Consejo Nacional de Paz vs Departamento Nacional de Planeación
12/10/2014
- Opinión
El pasado Jueves 9 de octubre a las 10:00 AM en el Salón Bolívar de la Casa de Nariño el presidente Juan Manuel Santos instaló el Consejo Nacional de Paz, creado mediante la ley 434 de 1998, en tiempos del Presidente Samper.
Las organizaciones de la Sociedad Civil, encabezadas por el Comité de Impulso al Consejo Nacional de Paz, llevan años solicitando al gobierno su convocatoria, en el marco de la construcción de una política de paz de Estado y no sólo de gobierno y hay que celebrar que el gobierno nacional haya atendido esta exigencia.
En el discurso de instalación,[1] el presidente Santos y el Comisionado de paz Sergio Jaramillo insistieron en tres componentes básicos de cualquier estrategia hacia la paz. El primero de ellos es la participación de la sociedad en su conjunto en la construcción de la paz, diferenciando la negociación del fin del conflicto de esa construcción. El segundo hace referencia a la naturaleza territorial de ese proceso y el tercero a la necesidad de una pedagogía del proceso de paz que enfrente el desconocimiento y la desconfianza en el proceso y las tergiversaciones del “innombrable” y su séquito.
Por su parte la sociedad civil en su presentación insistió en la pronta iniciación de negociaciones con el ELN, en la exigencia al gobierno de considerar las reivindicaciones de los movimientos sociales como expresiones legítimas de la conflictividad social.
Queda la inquietud de cuál es el Consejo de Paz que hoy requiere el país y el proceso en curso. Al respecto consideramos que es el espacio, por su naturaleza y composición, (está el ejecutivo nacional, los gobernadores y alcaldes, los gremios y sindicatos, los congresistas, diputados y concejales, las iniciativas de paz, el movimiento de Derechos Humanos y otras organizaciones sociales y étnicas, etc.), adecuado para la construcción de los consensos básicos que la sociedad colombiana deberá desarrollar como bases para la construcción de la paz y la reconciliación.
De igual manera es el instrumento para con los Consejos Territoriales de Paz establecer y desarrollar diálogos regionales entre múltiples actores, como el Diálogo del Sur o del Caribe a desarrollarse en noviembre de este año y para establecer canales de comunicación con confluencias como el Clamor Social por la Paz, el Pacto Nacional, el Pacto Ético, Soy Capaz, el Frente Amplio por la Paz y las innumerables iniciativas existentes en las regiones.
Contrasta el clima y las declaraciones explícitas del Alto Gobierno en relación con el Consejo Nacional de Paz, con lo conocido del Plan de Desarrollo y de la ruta para su discusión. De hecho, es posible afirmar, en la más generosa interpretación, que la Propuesta de Planteamiento estratégico del Plan Nacional de Desarrollo, presentado por Planeación Nacional en septiembre al Consejo de Ministros, desconoce la necesidad de la construcción de paz que en esa propuesta es una palabra desprovista de contenido. En una más rigurosa interpretación ese planteamiento estratégico de Planeación Nacional va en contravía de la paz y es un insulto a la inteligencia y los anhelos de paz de los y las colombianas.
Pero allí no se queda ese despropósito. Se profundiza hasta niveles inimaginables al confundir la realización de eventos regionales, tal como se muestra en el grafico siguiente, con un ejercicio de construcción participativa de la sociedad y los territorios.
En fin, las ambigüedades del gobierno Santos o su incapacidad para montar a sus propias entidades de gobierno en la lógica de la paz, es un obstáculo mayor a esa pretensión de construir la paz.
Por supuesto que se requiere una completa campaña de comunicación pública y movilización social que brindando estrategias, metodologías e instrumentos ofrezca la posibilidad a las centenares de organizaciones sociales, gremiales y a la academia amigas de la paz participar en un gran ejercicio para volcar la sociedad civil a la paz.
Pero señor presidente Santos, señor Comisionado Sergio Jaramillo la primera tarea es detener el saboteo que proviene de las mismas instituciones de gobierno que van desde la inteligencia de las fuerzas de seguridad del Estado que chuzan al negociador Humberto De la Calle, hasta la desinteligencia de Planeación Nacional.
Antonio Madariaga Reales
Director Ejecutivo Corporación Viva la Ciudadanía
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 420
Semana del 10 al 16 de octubre de 2014
Corporación Viva la Ciudadanía
https://www.alainet.org/es/articulo/104164?language=en
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