La esquizofrenia (neo) liberal

29/06/1998
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El gobierno que nos gobierna es neoliberal en la economía y pre-liberal en la filosofía. Esa esquizofrenia se explica. El liberalismo nació como crítica al Estado absoluto y a las tiranías. En su versión brasileña, hoy es asumido y defendido por los mismos hombres que, entre 1964 y 1985, dieron su apoyo político a la dictadura militar. El sociólogo francés Alain Touraine sugiere, en su crítica de la modernidad, que ésta se hace con el diálogo de la razón y del sujeto. "Sin la razón, el sujeto se enclaustra en la obsesión de su identidad. Sin el sujeto, la razón llega a ser instrumento de poder". Ahora, la pre-modernidad del PFL-PSDB exacerba la razón, evocada como exclusividad del poder, e ignora al sujeto -la sociedad civil que se expresa en los movimientos sociales. En su origen, el liberalismo propugnaba la separación entre iglesia y Estado y abogaba por la tolerancia religiosa y el libre uso de la razón. "Sapere aude -ose confiar en la propia inteligencia", proclamó Kant. He aquí la libertad: la autonomía del saber, gracias a la ciencia; la autonomía del individuo, gracias a la propiedad privada; la autonomía del Estado, gracias a su carácter laico. El Estado neoliberal Ahora, la ciencia es rehén de los dueños de patentes; la propiedad es considerada sagrada e intocable; el Estado es saqueado por el capital especulativo. Revestido de sacralidad, el neoliberalismo considera que toda crítica a él, es blasfemia digna de excomunión. Sus críticos son tachados de "neobobos" o de "economistillos", que solo saben copiar gráficos de estadísticas. Incomodado por no poder arrastrar a la iglesia a sus intereses, el Estado neoliberal ora proclama que el clero no debe meterse en política, ora hace que sus gobernantes doblen las rodillas en actitudes aparentemente piadosas. Intolerante con quien no cree en sus propósitos, el régimen neoliberal sataniza a la oposición, y evoca para sí el dogma de la verdad. Fuera del mercado y de las privatizaciones, no hay salvación. En el liberalismo de la Revolución Francesa, la tolerancia religiosa se imponía por motivos filosóficos -ante las luces de la razón la religión sería una mera superstición- y por motivos pragmáticos: imposible para el Estado decidir cual religión merece más crédito. Como diría Thomas Jefferson, en el Estatuto de Libertad Religiosa de Virginia, "si mi semejante afirma que hay 20 dioses o apenas uno, eso no me causa ningún daño". Ahora, el neoliberalismo se abroga la condición de religión laica. Es preciso creer en los índices del mercado, tener esperanzas en las promesas del capital y amar el propio bienestar. El liberalismo emancipó a una parte importante de la humanidad de la esclavitud, del vasallaje, del patriarcalismo, de los privilegios de casta y de clase, del analfabetismo impuesto, del fanatismo legalizado, de la autocracia estatal. Sin embargo, el neoliberalismo introduce ahora, la exclusión social, el desempleo crónico, la hegemonía cultural anglo-sajóna, el consumismo como sentido de vida, la violencia como atracción artística, la pornografía como recurso de mercadotécnia, la despolitización como virtud y la "des- historización" del tiempo como forma de erradicar del corazón humano las utopías (lo que agrada mucho al narcotráfico). Los saldos de la Revolución Francesa Para los neoliberales, de la Revolución Francesa apenas queda, 200 años después, la bandera de la libertad. Así mismo, solo para el capital. Ni siquiera las personas tienen el derecho de transitar por la superficie del planeta con toda libertad. O la libertad de acceso a un plato de comida por día. Igualdad es una bandera que hace erizar los pelos a los dueños del poder. El cientista político italiano Norberto Bobbio definió bien quien es de derecha y de izquierda al afirmar que los primeros consideran la desigualdad natural; los segundos, una aberración. ?Y la fraternidad? Basta ver como la competitividad es exaltada como valor supremo. Pocos se empeñan para que la solidaridad y compasión se tornen valores sociales. Todavía estamos a mil años luz de ese sentimiento de que hacemos parte de una misma familia cósmica, pues tenemos origen en un único principio creador. Pocos perciben que todo lo que existe coexiste, pre-existe y subsiste en Dios. O, en el lenguaje de la astrofísica, todos somos hechos de la misma materia estelar. El gobiermo de Fernando Herique Cardoso confunde Locke y Voltaire, Tocqueville y Montesquieu, J.S. Mill y David Hume, y juega en el basurero de la historia. Ahora vale el pragmatismo en su versión más rastrera. Se toman medidas por razones electorales, como la reciente promesa de acabar con el desempleo (?recuerdan cuando el gobierno prometió acabar con el trabajo esclavo en 1994?). Vale el adhesivo del carro: En este año, vote por el empleo. Desemplee a FHC.
https://www.alainet.org/es/articulo/104329?language=en
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