Un futuro para nuestra América
Caminos de esperanza hacia el tercer milenio
24/03/1997
- Opinión
Estamos en el umbral del tercer milenio y los desafíos que
enfrenta la Humanidad son de tal envergadura que necesitamos
construir una cultura de la solidaridad y el entendimiento entre
los pueblos, para abrir la puerta de la esperanza.
Sabemos que esto no ocurrirá de manera espontánea. La Paz, la
Justicia, el Derecho están en la dinámica misma de la capacidad
de resistencia por la vida y la dignidad. El futuro se construye
con el coraje que tengamos para hacer el presente, donde los
pueblos dejen de ser espectadores para sumarse como protagonistas
de sus propias vidas y constructores de su propia historia.
Nuestro aporte y mirada es desde el continente americano. Desde
nuestras realidades e identidades como pueblos y desde nuestra
historia pluriétnica, multicultural y universalista, que es el
alma misma de nuestra resistencia, dignidad y esperanza.
Todos miramos expectantes hacia el tercer milenio, con muchos
interrogantes sobre la marcha de la humanidad porque miramos
desde esa realidad cotidiana que va marcando la memoria de
nuestros pueblos. Para ver el futuro tenemos que ver ese hombre
y esa mujer concretos, con necesidades vitales insatisfechas,
esos millones de pobres hambrientos que no pueden pensar en
mañana sino en la realidad de hoy, porque su vida transcurre en
los límites del hoy y ese mañana es un .... tal vez.
Por eso necesitamos hacer un balance de la real situación y
aspiraciones en este final de siglo. Ha sido un tiempo marcado
por fuertes contradicciones, situaciones límites entre las dos
guerras mundiales, revoluciones y dictaduras, pero a la vez con
grandes avances en los campos tecnológicos y científicos, en la
capacidad de comunicaciones, el arte y la cultura, en la
proclamación de normas universales respecto a los derechos
humanos. Es un momento signado por la exigencia de cerrar de una
vez las venas abiertas que después de cinco siglos nos siguen
desangrando, y asegurar el derecho a la vida de 600 millones de
seres humanos que padecen las consecuencias de un orden económico
injusto, violento, excluyente e inhumano.
Necesitamos reflexionar juntos para conocernos, compartir y
construir nuevas alternativas de desarrollo cultural, económico,
político y social así como la posibilidad de potenciar valores
éticos y espirituales que han nutrido siempre a nuestros pueblos.
El Dios Moloc del mercado
El sistema de dominación no puede controlar todos los caminos y
alternativas de los pueblos, a pesar de controlar todos los
caminos y alternativas de los pueblos, a pesar de que lo intenta
a través de la economía cautiva, llamada irónicamente -libre
mercado-. Habría que preguntarse para quiénes es libre el
mercado. Evidentemente no lo es para los países pobres o los
sectores expulsados de la \"competencia\". Los precios, parámetros
y recursos son manejados desde los centros de poder y no desde
la voluntad de los pueblos, que día a día, ven mermar sus
recursos y opciones, quedando sujetos al desempleo, a la falta
de derechos humanos básicos como la alimentación, la tierra, la
salud y la educación, a la destrucción del medio ambiente y de
sus fuentes de vida.
Necesitamos recrear nuestros espacios y generar otros nuevos.
Los desafíos son enormes en estas nuevas estructuras que se nos
imponen, de la llamada \"sociedad global\". Con la globalización
de las comunicaciones, los mercados, las políticas, y el poder
que las empresas transnacionales van imponiendo, sin códigos de
comportamiento ni conductas que respeten a los demás, sin
interesarles el costo social ni la vida de los pueblos, el ser
humano pasa a ser una abstracción.
En la globalización de esta sociedad consumista en que se nos
quiere sumergir, se rinde culto al Dios Moloc del Mercado, que
viene suplantando en forma progresiva al Dios del Espíritu y de
la Vida. Ha resurgido con gran fuerza este Dios Moloc, y tiene
una casta sacerdotal de gerentes, bancarios, accionistas y
ministros de economía, que deciden la vida de los pueblos.
Si echamos una rápida mirada a la historia de la humanidad
podemos percibir el desplazamiento de los ejes del poder, ya sea
económico, militar, político o religioso. Hoy, los templos más
importantes que se levantan son los bancos, y todos esperan
salvación o castigos del FMI, del Banco Mundial, de la banca
acreedora. Allí están el cielo y el infierno y no en las
catedrales góticas o románicas, o siquiera en templos modernos
como La Sagrada Familia, de Gaudi en Barcelona. Estas han sido
suplantadas no por la profundidad de la oración, sino por el
culto a la Bolsa y las cotizaciones de cada día.
Si estuviera Moises en nuestra época, creo que se horrorizaría
y quebraría una vez más las Tablas de la Ley. Muchos no tienen
la capacidad de reaccionar y se sumergen en el culto del Dios
Moloc, o miran impotentes como los someten y esclavizan mediante
esa esclavitud que comienza en las mentes y que no necesitan
cadenas. Otros tienen la sana capacidad de resistir y luchar por
una vida digna, aunque los consideren como un Don Quijote, o ese
simple y práctico Sancho.
Un sistema sin respuestas
En esta sociedad que pretende ser global, aumentan los excluidos
de la tierra, pero a la vez aumentan los nacionalismos, las
autonomías, los fundamentalismos religiosos, como contrapartida
a las culturas masificadas y a la pérdida de la identidad de los
pueblos. No debemos pensar sólo en los pueblos excluidos del
Sur, sino también en los excluidos que día a día van aumentando
en los países del Norte.
Esto lleva a inevitables enfrentamientos y contradicciones con
quienes detentan el poder en sus múltiples expresiones. El
actual sistema no tiene respuesta para resolver el aumento de los
conflictos que la marginalidad y la violencia le plantea, ya que
la misma raíz del sistema que se nos impone es violenta y
excluyente, como la Deuda Externa. Es decir, una nueva forma de
sometimiento y esclavitud.
Las perspectivas para el tercer milenio no son alentadoras para
la vida de los pueblos, en particular para los desposeídos, si
no se logra modificar esta situación internacional. Los
ordenadores tampoco dan respuestas a la vida sino que la
condicionan. La ciencia y la técnica en sí mismas, no son buenas
ni malas. Dependen del buen o mal uso que se haga de las mismas.
Entonces, cuando se pretende forzar las leyes de la naturaleza,
castigar a la tierra -la Pachamama- alterando sus ciclos, tarde
o temprano esa violencia tiene graves consecuencias.
Por otra parte se habla de una democracia que está vacía de
contenidos, que sólo es válida si todos están dentro de los
parámetros fijados por los centros de poder.
Si bien en nuestra región han finalizado muchas de las etapas del
terrorismo de Estado, los sistemas electorales no son el
indicativo esencial de la presencia de la democracia y la
vigencia de los derechos humanos. Tal vez hoy, la situación es
más compleja y confusa. Hay un ocultamiento sistemático bajo la
apariencia democrática, pero la realidad nos marca que no sólo
se continúan violando los derechos humanos sino que los gobiernos
han generado mecanismos de Impunidad que afectan la vida de las
personas y comprometen el futuro de los pueblos, instalando la
negación del derecho a la Verdad y la Justicia.
Otra de las consecuencias de la impunidad es la repetición de las
violaciones a los derechos humanos cometidas por las agencias de
seguridad y en algunos casos, las mismas fuerzas armadas y
paramilitares: la aplicación del gatillo fácil, políticas
represivas de control y de \"limpieza\" social. En todas partes
de Nuestra América son ejemplos paradigmáticos de la continuidad
del ejercicio represivo de los Estados y la ausencia de medidas
que provean de Justicia a los expulsados del sistema, a las
comunidades indígenas y los niños y niñas de la calle.
Imprevistos históricos
Tal vez sea necesario ir pensando en los imprevistos históricos.
Porque pese a este panorama a veces desolador, no podemos ser
pesimistas. Creemos en el inmenso potencial creador de nuestra
América India, negra, mestiza, inmigrante, en sus reservas
morales, en sus culturas milenarias, en sus utopías de comunidad
de hombres y mujeres con la madre naturaleza, en el respeto que
nos debemos mutuamente.
La resistencia cultural, social, espiritual de los pueblos viene
desde hace tiempo haciendo oír su voz. Arguedas hablaba de la
\"Fraternidad de los Miserables\". En América Latina esa
fraternidad va creciendo en las conciencias y acciones de los
grupos y pueblos. La lucha de los sin tierra y los sin techo,,
los hambrientos, las mujeres, los desaparecidos y las víctimas
de la tortura y la cárcel, la juventud y los mayores, quienes
reclaman Paz con la naturaleza y aquellos que se enfrentan a la
inseguridad y la corrupción, todos ellos y muchos más son signos
de esperanza y que otro futuro posible.
Siempre surgen los imprevistos históricos, los emergentes
colectivos que nacen de la conciencia crítica y de las
necesidades postergadas por el sometimiento. Están en la vida
de los pueblos que reclaman su derecho a la vida y la libertad.
Y en nuestras luchas sabemos que, para alcanzar la libertad, se
necesita una gran dosis de rebeldía y capacidad de resistencia
en lo social, político, espiritual y cultural.
El tercer milenio nos depara muchas sorpresas. Pero cuando
hablamos de futuro, debemos saber ver el presente y acordarnos
de que, los que hoy tenemos el coraje de sembrar, es el fruto que
recogeremos mañana. Eso depende de nosotros, de cada uno.
Frente a las amenazas y temporales que este fin de siglo nos
depara, es a través del diálogo y la reflexión conjunta que
podemos descubrir los signos de esperanza y fortalecer los
caminos que nos permitan pasar de la Fraternidad de los
Miserables a otra instancia de Fraternidad Universal.
El Diálogo 2000
El tiempo que nos queda hasta comienzas del nuevo milenio puede
-y creemos que debe- ser un hito fundamental en este proceso de
conformación de fuerzas, valores, alternativas de vida para
nuestros pueblos.
Existen muchas manos, miradas y conciencias que comparten la
lucha por la vida y la dignidad de los pueblos y que están
dispuestos a asumir su responsabilidad histórica. Existen
innumerables experiencias de campañas, redes y coordinadores a
nivel continental, aportando cada una desde su particularidad al
fortalecimiento e incidencia de las reivindicaciones populares.
También ha crecido la búsqueda de espacios de encuentro sobre
bases más amplias, para propiciar una puesta en común de la
resistencias y favorecer nuevas convergencias e iniciativas.
En este espíritu, diferentes organizaciones y personalidades del
continente estamos proponiendo la realización de un Diálogo 2000,
una propuesta abierta que apunta al debate y la acción
compartidos para ir asumiendo los grandes desafíos que el mundo
emergente del nuevo milenio nos arroja. Y así ir afianzando
nuestro protagonismo y aportes en la construcción de
posibilidades de Vida para nuestros pueblos.
Creemos que este puede ser un espacio donde podremos reflexionar,
discutir, sobre nuestras necesidades, recreando nuestra utopía,
por lo cual los invitamos a hacernos llegar sus sugerencias,
aportes, opiniones, para generar entre todos un verdadero Diálogo
fecundo y solidario. Entre todos debemos responder la pregunta
que muchas veces nos angustia: ¿qué puedo hacer? Sólo saber, que
cada uno de nosotros, desde el lugar en que estemos, podemos
construir en la solidaridad las cosas cotidianas, y
transformarlas para ser mejores.
Si alguna vez las utopías dejan de existir, tengamos el coraje
de inventarlas para vivir en plenitud.
https://www.alainet.org/es/articulo/104450?language=es
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