No más armas contra los pueblos

11/08/1998
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En primer lugar quiero expresar mi más profunda y sincera admiración a los pueblos nativos de norteamérica, a los pueblos nativos de las Américas, por los siglos de sabiduría y enseñanzas que nos han legado, a través de su valor y autodeterminación. Es un honor estar aquí con los/as delegados/as de Latinoamérica, que representan y son defensores de aquellas personas que han sido encarceladas, torturadas, forzadas al exilio, y que han hecho ahora un continente mucho mejor de lo que era años atrás. Con quienes han transformado Sudáfrica y otros países africanos, con aquellos que han transformado Corea del Sur, Filipinas , Tailandia, Indonesia. Estos son los reales héroes, los defensores de la democracia, de los derechos humanos, que quiero honrar mencionando aquí, su sacrificio, su esperanza, su resistencia, su enorme fuerza. Ahora bien, cinco años después de la Conferencia de Viena, hay que reconocer que se han producido progresos extraordinarios, por lo menos en el volumen de documentos, resoluciones y buenas ideas, que dan un marco jurídico al trabajo que hacemos. También hemos logrado afirmar la participación de ONGs en el seno de Naciones, aunque hay quienes han tratado de descarrilar nuestro progreso, el valor, la tenacidad y la acción de todas aquellas personas anónimas que luchan en diversos puntos, han validado la necesidad de esa participación. Han hecho que ahora pueda hablar aquí, mientras que en la Conferencia de Viena, la alocución de diez minutos que me dieron, se redujo luego a cinco, después a tres, y finalmente tuve que ajustarme a un minuto ante una Comisión. Desde Viena hasta acá, muchos Estados han tratado de atacar a los defensores de los derechos humanos y minimizar su rol. Se mantiene la impunidad frente a los gobiernos y Estados que impiden la libertad de sus pueblos, se ha incrementado la carga de los trabajadores, a la vez que se reduce el rol de los sindicatos. El caso de Timor Oriental Algunos pueblos continúan sufriendo todas las impunidades, el Timor entre otros, es el caso típico de un país donde solo las acciones de la comunidad de ONGs, ha logrado presentar una perspectiva más humana y ha logrado hacer prevalecer su existencia ante la hipocresía organizada de los últimos gobiernos. Al analizar el caso de Timor, un pequeño país, invadido y ocupado por su vecino mayor, bajo una impunidad absoluta, apoyada por todos los países industrializados del mundo, que a pesar de estar siempre hablando de la democracia y de derechos humanos, brindaron apoyo diplomático, e incluso la dotación de armamento, para la destrucción de ese pueblo. Timor, como los pueblos nativos, como el pueblo de Armenia, como los Judíos por siglos, como los palestinos ahora, ha sido sometido a las voluntades de los grandes Estados, a quienes siempre les ha importado lo que es de su interés y su propia percepción de los que ellos creen es el interés de los otros. Porque, entre el verdadero interés nacional y la concepción de quienes hacen las políticas, presumidamente de interés nacional, hay kilómetros de diferencia. Por la forma como ellos definen a Timor, su pueblo ha sido sacrificado por un gran "pragmatismo" político. Inmoralidad del armamentismo Pero nosotros, sobrevivimos a las arbitrariedades de los presidentes de los Estados Unidos, sobrevivimos a los años de Carter, a Ronald Reagan, a Bush, a Clinton, y vamos a seguir sobreviviendo. Es difícil sobrevivir a Margaret Thatcher, a tres presidentes franceses desde Giscard d'Estaing hasta acá. No quiero hablar solamente de los tres poderes más importantes, pero creo que ellos son los que tienen el monopolio de la hipocresía. Ellos son el poder en el Consejo de Seguridad, que se supone debería garantizar la paz y la tranquilidad del mundo, no obstante son ellos los que ofrecen más armamento en todas partes del mundo. Actualmente hay como treinta o cuarenta millones de personas desplazadas de sus comunidades en el mundo, y desde el final de la guerra fría han muerto diez millones de personas por causa de diversos conflictos. Una de la raíces y causa de esa destrucción es la proliferación de la venta indiscriminada de armamento. Da la casualidad que cada vez que hay un conflicto en los países del tercer mundo, aquellos países como Estados Unidos, Alemania, Rusia o China, en lugar de velar por la solución del problema venden armamento; las estadísticas nos demuestran claramente, que no es casualidad o coincidencia, ni exceso de criticismo mío. Por eso quiero que en esta Conferencia, vinculemos nuestro trabajo de derechos humanos a la inmoralidad de la venta de armamento en los países en conflicto. Hace como un año, antes de la crisis de la parte este de Asia e Indonesia, insté a un congelamiento de venta de armamento para Indonesia, por tres años, principalmente porque este país se preparaba a enfrentar una transición, pero fueron otros los intereses que prevalecieron y el Reino Unido vendió las armas que, un año más tarde, se utilizaron para las movilizaciones recientes. Transición generalmente significa inestabilidad y violencia, por lo tanto no es ético vender armas en esas circunstancias. Los países occidentales que quieran contribuir con la democracia en Indonesia, o en cualquier otra parte del mundo, tendrían que congelar la venta de armamento en esos pueblos. Otro aspecto importante que deberíamos encaminar a la Asamblea General de Naciones Unidas, es la discusión sobre la presunta Declaración sobre la responsabilidad humana, que algunos presentan como elemento complementario a aquella de los derechos humanos, y que se sustenta en los supuestos "valores asiáticos" y que no es nada más que un intento de unos líderes occidentales para tranquilizar a los de otras partes del mundo que hablamos de los valores de Asia. Nadie ha explicado hasta ahora cuales son los valores asiáticos que no concuerdan con lo que nosotros creemos que son derechos humanos, que fueron reafirmados en Viena con la participación de todo el mundo. Entonces, ?qué es lo que falta y cuáles son los valores que se tiene que separar? Tribunal de Justicia Otro aspecto es saber es el de definir el rol del Tribunal de Justicia Internacional, que se reúne en Roma, que deberá trabajar como una fuerza que lucha en contra los crímenes políticos de los dictadores y otros violadores de los derechos humanos. En ese campo, hay miembros del Consejo de Seguridad, que se piensan como pieza clave para cualquier arreglo, y proponen el mantenimiento de instancias previas de negociación y el encaminamiento de casos ante dicho tribunal por la exclusiva decisión unánime del Consejo. En los últimos 23 años, en mi humilde trabajo con los colegas aquí presentes y otros, los poderes nos señalan a que seamos más realistas; para ellos realistas quiere decir que debemos aceptar a las potencias, al gobierno de la fuerza, porque los pequeños pueblos, los pequeños movimientos, no van a poder desafiar al poderoso. Los dictadores se van, los pueblos quedan Una y otra vez durante últimos años hemos asistido al desmantelamiento de regímenes dictatoriales por gobiernos centralizados y autocráticos. La lección, es que los regímenes van y vienen, solamente los pueblos, los ciudadanos, con sus sueños, con sus esperanzas y sus ideales, sin armas, con su libre actividad, con su decisión, son los que prevalecerán a través de los siglos. Esa es la lección que debemos siempre tener presente, no desperdiciar nuestros recursos en armamentos, jamás las armas resolverán un conflicto de naturaleza socio-política o económica, es a través del diálogo, de la tolerancia y de la humildad, que los gobiernos han podido ir resolviendo los conflictos en sus propios países con sus propios pueblos. * Intervención en el Foro Internacional Viena +5, efectuado en Ottawa, Canadá, del 22 al 24 de junio de 1998.
https://www.alainet.org/es/articulo/104207

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