El año de todos los riesgos
28/01/1998
- Opinión
Rio de Janeiro.- El año de 1997 empezó con la Corea del Sur -con la huelga victoriosa de los
trabajadores en contra de los planes de flexibilización de las relaciones laborales- y se terminó con
la Corea del Sur -con la crisis financiera y el acuerdo con el FMI. Fue un año de transición entre la
luna-de-miel del neoliberalismo de la primera mitad de los años 90 y una situación relativamente
abierta.
El rápido derrumbe del gobierno de Bucaram-Cavallo en Ecuador preanunciaba que los tiempos de
los gobiernos estilo Menem -populismo convertido al neoliberalismo- estaban cerrados.
Los triunfos electorales de los laboristas en Gran Bretaña, de los socialistas en Francia, de la Frente
Farabundo Martí en El Salvador, del PRD en México, de la alianza opositora en Argentina,
demostraban que un nuevo consenso ganaba expresión política vencedora.
Sin embargo, el gran personaje de 1997 no fue Blair, ni Jospin ou Zemin, sino el no tan oculto,
omnipresente y aparentemente omnipotente especulador de las Bolsas. Su acción fue la que afectó
al más grande número de personas en el mundo. Fue él quien, paradójicamente, salió fortalecido,
cuanto más daños había producido.
Si 1997 fue un año de transición, ?qué es lo que se puede esperar de 1998? En primer lugar, un
rebajamiento todavía más grande de los ya bajos índices de desempeño económico en el mundo,
con reflejos sociales de elevación todavía mas brutal del desempleo, para lo cual solamente la
acción del FMI en el sudeste asiático responderá por la pérdida de empleo de millones de
trabajadores.
Recesión a la vista
No hay indicio alguno -todo lo contrario- de que el capitalismo esté saliendo de su ciclo largo
recesivo iniciado a mediados de los años 70. El golpe recesivo a raíz de la crisis financiera iniciada
en 1997 probablemente condena ya a la economía mundial a cerrar el siglo de forma estancada.
En segundo lugar, reinan todas las incertidumbres respecto a las consecuencias de la unficación
monetaria europea. Si hay menos inseguridad respecto a los países que participarán de la primera
fase del euro, los efectos sobre las monedas de los países que estarán dentro y las de los que
seguirán fuera, se mantendrán a lo largo de todo el año. Las elecciones alemanas agregan
interrogantes sobre una Europa ya acostumbrada a los brazos acogedores del conservador Helmut
Kohl, de nuevo al borde de concluir su carrera.
Los Estados Unidos de América (EUA) verán bajar el ritmo de su "milagro", acentuando la
superexplotación del trabajo y su desequilibrio de balanza comercial frente a las desvalorizaciones
cambiarias asiáticas y a la mantención del crecimiento chino, pero se mantendrán como única
potencia con intereses globales, apoyados sobretodo en su superioridad militar y de medios de
comunicación.
Asia deberá ver cómo se consolida la sustitución de Japón por China como gran potencia regional,
con vocación para superpotencia. Japón no solo no logró desempeñar respecto a los otros países
del sudeste asiático el rol de Estados Unidos respecto a México, sino que sufrió en carne propia los
estremecimientos de la región, lo cual acentuó su declive económico. Si China logra sustraerse a
los problemas, saldrá más consolidada como candidata al segundo lugar, en un mundo huérfano de
contrapesos a los EUA.
América Latina siguió su tendencia a tener un peso cada vez menor en la economía y la política
mundiales. En ese marco, el continente había logrado fortalecerse relativamente con el Mercosur
marcando puntos en contra del Alca y extendiéndose hacia el resto de América del Sur. Sin
embargo, en la segunda mitad del año, la crisis financiera mundial volvió a demostrar cómo las
economías sometidas a procesos de duros ajustes fiscales aumentan y no disminuyen su fragilidad
externa. Queda así una interrogante incluso sobre la capacidad de expansión del Mercosur, dado
que Brasil y Argentina tomaron medidas proteccionistas que dificultan la integración de países
como Chile, Venezuela y otros del Pacto Andino. Pueda que se avance decididamente hacia
políticas comerciales, cambiarias y tarifarias comunes para toda América del Sur o al contrario, se
pase a una etapa defensiva, reflejando los problemas de su socio mayor, Brasil.
La misma economía chilena salió herida de 1997, demostrando las fragilidades escondidas de su
modelo primario exportador, expuesto a los vaivenes de la demanda de los grandes compradores
mundiales, como los países del sudeste asiático. La misma moneda chilena y su bolsa demostraron
oscilaciones que no se habían presentado en la crisis mexicana.
Año de riesgos
El año de 1998 se presenta así, como un año de grandes riesgos para América Latina, sometida a
todos los efectos de la crisis financiera internacional, como uno de sus eslabones más débiles. En el
momento en que se agota el modelo económico que imperó en la región hasta ahora, las
alternativas no parecen ser tales. La vía de la oposición argentina, que garantiza la mantención del
modelo económico, en la búsqueda de la confianza del establishment, proponiéndose tan solamente
a bajar los índices alarmantes de corrupción y escándalos del menemismo y de promover cierta
independencia del Poder Judicial, parece ser el modelo que gana adeptos en los partidos hoy
opositores. El documento autodenominado Consensos de Buenos Aires representa el intento de
extender ese modelo para todo el continente.
La candidatura del socialista Ricardo Lagos demuestra mas afanes privatizantes que los presidentes
demócrata cristianos en Chile. El continuador de Fernando Henrique Cardoso en el Ministerio de
Economía, Ciro Gomes, se candidatea como alternativa ante una eventual pérdida de confianza de
las élites en Cardoso, comprometiéndose a mantener lo esencial de la política económica. En Brasil
solamente el Movimiento de los Sin Tierra formuló un proyecto alternativo para el país, pero
encuentra dificultad que Lula -el probable candidato una vez mas de la oposición- se entusiasme
con él. El alcalde de Ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas demuestra, desde el comienzo de
su gobierno, orientaciones tan moderadas que no hacen preveer que busque alternativas profundas
a la política económica del PRI.
En ese marco, se puede prever que, mas allá de las probables inestabilidades financieras, éste será
un año de gran inestabilidad social, representando un desafío para la izquierda: o se coloca a su
cabeza, con un proyecto realmente alternativo, o ve ahondarse la crisis social por el lado del
desempleo, de la exclusión social y la violencia urbana y rural.
https://www.alainet.org/es/articulo/104366
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