Ciudadanía Global y derecho a la comunicación: dos retos para el siglo XXI

14/09/1999
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En el globalizado Siglo XXI, que llegará en contados días, ya nadie tendrá dudas de la importancia que tienen los sistemas de comunicación para la construcción del proceso de globalización, delineado de cerca a través de la puesta en marcha de la más monumental infraestructura universal de la historia: la comunicacional. Así, siendo la comunicación elemento constitutivo de la globalización, es cada vez más evidente que esta interrelación está lejos de ser exclusivamente técnica y de arrojar productos "neutros". Un rápido vistazo a las dinámicas que genera el sector financiero actual, eje dorsal del mundo globalizado, cuyas interacciones reposan (además de en la finanza) principalmente en el acceso a las redes de comunicación global, nos permite esbozar una imagen de las proporciones y resultados reales de los nuevas formas de interacciones socioeconómicas, que se producen a través de los sistemas comunicacionales. Así mismo sucede en el campo de lo social, de lo político, de lo cultural y otras. Una de las características del siglo XX, fue la de haberse revelado como un siglo mediático, donde en cada decenio se fueron desarrollando diversas formas (y técnicas) de expresión pública y social, hasta llegar al último decenio, el de la sociedad mediática, cuyo principal espacio de expresión ciudadana es la opinión pública; donde se expande la cyber-comunicación con sus interacciones posibles en tiempo real-, donde las ideas "supersónicas" van y vuelven de y hacia cualquier punto del planeta, con el potencial de generar infinidad de interacciones en segundos. El siglo XXI en cambio será un siglo comunicacional, no sólo porque nace en un contexto de grandes autorutas de la comunicación, de los super-hits globales y de las "globlal news", sino porque las relaciones humanas que se experimentarán en él, estarán cada día más definidas por la re-ubicación estructural de cada quien y de las colectividades ante las posibilidades comunicacionales y ante el acceso al conocimiento. Ser "info-rich o info-poor" será un parámetro de definiciones individuales y colectivas que cada quien vivirá en carne propia. De allí la pertinencia de colocar en la agenda de las Naciones Unidas para el siglo XXI la problemática de la comunicación, vinculándola también a las cuestiones de paz. No sólo porque las cyber-guerras, que ya no son del exclusivo dominio de la ciencia ficción, nos llevarán hacia el afianzamiento del dominio de algunos sobre el mundo entero, sino porque la construcción de la paz depende, en este fin de siglo y en el que está por nacer, de la posibilidad de dialogar, de comunicar, de intercambiar, de desarrollar culturas basadas en la diversidad. En la arena política, ahora más que nunca el espacio democrático es ampliamente dependiente del acceso a la información, principalmente a través de los medios de comunicación. Así, la participación ciudadana -elemento consubstancial a la construcción democrática-, entre cuyos requisitos figuran la libertad de pensamiento y opinión, el libre albedrío y el conocimiento, sólo puede realizarse cuando los flujos de información diversificada y plural permiten la conformación de espacios ciudadanos autónomos y de una opinión pública con ideas propias. Asimismo, el ejercicio de los derechos humanos, en tanto bien inalienable de la humanidad, sólo se hará realidad cuando la ciudadanía informada pueda apropiarse de ellos y reclamar las transformaciones societales y culturales que se imponen, para su cumplimiento. En ese contexto, el derecho a la comunicación aparece como un requisito indispensable para la construcción de una nueva ciudadanía global, colectiva e individual. Este está relacionado tanto con la posibilidad de construir, en igualdad de condiciones, interacciones ciudadanas a diversos niveles, como con la posibilidad de ejercer opciones individuales y societales. Incluir el derecho a la comunicación en la agenda del Siglo XXI tiene que ver con la apuesta, presente y futura, de construir democracias basadas en el pluralismo y de construir culturas de paz. La democratización de los medios y sistemas de comunicación está relacionada con la perspectiva constructiva de pensar un mundo adecuado y orientado hacia la búsqueda de tiempos mejores para la humanidad. Pues, tal como están las cosas, los medios, casi exclusivamente en manos de las transnacionales, considerados como simples recursos técnicos y de lucro, difícilmente podrán cumplir con un rol social encaminado a buscar el beneficio de la humanidad en su conjunto, sino a cumplir con un estricto papel mercantil. El siglo que comenzará en pocos días, nacerá en un contexto de agudización de los problemas estructurales (la pobreza, la exclusión, la hiper-concentración de la riqueza, las desigualdades y otros), que requieren de soluciones contundentes que involucran enfoques de sociedad, recursos y voluntades. El siglo nacerá en un mundo escindido por las diferencias étnicas, religiosas, de género, y otras, cuya superación depende de la búsqueda de construcción de un mundo dialogante, basado en un fortalecimiento de la ética, en cuyo proceso los medios y sistemas de comunicación son actores claves. Los espacios comunicacionales, al actuar en el terreno de la conformación de ideas y mentalidades, en el de la construcción de pensamiento y subjetividades, no pueden regirse por simples principios mercantiles, tienen más bien la responsabilidad social de contribuir a la ruptura del pensamiento único y contribuir con la conformación de enfoques críticos. De allí la necesidad de profundizar en la formulación de marcos éticos globales que permitirán el desarrollo de una ecosofía de la trascendencia y en eso las Naciones Unidas pueden contribuir abriendo espacios que susciten estas redefiniciones. En ese contexto, teniendo en cuenta la estrecha relación entre comunicación, globalización y construcción de sociedad -y ciudadanías- sugerimos algunos elementos prioritarios que quisieramos ver reflejados en la Agenda de las Naciones Unidas para el siglo XXI: * El reconocimiento del derecho a la comunicación en el marco de los derechos humanos, habida cuenta que este tiene que ver con el ejercicio democrático participativo, con la libertad de pensamiento y expresión, con el ejercicio de la ciudadanía y con la posibilidad de ésta a acceder a diversas interacciones sociales, entre otros. * El desarrollo de un marco ético de carácter universal, basado en criterios de diversidad, pluralismo, fundamentación de culturas de paz y de igualdad, que sirva de trama de fondo a cualquier propuesta comunicacional, local o global. * La democratización del conjunto de sistemas y medios de comunicación, su diversificación a todas las escalas y por ende el acceso al conjunto de la ciudadanía a los bienes comunicacionales y al conocimiento. * Que la ONU convoque a una Conferencia Mundial sobre Comunicación, que incluya la participación ciudadana, en cuyo marco la Comunidad de Naciones, los medios y sistemas de comunicación y la sociedad civil, tengan la oportunidad de afinar el marco ético para su acción global, los enfoques de democracia para las prácticas, y su función social, entre otros. *Propuestas encaminadas por la Agencia Latinoamericana de Información -ALAI- a la Consulta Regional a la Sociedad Civil: "Las Naciones Unidas en el Siglo XXI: Una visión desde América Latina y el Caribe" CEPAL, Santiago 1-2 de septiembre 1999
https://www.alainet.org/es/articulo/104493
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