski son los dos ejemplos más notorios, pero no los únicos. A su vez, la riqueza acumulada les permite crear usinas de prestigio mundial, para hacer célebre a cualquiera escriba que los apoye. No me pidan ejemplos: basta con leer los diarios.
Además de una enorme acumulación de materia gris, los centros de dominio poseen, desde ya, una chequera ilimitada, medios de comunicación, bombas atómicas y todo lo que imaginarse pueda para retener su poder y acrecentarlo.
No hace falta continuar con esta enumeración: el monstruo que deberemos enfrentar es grande que pisa fuerte.
Y nosotros somos chicos (o nos han achicado mucho) y apenas dejamos huella en el suelo al pisar.
Una tarea para cíclopes
Enfrentar esta situación de dependencia extrema, es decir, construir un nuevo proyecto nacional y popular, requiere indispensablemente:
a.- Adoptar una estrategia internacional que coloque a la Argentina en un lugar digno en el mundo multipolar que está consolidándose; un lugar al que legítimamente puede aspirar dada su ubicación geográfica, su extenso y rico territorio, sus ingentes recursos naturales, el nivel intelectual y de desarrollo de su pueblo, y su vocación histórica de grandeza con justicia, paz y libertad. No somos un pequeño país que históricamente se haya conformado con ser apéndice de uno más poderoso.
b.- Desarrollar integralmente nuestra economía, en base al aprovechamiento racional de todos los recursos, un fuerte proceso de industrialización total y el dominio propio de las tecnologías modernas.
c.- Aprovechar en forma integral y poblar adecuada y armónicamente nuestro territorio, así como controlar las enajenaciones abusivas y sospechosas que se hagan de él a favor de extranjeros, especialmente de sus zonas geopolíticamente sensibles.
d.-Distribuir con justicia la riqueza.
e.- Prestar especial atención a la educación, la salud, la seguridad, la defensa, el medio ambiente y la inclusión social de todos los sectores.
Los instrumentos de la liberación
Para alcanzar tamaños objetivos es indispensable, a su vez, lograr:
1.- La independencia necesaria respecto de los centros de poder extranjeros, sean estados nacionales, organismos multilaterales o grupos privados, y también de los locales.
2.- La reasunción del control de los resortes básicos de la economía: moneda, crédito, divisas, mecanismos de formación de precios, incentivos, etc.
3.- La reforma profunda del sistema impositivo, que hoy castiga proporcionalmente más a los que menos tienen, crea distorsiones económicas con impuestos absurdos, desalienta la producción y fomenta la especulación financiera, y no promueve la reasignación virtuosa de los ingresos ni alienta el desarrollo.
4.- La renacionalización (no necesariamente estatización) de los servicios públicos y del aparato productivo privado, pues todo ello, en manos extranjeras, significa miles de millones de dólares que perdemos anualmente, y que van a capitalizar a grupos o países allende nuestras fronteras, en lugar de permitir la indispensable acumulación de capital nacional.
5.- La formación de una nueva flota fluvial y mercante nacional, así como de un sistema de seguros y reaseguros propio, que frene el enorme drenaje de divisas que sufrimos en esos rubros, con idénticas consecuencias a las descriptas en el punto anterior.
6.- La recuperación de una línea aérea comercial propia de bandera.
7.- La investigación de la legitimidad o no de la deuda externa, principal herramienta de dependencia que manejan los poderes extranjeros.
8.- La búsqueda de nuevas alianzas internacionales, nuevos mercados y nuevas fuentes de transferencia de tecnología, de financiación y de inversiones externas, ante la eventualidad, lejana pero parte obligatoria de toda estrategia nacional responsable, de un "apriete" a fondo de los poderes dominantes.
La lista sigue, pero con lo dicho basta y sobra para comprender que estamos frente a un formidable e histórico desafío: nada más y nada menos que recuperar el poder nacional. Y conviene tener muy en claro que
mientras no recuperemos dicho poder, mientras no tengamos nuevamente en manos argentinas el control de los resortes básicos de la economía, el aparato productivo privado y los servicios públicos, mientras no tengamos una potente industria y una avanzada tecnología, etc., cualquier integración será peligrosa: el ALCA, el Mercosur, Sudamérica o Latinoamérica. En cualquiera de ellas, y en el estado en que nos encontramos hoy, sólo nos quedará la opción de decidir el nombre de la potencia que nos absorberá: EEUU, Brasil, Alemania o China.
Eso es básico.
No lo lograremos confiados en que Dios es argentino
Nadie sensato puede suponer que tan difícil tarea podrá realizarse sin una planificación estratégica cuidadosa, sin equipos altamente capacitados y patriotas, y peor aún sin aceptar siquiera una reunión periódica de algún remedo de Gabinete. Hasta hoy, y permítaseme la ironía, los estrategas del presidente no pasan de ser el Sr. Luis D'Elia y la Sra. Hebe de Bonafini, sin menoscabo de sus respectivas capacidades para otros menesteres. Con ellos, visiblemente no alcanza.
La situación se torna muy preocupante si a las dificultades lógicas de tal ciclópea tarea y a la lastimosa ausencia de toda estrategia y de algo parecido a un equipo de trabajo bien preparado, se le agrega artificialmente una reyerta diaria personal y apasionada del presidente, ya sea con enemigos reales o fantaseados, de adentro o de afuera, pero siempre por motivos superables o evitables. Mejor que decir es hacer, enseñaba un viejo general, que seguramente conocía la creencia de nuestros abuelos de que en boca cerrada no entran moscas.
Pero las luces de alarma roja se prenden a pleno cuando se comprueba que el presidente nada ha hecho ni hace para subsanar aquella ausencia total de diagnóstico, estrategias y equipos capacitados, e incluso parece ignorar que tales falencias existan, y nada hace por cambiar el modelo reinante ininterrumpidamente desde 1976, mientras arremete con fruición y a tiempo completo contra todos los que intentan respirar un oxígeno distinto al suyo. Entre las disputas de campanario, los devaneos por lograr buenos titulares de los diarios del día siguiente y la acumulación de poder personal o marital, se le va la jornada laboral al presidente.
En tales condiciones, podríamos remedar al Dante: "Argentinos, perded toda esperanza".
Se me dirá que algo ha mejorado desde 2002 a la fecha, y es cierto. Pero, si separamos las cáscaras de las nueces, veremos que una buena parte del crecimiento se debió a la devaluación salvaje que hizo el mercado en ese año. El resto apenas pasa de lo simbólico.
Para lograr lo óptimo posible en 2007 no podemos caer en el conformismo de que "algo mejor estamos", o de que "roba pero hace". Necesitamos que haga seriamente lo que debe hacer y que no robe nada.
La ilusión de un ALCA bueno
Conviene aclararlo desde ya: tales objetivos jamás podremos lograrlos si entramos al ALCA, a cualquier ALCA, porque no hay uno bueno y otro malo. La idea central del ALCA, es decir un solo mercado sin barreras aduaneras desde Alaska a Tierra del Fuego, será siempre perjudicial para nuestro país y para Latinoamérica, por la presencia en la región de una economía y una tecnología sideralmente más desarrolladas que las nuestras y, para colmo, cebada en la tarea de invadir terreno ajeno.
Aun si EEUU se aviniera hipotéticamente a incluir su producción agropecuaria en el tratado del ALCA, y renunciara a sus monstruosos subsidios en esos rubros, ese acuerdo sería la tumba del proyecto nacional explicado más arriba.
Con su negativa a incluir los productos agropecuarios, EEUU está pretendiendo un trato absolutamente inaceptable hasta por razones de decoro y respeto a nosotros mismos. Sólo a una superpotencia acostumbrada a llevarse por delante la ley, la justicia, la verdad y la lógica se le puede ocurrir exigirnos todo lo que a ella le conviene, y rechazar lo poco que podría beneficiarnos. Quieren llevarse la parte del león, y no darnos siquiera la del ratón.
Por ello hay que apoyar al presidente cuando exige que se incluyan los productos agropecuarios en la mesa de negociaciones.
Pero, aún con los productos agropecuarios incluidos, el ALCA significará la estratificación de nuestro escaso desarrollo económico, muy especialmente en los aspectos industriales y tecnológicos, es decir en los puntos clave de nuestro futuro.
Téngase presente al respecto que EEUU pretende, y ya logró, que el ALCA incorpore, entre las actividades "liberadas" en las que podrán intervenir "en igualdad de condiciones" las empresas pulpos de ellos y las liliputienses nuestras, a las siguientes: * las compras de un Estado Nacional,
* las licitaciones para servicios públicos y otras prestaciones,
* la propiedad intelectual,
* todas las manufacturas industriales,
amén de
- un tribunal arbitral supranacional e inapelable para dirimir las disputas,
- una feroz ley de patentes industriales,
- y una declaración de principios que parte de la falacia de que "la libertad de comercio es la base de la prosperidad de los pueblos y de la justicia social", ¡nada menos!
Kirchner decide
Si el presidente Kirchner encara esa inmensa pero indispensable tarea, y lo hace con autenticidad y seriedad, nos tendrá incondicionalmente a su lado. De lo contrario, seguiremos la labor comenzada hace poco: organizarnos para que en 2007 logremos algo mejor (insisto, no menos malo, sino mejor, lo mejor que el pueblo argentino pueda lograr).
Buenos Aires, 16 de noviembre de 2005
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