Mujeres transformando la economía
25/10/1999
- Opinión
Mujeres transformando la economía
Magdalena León T.
La relación mujeres-economía ha estado largamente rodeada de paradojas e
injusticias. Innumerables hechos reflejan esta tendencia. Así, siendo las
mujeres actoras centrales en rubros como la agricultura de subsistencia o la
reproducción doméstica, se han visto persistentemente clasificadas como
económicamente inactivas; siendo factor clave para garantizar la
sobreviviencia en tiempos de crisis generalizada cuando resultan las más
afectadas por la pobreza, que se feminiza. Además, en medio de una separación
artificiosa entre lo económico y lo social, se han remitido siempre a este
segundo ámbito los asuntos ligados a las mujeres como, por ejemplo, temas de
empleo y trabajo, de ingresos, de maternidad o de cuidado infantil. Y en
tanto los asuntos macroeconómicos y financieros se manejan con lenguajes,
ámbitos y mecanismos excluyentes, ellas han afrontado históricamente las
mayores desventajas en el acceso a la información y a la toma de decisiones.
En el umbral del nuevo milenio, las mujeres han asumido como impostergable el
reconocimiento y revalorización de su presencia en el panorama económico, de
sus necesidades específicas, de sus derechos y de sus perspectivas.
Anteriormente, las demandas y puntos de vista femeninos sobre la economía,
siempre latentes, no encontraban canales de expresión y de acción sostenidos.
Los avances teóricos, políticos y organizativos de las mujeres, y la propia
dinámica de la economía -marcada por el ajuste en los ochenta y noventa entre
cuyos severos impactos está la feminización de la pobreza-, han confluido para
abrir nuevos cauces a esta relación.
Según se evalúa ahora, Beijing 95 marcó un hito. En ese contexto surgieron
o tomaron cuerpo iniciativas que han ido avanzando en este quinquenio en
América Latina. Así, la Red Latinamericana Mujeres Transformando la Economía,
gestada en esa reunión para llenar un vacío regional, se constituyó
formalmente en Perú en 1997, integra en la actualidad a Perú, México, Chile,
Colombia, Bolivia, Nicaragua, Brasil y Ecuador, y se prevén nuevas
incorporaciones. En la Red y sus enlaces nacionales están nucleadas
agrupaciones de variados perfiles: trabajadoras, sindicalistas, ONGs,
profesionales, académicas. Ahí se articulan procesos nacionales que tienen
sus especificidades y ritmos, para potenciarlos a través de actividades
conjuntas de análisis, información e incidencia política. Sus grandes campos
de interés son la globalización, los procesos y políticas macroeconómicos y
sus impactos, el trabajo productivo y reproductivo de las mujeres, y la
erradicación de la pobreza. Apuestan a la construcción de un nuevo
ordenamiento económico, de nuevos modelos de desarrollo, apoyándose en la
integralidad de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales.
Puntos de agenda
En el reciente encuentro regional (Cuernavaca, octubre 1999), México relevó
a Perú en la coordinación de la Red, encargo que durará hasta el 2001. Un
balance del trabajo por países evidenció que todavía será necesaria la común
tarea de posicionar la economía como campo de interés y competencia de
mujeres. Mostró también la diversidad de temas y problemas que se están
abordando en los espacios nacionales: los impactos de género de políticas y
procesos económicos, el empoderamiento económico de mujeres, su acceso al
crédito, a la tecnología y a la tierra, la defensa del patrimonio genético,
las políticas sociales, empleo y derechos laborales de las mujeres, códigos
de ética o de conducta para empresas maquiladoras, violencia laboral, economía
solidaria, trabajo doméstico, distribución del ingreso. El problema de las
migraciones, que ha adquirido magnitudes y características inéditas para las
mujeres, fue subrayado en la agenda inmediata. Se planteó que para encarar
la pobreza -telón de fondo o problema subyacente- se requiere diseñar nuevos
esquemas productivos, no solo "proyectos" productivos; se precisa superar la
situación perversa de predominio de lo financiero sobre lo productivo.
En el mismo contexto de Beijing 95, pero con una perspectiva más focalizada,
surgió el proceso llamado El Banco Mundial en la Mira de las Mujeres, para
hacer seguimiento a las acciones de esta entidad y exigir que se tengan en
cuenta las necesidades de las mujeres y su participación en la toma de
decisiones. Sus impulsoras consideraron que si ésta es una instancia pública
que actúa en un dominio de interés público, es legítimo que se le exija
rendición de cuentas. Con mecanismos de diálogo y presión se realiza un
seguimiento a los proyectos sectoriales aplicados por BM-BID en educación,
salud, medio ambiente y desarrollo social, procurando incidir en sus
orientaciones. De cara a la sociedad civil, se busca difundir información,
develar el rol del BM, para construir una capacidad de incidencia social.
Estos avances proyectan ahora de mejor manera a las mujeres y sus propuestas
económicas en distintos procesos y escenarios. Así, impulsan la Marcha de las
Mujeres 2000 (Por pan y rosas) cuyo eje es erradicar la pobreza y la
violencia. Participan en iniciativas como Jubileo 2000, el Grito
Latinoamericano de los Excluidos-as, la Alianza Social Continental, para
oponerse al neoliberalismo y exigir justicia económica, apostando al mismo
tiempo por la equidad de género en espacios mixtos.
A la luz de estas experiencias, se espera que en las próximas jornadas de
Beijing+5 el tema de mujeres y economía se refuerce en la agenda, y se
produzcan nuevos consensos para el logro de las inaplazables transformaciones
que reclaman las mujeres y todos los excluidos.
Magdalena León T.
La relación mujeres-economía ha estado largamente rodeada de paradojas e
injusticias. Innumerables hechos reflejan esta tendencia. Así, siendo las
mujeres actoras centrales en rubros como la agricultura de subsistencia o la
reproducción doméstica, se han visto persistentemente clasificadas como
económicamente inactivas; siendo factor clave para garantizar la
sobreviviencia en tiempos de crisis generalizada cuando resultan las más
afectadas por la pobreza, que se feminiza. Además, en medio de una separación
artificiosa entre lo económico y lo social, se han remitido siempre a este
segundo ámbito los asuntos ligados a las mujeres como, por ejemplo, temas de
empleo y trabajo, de ingresos, de maternidad o de cuidado infantil. Y en
tanto los asuntos macroeconómicos y financieros se manejan con lenguajes,
ámbitos y mecanismos excluyentes, ellas han afrontado históricamente las
mayores desventajas en el acceso a la información y a la toma de decisiones.
En el umbral del nuevo milenio, las mujeres han asumido como impostergable el
reconocimiento y revalorización de su presencia en el panorama económico, de
sus necesidades específicas, de sus derechos y de sus perspectivas.
Anteriormente, las demandas y puntos de vista femeninos sobre la economía,
siempre latentes, no encontraban canales de expresión y de acción sostenidos.
Los avances teóricos, políticos y organizativos de las mujeres, y la propia
dinámica de la economía -marcada por el ajuste en los ochenta y noventa entre
cuyos severos impactos está la feminización de la pobreza-, han confluido para
abrir nuevos cauces a esta relación.
Según se evalúa ahora, Beijing 95 marcó un hito. En ese contexto surgieron
o tomaron cuerpo iniciativas que han ido avanzando en este quinquenio en
América Latina. Así, la Red Latinamericana Mujeres Transformando la Economía,
gestada en esa reunión para llenar un vacío regional, se constituyó
formalmente en Perú en 1997, integra en la actualidad a Perú, México, Chile,
Colombia, Bolivia, Nicaragua, Brasil y Ecuador, y se prevén nuevas
incorporaciones. En la Red y sus enlaces nacionales están nucleadas
agrupaciones de variados perfiles: trabajadoras, sindicalistas, ONGs,
profesionales, académicas. Ahí se articulan procesos nacionales que tienen
sus especificidades y ritmos, para potenciarlos a través de actividades
conjuntas de análisis, información e incidencia política. Sus grandes campos
de interés son la globalización, los procesos y políticas macroeconómicos y
sus impactos, el trabajo productivo y reproductivo de las mujeres, y la
erradicación de la pobreza. Apuestan a la construcción de un nuevo
ordenamiento económico, de nuevos modelos de desarrollo, apoyándose en la
integralidad de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales.
Puntos de agenda
En el reciente encuentro regional (Cuernavaca, octubre 1999), México relevó
a Perú en la coordinación de la Red, encargo que durará hasta el 2001. Un
balance del trabajo por países evidenció que todavía será necesaria la común
tarea de posicionar la economía como campo de interés y competencia de
mujeres. Mostró también la diversidad de temas y problemas que se están
abordando en los espacios nacionales: los impactos de género de políticas y
procesos económicos, el empoderamiento económico de mujeres, su acceso al
crédito, a la tecnología y a la tierra, la defensa del patrimonio genético,
las políticas sociales, empleo y derechos laborales de las mujeres, códigos
de ética o de conducta para empresas maquiladoras, violencia laboral, economía
solidaria, trabajo doméstico, distribución del ingreso. El problema de las
migraciones, que ha adquirido magnitudes y características inéditas para las
mujeres, fue subrayado en la agenda inmediata. Se planteó que para encarar
la pobreza -telón de fondo o problema subyacente- se requiere diseñar nuevos
esquemas productivos, no solo "proyectos" productivos; se precisa superar la
situación perversa de predominio de lo financiero sobre lo productivo.
En el mismo contexto de Beijing 95, pero con una perspectiva más focalizada,
surgió el proceso llamado El Banco Mundial en la Mira de las Mujeres, para
hacer seguimiento a las acciones de esta entidad y exigir que se tengan en
cuenta las necesidades de las mujeres y su participación en la toma de
decisiones. Sus impulsoras consideraron que si ésta es una instancia pública
que actúa en un dominio de interés público, es legítimo que se le exija
rendición de cuentas. Con mecanismos de diálogo y presión se realiza un
seguimiento a los proyectos sectoriales aplicados por BM-BID en educación,
salud, medio ambiente y desarrollo social, procurando incidir en sus
orientaciones. De cara a la sociedad civil, se busca difundir información,
develar el rol del BM, para construir una capacidad de incidencia social.
Estos avances proyectan ahora de mejor manera a las mujeres y sus propuestas
económicas en distintos procesos y escenarios. Así, impulsan la Marcha de las
Mujeres 2000 (Por pan y rosas) cuyo eje es erradicar la pobreza y la
violencia. Participan en iniciativas como Jubileo 2000, el Grito
Latinoamericano de los Excluidos-as, la Alianza Social Continental, para
oponerse al neoliberalismo y exigir justicia económica, apostando al mismo
tiempo por la equidad de género en espacios mixtos.
A la luz de estas experiencias, se espera que en las próximas jornadas de
Beijing+5 el tema de mujeres y economía se refuerce en la agenda, y se
produzcan nuevos consensos para el logro de las inaplazables transformaciones
que reclaman las mujeres y todos los excluidos.
https://www.alainet.org/es/articulo/104521
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